Jugó con Bochini y Maradona, se fue a Estados Unidos sin saber inglés, trabajó en mantenimiento de rascacielos y se convirtió en pionero en la MLS

Marcelo Carrera abandonó un Independiente histórico y forjó su carrera en Norteamérica. Y fue uno de los argentinos que vio el nacimiento de la liga que ahora cobijará a Lionel Messi: “Están todos locos por verlo”

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El marplatense Carrera, en su
El marplatense Carrera, en su etapa en Independiente

“Ya está revolucionada la ciudad de Miami por la llegada de Messi. Están todos locos por ir ver al mejor jugador del mundo. Donde vaya a jugar, el estadio estará repleto porque ya se vendieron todos los tickets. Aparte, le hará bien a la sociedad americana porque este chico siempre nos deja bien parados, vaya donde vaya”, describe Marcelo Carrera, uno de los pioneros argentinos en la MLS cuando se creó en 1996.

El ex futbolista nació el 1 de octubre de 1962 en Mar del Plata. En su ciudad natal, se destacó como volante ofensivo en Once Unidos. Luego, pegó el salto a Kimberley. Sus buenas actuaciones lo llevaron en 1984 a recalar en Independiente de Avellaneda, donde disputó algunos encuentros, en su mayoría como recambio, mientras los titulares fueron campeones de la última Copa Libertadores. Pero por su posición natural como enlace quedó lógicamente relegado por un tal Ricardo Bochini.

“Yo no tenía lugar en un equipo excelente, de los mejores de la historia. Entonces, durante un partido contra River en el que estuve en el banco de suplentes le dije al Pato Pastoriza que me iba a jugar a los Estados Unidos, y se puso como loco”, detalla el ex mediocampista ofensivo sobre la charla que tuvo con el entrenador de aquel entonces.

Al no tener lugar en el Rojo, emigró a los Estados Unidos sin saber inglés. Al principio le costó conseguir un club para desarrollarse como jugador, así que no le tembló el pulso y durante un año se puso a trabajar en el mantenimiento de rascacielos en pleno Manhattan. “Estaba con un grupo de españoles que pintaba departamentos y yo les iba a comprar la comida”, confiesa el hombre de 60 años.

Un tiempo más tarde, la situación cambió. Jugó en equipos locales como Fort Lauderdale Strikers, Dallas Sidekicks y Tampa Bay Rowdies, antes de regresar a la Argentina a jugar en Talleres. Tras un paso breve por Córdoba, donde logró el objetivo de no descender, retomó su carrera en los Estados Unidos en el Indoor soccer, previo a llegar a Columbus Crew para ser parte de un momento histórico para el deporte de ese país: las primeras temporadas de la MLS, en la que participó del partido inaugural y permaneció tres temporadas en un equipo que casi siempre terminó de mitad de conferencia para abajo.

A los 37 años se retiró porque “el físico no me daba para más y ya estaba viejo”. Tras dejar la actividad y totalmente radicado en el país, entrenó a varios equipos de Indoor Soccer y hasta se dio el lujo de dirigir a la selección Sub 21 de la Academia IMG de fútbol femenino. “Tuve la suerte de jugar con el Bocha Bochini, mi mayor ídolo; con Diego Maradona; con el Pibe Valderrama, con quien hablo seguido; y con otro genio del fútbol mundial, el Nene Cubillas, entre otras leyendas”, se ufana desde la Florida en diálogo con Infobae.

- ¿Qué es de tu vida, Marcelo?

- Desde el 2008 vivo en Florida, Estados Unidos, y trabajo para la Academia IMG, donde el deporte más importante es el soccer, incluso por sobre el básquet, tenis, béisbol y el fútbol americano. Soy coach de la Sub 17 que participa en la MLS contra el Inter de Miami, Orlando y otros equipos más. En dicha escuela, soy el director de los equipos de varones Los chicos vienen a la academia a practicar deportes y a estudiar durante todo el año.

- ¿En qué año llegaste al país?

- En 1986, procedente de Independiente de Avellaneda, donde integré un equipo bárbaro que venía de ser campeón de América. Le habíamos ganado al Liverpool de Inglaterra, pero me tuve que ir porque no tenía lugar como enganche, ya que competía en el puesto con el Bocha Bochini. Era un plantel extraordinario, y se me hacía difícil jugar. En los Estados Unidos, mi último club fue el Columbus Crew, donde me desarrollé desde 1996 hasta 1998.

- ¿Cómo le comunicaste al entonces entrenador de Independiente José Pastoriza que te ibas del club?

- Fue durante un partido y se volvió loco (risas). En la victoria por 1 a 0 con el tanto de José Percudani sobre River en la Doble Visera. Resulta que integré el banco de los suplentes, y en un momento me acerqué al Pato y le dije “me voy a jugar a los Estados Unidos”. Se puso como loco y armó un lío bárbaro porque él estaba concentrado en el partido y le salí con esa noticia.

- ¿Qué te dijo?

- Me insultó de arriba a abajo (risas). “Vos estás loco, quedate acá” fue lo mínimo que me atinó a decir. El plantel de Independiente era impresionante y no tenía lugar, por eso decidí emigrar. Estaban Gustavo Moriconi, Pedro Monzón, La Vieja Reinoso, Luli Ríos, Miguel Oviedo, Sergio Bufarini, Jorge Clara, Pedro Massacessi,y tuve que buscar otro destino. Así que elegí el Indoor soccer en el club Nueva York Express.

- ¿Por qué elegiste ese país?

- Porque mi viejo trabajaba en una compañía americana y siempre tuve la idea de irme a vivir a los EEUU. Cuando llegué a Nueva York, lo primero que hice fue ir a ver al Cosmos de Pelé. En ese país jugué en todas las ligas que estuve: indoor soccer, outdoor soccer y en la MLS. Me di el gusto de jugar al lado del Nene Cubillas, Ray Hudson y Carlos Valderrama. Tuve una carrera muy buena.

Carrera jugó con Maradona en
Carrera jugó con Maradona en el fútbol rápido, con la casaca de la selección argentina

- ¿En tus inicios fuiste a probarte al Argentinos Juniors de Diego Maradona?

- Sí, cuando tenía 15 años. Miguel Ángel López quiso llevarme a Argentinos. Yo me destacaba en Once Unidos de Mar del Plata. Entonces, el Zurdo me hizo disputar dos amistosos y compartí equipo con Diego Armando Maradona.

- ¿Cómo fue ese primer encuentro con Pelusa?

- Lo había visto cuando tenía 13 años jugando para las Divisiones Inferiores de Argentinos, en el estadio de Ferro Carril Oeste, en la cancha de tierra. Ese día, la rompió toda. Había mucha más gente mirando sólo a Diego; fue algo increíble. Luego, cuando me tocó estar a su lado, lo miraba y no podía creer cómo jugaba, era de otro planeta. Me quedé pasmado con las cosas que hacía con la pelota, cómo salía jugando, el arranque que tenía. Luego, tuve la suerte de ser su amigo personal y jugamos juntos en Coconor para la selección de fútbol rápido. Nuestro país tiene una calidad de jugadores que están desparramos por el resto del mundo y la verdad es que es un lujo.

- ¿Qué tal era Diego como amigo?

- Cuando estabas con él, era uno más. Un tipo normal, que te hacia reír y tenía cada salida... Un hombre con muchas anécdotas de la vida y con muchas luces. Tuve la suerte de estar a su lado tras ganar la Copa del Mundo en México 86. Resulta que fue de vacaciones a Fort Lauderdale (La Florida) junto a Claudia Villafañe. Comimos asados en mi casa, ya que estaba instalado en esa ciudad. Una tarde, estábamos sentados en la playa y me dice “que lindo es estar acá y que nadie me rompa las pelotas”. Porque pasaba gente y nadie lo saludaba, ni lo reconocía. Hasta que un alemán, muy respetuoso, lo observó y le pidió una foto. Pero más allá de eso, él estaba feliz y tranquilo porque nadie lo molestaba.

- En ese momento de pleno crecimiento futbolístico, ¿es cierto que Carlos Bilardo te fue a buscar a tu casa para llevarte a San Lorenzo?

- Sí, me acuerdo bien. Bilardo vino a mi casa. Estaba toda mi familia sentada en la cocina y lo primero que me preguntó mirándome a los ojos fue: “¿Usted tiene novia?”. Como le respondí que no, entonces me dijo: ‘Bien, ahora sí podemos hablar´. Y agregó: “¿Sabe por qué se lo digo? Porque si te llevo a San Lorenzo y tenés novia, te vas a querer volver a Mar del Plata” (risas). Yo estaba en la Primera de Kimberley y me estaba yendo muy bien. Pero mi mamá no me dejó ir a Buenos Aires porque tenía que estudiar y recibirme. Entonces, me quedé un año jugando en Mar del Plata, pero luego largué todo y me fui a probar a Independiente, previo a emigrar a los Estados Unidos hasta inicios de los 90.

- ¿En 1992 volviste a probar suerte en el fútbol argentino?

- Sí. Ese año llegué a Talleres de Córdoba por intermedio de Pastoriza. Había agarrado ritmo de fútbol argentino luego de tantos años de jugar en Norteamérica. Pero, como siempre pasa, los directivos hablan, hablan, y poco hacen. Nos habíamos salvado del descenso, entonces hubo un premio a repartir entre los 34 futbolistas de la T, pero finalmente no lo cobré. Entonces, decidí volverme al fútbol estadounidense. Cuando regreso, el entrenador de aquella selección, Bora Milutinovic, me convoca para el Mundial 94, pero previamente me rompo los ligamentos cruzados y no pude jugarlo.

- ¿Te perdiste el Mundial por esa lesión?

- Sí. La razón principal fue que me rompí los posteriores. Cuando me recuperé, volví al seleccionado estadounidense durante un mes en California. Anduve muy bien, pero Bora me dijo que ya tenía los 22 futbolistas seleccionados y debía decidirse entre dos o tres para cerrar la lista. Así que por lo menos le agradecí la oportunidad de haber pensado en mí.

- ¿Sos uno de los cuatro pioneros argentinos en ir a jugar a la MLS ni bien se crea la liga?

- Si. En 1996 se creó la MLS mientras yo estaba disputando la final en el Indoor soccer con Cleveland. Por este motivo, no pude hacer la pretemporada con el Columbus porque llegué tarde. Pero a los pocos meses me sumé al club antes de que arrancara la Liga. En ese plantel, compartí vestuario con futbolistas muy importantes como el Doctor Khumalo, Adrián Paz, que jugó en Estudiantes de La Plata, Brian Mc Bride, Brad Friedel y Tomas Dooley, entre otros.

- ¿Fuiste compañero de Guillermo Barros Schelotto?

- No, porque me retiro antes. Pero el entrenador de ese momento, Sigi Schmid, me preguntó en una cena qué opinaba sobre Guillermo y le manifesté “traelo que es un ganador”. Me miraron raro, porque el estadounidense no entiende todavía lo que representa el futbolista argentino, pero con el tiempo lo fue asimilando. Él me miró con desconfianza, pero cuando lo trajo, salieron campeones y Schelotto fue elegido MVP, así que me dejó bien parado (risas).

- ¿Cómo era la MLS en sus primeras ediciones?

- Cuando recién se estrenó trajeron figuras de renombres, como Valderrama, Walter Zenga, Alan Sutter, Jorge Campos, Marco Etcheverry, Jaime Moreno, entre otros. Muchos de ellos estaban cerrando su carrera, pero sus presencias le dieron jerarquía a la MLS. Lo que pasa es que había una mezcla de esos futbolistas con los que venían de las universidades locales. El juego universitario era mucho más físico y directo. El primer equipo campeón fue el DC United, que armó un equipazo. Más allá de ese conjunto, el resto era muy parejo, y la gente estaba muy entusiasmada con el torneo nuevo. Nosotros en el Columbus fuimos el primer equipo que vendió la session ticket toda la temporada. Jugábamos a cancha llena todos los partidos, con 32 mil personas en cada uno de ellos.

- En ese momento, ¿cómo la Liga decidía dónde tenían que jugar las nuevas figuras?

- La MLS es una liga que compra a los jugadores y los cede a los clubes. Entonces, la elección se debía a las características de cada futbolista. Por ejemplo, si traían a Valderrama, lo prestaban a un determinado club porque en esa ciudad vivían muchos latinos. De esta manera, fueron armando los equipos de los clubes. Encima, desde la MLS no dejaron que los salarios fueran suculentos ni gravitantes, porque lo que se gana ahora en la Liga no se percibía en ese momento, salvo los futbolistas de renombres que sí cobraban mucho dinero, ya que las distintas marcas ponían mucha plata. Hoy, esta liga se hizo muy fuerte. El fútbol está en constante crecimiento y se paga diferente. Cuando llegué acá, los deportes más populares eran el béisbol, el fútbol americano y el básquet. Hoy, el soccer se hizo muy popular y ya está incorporado en la sociedad estadounidense.

En la actualidad, es coach
En la actualidad, es coach en la Academia IMG

- ¿En qué cambió la Liga desde que llegaste a hoy?

- En todo. Especialmente, en la manera en la que se lo toman tan profesionalmente. Nosotros en Columbus Crew impusimos la costumbre de comer cuatro horas antes de los partidos porque ni bien llegué se manejaban diferente. Te daban la plata para que vayas y comas lo que quieras. Entonces, mis compañeros se comían una hamburguesa con papas fritas. Con el tiempo, los fuimos acomodando para que fueran más profesionales. Los cuerpos técnicos utilizan las tecnologías en los entrenamientos y están a la par de cualquier país del mundo. Hoy, a la MLS la están mirando todos, no sólo para ganar plata, sino también con la idea de competir al máximo nivel. En la actualidad, se llenan los estadios y la gente canta. En mi época, solamente había folclore en las tribunas en el DC United porque estaban llenas de latinos. Los estadios son de primera calidad, porque la liga obliga a los clubes a construirlos con capacidad para 24 mil espectadores en adelante.

- ¿En qué condición el futbolista decide ir a jugar a la MLS?

- En mi etapa iban los que estaban en el apogeo de su trayectoria. Hoy, vienen los que están en la mitad de su carrera o los que desean pegar el salto por primera vez desde sus ligas locales. Acá se destacan Sebastián Driussi y Thiago Almada, uno de los campeones del mundo en Qatar 2022.

- ¿Qué va a pasar con la llegada de Messi?

- Está revolucionada la ciudad de Miami. Conozco a Javier Morales, que fue el entrenador interino del Inter, y el club también está revolucionado. Le hará bien a la sociedad americana porque este chico nos deja siempre bien parado en todas partes del planeta.

- ¿Por su manera de ser?

- Sí, y por su profesionalismo como futbolista. Un muchacho que, por lo que es, se muestra muy humilde en cada momento. Hay que sacarse el sombrero por él, sin dudas.

- ¿Qué va a pasar con la MLS?

- Se va a transformar en una liga “europea”, te diría. Pero no solamente por la llegada de Messi, sino por la seguridad que te da este país para vivir. Acá, el público en las canchas no se enoja por perder un partido, ni te va a matar. En cambio, te pide un autógrafo. Cuando yo jugaba, luego de los partidos, el utilero juntaba las medias de los futbolistas, las ponía en una bolsa y las tiraba a la basura. Hoy, eso no pasa porque las ponen en una caja en el vestuario, las lavan y se las regalan a los chicos del club que forman filas de una o dos cuadras para recibirlas. Eso lo implementamos nosotros en el Columbus Crew cuando llegamos. Ese acercamiento con la gente es diferente al que uno puede vivir en el continente europeo.

- ¿Creés que Messi pasará desapercibido en las calles de Miami?

- No. La última vez que estuvo acá revolucionó la ciudad. El día que fue a cenar a uno de los restaurantes del centro se desbordó todo. A Lío lo adoran en todo el mundo y Miami no será la excepción, ya que hay muchos latinos y somos diferentes, desubicados, pero también pasionales.

- ¿Cómo es el Inter Miami?

- Es un club donde tuve la suerte de estar, y cambió de un día para otro. Construyeron canchas de entrenamientos de primer nivel, pero van a tener que modificar el estadio porque les va a quedar chico. Lo que genera Messi es impresionante, y en los primeros encuentros seguramente cambien de escenario porque donde hacen de local habitualmente es para 24 mil espectadores. Entonces, seguramente será local en el Hard Rock Café, donde ingresan 60 mil personas. Messi llega a un equipo muy bien organizado, manejado por David Beckham. El Inter está último en la tabla, y aparte de Lío, llegarán tres jugadores de calidad, entre ellos, Sergio Busquets.

- ¿Tiene el Inter un plantel de calidad para competir al máximo nivel cuando arribe Lionel?

- No, todavía le falta, pero Messi le dará otro toque de distinción. El plantel que tiene hoy no es para la calidad de él, y encima lo está demostrando en la tabla de posiciones. Lo bueno de esta Liga es que es tan pareja que ganás tres partidos seguidos y te clasificas a los playoffs. Hoy, los clubes cuentan con jugadores franquicias, pero hay casos excepcionales como el de Messi. Hicieron lo mismo con Beckham cuando llegó a los L.A. Galaxy. El salario se lo pagaba Adidas y ganaba mucha plata por año; nadie ganaba como él y fue una excepción a la regla. Al inglés le pagaban 50 millones de dólares anuales, y además cobraba acciones siendo uno de los dueños del Inter de Miami. En cambio, al Pibe Valderrama le abonaba Nike, a Marco Etcheverry, Adidas. La Liga lo único que exige es que los futbolistas no superen el cupo de salario que ellos pretenden.

- ¿Los clubes estadounidenses son asociaciones civiles sin fines de lucro como en la Argentina?

- No, la mayoría son de dueños privados americanos, y además tienen clubes en Inglaterra. El del Arsenal maneja Colorado Rapids, el del Manchester está a cargo del DC United, y el grupo City tiene a Nueva York y al City inglés.

- ¿A qué edad te retiraste?

- A los 37, porque el físico no me daba para más y ya estaba viejo. Tuve chances de ir a jugar a San Lorenzo de Almagro y a Talleres, pero uno debe darse cuenta cuando llega el final de su carrera. La velocidad que tenía no era la misma, y además, el juego era tan físico en ese momento qué si no estás preparado la terminás pasando muy mal. Cualquier burro que esté mejor físicamente que uno te va a ganar en la cancha. Yo les inculco a los chicos que primero deben estar muy bien mentalmente, pero lo segundo y super importante es que estén bien físicamente

- ¿A qué te dedicaste luego de colgar los botines?

- Me quedé viviendo en los Estados Unidos y empecé a trabajar de asistente técnico en el Columbus Crew. Al año siguiente, volví al jugar al Indoor soccer a los 38 años, pero me cansaron los viajes por todo el territorio estadounidense y no jugué más.

- ¿Tenés ganas de volver a vivir a la Argentina?

- No, no tengo ganas; solo regreso paravisitar a mi familia. Me da pena cómo está el país. Con todo lo que tenés para ofrecer, lamentablemente está gobernada por gente incapacitada. No hay futuro, ni educación, ni seguridad, y encima, observás a la gente que la matan por un celular. Es triste ver a la Argentina como está.

Otra foto con Diego, a
Otra foto con Diego, a quien llegó a considerar su amigo. Y la rúbrica icónica del Diez

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