El entretenido espectáculo que se disputó en el Norberto Tomaghello de Florencio Varela tuvo de todo. Defensa y Justicia recibió a Lanús en un duelo cargado de emociones. Si bien el partido debió suspenderse por la aberrante agresión que sufrió Lautaro Morales en la previa, el árbitro Darío Herrera le otorgó la responsabilidad a los protagonistas para que tomaran la decisión de disputar o no el encuentro.
Es que el arquero del Granate recibió un proyectil lanzado desde la popular local y el compromiso se demoró, debido a la intervención del personal médico con el jugador lesionado. Una situación que tendría que resolverse con una dura sanción para la institución local y una penalidad ejemplificadora para el simpatizante que lanzó la piedra.
Más allá del escandaloso episodio, el cotejo comenzó con el prematuro tanto de Pedro De la Vega a los 5 minutos. Una conquista que puso al conjunto de Frank Darío Kudelka en ventaja, pero una mano de Julián Fernández dentro del área le dio la oportunidad al Halcón de emparejar las acciones.
Sin embargo, desde los doce pasos Uvita Fernández desperdició la chance de igualar el partido, ya que en su ejecución tocó dos veces la pelota y su grito fue ahogado por la intervención del VAR. Cuando las autoridades observaron a través de los monitores la infracción del ex delantero de San Lorenzo, Herrera cobró tiro libre indirecto a favor de Lanús.
Según explicó Miguel Scime, “Darío Herrera actuó de forma correcta, porque si bien el arquero Morales se adelantó antes de que se le pateara el penal, se produjeron dos transgresiones al mismo tiempo”. ”Sin embargo, hay un error reglamentario, ya que se olvidó de amonestar al delantero. La Regla 14 dice claramente que ante infracciones simultaneas, el castigo será para el ejecutor con tarjeta amarilla”, argumentó.
La escena impuso en los más memoriosos un histórico gol de Martín Palermo, durante su etapa en Boca. Es que el 24 de abril de 1999, en cancha de Vélez, el Xeneize se impuso 2 a 0 ante Platense con un penal pateado por el Titán que debió haber sido anulado. En aquella oportunidad, donde el VAR todavía ni siquiera estaba en los planes del fútbol internacional, Fabián Cancelarich debió reprimir sus reclamos y resignarse ante los festejos del combinado que lideraba Carlos Bianchi. Un tanto que jamás se volverá a repetir.
SEGUIR LEYENDO