En la Bombonera está tocando Pablo Lescano con Damas Gratis, en el que fue el primero de los shows previo al partido homenaje a Juan Román Riquelme. Enseguida se hace alusión al inminente arribo del homenajeado y el “Riqueeelme, Riqueeelme” baja de las tribunas. Mientras tanto, en el estacionamiento contiguo al estadio llegan dos motocicletas de la Policía Federal que escoltan a una camioneta blanca Audi y otra furgoneta beige vacía. De uno de esos vehículos bajó Jorge Messi, que acompañó a su hijo a Buenos Aires para ver en vivo la despedida de Román. Camino al palco, recibió un pedido particular.
En medio de una docena de hinchas y curiosos que se acercaron hasta la plaza que ocupó el coche que trasladó al padre de Lionel, que estuvo acompañado por su hijo Rodrigo y su nieto Agustín, un hombre no buscó sacarse atolondradamente una selfie sino que tenía consigo un papel. Llegó a decirle algo al oído a Jorge, que tomó la carta y se la guardó en el bolsillo. Cuando los Messi se escabulleron camino al palco donde vieron el partido entre las leyendas de Boca y la selección argentina, el hombre se desplomó y rompió en llanto de rodillas sobre el asfalto del estacionamiento.
“Le di la carta, le di la carta”, sollozó. Oscar Alberto Martínez, conocido por su círculo íntimo como Pepe, se acercó desde Monte Grande hasta la Bombonera para cumplir un sueño. No se trató de ver a Riquelme y Messi juntos en la cancha porque ni siquiera tenía una entrada y menos que menos dinero para conseguir algún ticket que se revendiera en los alrededores de la cancha. Él solamente quería entregarle esta epístola a Lionel Messi para solicitarle ayuda para su hijo, Braian Alejandro, que tiene varias discapacidades.
Con puño y letra, Pepe acudió a los Messi para ver si podían facilitarle algún tipo de colaboración para su hijo de 18 años: “No tengo entradas ni nada. No es que no me importa el partido, pero vine con una idea y gracias a Dios y la Virgen lo pude cumplir. Tengo un nene especial y le escribí en la carta que necesito ayuda para él. Era una de las oportunidades más grandes que tenía. Acá estoy, yo lo intento, no me importa. Después Dios dirá si será o no. No lo sé, será lo que Dios quiera”.
Braian sufre de parálisis cerebral, no camina, es miope y padece esquizofrenia. En 2020 lo operaron de la columna en el Hospital Garrahan y le pusieron 32 tornillos. Su padre, Pepe, se ilusiona con reunir recursos para que sea tratado en Estados Unidos, donde se desarrollan ensayos clínicos con chips que ayudarían a recuperar la vista y la movilidad a personas con discapacidad: “Vine a llevarle la carta a los muchachos. Era mi oportunidad, que son pocas. Vine por mi hijo. Estaba esperando en la otra entrada a Messi, pero justo apareció acá al papá y bienvenido sea”.
El domingo pasado en la Bombonera no todas la lágrimas estuvieron vinculadas de forma directa a la despedida de Riquelme.
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