El caso de Nicolás Varrone es el fiel ejemplo de que hay vida después de la Fórmula 1. Es cierto que el joven de 22 años oriundo de Ingeniero Maschwitz emigró a Europa con el sueño de llegar algún día a la Máxima, pero la falta de presupuesto truncó ese sueño. No obstante, la luchó y se ganó un lugar en el mundo de las carreras de larga duración y este domingo se consagró al ganar las 24 Horas de Le Mans en la clase LMGTE Am con un Corvette del equipo oficial que compartió la conducción junto al neerlandés Nicky Catsburg y el estadounidense Ben Keating.
Hay una frase en la jerga fierrera que afirma que “Le Mans elige al ganador”. Esto es porque se trata de una carrera de supervivencia en el circuito llamado La Sarthe de 13 kilómetros (en los que corre la F1 suelen ser de 5 km) que es una combinación del autódromo de Le Mans con las rutas públicas, en la que durante la noche la iluminación no es la ideal para una carrera de autos. Pero al haberse transformado en un clásico los protagonistas asumen el desafío.
Recién llegado a la Argentina y en una estadía que será por una semana, Varrone habló con Infobae y contó sus vivencias. La historia desde adentro de cómo ganó la mítica competencia en su segunda participación. “Se logró gracias a mucho esfuerzo, dedicación, muchas horasde dejar cosas de lado. Esto es una recompensa a todo eso. Momentos súper difíciles, como todos tienen, pero uno tiene que siempre seguir. Esto es el fruto a tantos años de esfuerzo, desde la primera vez que me subí a un karting en 2008, así que es una satisfacción enorme”, asegura. Nico fue el primer argentino en ganar en su clase desde Alejandro de Tomaso en 1958, cuando venció con un OSCA 750 Sport TN junto al británico Colin Davis.
Varrone y sus compañeros la tuvieron difícil en los primeros tramos, ya que debido a una falla mecánica perdieron dos vueltas y debieron salir con todo a recuperar ese tiempo. “Fue a la hora y media que se nos rompió el amortiguador delantero derecho. Caímos dos vueltas y, si bien es una carrera de 24 horas, todos van a fondo. Medio que ya dimos por perdida la victoria, sin decirlo, pero lo sentíamos. Pero al estar peleando el campeonato dijimos ‘bueno, terminemos lo más adelante posible’. Después comenzó el caos porque se largó a llover, paró, volvió a largarse. Estar con gomas slick (para piso seco) en la lluvia, esa parte es la que me tocó. Eso fue la clave, el poder mantenernos en pista en ese momento con todos los inconvenientes que tuvo el resto. En la medianoche aprovechamos el auto de seguridad para recuperar una vuelta y después tuvimos un ritmo bárbaro. Fuimos muy rápido y pudimos recortar mucho. También acertamos en la estrategia e hicimos una parada menos que el resto y todos esos puntos ayudaron a que nos pudiéramos recuperar y que nos lleváramos la victoria al final. Pero luego de que se nos rompió el amortiguador muchas cosas se alinearon para poder ganar”, relata.
Las 24 Horas de Le Mans es una de las tres carreras más importantes de pista junto al Gran Premio de Mónaco de la F1 y las 500 Millas de Indianápolis. Integran la Triple Corona del Automovilismo, un logro que no entrega un trofeo, pero sí un título honorífico. Hasta ahora el único piloto en la historia en conseguirlo es el inglés Graham Hill. Para describir el contexto y el clima del evento, Nico cuenta que “el lugar es mítico. En esta edición se cumplieron 100 años de la primera carrera. Es un lugar en el que se respira automovilismo. Toda la previa se vive en la ciudad con el desfile de los autos y su pesaje. Es un evento extraordinario y venís a la noche por una ruta pública y ves los carteles de los locales de comida”.
Esta edición tuvo la dificultad extra de la lluvia, que llegó entrada la noche e hizo estragos con varios abandonos por choques y roturas. “Fue duro. Es difícil correr con lluvia y de noche en Le Mans. Pero si le sumamos a que estábamos con gomas slick, las de piso seco, lo describo como el momento que más miedo tuve arriba de un auto de carrera porque venía en la recta de Mulsanne (de 6 km con dos chicanas) donde llegás a 300/350 km/h (con piso seco) y el auto venía haciendo aquaplaning (N. de la R: efecto en el que auto pierde el control y se mueve por el agua acumulada en el asfalto), las ruedas se complicaron y yo no tenía el control del auto. Era un río. El auto flotaba y a todo esto había autos que venían con gomas para piso mojado y te pasaban a 250 km/h, al milímetro y te pasaban por afuera, por adentro, por todos lados. Al milímetro, una pequeña maniobra porque se te movió un poco de más podía terminar en un desastre. Haber sobrevivido en esa parte fue la clave”, destaca.
Otro punto importante es correr de noche. “Es algo totalmente distinto a lo que estás acostumbrado. Te cambia la percepción. De día doblás en la Curvas Porsche a 200 km/h y de noche también doblás a esa velocidad, pero parece que venís s 350 km/h. Tenés que encontrar ese ritmo, saber manejar en ese ‘túnel’, como uno le llama a correr de noche en Le Mans. En la noche tu visión se acostumbra a ver poco, a ver luces, a la velocidad que se te viene todo, y hay pilotos a los que les cuesta más, otros a los que les cuesta menos. La primera vez recuerdo que dije ‘no voy a manejar nunca más de noche’, porque estaba asustado, y ahora le terminé agarrando el gustito”, relata.
Al ser una carrera en la que se comparte la conducción del auto, los pilotos tienen la chance de descansar cuando no tienen su turno de manejo. El equipo suele insistir y recomendar que los corredores duerman, pero eso parece imposible por la adrenalina. “Es difícil. Estoy aprendiendo cómo es. Si vos dormís solo media hora entre cada stint (tramo de carrera) no te ayuda, te desenfoca. Si dormís dos horas porque tenés más tiempo eso te ayuda un poco. El tema de dormir depende de cada uno. Igual es difícil dormir porque tu cabeza está en otra y cuando te despertás te pensás que estás arriba del auto ya que te despiertan de golpe y vos te tenés que enfocar en manejar un auto en pocos segundos”.
Le Mans forma parte del Campeonato Mundial de Endurance (WEC por su sigla en inglés) y Varrone junto a sus compañeros lideran el certamen luego de ganar tres de cuatro fechas. Esta clase de competencia y en especial en la categoría en la que corre Nico incluye la reglamentación “Gentleman Driver”, que es la posibilidad que un amateur pueda correr pagando su butaca. Por caso, algunas celebridades la corrieron como al actor Patrick Dempsey (que tiene su propio equipo) y el ex arquero campeón mundial y de Europa con Francia, Fabien Barthez. Aunque el compartir la pista con inexpertos también puede llegar a ser una dificultad. Al respecto, Nico cuenta que “cuando uno viene manejando por las líneas te das cuenta de quién está manejando, si es el profesional o el amateur. En este caso tomás más precaución en caso de que no te vea y dejás un poco más de espacio por las dudas, porque quizá no te vio y le tenés que dejar espacio”.
Con el aprendizaje de 2022 y la posibilidad de correr en un equipo oficial las motivaciones fueron otras, pero también las presiones: “El año pasado me dieron a último momento la posibilidad de correr y no éramos candidatos. El objetivo era terminar la carrera y tratar de hacer lo mejor posible para poder agarrar un mejor auto para este año. Este año ya tuve la experiencia del anterior y este año las presiones fueron otras, ya que llegamos como favoritos porque corremos en un equipo oficial y ya habíamos ganado dos carreras en el año. Poder ganar me sacó 200 mil kilos de encima”.
Varrone, Catsburg y Ben Keating se encaminan al título mundial en su clase y por eso fue clave esta victoria: “Le Mans era ‘La’ carrera. El equipo nos puso la presión para ganar y el haberlo conseguido nos sacó mucho peso de encima. Ahora tenemos mucha diferencia, pero a no dormirse en los laureles. Iremos a Monza con la posibilidad de sumar todos los puntos que sean necesarios para intentar cerrar el campeonato”.
Por último, su éxito también es un incentivo para muchos chicos argentinos que comienzan a correr y que sueñan con llegar a nivel internacional. Pese a la falta de apoyo económico (salvo un sponsor local que lo acompaña desde sus inicios), Varrone cuenta que “mi historia hasta ahora fue particular. Fue mucho en base a lucharla, a no rendirse, a seguir ocuparte por todo. Hay momentos en los que me costó porque yo también dudé en seguir o no cuando las cosas iban todas para atrás. Pero es en esos momentos en los que pasás esas barreras y salir adelante. Es salir en cada vuelta como si fuese la última”.
La agenda está cargada para Varrone en sus días en Argentina ya que viajará a los Estados Unidos para disputar su otro campeonato, el de IMSA, que es un campeonato similar que se disputa en los Estados Unidos. El fin de semana del 24 y 25 de junio correrá las 6 Horas de Watkins Glen, el histórico circuito neoyorquino donde la F1 corrió hasta 1980. El bonaerense está segundo en el campeonato de la LMP3 junto al canadiense Anthony Mantella y el británico Wayne Boyd. Corren con un prototipo Duqueine D08 del equipo Awa Racing Team. Junto a ellos ganaron las míticas 24 Horas de Daytona. En el WEC, Varrone sumó un éxito en otro clásico norteamericano como las 1000 Millas de Sebring.
En una temporada que viene siendo soñada, Nicolás Varrone quiere seguir en la buena senda y en la segunda parte del año la encara más que motivado luego de conseguir el triunfo en las 24 Horas de Le Mans.
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