-¿Se extraña al tío?
- Se lo extraña muchísimo. Yo lo recuerdo todos los días, con canciones, con momentos vividos y frases que te hacen recordarlo a cada instante. Es más, estoy esperando que me llame por teléfono y aparezca, que cruce la puerta para darle un abrazo porque para mí está presente siempre. Yo lo recuerdo y tengo esa sensación de que está entre nosotros. Me cuesta aceptar que ya no esté.
De esta manera, se presenta Sergio Daniel López Maradona, uno de los sobrinos de Diego Armando Maradona, el astro argentino que falleció el 25 de noviembre de 2020.
El Dani, como se lo conoce en el seno familiar, es hijo de Ana, la hermana mayor del Diez, y también fue jugador. Se desempeñó en Argentinos Juniors, Gimnasia de Jujuy, San Martín de Tucumán y Almagro en Argentina. Además, integró varios equipos de Venezuela, donde fue dirigido por Mario Alberto Kempes. Cuando colgó los botines, se recibió de director técnico y ejerció como entrenador de Divisiones Inferiores en General Lamadrid, antes de ser convocado por Pelusa para que integrara el cuerpo técnico en Dorados de Sinaloa.
“Si pateaba bien, me decían que era de la familia Maradona, si lo hacía mal, que era adoptado y no pertenecía. Entonces, siempre trataba de dejar el apellido bien parado. Por ahí, me autoexigía hasta que un día dije ‘muchachos, yo juego así. Si les gusta bien, si no...’”, reveló el hombre de 51 años sobre lo difícil que fue al principio de su carrera portar el apellido Maradona.
En diálogo con Infobae, el ex enganche contó detalles increíbles de la relaciónque tuvo con el Diez. Los consejos recibidos, el día que lo enfrentó en un campo de juego como profesional, la costumbre familiar que mantenían, y por qué no lo vio feliz en su última etapa como entrenador en Gimnasia y Esgrima La Plata.
- ¿Que es de tu vida, Daniel?
- Estoy esperando para integrar un cuerpo técnico y volver a dirigir. Aparte, sigo de cerca a mi hijo Hernán (López Muñoz), donde juegue con Godoy Cruz. Hoy no estoy trabajando pero hablé con varios amigos y conocidos para ver si me puedo sumar a algún cuerpo técnico. Igualmente, estoy yendo a ver entrenamientos para sumar conocimientos y reafirmar lo que aprendí hasta ahora.
- ¿Sos entrenador recibido?
- Sí. Cuando estuve con mi tío Diego Armando Maradona en Dorados de Sinaloa cumplí la función de ser su asistente personal, pero no podía salir al campo de juego porque recién tenía aprobado el primer año del curso de entrenador. Cuando regresamos a Buenos Aires, y tras la pandemia, terminé el curso de director técnico, me recibí e inmediatamente hice la Licencia Pro que pide Conmebol para poder ejercer.
- ¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?
- Empecé en el club Parque en el Baby fútbol. Luego, pasé a Argentinos Jrs para hacer Preinfantiles, Infantiles y las Divisiones Inferiores hasta que debuté en la máxima categoría de la mano de Patricio Hernández. Como casi todos lo que jugamos al fútbol en mi familia arrancamos en el Bicho de La Paternal. Despues, cada uno hizo su camino. Mi hermano más grande jugó en ese club, Lalo Maradona también lo hizo, como mi tío Hugo y mi hijo Hernán.
- ¿Cuál fue tu mejor etapa como futbolista?
- Tuve momentos buenos y otros más o menos. También, malos por no jugar. Hubo una etapa en Argentinos muy buena. En San Miguel me fue muy bien, me sentí muy cómodo. En todos los clubes tuve buenos y malos momentos, pero en esos dos equipos fue en los que más disfruté de jugar a la pelota. Luego, estuve por San Martin de Tucumán, en Almagro en Primera División y en el Nacional B. También, en Deportivo Patria del Federal A y en la Liga de Rio Cuarto, porque el fútbol es fútbol en todos lados. Fueron experiencias que hay que vivirlas. También, tuve un paso por Mineros de Guayana, donde fui dirigido por Mario Kempes, en Estudiantes de Mérida, en Unión Atlético Maracaibo, en el Italmaracaibo y Deportivo Maracaibo.
- ¿Cómo fue ser dirigido por Kempes?
- Mario es muy poco reconocido en nuestro país. Debe haber sido muy fácil ser campeón del mundo, goleador y figura en un Mundial, ¿será por eso que no lo reconocen? Es el único que lo logró y no es reconocido en la Argentina. Kempes es reconocido afuera y tiene una sencillez muy grande. Es un tipo que sabe mucho de fútbol. Es una excelente persona y muy buen técnico. Estuvo dirigiendo en Albania y en Venezuela.
- ¿Conservás la marca de haber convertido uno de los goles más rápidos en la historia del fútbol argentino?
- Sí, a los 53 segundos. Con la casaca de Argentinos le hice un gol de Boca en La Bombonera. Mi tío me quería matar porque no se había acomodado en el palco y yo ya había marcado. Justo él entraba a la cancha y me insultó un poquito (risas).
- ¿Te generaba una presión extra cuando Diego iba a verte jugar?
- No, porque no sabía que estaba en el estadio. Él con nosotros era como con el resto. Tal vez, no te decía nada y aparecía, o te contaba que iba a verte y, al final, no aparecía. Así fue siempre Diego. Igualmente, a los integrantes de la familia que fuimos futbolistas nos hacia siempre una crítica constructiva, nos aconseja para mejorar. No era una presión, al contrario.
- ¿Qué consejos te daba?
- Cuando estábamos en su quinta había una cancha de fútbol con una barrera y nos hacía patear tiros libres para ir perfeccionando la técnica. Todos los días algo nos decía cómo poner el pie, la manera de pegarle, etcétera. Nos comentaba que “durante el partido vas a tener una chance y tenés que aprovecharla”. También, nos contaba cosas de su pasado como futbolista para tomarlo o dejarlo.
- ¿El hecho de portar el apellido Maradona te condicionó como jugador?
- Sí, al principio sí, más que nada por la responsabilidad. Pero el problema era yo, no él, porque siempre había comparaciones. Si pateaba bien me decían que era de la familia, si lo hacía mal, que era adoptado y no pertenecía a los Maradona. Entonces, siempre trataba de dejar el apellido bien parado. Por ahí, me autoexigía hasta que un dia dije “muchachos, yo juego así. Si les gusta, bien, si no...”. Luego, con el tiempo me liberé.
- Entonces, ¿al inicio cómo lo fuiste manejando?
- Charlándolo. Primero con mi mamá, luego con mi papá, y también con Diego, que me aconsejaba como tío. Él me decía “que no les pese el apellido; comparaciones habrá siempre”. Al mismo tiempo le respondíamos: “Vos sos único y las cosas que hacés no podemos hacerlas nosotros”. A Diego le salía natural. Luego de varias charlas, fuimos entendiendo la situación y jugábamos más relajados, sin tanta presión.
- Y como tío, ¿qué tal era Diego?
- No era exigente, pero sí era un tío presente. Si él no estaba, nos preguntaba: “¿Como están? ¿Dónde están?”. Nosotros no lo resaltábamos porque era algo normal para la familia. Para mí, Diego era mi tío como el resto de los que tengo. Yo siempre lo tomé como algo normal porque primero era mi tío y luego un futbolista.
- ¿Cómo fue enfrentar a Pelusa en un campo de juego?
- Para mí era normal, porque en su quinta nos enfrentábamos y jugábamos en contra. Recuerdo un partido oficial en la cancha de Vélez, él con la camiseta de Boca y yo con la del Bicho de La Paternal. No me olvido más el golazo de tiro libre que marcó. Me acomodé en la barrera y cuando giré la cabeza, la pelota ingresó directo en el arco. Yo tenía la particularidad de que en lugar de mirar la pelota en el campo de juego lo miraba a él para observar que movimientos hacia.
- ¿Cuánto porcentaje tenías de lo que era tu tío como futbolista?
- Ojalá hubiera tenido el uno por ciento de lo que fue él como jugador. Hubiese sido aún más jugador de lo que fui, pero más allá de eso, siempre disfruté del fútbol a mi manera.
- A tu hijo Hernán López Muñoz, ¿lo ves parecido a tu tío como futbolista?
- Sí, tiene ese arranque explosivo que Diego tenía; es zurdo, un distinto. Hay cosas que se asemejan. No son iguales porque mi hijo tiene sus cualidades que son innatas y otras que las puede ir mejorando.
- ¿Qué decía Pelusa sobre que Hernán creció en River?
-Diego le pedía que le mandara los videos de los goles que convertía sin el escudo millonario (risas). Desde el club de Núñez les mandaban a los jugadores los goles que venían con el escudo riverplatense. Pero él le pedía que le mandara los goles sin el escudo. Cuando estaban juntos, eran muy compinches, porque Hernán vivía con la pelota y, cuando mi tío lo veía, jugaban entre los dos.
- ¿Cómo fue tu experiencia en Sinaloa siendo parte del cuerpo técnico de Maradona?
- Fue hermosa. En México fue la primera con un plantel de profesionales, ya que venía de trabajar con chicos. Aprendí mucho más de lo que esperaba. Estaba acompañado por José María Pancho Martínez, que hoy dirige a Alvarado de Mar del Plata. Él fue ayudante de campo de Maradona.
- ¿Qué aprendiste de él como entrenador?
- Aprendí de ambos, no sólo de Diego. Con Pancho Martínez fui manejando la parte táctica y la de los ejercicios. También, cómo manejarme con los futbolistas. En cambio, con Diego aprendí a motivar a los jugadores y a saber cómo tratarlos, a sacar lo mejor de ellos. Fue una experiencia muy buena y rica. Maradona fue único.
- ¿Diego fue el mismo, siendo jugador como entrenador?
- Sí. En lo que tiene que ver con la motivación y con el estar metido en el vestuario fue el mismo. Después, como director técnico era un poco más pensante, ya que como jugador resolvía adentro de una cancha. Pero como DT debía bajar el mensaje para que resolvieran sus futbolistas. Por momentos, no entendía cómo sus jugadores no llegaban a resolver bien, pero al final pudo manejar ese tema. La verdad que sí, él trataba de hacer lo mismo que hacía adentro de la cancha.
- ¿Cómo fue trabajar a su lado?
- A mí me dejaba laburar con tranquilidad. Pretendía que me moviera cómo a mí me parecía, pero exisíatn cosas que se debían cumplir sí o sí. Por ejemplo: nadie podía hablar con los jugadores individualmente, salvo él, para no marearlos. Diego no quería decirles algo y que viniera otro a comentarles otra cosa, y de esta manera, confundirlos. Entonces, para evitar eso sólo Diego les hablaba en privado. No era una cuestión de decir “acá mando yo”, sino para evitar confundir a los futbolistas. Luego, se trabajaba con normalidad, y cada uno podía expresar lo que sentía.
- ¿La última palabra siempre era la suya?
- Sí. Pero no imponía, sino que nosotros le planteábamos algunas cosas, él escuchaba y decidía. Todo se analizaba como grupo.
- ¿Integraste el cuerpo técnico en Gimnasia y Esgrima La Plata?
- No, no llegué a integrarlo aunque sí era su asistente. No pude estar porque ya había un cuerpo técnico que era el de Sebastián Méndez. Cuando asumió Diego, no nos pudimos sumar ninguno de los que lo acompañamos en Dorados.
- ¿Qué análisis haces de su última etapa como DT?
- Puedo hablar de lo que se veía desde afuera. Los equipos que dirigió anduvieron bien. Él nunca estuvo en clubes grandes, salvo Racing de Avellaneda cuando arrancó. Pero después fueron clubes chicos y éstos estuvieron peleando arriba en la tabla de posiciones. Entonces, algo como entrenador tuvo que haber tenido. No es casualidad que le haya ido bien en la mayoría de los clubes.
- ¿Lo viste feliz en el Lobo platense?
- No, no era feliz. No se lo veía de la misma manera que cuando estábamos trabajando en México, con esa felicidad que lo caracterizaba en su rostro. Tal vez, no se sentía cómodo en Gimnasia. Cada vez que nos juntabamos los domingos no hablábamos de eso, ni le preguntaba para no invadir su vida laboral. Siempre charlábamos del funcionamiento del equipo y en qué mejorar, pero no iba más allá de eso.
- ¿Por qué se juntaban los domingos?
- Era una tradición familiar. Como él estaba lejos y vivía en La Plata, los horarios eran muy distintos a los que teníamos nosotros (familiares). Tal vez, uno de la familia iba a visitarlo y cuando Diego volvía de Gimnasia se ponía a descansar y no había más tiempo para vernos. Así que pusimos el domingo al mediodía como costumbre para reunirnos en familia.
- ¿En las reuniones familiares también se nota su ausencia?
- Sí, hay un vacío enorme en la mesa, pero ponemos música y hacemos karaoke, que es lo que más le gustaba. Por eso digo que las canciones y las frases que dijo son las que más nos recuerdan a él. Éramos, y somos, una familia muy unida, de juntarnos y recordar los momentos vividos.
- ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?
- Antes de la pandemia. Durante el coronavirus, por miedo a contagiarlo, no nos veíamos. Él era un paciente de riesgo, como mi vieja Ana. Pero hablábamos mucho por teléfono. La pandemia lo fue apagando de a poco, porque estaba solo y no podía ver a sus familiares, ni ver otro tipo de gente. No podía estar como él quería, todos reunidos.
- ¿Se fue muy pronto?
- Sí, la verdad que sí. Pero como él decía y nos quedó grabado: “Con lo que viví, viví 100 años”.
- ¿Todavía el pueblo argentino lo recuerda o creés que lo fue olvidando con la obtención de la última Copa del Mundo?
- La gente jamás se olvidará de Diego Armando Maradona. Tal vez los chicos que no lo vieron jugar no sepan de él, pero el resto no, siempre se acordará del Diez, sin dudas. Los jóvenes de hoy están con Lionel Messi, que es el mejor futbolista del mundo, pero los mayores lo van a recordar siempre. Es más, una vez en México me preguntó: “¿Se acordará la gente de mi”.
- ¿Qué le respondiste?
- “Como se van a olvidar de vos si le diste muchas alegrías”. Lo que le pasó en Gimnasia y Esgrima La Plata cuando asumió como entrenador fue sensacional. En todas las canchas del país lo recibieron de la mejor manera posible. Un día me dijo “tenes razón Dani, le gente no se olvidó de mi”. Le respondí “claro tío, el amor de la gente hacia vos nunca morirá”.
- ¿Cuál es el primer recuerdo sobre él de cuando eran más chicos?
- Cuando se agarró con un referí en la vieja cancha de Argentinos Juniors. Fue a verme jugar cuando estaba en la Quinta División de ese club. Entonces, en una jugada me pegan una patada y se la agarró con el árbitro. Yo le decía “pará un poco”. Me respondía “no sabe nada el referí. Él tiene que defender a los jugadores”. Así era Diego. No le importaba el lugar ni donde estaba. Pero yo le decía “vos sos Maradona, tenés que cuidar tu imagen”.
- ¿Qué te respondió?
- “Qué imagen. No me gusta que hagan las cosas mal, ni que estén en contra de los jugadores”. Siempre defendía a los futbolistas de cualquier categoría. A partir de ahí, empecé a entender todo lo que generaba Diego Maradona.
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