Nació en Eslovaquia, encontró el amor en Argentina y se quedó a vivir: “Este país lo tiene todo”

Dano Antosik, que hace 20 años vive en Córdoba, aprovechó que el seleccionado Sub 20 de la nación europea se clasificó al Mundial y viajó hasta San Juan para alentarlo

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Dano Antoski, el eslovaco que
Dano Antoski, el eslovaco que cambió Europa por las sierras de Córdoba

(Enviado especial a San Juan) La escena es casi ridícula. Entre decenas de argentinos agolpados en la puerta del Hotel Alkazar, en donde se hospeda la Selección Sub 20 en San Juan, se escuchan gritos en un idioma extraño. Una voz algo áspera sale de la garganta de un hombre delgado, con barba y pelo largo que utiliza gorra, bufanda y bermudas. En sus manos sostiene una bandera que contiene dos banderas: la de Eslovaquia y la de Argentina. El país en donde nació y el país que eligió para vivir.

Dano Antosik tiene 47 años, vive en Agua de Oro, Córdoba, y viajó hasta San Juan para apoyar al combinado Sub 20 de Eslovaquia. “Son 600 kilómetros, me tomé 10 días para seguirlo y si avanza de ronda seguiré apoyando al equipo”, explica en diálogo con Infobae. Allí dejó a sus perros, su huerta y sus gallinas, que forman parte del ambiente en el que vive rodeado de sierras, lejos de las urbes.

Hace 20 años que se instaló en la Argentina. Llegó por turismo y conoció a una cordobesa que lo conquistó. “¿Por qué va a ser que me quedé? Por una chica”. Fueron 16 años de noviazgo hasta que terminaron. “Igual tenemos buena relación”, aclara.

La pregunta es por qué se quedó en Córdoba después de haber cerrado su ciclo amoroso. En Eslovaquia lo esperaban sus padres y su hermano, quienes lo han visitado en algunas oportunidades y él también ha viajado allí para verlos. Pero cuando quiso darse cuenta, se había vuelto a enamorar. No de una chica, sino de un país, el cual lleva tatuado en la piel.

El tatuaje que Antosik lleva
El tatuaje que Antosik lleva en su pierna, con las banderas de los dos países que ama y el escudo de su equipo de fútbol

El asado, el vino, el mate y el fútbol. Es un país fantástico, lo tiene todo. Son gente libre, aquí hay mucha libertad, como dice Mercedes Sosa: ‘Mama la Libertad, siempre la llevarás dentro del corazón’ (NdR: la canción fue escrita por Charly García y Mercedes Sosa la ha interpretado)”. La Negra es una de sus artistas favoritas, en especial porque le encanta el folklore, pero también disfruta de Los Caligaris, Charly y el Turco Cafrune.

Pero nada lo mueve más que el fútbol. Es hincha del Slovan Bratislava y sigue sus partidos a través de una radio de Internet, aunque a veces tiene suerte y si el equipo se clasifica a algún certamen europeo, se le facilita hallar un link en la web para ver los partidos. Además, aquí no se ha hecho fanático de ninguno: “No puedo, están Talleres, Belgrano, Instituto... si sigo a uno se enojan los de otro, entonces no apoyo a ninguno. Sí voy a la cancha, los he ido a ver a todos para disfrutar”.

Antosik ha adoptado a la Argentina como su tierra, pero eso no significa que no tenga críticas: “Ningún país es perfecto, todos tienen sus cosas, aquí por ejemplo es bastante molesto el tema del horario. Te dicen ‘en un rato’ y son tres horas, eso no puede ser”. Otro aspecto que no le gusta demasiado está vinculado a las discusiones políticas: “El tema de la grieta... Que de un lado que del otro... Si todos tiraran para un mismo lado estaríamos todos un poco mejor”.

Entusiasmado por la presencia del seleccionado Sub 20 de Eslovaquia en San Juan, se muestra muy contento de poder hablar en su idioma y que alguien lo entienda: “Somos muy pocos, 5 millones, no conozco a otro eslovaco que viva en la Argentina. Aquí pude hablar con familiares de futbolistas (que acompañan a la delegación) y con managers”.

Pese al gran arranque en el Mundial, con una goleada 4-0 a Fiji, el combinado europeo sufrió luego dos derrotas, ante Ecuador y Estados Unidos, por lo que su clasificación a octavos quedó demasiado comprometida y deberá esperar los resultados de este domingo para conocer su suerte. Claro, para Antosik esto será un lamento, pero al menos se dio el lujo de poder reencontrarse con sus raíces por algunos días.

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