Brian Aguirre fue una de las grandes figuras del primer partido de la Selección Sub 20 en el Mundial. También anotó de penal en la goleada de Argentina ante Nueva Zelanda. Sus arremetidas por el extremo derecho son una de las principales armas de ataque del equipo de Javier Mascherano y por eso su nombre se convierte en tendencia rápidamente en las redes sociales. La mayoría de los usuarios se sorprendieron al ver la guapeza del chico surgido de Newell’s Old Boys, pero lo cierto es que hace tiempo que viene demostrando de qué es capaz.
Desde 2019 que ha sido convocado regularmente por el seleccionado en sus diversas categorías y ya tiene tres títulos menores con la Albiceleste, ninguno tan crucial en su vida como el de L’Acudia en agosto pasado. Es que el chico oriundo de Granadero Baigorria tuvo que atravesar el momento más doloroso de su vida justo en ese momento, cuando lo llamaron para avisarle que su abuela había fallecido.
Para Brian, sus abuelos son como sus padres, porque fueron ellos los que cumplieron ese rol. Y por eso la noticia fue un golpe duro que obligó al cuerpo técnico de Mascherano a intervenir. Después de algunas charlas con el jugador y de mucha contención, el delantero decidió jugar ese mismo día y lo hizo nada menos que marcando un gol ante el Valencia para la victoria del seleccionado. Como era de esperarse, se quebró ante el abrazo inmediato de sus compañeros y dejó una de las imágenes más tiernas del certamen.
Para Brian el fútbol y su familia lo son todo, así lo cuentan algunos de sus seres más cercanos que viajaron hasta Santiago del Estero para verlo jugar los primeros partidos del Mundial: sus hermanas Coco y Ana Luz, su hermano Luchito, su novia, su cuñado y su representante. Quien no pudo trasladarse fue Santi, su hermano más pequeño, Tutu, que tuvo que quedarse en Rosario para cumplir con la agenda de su categoría de Newell’s, donde hablan maravillas suyas.
Parece que el joven de 20 años nació para jugar al fútbol porque siempre puso a la pelota por encima de cualquier juguete y actividad. Y nunca se cansa. De niño era capaz de jugar partidos todo el día, sin importar para qué equipo, como cuando salió de la escuela y vio que estaban haciendo una prueba para Talleres. En tono de broma, los entrenadores que lo conocían porque ya jugaba en las Inferiores de la Lepra, le gritaron “vení que falta uno” y él, entusiasmado, saltó la medianera y se dispuso a entrar. Obviamente, su actitud generó risas y hubo que explicarle que no podía hacerlo.
Quienes más lo conocen aseguran que cuando juega al fútbol es un “inconsciente”, en el mejor de los sentidos. Para él, jugar en la esquina de su casa o en la Selección es lo mismo. No le tiemblan las piernas, no siente ansiedad, no sufre la presión, casi como si no comprendiera el marco en el que se encuentra. Lo único que le importa es jugar. Así lo demostró en el Mundial y en cada partido que juega en Newell’s, en donde se ha convertido en uno de los favoritos de la hinchada.
Uno de sus máximos referentes es Neymar, de ahí que cada vez que puede improvisa algún chiche con la pelota. Pero esa guapeza la deja exclusivamente para el terreno de juego, porque fuera de él es un chico humilde, tranquilo, introvertido, que nunca ha tenido conflictos con compañeros, amigos o vecinos. Pese a nacer en un entorno complicado, su personalidad fue clave para que saliera de allí pronto y hoy disfruta de una vida en la que no tiene necesidades, pero tampoco lujos.
Su abuelo, Francisco, le ha inculcado que el dinero no llueve y que por eso debe disfrutar de lo que está atravesando, sin despilfarrar. Así, Brian no maneja autos de lujo (incluso su primer vehículo fue un Peugeot 208 usado) y elige siempre pasar una tarde comiendo asado con su familia y amigos, antes que cualquier otro plan.
En la Selección Sub 20 comparte habitación con Alejo Véliz, curiosamente centrodelantero de Rosario Central, y juntos han armado una dupla en la Playstation que compite contra Ignacio Maestro Puch y Matías Soulé. Consultados por Infobae, ambos se declaran ganadores de esos duelos, por lo que se dificulta llegar a la verdad.
Sus seres queridos aseguran desconocer cuál es su techo, básicamente porque cada vez que lo ven jugar creen haber visto su mejor versión, pero él siempre tiene algo más para dar. Lo único que le piden entonces es que disfrute y que no deje de sorprenderlos, algo muy parecido a lo que le pide Mascherano.
Con 20 años, Aguirre aún sigue en su etapa de formación, pero ha sido uno de los pocos de esta generación que lleva varios años siendo convocados por el seleccionado argentino, por lo que hay entusiasmo por lo que pueda demostrar en este Mundial y en el futuro. Por ahora, con la camiseta 18 en la espalda, el punta se ha transformado en un arma de ataque para Newell’s y para la Albiceleste, y sus seres queridos confían en que lo mejor está por venir.
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