A 10 toques con Miguel Ángel Brindisi: del nacimiento de la sociedad con Maradona a la increíble anécdota que casi cambia la historia de Menotti

Exquisito mediocampista multicampeón, luego entrenador de élite, habla de todo en una entrevista con Infobae. El título de Argentina en Qatar, el histórico Huracán del 73 y el hito de Boca del 81

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Entrevista a Miguel Brindisi por Eduardo Bolaños

Está considerado entre los más destacados futbolistas argentinos de todas las épocas, reconocido por quienes fueron sus rivales y compañeros. Desde su debut en Primera División en 1967, no paró de crecer y en el lustro inicial de la década del ‘70 se encaramó en la cima de los jugadores nacionales. Fue pieza clave en dos equipos que quedaron en el recuerdo: Huracán ‘73 y Boca Juniors ‘81. Su vigencia se mantuvo en los tiempos de entrenador y, en el día de hoy, sigue con la lúcida mirada de siempre, sobre el deporte que ama. Miguel Ángel Brindisi, a 10 toques.

El título de Argentina en Qatar

Más allá de los que estamos en el fútbol, o del hincha, todos los argentinos nos hemos sentido más que representados por estos muchachos. Movilizó como nunca a una nación al extremo, sintiendo orgullo por quienes se pusieron la camiseta. Hasta el hecho de perder el primer partido fue meritorio, por todo lo que vino desde ahí, pero hubo un hecho que me irradió confianza y fue ver a la cabeza del grupo, nade menos que Messi, diciendo que había que confiar. Con el correr del Mundial nos demostraron que tenían razón, porque había en ellos un compromiso enorme con la causa. Lo más destacable fue el reconocimiento que tuvieron en el mundo entero. Siempre digo que, desde el rectángulo de juego, atrapás o expulsás, y este grupo tuvo una comunión interna y con la gente que fue única.

Lionel Scaloni

Demostró ser una gran cabeza de grupo y sorprendiendo a todos. Uno cuando pasa a ser entrenador necesita primero que le den la oportunidad y que haya tiempo para desarrollar la idea. En esta época es algo muy difícil de lograr, pero él lo obtuvo, haciendo un gran cambio generacional y dándoles confianza a los más experimentados. El caso emblemático es el de Di María, que parecía que ya había pasado su tiempo y, sin embargo, fue una de las figuras. También Scaloni sorprendió con algunas convocatorias completamente inesperadas. Me saco el sombrero por este tipo de colegas que han sabido rodearse de muchachos que ya habían vestido la casaca nacional jugando Mundiales. Porque tanto Roberto Ayala, Walter Samuel y Pablo Aimar, saben perfectamente de que se trata.

Miguel Brindisi con Carlos Babington
Miguel Brindisi con Carlos Babington a poco de haber debutado en primera

Huracán

La consagración en el Metropolitano ‘73 fue lo más lindo que nos pudo haber pasado a los que éramos del club desde las Divisiones Iinferiores, porque Huracán siempre es sinónimo de pelearla, de tener que luchar, por la escasez, las necesidades, las injusticias, etcétera. En las Inferiores había muchas carencias, pero nosotros traíamos el mejor de los entrenamientos que era el potrero. Cualquier logro, por pequeño que fuese, se magnificaba, ya sea el debut en Primera de un pibe nacido en el club o la victoria en el clásico, hasta que llegó el título del ‘73 que cambió el panorama. Ese logro es cada vez más reconocido, porque siempre que se habla de la historia del fútbol argentino, ese equipo está reconocido como uno de los mejores.

El Mundial ‘74

Me costó cinco años de espera poder tener una revancha en Copas del Mundo, porque disputé las Eliminatorias rumbo a México ‘70 y quedamos eliminados. Tuve muchas ofertas en ese lapso para ser transferido al exterior, pero no me quise ir porque tenía ese objetivo, necesitaba el desquite. No fue así, porque las cosas se organizaron mal y en ese Mundial ‘74 no anduvimos bien. Pero, siendo positivo, viendo el vaso medio lleno, creo que la experiencia sirvió, por ejemplo, porque fue la primera vez que Argentina fusionó en un plantel mundialista a jugadores que actuaban en el extranjero con los que estábamos en el ámbito local. Hubo errores, porque con algunos muchachos nos conocimos en la gira previa y se desaprovechó un plantel extraordinario, como, por ejemplo, Chirola Yazalde, que era el botín de oro en Europa.

César Luis Menotti

El mal resultado obtenido en Alemania ‘74, abrió las puertas a la llegada del Flaco Menotti, que para mí fue la bisagra en nuestro fútbol en lo que hace a la organización. Tuvo una visión enorme al hacer la selección del interior. Viví plenamente ese proceso en los primeros años hasta que me fui a jugar a Las Palmas. Creo que allí se produjo la transformación del fútbol argentino en el sentido que el entrenador de la Selección sabía que se le iba a respetar el contrato, porque antes los procesos eran híper cortos, con duración de tres o seis meses. Era difícil conseguir compromiso y unidad a la hora de las convocatorias, y eso se modificó con César. También es cierto que había menos chances de competencias con otras selecciones, salvo las copas que jugábamos con Chile, Uruguay o Brasil una vez al año. La inteligencia del Flaco, sumado a su propuesta dentro de la cancha y el hecho que íbamos a ser locales en la Copa del Mundo, dio como resultado un éxito total, coronado con la llegada de un solo elemento desde el extranjero, que fue Mario Kempes. Incuestionable y tan diferente al resto como lo fueron Maradona en el ‘86 y Messi el año pasado.

Huracán del 73, René Houseman,
Huracán del 73, René Houseman, Miguel Brindisi, Roque Avallay, Carlos Babington y Omar Larrosa

Una increíble anécdota con el Prode

La situación se produjo un viernes al mediodía, a comienzos de 1972. Estábamos concentrados porque a la noche teníamos que jugar contra Gimnasia en La Plata, donde Huracán llevaba más de 30 años sin poder ganar. Recién había aparecido el Prode, era un auge absoluto y las agencias cerraban las apuestas a las 12 del mediodía. Nos subimos al Torino de Fatiga Russo y salimos rápido desde el estadio porque se nos hacía la hora, junto al Inglés Babington y Pancho Lavoratto. El resto del plantel nos había dicho que los dobles y los triples lo decidiéramos nosotros. Estacionamos en la puerta de la agencia y empezó la discusión sobre este tema y no nos poníamos de acuerdo. De pronto, la policía nos rodeó el auto, porque no nos dimos cuenta que estábamos enfrente de la sucursal Parque Patricios del Banco Nación y era una época brava, con la escalada de la guerrilla en la sociedad. Se armó un lío tremendo y se los llevaron detenidos a Babington y Lavoratto. El hecho no tardó en llegar a los oídos de Luis Seijo, el presidente del club, que tenía su negocio cerca de esa zona. Se apersonó en la concentración con la idea de echarlo a Menotti, porque se la habían ido unos jugadores y ahora estaban demorados (risas). Con otros muchachos fuimos a hablar con el presidente, que estaba muy enojado y no entendía razones. Llegamos a decirle: “Bueno, Don Luis, de última lo echa el lunes” (risas). No tomó ninguna decisión. Con los muchachos ya liberados, fuimos a La Plata y a los 2 minutos ya perdíamos 1-0, repitiéndose la historia de siempre. Pero la cosa fue distinta, porque terminamos ganando 3-1, el Flaco se quedó y empezó a armarse el gran equipo de Huracán que sería campeón un año más tarde.

Huracán 1973

La historia comienza a gestarse en el Metropolitano de 1972, cuando el equipo, después de muchos años de una gran irregularidad, alcanzó un buen rendimiento, por supuesto ya con Menotti como entrenador. Hicimos una gran campaña y le arrebatamos el tercer puesto a River, en un recordado partido que le ganamos 2-1 en el Monumental en la última fecha (N de la R: Brindisi fue el goleador del torneo con 21 tantos). El detalle fue que el técnico de la Selección, que era Enrique Omar Sívori, no nos dejaba jugar en el torneo local a los que estábamos convocados para disputar las Eliminatorias. Por ese motivo, fueron otros muchachos los que disputaron las fechas finales hasta dar la vuelta olímpica, mientras nosotros la sufríamos de afuera. Por lo que habíamos hecho dentro de la cancha, tendríamos que haber sido campeones mucho tiempo antes. Desplegamos un fútbol vistoso y nos retirábamos ovacionados de cualquier estadio, al punto que se detectó que gran cantidad de público que asistía a vernos, no era hincha de Huracán. Una de las medallas más grandes que nos colgamos fue cuando toda la cancha de Rosario Central nos despidió con aplausos tras ganarle por 5-0. Había antagonismo entre ambos equipos por la propuesta de juego y eso enalteció más ese reconocimiento.

Brindisi, Maradona y Gatti juntos
Brindisi, Maradona y Gatti juntos en Boca

La llegada a Boca Juniors

Lo que sucedió fue una cosa increíble, porque tiene una historia detrás. Tras el Mundial ‘78, Huracán vendió a Ardiles a Inglaterra y allí me llamó el presidente De Santis para ofrecerme el regreso, que finalmente se concretó a mediados del ‘79, cumpliendo el deseo de terminar mi carrera en el Globo. El detalle fue que había grandes problemas económicos y la institución terminó siendo intervenida. Por ese motivo, a fines del ‘80 quedé en libertad de acción e inmediatamente recibí el llamado de Silvio Marzolini, con quien habíamos sido compañeros en la Selección, para ir a Boca, donde recién había asumido como técnico. Realmente descubrí otro mundo, por la tremenda repercusión que tiene. Además, me llegó con casi 30 años y más de 10 como profesional, lo que significó un orgullo inmenso. El día del debut ante Talleres, Marzolini me llamó aparte para decirme que firmara la planilla como capitán. Le respondí: “No, Silvio. Gracias, pero soy un recién llegado, y acá hay gente de nombre y con trayectoria en Boca”. Él solo me dijo tres palabras: “Vos firmá ahí”. Ese día fue impresionante lo que viví, porque la cancha estaba llena desde tres horas antes y para mí era todo distinto, hasta el vestuario, porque solo conocía el visitante. Para los que dicen que la Bombonera tiembla y late, es tal cual. Se siente algo único y nos es fácil ponerse esa camiseta.

Miguel Ángel Brindisi festejando con
Miguel Ángel Brindisi festejando con Diego Armando Maradona

La sociedad con Diego Maradona

El 22 de febrero de 1981, cuando debuté en Boca contra Talleres, experimenté muchas sensaciones y todas fueron buenas, pero el plus más grande fue la llegada de Diego, que se había producido 48 horas antes. No nos conocíamos, más que de enfrentarnos, pero ya a los 10 minutos de partido parecía que habíamos jugado toda la vida juntos. Siempre me preguntan qué significó ser socio de Maradona y respondo que fue lo más fácil del mundo (risas), porque el capital enorme lo ponía ese genio y lo único que tenía que hacer era acompañarlo. Fue una tarde inolvidable, porque el partido se dio redondo, ya que de entrada nos pusimos en ventaja y el primer tiempo terminó 3-0, ante Talleres que era un gran equipo. Junto con él alcancé un nivel muy alto, marcando varios goles. La trascendencia fue imponente y nos dimos el gusto de salir campeones en aquel torneo, que es recordado con mucha pasión por los hinchas hasta el día de hoy.

René Houseman

Al comenzar el ‘73, cuando estábamos de pretemporada en Mar del Plata, el Flaco Menotti nos reunió para darnos una noticia: “Voy a traer un jugador que es diferente y con ese vamos a ser campeones”. Nos mirábamos entre nosotros y nos quedó la duda, porque lo vimos muy seguro. Nunca nos mencionó quien era, y cuando el día siguiente este muchacho llegó a la concentración, le dijimos: “César, trajiste a un jockey” (risas), porque era delgadito, bajito e introvertido. Él solo respondió: “Ya van a ver”. A la tarde fue la práctica de fútbol y el Loco Houseman la rompió. Era imparable. Le dimos la razón y tomamos conciencia de que podíamos ser campeones y así fue. El Loco era maravilloso, desde su aspecto, siempre con las medias caídas, como despreocupado. Fue un fenómeno y para mi representó un lujo poder jugar al lado suyo.

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