Lo que no se vio de la despedida de Riquelme: el operativo para Messi, el cancionero que le dedicó La 12 y el jugador peor tratado en la Bombonera

El capitán de la selección argentina fue el invitado de honor de Román en su homenaje. Además, cómo trataron los fanáticos de Boca a los ex jugadores de River

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Llegada de Jorge Messi a la Bombonera

En La Boca se vivió una de esas fiestas que no se olvidarán jamás. Así como sucedió en su momento con la despedida de Diego Armando Maradona, ahora Juan Román Riquelme celebró a lo grande y volvió a deleitar a sus fanáticos con los pantalones cortos puestos. Después de mucho dilatar su encuentro homenaje, el ídolo azul y oro se dio el lujo de reunir a figuras xeneizes y de los últimos tiempos de la selección argentina entre los que se incluyeron a algunos de los actuales: Ángel Di María, Lionel Scaloni, Pablo Aimar y Lionel Messi, el invitado de lujo.

A pesar del trajín, los compromisos personales (ayer ambos cumplieron años) y el tiempo que invirtió en su concurrencia a la despedida de Maxi Rodríguez anoche, Leo no quiso perderse el evento de Román y después de descansar algunas horas en Rosario, viajó en avión privado a Capital Federal junto a su padre Jorge, su hermano Rodrigo y su sobrino Agustín para volver a ponerse la camiseta de la Selección. El clan Messi llegó en horas del mediodía y Lionel se dirigió directamente al hotel donde se habían reunido los protagonistas que jugarían en el campo de la Bombonera.

La camioneta en la que
La camioneta en la que se marcharon Jorge Messi, su hijo Rodrigo y su nieto Agustín. Luego se reunieron con Lionel y Ángel Di María en Aeroparque

En Boca cambiaron la estrategia que utilizó la Fiera en la cancha de Newell’s: a Messi no lo hicieron llegar sobre la hora cuando toda la gente estaba ya dentro del estadio sino que aprovecharon para mezclarlo entre los convocados al partido e incluyeron en el búnjer bajo estricta seguridad. Así como su familia lo acompañó a Buenos Aires, tampoco quiso perderse el duelo exhibición y por eso Jorge (junto a su hijo Rodrigo y su nieto Agustín) arribaron al estacionamiento de la Bombonera pasadas las 16 en una camioneta que fue escoltada por dos motocicletas de la Policía y una furgoneta más. Los allegados a Lionel se retiraron antes de que acabara el show en la misma camioneta privada y se fueron directamente a Aeroparque para esperar a Leo y Ángel Di María, que partieron media hora más tarde y embarcaron junto a ellos en el chárter.

Luego de que Pablo Lescano con Damas Gratis y Claudio Javier Benítez con Onda Sabanera desplegaran su repertorio y mixturaran sus temas con los que Boca adaptó a la tribuna se empezó a preparar el cotillón para recibir a Riquelme y sus invitados. El clima fue especial, como cuando se respira aire a definición de campeonato. Miles de banderas azules y amarillas se agitaron, pero lo más llamativo fueron los espectaculares telones que se estrenaron y fueron dedicados al agasajado. A la ofrenda de copas que se exhibieron al costado del campo de juego (fueron todas las que ganó el 10 en el club) se le sumó un detalle en algunas banderas de palo que se ubicaron en las plateas: la imagen de Román haciendo el Topo Gigio (¿un mensaje subliminal para Mauricio Macri en vísperas de las elecciones de diciembre?).

Fue apenas un detalle “político” dentro de una fiesta que no fue utilizada en ningún momento para esos fines. Inclusive Román, como cada vez que habla públicamente, agradeció el apoyo de sus fieles seguidores pero no hizo referencia alguna a los comicios que se avecinan en su discurso final.

Las banderas del Topo Gigio
Las banderas del Topo Gigio que exhibieron los hinchas de Boca en la despedida de Riquelme

En el ranking de los más ovacionados, apartando al homenajeado y a Messi, hay que mencionar a Ángel Di María, que venía de pasar un grato momento en cancha de Newell’s donde también fue ovacionado, Carlos Bianchi (la cancha se vino abajo cuando los presentadores Leo Montero y Nico Occhiato lo mencionaron), Óscar Córdoba (cuando saltó al campo de juego para realizar la entrada en calor), Leandro Paredes y Lionel Scaloni más las menciones especiales para Blas Armando Giunta y Sergio Manteca Martínez, que pese a algunas dolencias físicas se dieron el gusto de jugar un rato.

En cuanto a los visitantes-visitantes identificados con River hay que hacer un apartado para Pablo César Aimar, por quien todos saben que Riquelme tiene una debilidad. El Payasito, que además integró el cuerpo técnico de Scaloni en la Selección durante la última Copa del Mundo, recibió un aplauso generalizado sentido. Con los otros no fue tan así. Si bien primó el respeto, se oyeron silbidos cuando anunciaron en la formación a Javier Saviola. El Conejito fue sin dudas el peor tratado en la Bombonera, no solo por estar fuertemente identificado con el Millonario sino porque además falló un par de goles que alentaron al “repudio”.

Para colmo Clemente Rodríguez le dio una patada sin pelota y le hizo sentir el rigor como en sus viejas épocas con los defensores xeneizes (algo similar sucedió con el Patrón Bermúdez, que barrió a Aimar en el inicio y se ganó los aplausos. Hubo cierto clima superclásico en las tribunas no solo por las canciones clásicas de la hinchada sino porque por ejemplo no cayó en gracia que un ex River como Lucho González abriera el marcador. Y, ya en el entretiempo, durante la reproducción de un video emotivo dedicado a Riquelme, se gritó “ooole”, cuando exhibieron su caño a Mario Yepes como si la jugada estuviera ocurriendo en vivo.

El 5-3 a favor de Boca frente a la Selección quedó como una anécdota. Román mostró pinceladas como hacía en sus mejores tiempos y Messi no salió de la cancha antes de convertir un gol frente a La 12. Antes, algunos plateístas se la agarraron con Scaloni porque cortó un avance que prometía con pelota en cortada de Riquelme, al que le cometió penal con un empujón en el gol del empate de Antonio Barijho (el árbitro Patricio Loustau otorgó ley de ventaja). De todas maneras el DT albiceleste fue aplaudido cada vez que tocaba la pelota. El Chipi primero despertó risas cuando no pudo arrancar ante un balón profundo del Chelo Delgado que fue neutralizado por Fabricio Coloccini, pero más tarde supo lo que mejor sabía hacer: liquidó al arquero dentro del área y dio vuelta la historia a favor del Xeneize.

Más de uno insultó al arquero Leonardo Franco porque cortó varias buenas acciones de ataque de Boca y hasta le sacó un par de pelotas a Riquelme, quien luego se desquitó. Otra de las particularidades fue el ingreso de Agustín, hijo de Román, que estuvo cerca de asistir al Manteca Martínez y en la última jugada del match no pudo batir a Cristian Muñoz en el mano a mano (el uruguayo aprovechó el rebote y cerró la cuenta).

Por un instante, la hinchada de Boca se trasladó a Qatar y modificó su letra de “Muchachos”, que en realidad está dedicada a River y recuerda su descenso a la B Nacional. El estadio completo refrendó el cántico que caracterizó la conquista en el Mundial de Qatar: “Ahora nos volvimo’ a ilusionar, quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial”. Y del modo selección buscaron contagiar al mismísimo Messi, quien ni se inmutó cada vez que los 60 mil presentes le imploraron que se pusiera una camiseta de Boca con diferentes cánticos.

Cancionero de Boca a Messi

“Messi, Messi, Messi, Messi, me tenés que perdonar, en La Boca el más grande, el más grande es Román”, fue el primer cántico con el que ponderaron a su 10. Pero más tarde, La 12 insistió una y otra vez: “Teque, teque, toca, toca, esta hinchada está re loca, le pedimo’ a Leo Messi, que se ponga la de Boca”; más tarde fue “che Messi, che Messi, dejate de joder, ponete la de Boca que te queremos ver”; y cerraron casi con vehemencia: “La de Boca, ponete la de Boooca, ponete la de Boooca, ponete la de Boooca”. No hubo caso: si Leo, confeso hincha leproso, ni siquiera había lucido la rojinegra el día anterior, tampoco estaba decidido a calzarse la azul y oro a pesar de las falsas expectativas que generaron los rumores periodísticos que, según se supo, hasta generaron fastidio a Messi y su círculo íntimo.

El que sí se puso la de Boca es Leandro Paredes, quien fue reemplazado en la Selección y más tarde usó la 20 y también varió su short con el número con el que debutó en la Ribera. “Ole, lé, ola, lá, Paredes es de Boca, de Boca no se va”, corearon los hinchas, embelesados con su campeón del mundo presente que advirtió que seguirá un tiempo más en Europa pero casi con seguridad retornará en algún momento al fútbol argentino para vestir los colores de su corazón.

En su discurso final, el ex jugador de Boca Juniors hizo una mención especial a Diego Maradona.

Hubo dos cánticos que los riquelmistas radicales que comparten fanatismo tanto en el plano futbolístico como político entonaron sobre el final: “Ole, lé, ola, la, Riquelme es de Boca, de Boca no se va”. Claro que Román jamás dejará su club porque es un pedazo importante de su historia, por eso el tono del tema de cancha fue más enfocado en las aspiraciones del vicepresidente a mantenerse en el poder más allá de 2023. ¿El otro? “Angelici botón, Angelici botón, sos un hijo de p..., la p... madre que te parió”, para el ex presidente al que le recriminan no haber podido despedir en cancha a su ídolo. Varios entendieron que las intenciones del coro eran políticas, lo hallaron desubicado para el momento y no se prendieron. Riquelme dio una verdadera lección no solamente al evitar bajar línea a los socios sino al honrar la memoria de Diego Armando Maradona, con quien estuvo enemistado hasta sus últimos días, vistiendo una camiseta con su apellido. El momento cúlmine de la noche.

Los grandes ausentes de la velada fueron Martín Palermo (dirigió a Platense y se justificó), Guillermo Barros Schelotto (un compromiso familiar le impidió su viaje pese a que había confirmado su presencia, aunque sí estuvo su mellizo Gustavo), Roberto Abbondanzieri y Carlos Tevez. Estos últimos dos fueron los que más llamaron la atención. El Pato había sembrado dudas en la previa al match, mientras que el Apache, quien había sido confirmado para la despedida de Maxi Rodríguez, faltó a ambos eventos. Otros como Diego Cagna y Rolando Schiavi, con claras diferencias con Román, fueron faltazos obvios. Lo contrario sucedió con Hugo Ibarra y Sebastián Battaglia, quienes habían sido cesados como técnicos de la Primera de Boca en el último tiempo pero dejaron rencores de lado y participaron.

Juan Román Riquelme, emocionado como pocas veces se lo ha visto, se guardará la noche de anoche en la memoria por el resto de su vida. La despedida tan postergada en el último tiempo se llevó a cabo a lo grande, en el patio de su casa, con la gente que más quiere. Dentro y fuera de la cancha.

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