Tomás Etcheverry sigue haciendo historia en Roland Garros y promete ir por más. Luego de imponerse en su debut al británico Jack Draper, logró la mejor victoria de su carrera ante el australiano Alex De Miñaur, 19° del mundo. Sin embargo, no conforme con ello, sumó otro batacazo ante Borna Coric (16° del mundo) y este lunes, por si fuera poco, sacó del torneo al japonés Yoshihito Nishioka (23°) por 7-6, 6-0 y 6-1, en todos los casos in perder un set. El platense ahora se encuentra en los cuartos de final y si bien enfrentará a Alexander Zverev (22°), quien se impuso al búlgaro Grigor Dimitrov (28°) por 6-1, 6-4 y 6-3, a juzgar por su temperamento este nuevo escollo no será un impedimento para continuar dando batalla.
Es que Tomás sabe lo que es enfrentar duros retos y superar momentos más que complejos. Así lo hizo a lo largo de su carrera, en especial cuando ésta se encontraba en pleno ascenso. Junto con Francisco Cerúndolo (23º) y Sebastián Báez (42º), Etcheverry aparece como bandera del recambio argentino tras los éxitos de La Legión con Juan Martín Del Potro, estandarte y clave en la obtención de la Copa Davis, y Diego Schwartzman, quien transita un momento agridulce y muy lejos de su mejor versión.
Etcheverry se fue haciendo su lugar en el circuito a fines de 2016, cuando ganó su primer punto ATP. El oriundo de La Plata pisó fuerte con su imponente físico de 1,96 metros de altura, su saque potente y el juego con su drive que cada vez más daño causa. Dos años más tarde, en 2018, logró dos torneos ITF con los que pegó el gran salto al circuito challenger. Asimismo, junto con Báez (2000) y Cerúndolo (1998), Tomy (1999) continuó disputando ITF locales hasta su gran debut en el ATP Delray Beach en 2021.
Sin embargo, cuando a mediados de aquel año pudo perforar el top 200 del ranking y se presentaba como uno de los tenistas argentinos de mejor proyección, de repente todo se desmoronó. Tomás Etcheverry vivió una verdadera pesadilla, primero en Alemania donde fue deportado, y luego en Argentina cuando se contagió de COVID-19.
“Después de jugar en Banja Luka tenía que ir a Polonia y debía cruzar por Alemania. Hasta ahí era todo normal hasta que, en el aeropuerto, cuando me pidieron el pasaporte, me apartaron de la fila de pasajeros y estaba solo. No entendía lo que pasaba. Estaban los de migraciones pero en un momento vi que se acercó personal de la policía militar. No entendía nada por el idioma y por todo lo que sucedía. Tenía mucho miedo. Pasó un rato y, entre inglés y alemán, me explicaron que había sobrepasado el límite de permanencia, que era de 90 días en países que pertenecen a la Comunidad Económica Europea. Me dijeron que me tenían que deportar y entré en pánico”, relató al diario El Día de La Plata.
El terror se apoderó de su vida. Etcheverry no solo fue esposado sino que además lo trasladaron a una comisaría de Köln (Alemania), donde pasó más de 24 horas en un calabozo. “Cometí un error sin querer: superé por 23 días el límite de tiempo ininterrumpido que se puede permanecer en la Comunidad Económica Europea, que por la pandemia se redujo a sólo tres meses. Mi falla estuvo en que pensé que haber ido a jugar el US Open interrumpía el conteo pero no fue así. Los días siguieron corriendo”, lamentó.
Y agregó: “Me trataron bien pero me sentí un delincuente. Ni bien me dejaron en libertad tomé el primer avión y me vine para Argentina. Con la pandemia no es fácil pero encontré uno que de Estambul con escala en Río. En Turquía estuve once horas esperando el vuelo. El tiempo no pasaba más: dormí en el piso y todavía tenía miedo”.
Los días en los que se lucía los challengers de polvo de ladrillo de Italia quedaron atrás. Sus mejores actuaciones se volvieron parte del pasado en medio de una pandemia que todo lo frenó. Y como si esto no hubiese sido mucho para un deportista que se encontraba en el despegue de su carrera, volvió a recibir otro duro golpe. En el mismísimo Aeropuerto de Ezeiza el testeo de COVID-19 arrojó resultado positivo. “Llevaba siete meses sin ver a mi familia. Me sorprendí cuando me dio positivo. En Europa y en Estados Unidos me hice un sinfín de hisopados por COVID-19 y fueron todos negativos. Estaba asintomático pero, como indica el protocolo, me llevaron a un hotel de Buenos Aires en un taxi especial”, contó al diario platense.
Nada hizo que Tomy bajara los brazos y prometió volver mejor. Superó la enfermedad, comenzó a entrenarse más duro que antes y cumplió. Alcanzó los cuartos de final Buenos Aires, cayó en la final del 250 de Santiago de Chile, donde venció a sus compatriotas Báez y Fran Cerúndolo y pese a llevarlo hasta el tercer set, perdío con el local Nicolás Jarry; y tras ganarle sets en Indian Wells y Miami a Andy Murray y Karen Khachanov, ni más ni menos, en el ATP 250 de Houston alcanzó su segunda final: quedó en las puertas de su primer título ATP por la derrota ante Frances Tiafoe en doble tie-break: 7-6 (1) y 7-6 (6).
Este 2023 de ensueño lo tuvo a Tomás debutando en un Grand Slam, Australian Open 2023, donde logró el primer triunfo ante Gregoire Barrere, y con el presente en cuartos de Roland Garros, sin contar que se vendrán Wimbledon y US Open. Un presente que como lo dijo él mismo, lo tiene en su mejor nivel.
“Estoy demostrando el mejor tenis de mi vida. Ni bien llegué a Roland Garros me sentí impecable, traté de enfocarme y mantener ese tenis que venía teniendo. ¿Zverev? Lo vi millones de veces por TV. Cuartos de un Grand Slam, va a ser un aprtido durísimo, tendré que jugar de esta manera así tengo chances de ganar. Pero estoy descansado, no perdí sets, estoy bien”, reconoció Tomy, quien también bromeó acerca del “countdown” que se ha vuelto viral. Es que en sus inicios en el circuito, Etcheverry celebraba sus triunfos mostrando un cartel con los puntos en el ranking que le faltaban para ser número 1 del mundo, como Djokovic en aquel entonces, su gran ídolo. “Mañana lo hago”, prometió.
En diálogo con ESPN, Tomás también recordó a su hermana, a quien le dedica cada triunfo mirando al cielo. Magui, de 32 años y dos hijos (Galo y Juana) falleció en septiembre de 2022 tras una larga pelea contra el Cáncer de mama, que fue diagnosticada en junio de 2020. “Siempre le estoy pidiendo fuerzas a mi hermana. Sé que ella siempre me las da. Hoy en un momento importante en un saque le dije ‘por favor Magui ayudame’; y me ayudó, metí un ace”.
Emocionado y muy ilusionado, allá van los sueños de Tomás Etcheverry quien con solo 23 años es la sorpresa de Roland Garros y, como ocurrió en toda su vida, promete seguir luchando.
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