A 65 años del retiro de Juan Manuel Fangio: el detrás de escena de la decisión de ponerle fin a su reinado en la Fórmula 1

El Chueco, desmotivado, colgó el casco tras ser cuarto en Francia. La historia de una meditada determinación. “Habría sido una estupidez seguir”, sentenció. Luego hizo de todo: de actor de Hollywood a asesor de seguridad

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Fangio acelera y mira a
Fangio acelera y mira a la cámara. El 6 de julio de 1958 se retiró de forma profesional (Museo Fangio)

Fue un domingo soleado en pleno verano europeo en el que Juan Manuel Fangio decidió poner punto final a su notable campaña deportiva. Aquel 6 de julio de 1958, luego de ser cuarto en el Gran Premio de Francia disputado en Reims, a sus 47 años el Chueco sintió que el automovilismo ya no era el mismo de antes, pero, sobre todo, un tema personal lo llevó a colgar el casco. Era el mejor piloto del mundo y el más exitoso en la Fórmula 1 con sus cinco títulos, mérito que lo tuvo en soledad hasta 2002 cuando lo empató Michael Schumacher.

Fangio era un tipo sencillo. Nunca lo encandilaron las luces de la fama ni del estrellato por estar en la cima de la élite del deporte motor. Jamás olvidó las bases de su vida en Balcarce natal, sus sacrificios para poder correr en Turismo Carretera reuniendo dinero gracias a sus dotes como futbolista y la ayuda de sus amigos. Supo cuándo y en qué momentos decir que sí y decir que no. Esto lo llevó a saber en qué momento tomar ciertas decisiones claves en su vida como lo fue nada menos que su retiro.

Pensante, analista y mesurado, Fangio no tomó esa determinación luego de haberlo pensado varios meses. El balcarceño venía de lograr su quinto título luego de ganar en Nürburgring la mejor carrera de su vida en la que batió nueve veces el récord de vuelta en el circuito más peligroso del planeta. Había sido casi un año antes, el 4 de agosto de 1957. En el inicio de la temporada siguiente fue cuarto en la Argentina. Después se ausentó en Mónaco, Países Bajos y Bélgica y desistió de intentar clasificarse para las 500 de Indianápolis por no tener un auto competitivo. En esa época la legendaria carrera estadounidense formaba parte del calendario del Campeonato Mundial.

Imponente postal con la largada
Imponente postal con la largada de la carrera en Reims, cuyas tribunas y boxes aún subsisten (Museo Fangio)

Decidió correr en Francia que por entonces tuvo como sede al escenario de Reims, que era un circuito semipermanente (como en los que corría el TC) de ocho kilómetros con cuatro largas rectas y que en la ruta D27 aún se conservan los boxes y tribunas. Es un lugar de culto para los amantes del automovilismo. El Quíntuple clasificó octavo a 2,3 segundos del poleman, el inglés Mike Hawthorn que corría con Ferrari.

La carrera fue un martirio para Fangio, más allá de ganar cuatro posiciones. “A las quince vueltas se me cayó y se me rompió el pedal de embrague; estuve corriendo, tal vez, como un principiante, porque no es fácil meter los cambios con un pedal deshecho”, recordó testimonios que fueron reproducidos en un artículo de la revista Primera Plana, el 16 julio de 1968, al cumplirse la primera década de la despedida del Chueco.

En sintonía con los problemas mecánicos hubo intereses comerciales que promovieron su salida. Tuvo que ver con los amortiguadores y siendo un mecánico experto ya que junto a su hermano Cacho Fangio prepararon sus primeros autos de TC, se dio cuenta de que algo no andaba bien. “Pregunté por qué pasaba y me dijeron: ‘Le hemos cambiado los amortiguadores porque estos pagan’”.

El Gran Premio de Francia de 1958, que fue la última carrera profesional de Juan Manuel Fangio

Sabiendo que las mermas mecánicas iban a seguir en otras carreras, en las restantes 35 vueltas de la competencia gala Fangio hizo lo que pudo y cumplió con una de sus premisas que era “para ganar, primero hay que llegar”. Ese día no subió al escalón más alto del podio, pero como deportista se sintió realizado. Terminó la competencia, se bajó de su Maserati 250F y aún con “su casco Johnson marrón, su camisa amarilla, sus pantalones celestes, sus antiparras tipo Torino y sus botas negras italianas”, como ilustró dicho artículo, sorprendió a todos y disparó: “No corro más; abandono definitivamente el automovilismo”.

Fue un golpe y la noticia corrió como reguero de pólvora. El triunfo de Hawthorn pasó a segundo plano. Aunque de inmediato llegó otro impacto que fue la muerte de Luigi Musso, el piloto italiano de Ferrari que en mientras buscó darle caza al inglés sufrió un fatal accidente. Tenía 33 años y como el resto de sus colegas era admirador de Fangio, que, por su diferencia de edad con sus competidores, los laureles conseguidos y los consejos de amigo que siempre les brindó, ellos mismos lo apodaron “El Maestro”.

“No, yo no decidí dejar de correr por la muerte de Musso. Sólo me enteré al terminar la prueba; mi decisión la había tomado mucho antes, mientras en una larga recta de Reims (un kilómetro y medio) se me vinieron de golpe a la cabeza un montón de pensamientos: los viejos, los compromisos, los organizadores, los apoderados, que se llevaban el diez por ciento de lo que uno ganaba; llega un momento en que la gente lo endiosa y uno se siente, realmente, un Dios. A lo largo de esas cuarenta y cinco vueltas en que creía enloquecerme con el embrague roto, tuve tiempo de aferrarme a una idea principal: ¡'Qué felices, me dije mil veces, podría hacer a mis viejos si dejara’. Siempre pensaba cuándo llegaría el día en que podría juntarme, por fin, con mis amigos”.

Juan Manuel Fangio junto a
Juan Manuel Fangio junto a Mike Hawthorn, quien heredó su corona en 1958 (shutterstock)

“Me apenaba, naturalmente, la muerte de Musso, pero, al propio tiempo, sabía de todas las cosas que tenía que desprenderme para no volver a empuñar más un volante. Pero lo sensato era saber retirarse a tiempo; yo vi caer luego a muchos pilotos con quienes luché”, añadió.

“En la línea de largada faltan ahora muchos hombres que conmigo fueron en busca de una meta. Esas ausencias me hicieron reflexionar y comprendí que había llegado la hora de poner punto final a mi trayectoria deportiva”, reflexionó. Entre 1950 y hasta el día de su retiro nueve pilotos perdieron la vida en eventos de la F1.

Luego confesó: “Después de una carrera me costaba una enormidad pegar los ojos; no era como cuando comencé, en que dormía como un lirón. Después, dormir tres horas seguidas me costaba un triunfo. Era como otra carrera, pero mucho menos entretenida, más tensa, porque a uno le faltaban ahí, en la cama, desvelado, todos los ingredientes que lo absorbían en plena lucha”.

Fangio no se sintió cómodo
Fangio no se sintió cómodo con el auto en la carrera de Reims (Museo Fangio)

“Francamente, alcancé mucho más de lo que imaginé en mis comienzos. Estoy satisfecho y por eso quiero dejar el lugar a los jóvenes que vienen pidiendo cancha. Gané 64 carreras con máquinas especiales. Ya está bien”, reflexionó.

Aquella partida había sido en el mismo circuito en el que debutó en Europa diez años antes. “Había ido a Europa por un año y, sin embargo, volví por varios”, recordó. Aunque nunca se reprochó de su decisión y del momento de su retiro: “No, no debía seguir. Habría sido una estupidez. Hice bien. La juventud avanzaba, y cada vez se hacía más difícil ganar”.

Esa temporada Hawthorn logró el título, pero Ferrari no pudo conseguir el primer Campeonato Mundial de Constructores que quedó en manos de Vanwall. Pero el hecho que marcó aquella temporada fue el retiro de Fangio, que en la F1 corrió un total de 51 carreras puntuables y ganó 24, un porcentaje del 47,05%, que es el más exitoso de la historia. En 48 ocasiones largó en primera fila. Se agregan sus 35 podios, 29 poles positions y 23 récords de vueltas. Es el único campeón que se consagró con cuatro equipos distintos: Alfa Romeo (1951), Mercedes (1954 y 1955), Ferrari (1956) y Maserati (1957). En su campaña nacional e internacional, según la estadística en la página oficial del Museo Fangio, disputó un total de 200 carreras y obtuvo 79 victorias (39,5%), 27 segundos puestos, 10 terceros, 9 cuartos, 5 quintos, 4 sextos y en 14 oportunidades ocupó otras posiciones. Abandonó en 52 ocasiones (26%). En la Argentina fue bicampeón del TC (1940 y 1941) y campeón de Autos Especiales (1952).

Luego de colgar el casco Juan Manuel hizo de todo. Fue invitado de honor en las distintas carreras de la F1 y en especial en la Argentina, donde hasta llegó a recomendar un cambio en el Autódromo de Buenos Aires. Se trata de la “isla” de césped que está en el ingreso a la recta principal.

Breve participación de Juan Manuel Fangio en la película Grand Prix (1966), que fue dedicada a la Fórmula 1 y ganó tres Premios Óscar

También en sus diversos viajes se reencontró con los autos con los que consagró como el Alfa Romeo 159. En 1975 lo condujo en el Autódromo de Monza en la filmación del documental “Fangio” de Hugh Hudson. Luego lo tuvo en su Balcarce natal por tres años: la “Fundación Juan Manuel Fangio”, creada el 17 de junio de 1986 por el Quíntuple y su ahijado deportivo, Juan Manuel Bordeu, lograron la inauguración del museo el 22 de noviembre de ese año y consiguió un acuerdo con Alfa Romeo, que cedió el histórico auto hasta 1989, cuando retornó a Italia. “Lo extrañamos porque era un auto hermoso”, cuentan en el museo. En 1978, a sus 77 años, participó de una exhibición en Australia y con la “Flecha de Plata”, el Mercedes W196 de 1955, le ganó a Jack Brabham (tricampeón de F1 y creador de su escudería) que corrió con un Brabham-Repco, un auto 12 años más moderno que el monoposto del Chueco.

Hasta hizo de actor y llegó a tener una breve participación en el film Grand Prix (1966), la madre de todas las películas de automovilismo y que ganó tres Premios Óscar (Mejor Sonido, Mejor Montaje, Mejor Edición de Sonido). En la escena ingresa en un evento junto al actor Yves Montand que personificó a un piloto francés, Jean-Pierre Sarti. Todos miraron a Fangio que fue el centro de atención.

Juan Manuel Fangio se reencontró con su Mercedes 196W con el que fue bicampeón de Fórmula 1 en 1954 y 1955. Fue en una exhibición en Australia en 1978 y le ganó a Jack Brabham, cuyo Brabham-Repco era 12 años más moderno

Recibió innumerables honores y en la previa al Gran Premio de Brasil de 1982 fue reconocido por la prensa internacional como el “Mejor Piloto de todos los tiempos”. Sus hitos, hazañas y su conducta deportiva lo convirtieron en ídolo y modelo a seguir de otros notables en la historia como Ayrton Senna, Alain Prost, Michael Schumacher, Lewis Hamilton y Sir Jackie Stewart, quien encabezó un homenaje en 2021 por el traslado de los restos de Fangio del cementerio de Balcarce al museo del Quíntuple.

“Me extraña un poco, a veces, ver chicos que se arriman a saludarme o pedirme un autógrafo. Chicos que ni siquiera han visto carreras de mi tiempo. Quizá fue por los abuelos, los padres o lo que habrán leído”, respondió sorprendido en una entrevista hecha por el ex piloto Rubén Daray (campeón del TC 2000 y del TN) en el programa A Todo Motor emitida el 19 de septiembre de 1990. En una época sin redes sociales ni el bombardeo mediático de hoy, pero la leyenda de Fangio estuvo más viva que nunca entre los más jóvenes.

En sus 73 años la F1 tuvo diversos hitos, puntos de inflexión y hechos que marcaron su historia. El retiro de Chueco fue uno de ellos. Para que luego existan los notables campeones Jim Clark, Jackie Stewart, Niki Lauda, Alain Prost, Ayrton Senna, Michael Schumacher, Sebastian Vettel y Lewis Hamilton, debió haber alguien que los inspire como Juan Manuel Fangio, que abrió el camino de las grandes leyendas del automovilismo. Aquel 6 de julio de 1958 el día que el Maestro decidió dejar de dar cátedra en la pista.

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