No era una prueba nada sencilla porque la vara estaba muy alta, tampoco tenía grandes pergaminos como técnico como para exponerse a las demandas del fútbol argentino, pero Martín Demichelis ha llevado a River Plate a consagrarse campeón de Liga Profesional de Fútbol (LPF) de forma contundente en su temporada de estreno. Volvió a la institución en la que se formó futbolísticamente después de 20 años en Europa, principalmente en Alemania, donde alzó 10 títulos nacionales con el Bayern Múnich en su etapa de jugador y se ganó la posibilidad de dirigir al Bayern II tras un par de temporadas satisfactorias al mando del equipo Sub-19. Aquellas fueron seguramente experiencias enriquecedoras, como también haber sido dirigido por varios estrategas ilustres del fútbol germano como Jupp Heynckes, Ottmar Hitzfeld o Louis van Gaal. Pero nada podía garantizar que Demichelis fuera a convertirse en el mejor sucesor posible para Marcelo Gallardo, el gran artífice de la última etapa dorada que tuvo el club, quien dejó su cargo tras haber conquistado 14 trofeos –dos trofeos de la Copa Libertadores incluídos– en poco más de ocho años. Un destacado palmarés que no fue una mochila pesada, más bien le sirvieron como cimientos para desarrollar sus ideas y edificar un equipo que pudo ser dominante en varios partidos de este torneo.
Cuando Gallardo se marchó de River, el plantel lucía abrumado y la reestructuración era necesaria; aunque, a su vez, poseía cimientos firmes para desarrollar el modelo de juego que tenía en mente su nuevo técnico. Micho encontró a su disposición un grupo de jugadores aclimatados con la exigencia máxima en los días de entrenamiento y a la alta intensidad durante los partidos, les agregó algunos lineamientos propios y consiguió someter a varios rivales casi de principio a fin en los compromisos que tuvo que afrontar esta campaña. La nueva versión de River se construyó partido a partido y encontró los intérpretes más idóneos con el correr del curso, pero desde que inició el ciclo buscó imponer condiciones desde la posesión. Poco a poco, fue despojándose de ese compromiso posicional que mostró en el arranque del ciclo y adoptó un estilo más funcional que dio sus frutos.
Demichelis y su cuerpo técnico demostraron no tener un esquema predilecto a lo largo de este incipiente ciclo en el que ya suman su primer título, sobre todo al momento de tener la posesión de la pelota. River ha utilizado mayormente dibujos tácticos con cuatro defensores, en muy pocas ocasiones usó línea de tres, su mediocampo ha presentado distintas configuraciones (con doble pivote, rombo, triángulo), y probó tanto con dos delanteros como con un único punta, incluso acompañado a veces por extremos fijos en la banda. La única constante es que fue transformándose paulatinamente en un equipo más funcional que posicional en fase ofensiva. Hoy son los perfiles de los jugadores, sus características, las que determinan su rol dentro del equipo y la pelota es la que marca las distancias cuando atacan. Los fundamentos del juego son el aspecto más importante de su filosofía y la principal premisa del Millonario bajo la conducción de Demichelis ha sido tener la pelota y moverse sin ella para explotar espacios. Juntar pases para desordenar al rival, sin temor a entregar el balón en horizontal o hacia atrás. Dominar desde la posesión y atacar zonas vulnerables del rival, se han convertido en los sellos más distintivos de este equipo.
Al ser muy pocos los rivales que presionan a River en la salida desde atrás, Paulo Díaz y González Pirez tienen paño para exponer su calidad e intentar pases progresivos. Ninguno de los dos teme conducir hacia adelante para ganar metros cuando hay terreno libre. También es habitual ver a Enzo Pérez –el mediocampista de corte más posicional en el equipo–, o alguno de los volantes creativos caer a ese sector para generar superioridad en esa instancia de la construcción del juego. Una vez que avanzan al segundo tercio del campo, los laterales Milton Casco y Enzo Díaz se estiran para conseguir amplitud. Actúan de apoyos a diferentes alturas y tienden a empujar alto y ancho para que el resto de sus compañeros explote el juego interno. Es decir, los centrales contienen y los laterales ensanchan el terreno de juego, mientras los mediocampistas buscan espacios libres en los carriles interiores.
Por delante de Enzo Pérez, quien también tiene libertad para ganar altura, son Rodrigo Aliendro, Nacho Fernández, Nicolás De la Cruz y Esequiel Barco (también José Paradela y Pablo Solari) quienes explotan la movilidad ilimitada que les otorga Demichelis. Sea quien sea el portador de la pelota, cuenta con varias opciones porque el resto permuta con fluidez. Es el espacio en sí mismo el que dicta las posiciones dentro del campo y la movilidad sin pelota resulta primordial dentro de este funcionamiento. Prácticamente, no existen patrones de juego definidos, sino simplemente algunos principios y la intención de los jugadores de practicar un fútbol fluido y vertical.
Esta dinámica hizo que Lucas Beltrán, quien parecía que correría desde atrás al competir por el puesto con delanteros de calibre internacional como Miguel Borja o Salomón Rondón, se ganara un lugar dentro de los habituales titulares. Es habitual ver a Beltrán en constante movimiento, porque puede descender para conectar con los mediocampistas o tirar un desmarque repentino para crearle mayor espacio a sus compañeros. Sus cualidades técnicas y condición física encajaron a la perfección con esa filosofía de mover la pelota rápidamente para desarticular el bloque defensivo pero también trabajar sin ella para que se abran aún más espacios. Mayormente, con estas premisas, los receptores consiguen tiempo y espacio entre líneas para hacer daño al rival.
El River de Demichelis no abusa de la posesión sin un propósito, pero se siente muy cómodo con ella. Tener el balón es su manera de dominar el partido. Aunque no fuerza los pases verticales ni pretenda atacar sin sentido, las oportunidades de lastimar al oponente florecen por el accionar con y sin pelota de sus jugadores. Los mediocampistas como Nacho, Aliendro, Barco, De La Cruz y Paradela son mucho mejores entre líneas que pegados a la banda, saben recibir y girar rápido para ir hacia adelante, están técnicamente dotados para controlar, orientar su cuerpo y tomar la mejor decisión posible. Combinan su inteligencia táctica y buenas ejecuciones con la libertad que no muchos equipos del fútbol argentino tienen para generar caos en la denominada ‘Zona 14′, como es conocido el sector frente al área rival. Luego Beltrán ataca los pasillos libres y arrastra jugadores contrarios, o bien cae algunos metros para generar más volumen de juego. Todos juegan a uno o dos toques máximo, juntan pases, progresan juntos y llegan a la finalización con calidad, tanto por dentro como por fuera.
Esa misma intensidad es la que aplican para recuperar la pelota. Otro de los motivos que ha puesto a Lucas Beltrán por delante de Borja o Rondón, es que le permite a River presionar alto con más agresividad. Es el encargado de liderar el pressing y el resto de sus compañeros achica hacia adelante con mayores posibilidades de robar el balón en campo contrario. Quizás fuera de la posesión es cuando se vislumbra un poco más de rigidez y algo de disciplina táctica, aunque la intención es reconquistar la pelota lo más rápido posible siendo proactivos para los duelos. Ese es el mayor riesgo que corre un conjunto que acumula muchos jugadores por delante de la línea de la pelota, ya que una mala ejecución o acierto defensivo del rival lo puede dejar notablemente expuesto atrás. Principalmente, porque hay momentos en los que opta por formar un bloque de presión intermedio o uno de los intérpretes hace una mala lectura, y los rivales encuentran facilidades para lastimar de contraataque. La inclusión de Rodrigo Aliendro, un jugador de mucho despliegue y rueda de auxilio en el mediocampo, le permitieron a Enzo Pérez estar más protegido en las transiciones ataque-defensa. Hubo un progreso notable en los retrocesos pero todavía son uno de los aspectos mejorables que tiene el equipo, la última línea a veces queda descompensada y obliga a Franco Armani a estar inspirado para no sufrir demasiado. Si consigue la incorporaciones correctas en el marcado y trabaja para gestionar mejor el pressing, es probable que encuentre mayor solidez en el futuro.
Hubo un lógico período de adaptación y de aprendizaje para Martín Demichelis y su cuerpo técnico, conformado por dos ex caudillos del técnico saliente: Poroto Lux, muy cercano a él porque fueron compañeros, y Javier Pinola, quien también ha pasado gran parte de su carrera en el fútbol alemán y fue rival suyo en el derbi bávaro. Fueron muy criticados tras algunos duros resultados adversos, principalmente con las caídas de visitante ante The Strongest (3-1) y Fluminense (5-1) en la Copa Libertadores. No obstante, tras conseguir la clasificación a los octavos de final (su rival será el Inter de Porto Alegre) y siendo campeón indiscutido en la Liga Profesional de Fútbol, es evidente que Micho ha potenciado a un grupo de jugadores que tenían una base futbolística muy sólida pero necesitaba necesitaba cambiar de aire tras un desgaste natural de ocho temporadas con Gallardo. Las similitudes de los planes de juego de ambos son evidentes, el nuevo DT se ha beneficiado de tener a su disposición un plantel aclimatado a la exigencia. No obstante, este River es mucho más fluido y dominante que en el último tramo del ciclo anterior, porque apela menos al golpe por golpe y tiene la intención de tener el control absoluto de la pelota.
A 20 años de su adiós a la institución en la que creció como futbolista, después de acumular experiencias en Europa y dar sus primeros pasos como DT en el fútbol juvenil de Alemania, Martín Demichelis regresó al Estadio Mâs Monumental para darle continuidad a su historia en el fútbol argentino, donde solamente había disputado 52 partidos como jugador. La expectativa de los fanáticos de River Plate, habituados al éxito con Gallardo, era que en su primera experiencia como entrenador pudiera estar a la altura del desafío. Demichelis implementó su sapiencia pero, principalmente, fue consecuente con la idiosincrasia del club para explotar el potencial de sus dirigidos. Ha superado una prueba nada sencilla cuando todavía le queda un largo camino por recorrer como técnico.
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