Radiografía de la final NBA: el análisis de la serie entre Denver y Miami, el favorito y la sorpresa

Los Nuggets y el Heat empiezan a definir el anillo desde esta noche. Antecedentes, puntos fuertes y débiles y las atracciones de una definición distinta, con dos equipos con dos superestrellas muy queridas: Jokic y Butler

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Nikola Jokic en una práctica
Nikola Jokic en una práctica horas antes de la gran final

Sin dudas que la NBA, como organización, hubiese preferido una final Celtics-Lakers. Nada mejor, para el negocio y la difusión, que una definición entre las franquicias más tradicionales y ganadores, en un duelo que se hizo icónico en los años 80 -con los clásicos Larry Bird vs Magic Johnson- y ahora podría haber tenido una nueva edición, nada menos que en un tú a tú para ver cuál pasaba a tener 18 campeonatos y cuál se quedaba en 17. Ideal. Y más si en el medio estaba el gran LeBron James, el Rey en otro arribo épico a una final luego de una temporada tumultuosa. Pero no. Por suerte lo deportivo sigue primando y los que se enfrentarán, a partir de este jueves, serán los que hicieron más mérito, un Nuggets-Heat con varios atractivos por detrás, para que nadie extrañe la definición soñada entre los opuestos angelinos y bostonianos. Y aquí te los contaremos.

Lo primero que sale decir es que este choque entre Denver y Miami es el clásico entre el candidato y la sorpresa. El primero fue el mejor de la Conferencia Oeste, finalizando con récord de 53-29. Una muy buena campaña aunque tampoco nada del otro mundo para un equipo que ha ido dando los pasos lógicos desde que entró a la escena grande, en la burbuja del 2000. Luego, en playoffs, subió el nivel venciendo con autoridad a los Wolves en primera ronda (4-1), a los Suns en segunda (4-2) y después a los Lakers con barrida incluida (4-0) para llegar a la primera final de su historia. Así se ratificaron como el mejor equipo de la temporada y, especialmente, de los playoffs, con el mejor jugador justamente de esta postemporada, en Nikola Jokic, quien está promediando un triple doble en estos 15 partidos (29.9 puntos, 13.3 rebotes y 10.3 asistencias), una verdadera locura.

Distinto ha sido el camino del Heat, que arrancó mal la temporada (7-11) y le costó encaminarla (recién desde enero). Su mediocre marca de 44-38, sobre todo para ser el último finalista del Este, lo dejó séptimo, obligándolo a jugar el Play-in, que sorprendentemente perdió con Atlanta y eso lo llevó a tener que disputar otro duelo, ante los Bulls, que ganó para meterse como el octavo y último clasificado para la postemporada. Encima, con dos bajas importantes (el tirador Tyler Herro y el generador de juego Victor Oladipo), nada hacía pensar en algo importante en la parte más trascendente del año. Más aún cuando en la ronda inicial le tocó Milwaukee, el #1 del Este y tal vez máximo candidato al título. Pero el Heat comenzó a engranar y a tomar confianza, sobre todo cuando ganó en Milwaukee y así terminó cerrando la serie con un impactante 4-1. Luego le tocaron los mejores Knicks de la década y lo resolvió bien, por 4-2. El 3-0 inicial ante los Celtics dejó boquiabiertos a todos y si bien bajó su nivel y sufrió al perder tres al hilo, desperdiciando dos chances en casa, logró otra épica ganando el séptimo en Boston, con paliza incluida, logrando ser el segundo octavo clasificado que llega a una definición (el otro fue el Nueva York del 99).

Desde Las Vegas llegan los números que advierten que el de Denver sobre Miami es el tercer mayor favoritismo de una final en 20 años. La empresa Caesars Sportbook informó las probabilidades: -380 para los Nuggets y +300 para el Heat. Y no hay ningún experto que no vaya en esa dirección. Básicamente por el excelso nivel de las dos estrellas del equipo de Colorado, Jokic y Jamal Murray, quienes forman un dúo devastador en ataque. Ya lo hicieron en el 2020, cuando llegaron a la final del Oeste y perdieron ante los Lakers que luego salieron campeones. Después una grave lesión de Murray, justo cuando Facu Campazzo estaba en el equipo, demoró el progreso, perdiendo en semi del Oeste en 2021 y en primera ronda el año pasado. Pero, cuando el base canadiense arrancó, los Nuggets metieron una marcha más y se han hecho imparables.

La clave está en Jokic, claro. Este pibe de 28 años que creció en medio de la Guerra de los Balcanes y luego siempre prefirió estudiar a entrenar y andar a caballo -corría en sulky- al básquet. Pero tanto talento tenía que, incluso siendo el gordito de la clase -admitió tomar 3 litros de gaseosa por día y pasar más tiempo jugando a los videogames-, su rutina debió cambiar desde que llegó al Mega Vizura (hoy Mega Bemax), una auténtica fábrica de talentos. Siempre un tipo distinto, que dormía cuando fue elegido en el draft -lo llamó su hermano desde USA para despertarlo-. Es entendible: era tarde cuando los Nuggets gastaron el pick #41 de la segunda ronda, una elección tardía que hoy convierte al Joker en el mayor robo en la historia de la típica selección que hace cada año la NBA. Alguna vez ese título pudo ser para Manu, pero lo que hizo Nikola, siendo seleccionado tan bajo, se lo arrebató…

 Jimmy Butler (22) de
Jimmy Butler (22) de Miami Heat en acción frente a Derrick White (9)

Jokic se hizo distinto además por su estilo de juego, mucho más FIBA que NBA, aunque es tan bueno Nikola que lo adaptó a ese ritmo -superior- y a las nuevas tendencias de juego que impone la mejor liga del mundo. Hablamos de una estrella contracultural, que no corre rápido, ni salta alto, ni tira a la carrera. Nikola maneja el juego desde su cabeza y desde su altura, claro (2m13), con habilidades de un base para pasar la pelota. Es decir, hace lo que tiene que hacer un pivote actual y mucho más. Juega y hace jugar. Anota y asiste. Desequilibra para él y para el resto. Todo el tiempo está generando. Y en estos playoffs ha sido un escándalo. Ni siquiera Anthony Davis, el versátil pivote de los Lakers, reconocido gran defensor, pudo tener chances ante el Joker, como le dicen, porque además tiene un costado humorístico que lo reflejan como un tipo común. Todas características que lo hacen querido en Argentina, desde donde le recuerdan todo el tiempo que la Selección lo venció en los cuartos de final del Mundial 2019, en China, cuando ya era una figura NBA.

Justamente la presencia de una estrella así, distinta, en su estilo y en su juego, es un plus, sobre todo para aquellos que aman el juego como era antes. No tanto juego vertical, tiro a la carrera, volcadas y alley opps, como es común en la NBA desde hace varios años. Jokic es de la vieja escuela. De la escuela balcánica del pensar cada jugada, del pase como recurso de base. Y el juego de Denver nace ahí. Claro que aggiornado al básquet de hoy, con mucho lanzamiento de tres y a jugadas de uno contra uno, sobre todo cuando la agarran Murray y Michael Porter Junior, pero al menos Nikola siempre saca alguna genialidad de la galera y te deja boquiabierto.

Y, en este sentido, sobre todo estos lares, a la final le suma mucho que enfrente esté el Heat, un equipo que también presenta un mix, lo bueno de estos tiempos con lo mejor de otra era, tal vez más los años 80 y 90, con un juego colectivo, de mucho oficio, que busca el equilibrio entre el tiro externo y el desequilibrio hacia adentro, que hace un culto de la defensa, del pase y de los roles. Nada de jogo bonito, al menos como hoy se entiende, desde la irrupción de los Warriors de Steph Curry. Y todo parte de su estrella, Jimmy Butler, también más noventosa. Y eso, que no haya figuras millennials, a algunos les cae bien. Con un juego más cercano a su esencia, a la vieja usanza…

En el caso de Butler hay que sumarle el costado argentinoo. Le gusta el fútbol y festejó el título en Qatar, aunque de arranque iba con Brasil. Además, en febrero, estuvo de visita por Buenos Aires, cuando tuvo un par de días libres por no entrar al All Star. No eligió las Vegas, el Caribe ni Europa, sino Buenos Aires. Y compartió en sus redes cómo disfrutó de ir a ver tenis, fútbol, conocer La Bombonera, el Cilindro de Racing, entrenar en La Bombonerita, jugar en una canchita callejera, pasear por el centro y recorrer la noche porteña. Por eso la hinchada argentina seguramente estará dividida, entre Jokic y Butler. Lo malo para Denver: que sigue Mike Malone, el DT que le dio pocas chances a Campazzo…

LeBron James (6), de los
LeBron James (6), de los Lakers de Los Ángeles, pierde el balón mientras que Nikola Jokic (15) y Jamal Murray, centro, de los Nuggets de Denver, defienden durante la segunda mitad del Juego 1 de las Finales de la Conferencia Oeste, el martes 16 de mayo de 2023, en Denver. Los Nuggets derrotaron a los Lakers 132-126. (AP Photo/Jack Dempsey)

Yendo a las chances de cada uno, todo dependerá de cómo pueda Miami limitar al dúo dinámico de Murray-Jokic. En las últimas cinco temporadas, justamente ellos y el estilo, eminentemente ofensivo, con muchas variantes, ha complicado a los Spo boys. Denver ha ganado 9 de los 10 partidos, anotando 112.1 puntos y recibiendo apenas 102.2. De hecho, la mitad de esos partidos los ha ganado por 15 o más puntos. Miami, por caso, no le gana desde 2020. Esta temporada hubo dos duelos: 124-119 el 30 de diciembre, con ocho jugadores de los Nuggets anotando al menos 10 y con un triple doble de Jokic, y luego fue 112-108 en Miami, el 13 de febrero, con siete jugadores arriba de 10 y Nikola sumando 27 con 10 rebotes. El serbio promedia 21-11-8, con 55% de campo y 42% en triples, en estos últimos 10 partidos ante los de Florida, con cuatro triple dobles. El mismo dominio que ha tenido sobre el resto de los equipos, siendo el verdadero MVP, más allá que el elegido haya sido Joel Embiid.

Por si hacía falta, hay un antecedente picante que le agrega morbo al duelo. El 9 de noviembre del 2021, casi que en el comienzo de la temporada anterior, hubo una gresca entre jugadores que terminó escalando hasta los vestuarios y las redes sociales. Denver ganaba cómodo (111-94) y una desubicada falta de Markieff Morris hizo reaccionar a Jokic, que le pegó un feo topetazo por la espalda y desató el caos. El ambiente se puso picante. Hubo empujones y Jimmy Butler terminó insultando a Jokic e invitándolo a salir para pelear afuera. De hecho, cuando terminó el encuentro, él y otros compañeros de equipo fueron a buscarlo. La foto de los jugadores de Miami en la puerta del vestuario rival es de lo mejor como documento. Luego la siguieron en las redes sociales porque Marcus Morris, hermano de Markieff, quiso hacer justicia por mano propia y los hermanos de Jokic saltaron para defender, incluso amenazando si la situación escalaba. Hubo sanciones de la NBA para Jokic (1 partido), Morris y Butler (ambos multados) y en el caso de Markieff se pasó varios meses sin poder jugar producto del duro golpe del serbio.

Más allá de la temperatura de la serie, la gran pregunta es qué puede hacer Spo, el mejor DT de la NBA y, sobre todo, un maestro en cuestiones tácticas y estratégicas. Una cobertura simple es imposible. Ya lo sufrió Bam Adebayo, un pivote atlético, muy bueno defensivamente, contra el que Jokic lanza 63% de campo (17-27). Tal vez algunas mezclas defensivas puedan ser lo mejor. La zona que hizo el Heat ante Boston fue muy eficaz, pero no es lo mismo con Jokic, quien es tan alto y tan buen pasador que desde el centro de la zona puede habilitar compañeros, sobre todo en el lado débil. Quizá ir cambiando, alguna zona, alguna defensa hombre a hombre, con atrapes, para que no se sienta cómodo y así poder sacarlo de su ritmo.

Claro, para hacerlo no podés descuidar a Murray, que viene cocinando rivales con su tiro y 1 vs 1. Promedia la friolera de 27.7 puntos, con 48% de campo y 40% en triples, además de 6.1 asistencias y 5.5 rebotes. Un peligro constante que seguramente tendrá distintos defensores (Vincent, Lowry, Butler y hasta Caleb Martin). Luego tiene un grupo que sabe su rol. Porter Jr es una amenaza, por ser un alero alto que corre muy bien la cancha y tiene un tiro letal (14.6 puntos, 41% triples y 8 rebotes), lo mismo que Bruce Brown (12.2 puntos) y Caldwell-Pope (11.7). Aaron Gordon y Jeff Green, dos ala pivotes obreros, completan la rotación base de un entrenador que es nuevo en esta instancia. Veremos cómo reacciona, lo mismo que el equipo, que hace ocho días que no juega desde la barrida ante LeBron y compañía.

Con todo esto dicho pareciera que Miami no tiene chances y no parece tampoco que sea así. Primero porque este Heat es un equipo resiliente, con corazón, oficio, que cada vez que lo dieron por muerto, resurgió y sorprendió. Es un conjunto bravo, duro, áspero, competitivo, que encuentra siempre la chance de generar problemas al adversario. Todo nace en Butler, que es veloz, fuerte, con recursos, mañas y mucha determinación. Promedia la bestialidad de 28.5 puntos, con 48% de campo y 36% triples, además de 7 rebotes, 5.7 asistencias y 2.1 robos, siempre subiendo su nivel en playoffs y más aún cuando la presión arrecia o más difícil es el obstáculo.

Lo rodean muy bien varios jugadores con poco nombre pero que Riley y Spo eligieron quirúrgicamente para potenciar al conjunto. Muchachos que, en muchos casos, fueron desechados por otros equipos -siete no fueron elegidos en el draft. Un ejemplo emblemático es Caleb Martin, alero alto y versátil que fue cortado por Charlotte y llegó con una prueba de un día al Heat. Se quedó y casi que mereció ser el MVP de la final del Este (19.3 puntos y 6.4 rebotes). Gabe Vincent es un base, también ignoto para el gran público, que hace de todo (14 puntos y 5.7 rebotes), Adebayo es un interno muy atlético que es decisivo cerca del aro (16.8 y 9.2), Kyle Lowry y Kevin Love son dos veteranos que conocen bien cómo hacer cada pequeña cosa para ganar y Max Strus (36% triples) y Duncan Robinson (45%) son los francotiradores mientras esperan por el regreso de Herro, tal vez para el Juego 3 de la serie. Suficiente para soñar con el cuarto título de una franquicia que se hizo grande con Riley.

Está claro: no es la final más marketinera, la que todos soñaban y seguramente tampoco quedará en la historia por sus equipos. Pero tiene suficientes motivos y atractivos para sintonizar ESPN y quedar atrapado, por la historia de ambos y sus estilos de juego, por los intangibles que ponen en cancha y, claro, por sus líderes, tan fantásticos como queridos por estos lados. Que gane el mejor.

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