“Desde que salí de la cárcel, tuve que pelear por todo. Me costó una fortuna. No tenía dinero, pero no me puedo quejar, al menos no estoy muerto”.
El 7 de junio quedará como uno de los días más importantes en la historia de la Major League Soccer (MLS). Ese día, Lionel Messi oficializó su arribo al Inter Miami y amplificó en escalas inimaginables la resonancia de un torneo que reúne múltiples historias y una de ellas está en la conferencia opuesta al elenco de Florida. Lutz Pfannenstiel es el director deportivo del equipo sensación del Oeste en su temporada debut y sus pergaminos son suficientes para escribir varios tomos de una carrera en la que se alejó de la comodidad del Bayern Múnich, debió convivir con asesinos y narcotraficantes por más de 100 días en una cárcel de Singapur y volvió de la muerte después de un partido en Inglaterra.
El ex arquero nacido en la parte occidental de Alemania tuvo sus comienzos en la institución de su ciudad natal, SC Zwiesel. Luego, saltó al Vilshofen y, desde sus comienzos, demostró que su espíritu aventurero no yacía en la base de ser suplente de manera perenne. Desde su desembarco en el multicampeón alemán comenzó a vislumbrar que necesitaría buscar nuevos horizontes si quería crecer en este deporte. La falta de un reto ante la abundancia de una institución, que ganaba los partidos con facilidad, forzó su salida al FC Bad Kötzting, un cuadro de la tercera división: “Bayern me quiso de vuelta, pero para lo mismo de nuevo, el equipo B. No acepté porque lo que yo quería era jugar fútbol de verdad. Así que por estupidez o rabia, no sé cómo definirlo, me dije que la primera oferta que me llegara para jugar como profesional la iba a tomar”. Podría haber firmado su contrato con el Múnich, aunque optó por emigrar al Penang de Malasia.
Esta fue una de las 25 camisetas que utilizó en 13 países distintos, ya que jugó en Nueva Zelanda, Finlandia, Sudáfrica, Canadá, Albania, Namibia, Armenia, Malta, Inglaterra, Alemania, Noruega y Brasil, donde se desempeñó en el Clube Atlético Hermann Aichinge, que juega el Campeonato Catarinense. Dejó atrás su vida arreglada en el Vancouver Whitecaps de la MLS para cumplir su sueño de jugar en Sudamérica en 2008 en una decisión que lo transformó en el único de la historia en haber jugado en equipos de las seis confederaciones nucleadas en la FIFA. Además, llegó a ostentar el Récord Guinness de quien jugó en más clubes hasta que Sebastián Loco Abreu pulverizó la marca en 2017 (en 2021 se retiró y dejó la vara en 31).
Su prometedor paso por las divisiones inferiores del tetracampeón mundial, con un magro total de cinco encuentros disputados en la Sub 17, adelantaba que podía tener una oportunidad en la Mayor, según su progreso. Sin embargo, la llegada del histórico Oliver Kahn desde 1994 hasta 2008 fue una invitación a su partida. “Soy un afortunado. Si hubiera firmado aquel contrato con el Bayern sé cómo hubiera sido mi vida. Hubiera sido el suplente de Oliver Kahn. En cinco o seis años hubiera ganado suficiente dinero y me hubiera ido a otro club, seguramente a uno de la segunda división alemana. Habría terminado mi carrera en tercera división y habría tenido una mujer alemana y una casa alemana. Y, entonces, me preguntaría: ‘¿Cambiarías todo esto por las experiencias que he acumulado viajando por el mundo?’. No, no lo haría”, se sinceró Pfannenstiel con el diario The Independent.
Luego de navegar por el Wimbledon y el Nottingham Forest, presentó su pasaporte en el Orlando Pirates de Sudáfrica y tuvo el privilegio de arribar a Singapur en 1997. Unos pocos meses después, Finlandia fue su nuevo hogar, un país donde ganó los únicos títulos de su trayectoria: una liga (con el Haka), y una Copa (con el Tampere). Dos años después de su paso fallido, tuvo su revancha en el sudeste asiático. El Geylang United le abrió sus puertas en el plano futbolístico, pero su 1.87 de estatura y su imponente figura le dieron otros roles en campañas de modelo para marcas reconocidas y lo llevaron a tener un programa de televisión propio. Ese castillo de naípes se derrumbó ante una acusación infundada por amaño de partidos.
“Mi problema fue estar en el momento y el lugar equivocados”, narró Lutz Pfannenstiel en charla con la periodista Cecilia Lagos. Afirmó que dialogó en tres oportunidades con una persona, quien le preguntaba si su equipo ganaría el próximo partido: “Dije que sí, que íbamos a ganar”. Más allá de aclarar que siempre lo tomó como una mera consulta y nunca lo interpretó en referencia a las apuestas, la Policía golpeó a su puerta unos meses más adelante: “Me decían: ‘Sabemos que le diste a este tipo datos para apostar’”. Habían ganado dos de esos encuentros y el otro lo habían empatado con el aliciente de que había sido la figura en este último: “La jueza era una mujer muy joven que no tenía idea de fútbol y me dijo que en esos partidos jugué mejor de lo que normalmente habría jugado, lo que es una porquería de mentira”.
Su expedición en esa “puta prisión”, como la definió según sus palabras, duró más de tres meses hasta ser liberado por comprobarse que no hubo intercambio de dinero: “Fueron 101 días, pero parecieron 25 años”. Esas palabras volcadas a la CNN en 2015 fueron profundizadas en un duro testimonio sobre las violentas situaciones que observó en su estadía dentro de la cárcel: “Esos 101 días de infierno no me los pueden devolver. Tuve que ver asesinatos, palizas, violaciones, y pelear cada día para sobrevivir. Fue un escenario extremo. El tema era si podía aguantar meses o años en esa cárcel, durmiendo al lado de asesinos, violadores, narcotraficantes que estaban condenados a muerte, sin ningún tipo de comodidad, ni TV, ni diarios, ni baño, ni confort, nada. 12 personas en una celda, tratados como animales. Nos convertimos en animales. Me empujó al límite de incluso pensar en el suicidio, de no saber qué hacer, pero finalmente todo se encauzó en la dirección correcta”.
Luego de cambiar la ropa de Armani por la vestimenta acebrada, el hombre de 50 años dejó una reflexión sobre cómo cambió su personalidad en ese tiempo en declaraciones vertidas para el diario británico The Guardian: “No sabía lo que significaba la libertad. Yo era un futbolista mimado y consentido que solo pensaba en dónde ir los fines de semana o en qué coche comprarme. Allí me di cuenta de que la libertad es poder levantarte cuando quieras, prepararte una taza de té y hacer lo que te apetezca. Aquello me dio una perspectiva diferente de lo que es la vida”.
Su etapa en Asia había terminado y su volver a comenzar ya no tenía lugar en ese continente. Luego de un paso por Oceanía, volvió a Inglaterra para vestir la camiseta del Bradford en 2002. Su vinculación con la muerte siguió ligada a fuego en su vida a pesar de estar a más de 6000 kilómetros del país asiático donde estuvo preso. El 26 de diciembre de ese año protagonizó un fuerte choque con Clayton Donaldson, jugador del Harrogate Town, luego de que la rodilla del rival impactara contra su pecho. “Fue en el Boxing Day (jornada celebrada tradicionalmente el día posterior a la Navidad) y tuve un choque después de 30 minutos. Mis pulmones colapsaron y no tuve pulso. Fui declarado muerto tres veces en el campo. Pero me desperté tres horas después en el hospital”, reconoció en 2014 para la BBC.
Esa experiencia entre la vida y el más allá dejó una particular declaración por ese tiempo en el que dejó de latir su corazón: “Todo era en blanco y negro. Había diamantes negros y blancos y todo estaba muy silencioso. En el fondo veía figuras, pero no podía distinguir quiénes eran. No sentí frío, sentí calidez. Sentí que estaba flotando y que no era algo atemorizante, para nada”. “Quizás no morí porque tenía otras misiones”, agregó el creador de Global United Football Club, una organización fundada en 2009 que posee el respaldo de grandes estrellas del deporte como Zinedine Zidane, Ronaldinho, José Luis Chilavert y Lottar Matthäus.
Tras haberse mantenido encerrado en un iglú durante cinco días de 2012, este protagonista intenta desde su organismo concientizar sobre una de las temáticas más importantes del último siglo: “Quiero usar el fútbol como un motor para luchar contra el calentamiento global. Considero que los futbolistas son un modelo a seguir que tiene un gran impacto en el mundo. Si hay gente que puede lograr entrar en la cabeza de los jóvenes o de las personas en las calles estos son los jugadores”.
Un año antes, en 2011, había comunicado su retiro, pero el hombre, que supo ser DJ en Kuala Lumpur, nunca dejó de ser noticia. Sus problemas con la ley regresaron a flote después de que la Policía lo interrogó en 2017 por el supuesto robo de un pingüino. Así como lo escucharon. A pesar de haberse desligado del asunto, lo más insólito sucedió cuando, con motivo de este suceso, recordó la ocasión en la que sí había sustraído un animal de esta índole en las costas oceánicas: “Insto al ladrón a que devuelva el pingüino, ya que esto no es una broma. Lo sé bien por los pecados de mi juventud. En 2003 llevé a casa un pingüino de su colonia y lo puse en mi bañera, pero lo devolvídos días después de que el presidente de mi club me explicara que los pingüinos eran una especie protegida. No lo robé, solo lo tomé prestado”. Esta “mascota” provisional no fue la única, ya que llegó a tener dos lémures en Singapur.
En otro sentido, su faceta de arquero lo acompañó por fuera de las canchas después de que fuera entrenador en este puesto para la selección de Namibia y Cuba. También se desenvolvió como jefe de relaciones internacionales y ojeador en el Hoffenheim de la Bundesliga entre 2011 y 2018. A mitad de 2020, saltó al Fortuna Düsseldorf como director deportivo hasta su descenso a Segunda División. En plena pandemia de COVID-19, cuando parecía que el mundo se deshojaba, en Saint Louis, ciudad estadounidense del estado de Missouri, comenzaba a aflorar la posibilidad de que una de las cunas del fútbol de ese país tuviera representación en la máxima categoría: “El paquete general de poder construir algo de acuerdo con mis ideas simplemente me convenció”.
“Comencé a planificar el club en una hoja de papel blanco”, manifestó el mánager frente al desafío que suponía crear una franquicia desde los cimientos. La infraestructura y la construcción de un estadio, sumado a otras variables, ascendía a una cifra superior a los USD 700 millones, pero este gasto no se amplió al primer equipo, donde se construyó una plantilla austera con raíces en el estilo de la liga alemana. El entrenador del equipo, Bradley Carnell, jugó allí, mientras que su arquero Roman Bürki fue la estrella del Borussia Dortmund por siete temporadas. Con una gran mayoría de contrataciones de futbolistas con el pase en su poder, se invirtieron USD 4.600.000 en transferencias, aunque solamente USD 3.000.000 se destinaron en la compra del delantero brasileño João Klauss al Hoffenheim, uno de los jugadores franquicia de la institución.
En su temporada de estreno en los Estados Unidos, St. Louis City es el líder de la Conferencia Oeste con 29 puntos, cima compartida con el vigente campeón Los Ángeles FC, los medios de esas latitudes lo apuntan como uno de los candidatos al título y más de 20.000 personas vibran en cada partido del equipo desarrollado en el Citypark. Y el trabajo de Pfannenstiel es observado con mucha atención por el West Ham y el Nottingham Forest, según lo informado por el periódico alemán Bild.
En medio de la efervescencia por la llegada de Messi al último de la Conferencia Este, la planificación de la personalidad europea va en contramano a la idea sostenida tiempo atrás por el campeonato para atraer grandes figuras que alimenten la exposición de la competencia: “Jugamos específicamente sin una superestrella, sin los grandes nombres. Estas típicas estrellas mediáticas entre 33 y 36 años no me interesan en absoluto”. De hecho, su dedicación total al proyecto contempló trabajar hasta 16 horas por día para rastrear talentos por distintos pueblos y algunos de ellos son los integran la nómina del plantel de Primera División.
El autor de Las increíbles aventuras del portero imparable soltó su cargo como instructor de entrenadores de la FIFA y la Federación de Fútbol de Alemania para sumar a su colección un nuevo país. Allí, muestra sus habilidades en un ámbito donde siempre privilegió el conocimiento antes que la billetera: “Para mí el fútbol no es un mero trabajo con el que puedo ganar mucho dinero. Gracias a él he visto el mundo. Eso es mucho más importante”.
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