“El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños”, decía Eleanor Roosevelt, escritora, activista y política estadounidense; y esposa del presidente Franklin D. Roosevelt (1933-1945). A ellos, justamente, se aferró Mirko Ríos cuando, con apenas 17 años y mientras jugaba en el Club Atlético Huracán, supo que tenía Leucemia Linfoblástica Aguda y que la única posibilidad de vida era un trasplante de médula.
Todo comenzó casi en silencio. Un cansancio extraño en el cuerpo mientras jugaba en el club de Parque de los Patricios llamó su atención, cuando se repitió avisó a los médicos y pronto le efectuaron una serie de análisis, uno de ellos arrojó el inesperado resultado.
Ese gol en contra, con un futuro prometedor, no lo hizo bajar los brazos. “Vivía en la pensión de Huracán, le avisé a mi mamá, que estuvo conmigo, y cuando tuve el resultado mi papá llego desde Misiones para acompañarme. Tenía que iniciar un tratamiento y más tarde supe que debía ser trasplantado de la médula. La donante fue mi hermana”, resume la historia y cuenta que por dos años más seguirá en tratamiento.
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El partido más importante
Todo comenzó en febrero del 2020, cuando Mirko cumplía un año como jugador del plantel del Globo, donde compartía sueños y vivienda con sus compañeros de equipo.
”El 20 de enero del 2020 volví para hacer la pretemporada y ahí empecé con algunos síntomas como cansancio: no aguantaba los entrenamientos y no sabía el por qué. Si bien venía de un mes de entrenamiento en mi provincia, Misiones, y de jugar un torneo en Brasil, en el que no me sentí muy bien; en ese momento pasaban muchas cosas por mi cabeza, fueron días muy duros”, inicia el repaso de su historia del joven que se desempeñó como lateral derecho.
“Pasaron los días, ya en febrero empezó todo… Al estar mal en los entrenamientos y tener bajones por estar lejos de mi familia, mi mamá decide venir a Buenos Aires para acompañarme. Luego llegó otro síntoma, la fiebre: duró una semana y no había manera de bajarla. Cuando terminé una tableta de pastillas, mi mamá decide llevarme al hospital para que me vieran. Era el 11 de febrero del 2020 cuando quedé internado para que me hiciera una serie de estudios. Pasé la noche en el Hospital Británico, que tenía convenio con el club, y durante la madrugada me trasladaron al sector Repetto y ahí, el 13 de febrero, me diagnosticaron Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA T)”, recordó el joven. Allí realizó todo el tratamiento oncológico.
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Estuvo un mes internado y ya se había hecho conocido entre los futboleros y no paró de recibir visitas. “Estuvieron los amigos de mi papa, compañeros de la pensión, dirigentes del club, algunos familiares que viajaron de Posadas y mis tíos de Neuquén”, agradece el apoyo en tan mal momento.
Al cumplirse un mes del tratamiento recibió el alta médica. “Desde ahí seguí en forma ambulatoria por ocho meses más, aproximadamente. En ese tiempo, en plena pandemia, tuve COVID, una reacción alérgica a una quimio, y muchas altas y bajas en mi salud... Estuve tres meses encerrado, cuidándome, angustiado y llegué al punto de querer abandonar todo, pero gracias a mis papás, que estuvieron ahí conmigo, no bajé los brazos. Al terminar cada quimio me descomponía y la pasaba muy mal, pese a eso, gracias a mis padres y a la fe pude superarlo: todos los días repetía un versículo de la Biblia, de Santiago 5:15: ‘Y la oración de Fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados’”, recita.
El 22 octubre del 2020, Mirko fue sometido a un trasplante de médula y permaneció otro mes internado en una especie de incubadora porque estaba muy débil. “Mi donante fue mi hermana, Ayelén. Nunca olvidaré que ese día cuando a las 12:41 entró a la habitación la doctora Palmer con ese sachecito tan esperado. ¡No se puede explicar todas las emociones que sentí en ese momento! Sólo quedaba esperar a que la médula prendiera y empezaran a subir los glóbulos blancos por su cuenta”, detalla la espera.
Eso sucedió el 5 de noviembre. “Para esa fecha ya tenía 1600 blancos, una felicidad enorme teníamos todos... ¡Hasta bailamos en el cuarto de la alegría! Desde entonces, sólo fueron buenas noticias hasta el día de hoy”, asegura.
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Camino a cumplir los tres años como trasplantado recuerda emocionado el día en que volvió a calzarse los botines.
“El 2 de mayo del 2022 volví a jugar al fútbol en Huracán de Posadas, en la Reserva y sólo con un mes de entrenamiento. Gracias a mi DT, Yoni Maidana, jugué dos partidos apenas retorné. También integré el plantel de Primera que jugó el campeonato Provincial, ahí jugué un partido”, recuerda el empleado del Consejo Deliberante de Posadas.
Actualmente, entrena en el gimnasio a la mañana y a la tarde con el equipo. “Todo es un esfuerzo muy grande para mí, trato de dar todo y recuperarme en lo físico para estar al 100 %; si Dios quiere, volveré a probar suerte en el fútbol profesional en Buenos Aires. Me gustaría regresar a Huracán o entrar a otro club, estoy abierto a todas las posibilidades, tengo muchas ganas, pero lo importante es cuidar mi salud. Estoy feliz también porque veo ahora a mi amigo Juan Gauto en la Sub 20, y tras el Mundial de Qatar, la Selección es un sueño”, finaliza el estudiante de Tecnicatura en Administración Pública.
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