El método Heinze: mitos y verdades sobre la “mano de hierro” del técnico invicto con Newell’s en las copas internacionales

Obsesivo, detallista, con una armadura ante las cámaras y otro perfil fuera de ellas, el Gringo consiguió que su Lepra sea el segundo mejor equipo de la Copa Sudamericana a partir de su particular sistema, que incluye mucho trabajo y reglas implacables, muchas inspiradas en Marcelo Bielsa

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Heinze gesticula en el duelo
Heinze gesticula en el duelo ante Blooming. Vive con mucha intensidad los partidos (Photo by AIZAR RALDES / AFP)

“A ver, explicame, ¿qué es lo que quisiste hacer?”.

Tal vez en las primeras prácticas haya resultado chocante. La interpelación quizá haya provocado la clausura de las cuerdas vocales del jugador consultado adelante de todos sus compañeros. La frase puede surgir, natural, en algún ejercicio táctico, de los que Gabriel Heinze repite, frena, y avanza, con rigor y frenesí, como si tuviera el control remoto en su mano. Es ahí donde es capaz de dar pie al intercambio con sus futbolistas, con fines didácticos. “Si vos no me decís qué quisiste hacer, yo no puedo entender qué pasó, cómo lo podemos mejorar, cómo te puedo ayudar”, concluye el diálogo imaginario, basado en la dinámica de trabajo que dispuso el Gringo, y que se hizo habitual en Newell’s, así como sucedió en Argentinos Juniors o Vélez.

Es ahí, en el pizarrón de césped, donde Heinze es más Heinze que nunca. Apasionado, enérgico, inquieto, áspero ante los micrófonos, ameno en la intimidad del vestuario, aunque exigente y severo. El método Heinze tiene mucho del Heinze jugador, aquel profesional comprometido y serio que llegó al Real Madrid y a la selección argentina, pero también del que se soñó entrenador, tomando retazos de los que lo condujeron en su carrera. Y también algo, innegablemente, de Marcelo Bielsa, incluso en posturas, mohines, decisiones, aunque le escapa a las comparaciones, porque lo tiene en un pedestal. En este todavía nóvel camino que construye con el buzo de DT se ganó el rótulo de excéntrico, que edificó con sus señas particulares, modos, y la fama de duro que también le hicieron puertas adentro de los clubes por los que pasó.

El currículum también subraya que con su libro mal no le fue: ascendió a Primera con el Bicho, cimentó buenas campañas en el Fortín llevándolo a certámenes internacionales y, en uno u otro lado, potenció futbolistas y los transformó en hombres codiciados en el mercado. La institución de Liniers, por caso, vendió por casi 40 millones de euros en su era. Todo, con un estilo reconocible, una identidad ambiciosa. Su Newell’s, en un puñado de meses, acaba de cerrar una fase de grupos casi perfecta en la Copa Sudamericana: ganó cinco de los seis partidos que disputó. Y el último lo igualó en el minuto 97 (de chilena) ante Audax Italiano como local. Con 16 puntos, quedó como segundo mejor equipo del certamen (detrás de San Pablo, por diferencia de gol).

Ahora bien, ¿cuáles son las columnas del método Heinze? ¿Cuánto hay de verdad y cuánto de mito sobre sus reglas rígidas, su carácter especial, la cuerda corta con la que lleva al plantel? Volviendo al inicio, al ida y vuelta en la práctica, tiene un sentido. “Está muy encima en los entrenamientos porque él dice que quiere que los jugadores tengan herramientas. Los hace pensar. Por qué por ahí puede decirles ‘¿qué quisiste hacer?’. Una vez que el jugador le muestra, él le marca qué debería haber hecho. Y repite. Y repite”, le contó a Infobae una fuente con conocimiento del manual del Gringo. Ya en los encuentros, en el rodaje oficial, enciende la radio. Monta un show de gestos e indicaciones para el que los jugadores deben estar preparados para seguir. No es tan sencillo.

“Orden y conducta”, son dos palabras que sirven para ilustrar sus demandas. El peso es un parámetro para olfatear compromiso. “Los controla constantemente. Y después de días libres o feriados, más aún”, resalta otra fuente. Regresando a los recursos que pone en los botines de sus pupilos, abierto a las nuevas tendencias, una vez por semana el grupo tiene sesión de coaching, con un profesional que ya lo había acompañado en Vélez.

Así como él se entrega al 100%, pretende lo mismo a su alrededor. El cuidado del césped del Coloso Marcelo Bielsa es un ítem que lo obsesiona. Aunque no siempre es el propio DT el que encabeza cada cruzada. Hay funciones o situaciones en las que se respalda en sus colaboradores (Mariano Toedtli y Nicolás Pavlovich). Ellos son frontman, mientras él se guarda para otras batallas, sobre todo los trabajos de campo, su espacio preferido. Otro guiño al sistema Bielsa.

Su preparador físico, señalan quienes lo tuvieron o están bajo su paraguas, es otro de los secretos. Javier Vilamitjana tiene la misión de preparar las piernas para el intenso ritmo que planifica el DT. Supo trabajar para Maradona tanto a nivel personal, como en la selección argentina y en el Al Wasl. El ex defensor tuvo una relación especial con Diego, al que llamaba “el Viejo”. Y heredó a su colaborador, que pasó a ser parte vital de su andamiaje de trabajo.

* El gol de Messi a los 3 minutos del homenaje a Maxi Rodríguez que Heinze quiso evitar a pura picardía

En los detalles Heinze entiende que puede estar la diferencia. Incluso en un detalle nimio como los momentos en los que toma agua el plantel durante los entrenamientos. Esa cuestión que parece trivial le generó problemas en su breve excursión como técnico del Atlanta United. Los medios estadounidenses informaron entonces que el gremio de futbolistas de la MLS realizó una presentación en su contra por “violaciones al convenio colectivo de trabajo”. Uno de los temas era la supuesta limitación para beber agua durante los ejercicios tácticos. En realidad, plantean quienes lo conocen, se trató de una diferencia de idiosincracia. Y nació de otro elemento que tomó de Bielsa.

En un trabajo táctico que requiere de varias repeticiones y atención, la aparición del agua (o el pedido de la misma) supone, en el método Heinze -y en el del Loco-, un momento de relajación o distracción. En Newell’s, entonces, los jugadores tienen “momentos pautados” para hidratarse cuando la pelota manda.

En un plantel con muchos jóvenes con condiciones, como ocurrió en Argentinos y en Vélez, se respaldó en la cantera. Y a los jóvenes que no tienen continuidad y la buscan fuera del Parque Independencia les sugiere buscar lugar en una Primera División y no en la Primera Nacional o una Segunda, porque “no es lo mismo”. De todos modos, su opinión no es vinculante. El propio Gringo dirigió en la BN. Sus ayudantes, Toedtli y Pavlovich, jugaron allí. Y Nazareno Funez, delantero de 187 centímetros y 22 años, acaba de elegir probarse en Atlético de Rafaela.

El caso Funez es un emblema del estilo seleccionado por el DT: no juega con un 9 de área, clásico. El goleador de su ciclo es Jorge Recalde, con seis tantos, un punta que va más por afuera. Detrás aparecen Ramiro Sordo y Marcos Portillo, con tres conquistas. Se trata de un tema de gustos y formas, que al contratar el paquete Heinze, lógico, no se discute. Lo mismo que sus reglas internas, que los dirigentes acataron. La intimidad del vestuario es sagrada. Por eso, allí no está habilitado el ingreso de los directivos, que cuando la delegación viaja a los estadios se mueven en un micro aparte. Y en la Copa hasta se han alojado en un hotel diferente, para no lesionar susceptibilidades.

La “mano de hierro” que denotan sus acciones y emana de su gestualidad contrastan con su perfil divertido y hasta tierno que muestra en otro contexto o lejos de las cámaras. Su rol en la despedida de Maxi Rodríguez el último sábado lo prueba. En el tiro libre que Messi colgó de un ángulo, por caso, bromeó retrocediendo a la línea del arco para intentar rechazar lo irrechazable. Y se ganó la sonrisa de la Pulga, que le preguntó con las manos qué quiso hacer. Ya en el vestuario, le pidió a Di María que se sacara una foto con su hijo. El “método”, en conclusión, lo dota de la armadura, lo ubica en personaje, como si sonara la claqueta antes del inicio de la grabación de la escena de una película. Es Gabriel Heinze. Tómelo o déjelo.

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