Felipe Silveira, amigo y asesor de Vinícius Jr, denunció este sábado haber sufrido un grave episodio racista por parte de un agente de seguridad del estadio de Cornellà-El Prat, en la previa del amistoso entre Brasil y Guinea. El hecho ocurrió justo el día que el combinado sudamericano lució una camiseta negra como símbolo en contra del racismo.
El hombre en cuestión le aseguró al portal brasileño Globoesporte que al pasar por los molinetes del estadio del Espanyol lo revisó un guardia de seguridad privado, quien de repente se sacó un plátano del bolsillo y le dijo: “Manos arriba, esta es mi pistola para ti”.
El sitio logró capturar una imagen en la que se ve al agente de seguridad con una banana en el bolsillo, durante un video en el que le se ve a Silveira acusando al sujeto de haber cometido el acto de racista. Aunque, el hecho en sí no fue captado por ninguna cámara de un medio de comunicación.
Una colega del supuesto agresor intentó retirar al agente de seguridad del estadio, pero el personal del delantero del Real Madrid lo impidió para que éste pudiera ser identificado por las autoridades. Luego, un reducido grupo que acompañaba a Silveira fue llevado a la sala de cámaras de seguridad para acceder a las grabaciones.
La selección brasileña jugó este sábado un amistoso contra Guinea en el Cornellà-El Prat, en Barcelona, en un partido de fútbol más que simbólico, pues se ha convertido en un acto reivindicativo contra el racismo en el fútbol. La Canarinha visitó en la etapa inicial un uniforme completamente negro por primera vez en su historia dentro de la campaña de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) para condenar la discriminación racial en el deporte.
Esta y otras iniciativas surgieron a partir del revuelo internacional que causaron los insultos racistas que recibió Vinícius Jr el pasado 21 de mayo en Mestalla por parte de grupos de aficionados del Valencia en un partido de la Liga española. Los ataques contra el extremo merengue, que se han repetido a lo largo de la temporada en otros estadios, fueron condenados por las más altas autoridades de Brasil, entre ellas el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que exigió acciones para poner punto final a esa situación.
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