En la era de las biotopics que suelen ser un éxito en las plataformas de streaming, hay una historia de la Fórmula 1 de la que los productores podrían hacer varias temporadas. Se trata de la relación que tuvieron dentro y fuera de la pista Gilles Villeneuve y Didier Pironi. De una gran amistad a una traición (denunciada por uno de ellos) que se convirtió en un duelo explosivo en Ferrari y que terminó con la muerte de uno de ellos. Los dos fallecieron de forma trágica y sus hijos tienen una buena relación y tomaron sus legados dentro del automovilismo.
Ambos fueron dos de los mejores pilotos de finales de los años setenta y principios de los ochenta. El canadiense Villeneuve (18/01/1950) llegó a la Máxima luego de sorprender a James Hunt en una carrera de Fórmula Atlantic en Norteamérica, antes de que el inglés fuera campeón mundial en 1976 con McLaren. Con esa escudería al año siguiente debutó el canadiense y Enzo Ferrari le vio un don para que fuera el reemplazante de Niki Lauda, que se fue dando un portazo de Maranello. Gilles generó la “Fiebre Villeneuve” por su forma de correr, yendo siempre al límite y por competir para el equipo más popular, Ferrari. Pese a ganar solo seis carreras, es uno de los máximos ídolos de la historia.
En tanto que Pironi (26/03/1952) fue uno de los “mosqueteros” franceses promovidos desde la escuela de la Fórmula Renault en su país en un programa de formación de pilotos que era patrocinado por un conocido lubricante galo. Ganó el Gran Premio de Fórmula 3 de Mónaco en 1977 y en 1978 venció en las 24 Horas de Le Mans con un Renault Alpine A442B. Ese año debutó en la F1 con Tyrrell y en 1980 logró su primer triunfo, ya con Ligier. Era un avanzado para la época en la preparación física, ya que amaba la natación, tiro con arco y practicaba yoga. Il Commendatore lo vio como el socio ideal de Villeneuve y lo contrató para 1981. Ferrari tuvo una fuerte dupla con pilotos jóvenes y en Maranello estuvieron convencidos de que iba a durar por varios años…
Casi de la misma edad y de fuerte personalidad, Gilles y Didier fortalecieron su amistad siendo compañeros de equipo. Solían hablar en francés como un código entre ellos a la hora comentar ciertos temas que prefirieron evitar en el equipo italiano. En 1981, Villeneuve le dio la primera victoria a una Ferrari con motor turbo con la 126 CK. Fue en Mónaco, nada menos. Repitió en España, pero errores suyos y falta confiabilidad del auto lo marginaron de la lucha por el título.
Mientras que Pironi ganó su espacio arriba y abajo del auto. Se transformó en referente de sus colegas y fue presidente de la Asociación de Pilotos de Grandes Premios (GPDA por su sigla en inglés;) junto con Niki Lauda lideró la única huelga de pilotos de la F1, antes de la primera carrera de 1982 en Kyalami, Sudáfrica. Fue una medida de fuerza en la que los corredores reclamaron más libertad para negociar los contratos con las escuderías y se terminaron imponiendo.
Guerra declarada
En esa temporada los monopostos con motores turbo fueron los coches a vencer con las Ferrari y los Renault como abanderados. Con Villeneuve y Pironi, La Rossa tuvo una dupla temible y que era candidata a los títulos de Pilotos y Constructores. Pero el buen clima interno se transformó en una guerra declarada luego de la carrera en Imola, en una época marcada por el conflicto entre la Asociación de Constructores de la Fórmula 1 (FOCA por su sigla en inglés) y la Federación Internacional de Automovilismo Deportivo (FISA), que era la rama deportiva de la Federación Internacional del Automóvil (FIA). Ese día las principales escuderías inglesas se retiraron como modo de protesta de la FOCA que reclamaba un mayor reparto de dinero por los ingresos de televisaciones y publicidad. Por eso no corrieron Williams, Brabham, McLaren y Lotus.
Villeneuve y Pironi tuvieron un show de superaciones en la punta. En el final lideró Gilles y desde los boxes les mostraron a ambos un cartel que decía slow (despacio), para que ambos bajaran el ritmo en el final. El canadiense interpretó que debían mantener posiciones, pero en la última vuelta el francés tomó la punta y ganó. Villeneuve lo tomó como una traición de Pironi, que lo quiso saludar en el podio, pero el ninguneo de Gilles fue lapidario.
“Si te ponen la señal ‘despacio’ significa que debes mantener tu posición. Así ha sido siempre desde que estoy en Ferrari”, afirmó Villeneuve en declaraciones reproducidas por el sitio de Red Bull. “‘Despacio’ significa que debes tener cuidado y no sufrir un accidente, pero no estaba prohibido adelantar”, esgrimió Pironi.
La explicación que dio el director deportivo de Ferrari, Marco Piccinini (quien ordenó el cartel), fue que debido a que los motores turbo tenían un gran consumo de nafta, les dieron la orden de bajar la velocidad faltando dos vueltas. En el documental Sfide producido por la RAI y presentado por el ex piloto Alex Zannardi, Mauro Forghieri (director técnico) esgrimió que, de haber estado él presente en aquella carrera, “jamás” hubiese mostrado ese cartel, ya que Villeneuve lo interpretó como mantener las posiciones y Pironi no cometer riesgos excesivos, pero “nunca” les dijeron cómo actuar ante esa situación. Forghieri no estuvo presente por un tema familiar.
Esto puso punto final a una amistad y estalló una guerra entre ellos. “Le he declarado la guerra. Nunca más le dirigiré la palabra”, disparó Villeneuve minutos después de la carrera, “es una guerra absoluta a partir de ahora”, subrayó. “Ahora búsquense otro piloto. Creía tener como compañero a un amigo y hoy me di cuenta de que es un imbécil, se portó mal, me cuesta creer todo lo que pasó hoy en la pista”, sentenció Gilles.
Tampoco hubo una reacción de Enzo Ferrari. “Estaba esperando una intervención. Pero el viejo Enzo simplemente dijo: ‘lo importante es que ha ganado un Ferrari’”, recordó Antonio Giacobazzi, uno de los principales sponsors de Villeneuve en una entrevista recogida por el portal Scuderia Ferrari Club Riga.
Brenda Vernor fue secretaria de Enzo Ferrari y en una entrevista con el periodista Marcelo Zucca, dio su parecer sobre el tema: “Todos culpan a Didier, que era un joven encantador, siempre me traía quesos de Francia, pero ahí el error nace en los boxes, vaya uno a saber qué hizo Marco Piccinini. Yo no estaba, pero me disgustó porque Gilles y Didier hasta esa carrera andaban codo a codo, salían a comer juntos, venían y se iban de la fábrica juntos y fue una lástima que se peleen así. Yo lo entiendo a Gilles, él estaba enojado y en la carrera de Zolder se accidentó porque Didier andaba más rápido que él, y ese sábado luego de los primeros giros que se tomaron los tiempos, para mí se equivocó Forghieri, ya que Gilles le fue a pedir de salir nuevamente a pista y era tanto el enojo que tenía que Mauro no tendría que haberlo dejado ir”.
Las tragedias
Las últimas manifestaciones de Brenda apuntan al trágico accidente que sufrió Villeneuve tan solo dos semanas después de aquel incidente en Imola. El sábado 8 de mayo, Pironi estuvo adelante suyo en la clasificación del Gran Premio de Bélgica, en Zolder, con un crono de 1m16s501. Gilles salió a bajar su tiempo de 1m16s616. Fue al límite, como siempre. Pero esta vez sus reflejos no pudieron contra la negligencia de Jochen Mass (March), quien transitó a menos de 100 km/h sobre el sector rápido. Lo embistió a 200/225 km/h. Su rueda delantera izquierda se tocó con la trasera derecha del coche del alemán. La Ferrari empezó a volcar y en la curva Terlamen, Villeneuve salió despedido y terminó contra las vallas de protección. Sufrió una grave lesión del tronco encefálico, rotura con desprendimiento de las vértebras cervicales y lesiones graves en la base del cráneo por el impacto contra los palos de las redes metálicas (se usaban para contener a los coches) y la fuerte desaceleración de 27 G. Murió esa noche. La F1 perdió a uno de sus baluartes y Gilles pasó a la inmortalidad. “El límite es donde tienes que estar”, afirmó su mujer, Joann Villleneuve, en el documental Villeneuve vs. Pironi, Racing’s Untold Tragedy (La tragedia no contada de los corredores) estrenado hace tres meses. “Y para él, lo mejor que podría pasar es cuando las llantas traseras tocaran los guardarraíls, y regresaría con una gran sonrisa en su rostro y diría, ‘besé los guardarraíls por todas partes. Perfecto’. Era un verdadero corredor de corazón”.
En el hospital, aparte de Pironi, ningún otro piloto fue a verlo. “Gilles me llamó varias veces y todo el tiempo era para hablar de Pironi. Estaba tan enfadado que apenas podía creerlo. Luego sucedió el accidente y enseguida supe por qué”, reveló Alain Prost, que por entonces disputaba su tercera temporada en la F1.
La tragedia siguió cerca de Ferrari y de Pironi. El 13 de junio su auto tuvo una falla en la largada en Canadá y fue embestido por el joven Riccardo Paletti (23 años), cuyo Osella comenzó a arder y perdió la vida. Pese a la segunda muerte en la F1 en poco más de un mes el show debió continuar y en la segunda largada Didier pudo arrancar y terminó noveno. Su triunfo en Países Bajos y el segundo puesto en Gran Bretaña lo consolidaron en la cima del campeonato. Su rendimiento fue tan regular que le permitió liderar aún con una carrera menos por el retiro de la Scuderia en Bélgica tras la pérdida de Villeneuve.
Pironi se encaminaba a una merecida consagración por manejo y el nivel de su Ferrari 126C2K. Pero el sábado 7 de agosto (tres meses después de la tragedia de Villeneuve), fue el francés el que rozó la muerte con un terrible accidente en Hockenheim, durante los entrenamientos para el Gran Premio de Alemania. Con pista mojada chocó con la parte trasera del Renault de Prost y levantó vuelo (al igual que Villeneuve con Mass) y luego su auto clavó en el asfalto 200 metros más adelante. La trompa de la Ferrari se desintegró y se vio una escena dramática. “¡Sácame de aquí! ¡Sácame!”, le gritó a Nelson Piquet, que casi se desmaya al ver el rostro del francés que lució irreconocible y ensangrentado. El brasileño (por entonces vigente campeón mundial) vomitó y fue ayudado por los comisarios de pista.
“¡No dejes que me corten las piernas!”, fue la súplica de Pironi al profesor Sid Watkins, responsable médico de la F1. Sufrió la rotura de esos miembros y nunca más pudo correr en la F1. “Cada vez que manejo en una pista mojada, miro por el espejo retrovisor y veo volar el Ferrari de Didier”, recordó Prost. “El destino los llevó a tener el mismo accidente”, fueron las palabras de Pietro Corradini, el mecánico de Pironi. Fue tal la diferencia que el francés había sacado en el campeonato que, con seis carreras menos y un abandono, terminó segundo en la temporada detrás de Keke Rosberg, que ganó una sola carrera con su Williams, en el Gran Premio de Suiza corrido Dijon-Prenois, en Francia.
Cambio de vida
De la noche a la mañana el mundo se le derrumbó a Pironi. De acariciar la gloria y poder ser el primer francés campeón mundial en la Máxima o ser considerado uno de los mejores pilotos del planeta, a un futuro incierto con solo 30 años. Su recuperación fue larga y dura, de semanas en cama que se convirtieron en meses. Según cuenta el sitio Planet F1, Pironi también se vio afectado en lo personal, ya que meses después del accidente se separó de Catherine Bleynie, con quien se había casado ese año. Más tarde se reencontró con su anterior pareja, Catherine Goux.
Junto a ella rehizo su vida y fue su fiel compañera. La relación se fortaleció en aquella etapa traumática en la que pasó por 33 operaciones y 40 procesos de anestesia total. En 1983 reapareció en el ambiente y fue en el mismo circuito germano, aún con muletas. Enzo Ferrari le había prometido un auto ni bien estuviese en condiciones de volver a manejar y hasta le mandó al hospital un trofeo con una placa que decía: “Didier Pironi, el auténtico campeón del mundo de 1982″.
Pero Didier nunca se recuperó del todo para volver a correr al máximo nivel. Tardó cuatro años su rehabilitación completa y encontró en la motonáutica como alternativa para poder competir. “Era un piloto muy talentoso con mucha ambición. Creo que, después del accidente de Hockenheim, sintió que la motonáutica era la siguiente mejor opción”, dijo Guy Ligier, fundador del equipo que llevó su nombre, donde corrió Pironi en 1980 y con el que logró su primera victoria en la F1, en Bélgica, el mismo lugar donde se mató Villeneuve.
“Didier amaba la atmósfera, el ambiente, la emoción”, afirmó su amigo y ex compañero en Ferrari, Patrick Tambay, quien reemplazó al malogrado Villeneuve. “Le encantaba el peligro, el estrés, la sensación de poder controlar las ansiedades que vienen con la competencia de alto nivel”.
Fue así que comenzó a correr en lanchas y no lo desanimó un accidente en España que le dejó cuatro costillas rotas. Luego junto a sus compañeros Jean-Claude Guenard y Bernard Giroux, vencieron en Noruega y Didier se conmovió por un mensaje de felicitación de Enzo Ferrari.
Más tarde Didier y Joann Villeneuve se volvieron a ver luego de cuatro años en Saint- Tropez. “Estuvieron reunidos unas dos horas, fue la primera vez que la vio después de la muerte de Gilles. Estaba muy conmovido de haberla visto. Hablaron, y recuerdo que él estaba muy, muy emocionado por haberla vuelto a encontrar. Eso es todo lo que puedo decir: que estaba feliz de verla y ver que las cosas iban bastante bien”, recordó Catherine Goux en diálogo con Planet F1.
Luego de hacer algunas pruebas secretas en la F1 para los equipos AGS y para sus viejos amigos en Ligier, Pironi se convenció de que ya no estaba en condiciones de correr en F1. Por eso la motonáutica fue un renacer, pero también fue el comienzo del fin, ya que falleció el 23 agosto de 1987 en un accidente con su lancha llamada “Colibri” en la Isla de Wight, en Inglaterra, que también se cobró las vidas de sus copilotos, el periodista Giroux y su amigo Guenard.
La nueva tragedia llegó mientras Goux estaba embarazada. “El único contacto que tuve con Joann fue cuando iban a nacer mis hijos. Le pregunté si tenía algún problema si los nombraba Didier y Gilles. En mi repisa tengo una foto de Enzo Ferrari con Gilles y Didier a cada lado. Ella se mostró bastante sorprendida, pero aceptó. Esa fue la única vez que hablé con ella, y nunca más volvimos a hablar”.
“Mis chicos tienen contacto con Jacques (Villeneuve), que es muy bueno. Les gusta mucho Jacques. Ese es el único contacto”, cuenta en referencia al vínculo que crearon sus hijos con el de Gilles, campeón mundial de F1 en 1997.
“Si ves la F1 de hoy, veo que vemos esto todo el tiempo (internas y conflictos entre compañeros de equipos). Conociendo a Didier, nunca habría traicionado a nadie. Pero lo dijo perfectamente: está ahí para ganar la carrera”, explicó Catherine.
Uno de sus hijos, Gilles, es ingeniero y trabajó en la escudería Mercedes. “Creo que a papá le hubiera gustado aclarar las cosas con Gilles, pero desafortunadamente no hubo tiempo”, dijo luego de subir al podio con Lewis Hamilton en Silverstone.
“A mi hermano y a mí siempre nos han gustado las carreras y competíamos en karts, pero mi madre y mi abuela no estaban entusiasmadas. Estudiamos en su lugar y creo que fue la decisión correcta”, contó sobre la pasión por el automovilismo que está en su ADN.
“Como aficionado a las carreras, me encanta Ferrari, pero el ambiente aquí es bueno y estoy en el mejor equipo del mundo (en Mercedes en 2020). Creo que mi padre habría corrido para este equipo si hubiera podido”, concluyó Gilles, que el año pasado fue contratado por Ferrari y también forma parte del equipo en el Campeonato Mundial de Endurance que ganó las últimas 24 Horas de Le Mans. Fue el primer triunfo de la Scuderia luego de 58 años en la legendaria carrera. Catherine, orgullosa, publicó en su cuenta de Instagram una foto de Gilles: “Increíble carrera, gran victoria. 45 años después de que tu padre ganara. Qué destino. Así se hace Gilles. Tantas emociones”.
Luego de la amistad, la rivalidad y la tragedia, hoy Villeneuve y Pironi están más vivos que nunca. Estos ídolos siguen acelerando en el corazón de los fanáticos y el legado familiar mantiene encendida la llama del fuego sagrado. Así como Jacques se consagró en la F1 en 1997, la imagen de Gilles con el trofeo de las 24 de Le Mans, los colores de Ferrari, su apellido y la gloria es la épica conclusión de esta historia.
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