El Barrio River se vistió de fiesta desde temprano, como si fuese un partido local. La situación incluso sorprendió a algunos turistas desprevenidos que paseaban por la zona y querían conocer el Monumental. Es que luego de algunos imponderables y contratiempos, finalmente se inauguró la estatua en honor a Marcelo Gallardo. Siete toneladas de bronce y casi ocho metros de largo (de las más altas del ámbito deportivo del planeta) para homenajear al técnico más ganador de la historia de la institución (tres Copas Argentina, dos Supercopa Argentina, dos Copas Libertadores, una Copa Sudamericana, tres Recopas Sudamericanas, una Suruga Bank, la Liga Profesional y el Trofeo de Campeones).
Los 14 trofeos estuvieron junto a él en el escenario, pero una tuvo un lugar de privilegio. La Copa eterna, la que ganó en Madrid ante el rival de toda la vida, la misma que alzará su monumento hasta la eternidad.
Mientras todos los protagonistas se reunían en el Museo River, la gente vitoreaba por el Muñeco en cada aparición suya por las pantallas.
Tras el entrenamiento de hoy, Martín Demichelis y todo su cuerpo técnico se quedaron en el club trabajando en la planificación de los próximos partidos; pero cuando se enteraron que Marcelo había llegado no lo dudaron y Micho, junto a sus principales laderos -Javier Pinola, Germán Lux, Alejandro Saccone y Flavio Pérez- se acercaron al sector VIP para saludarlo.
Al cruzar miradas enseguida se fundieron en un cálido abrazo. Entre risas y buena onda, durante unos minutos dialogaron y rememoran viejas andanzas con la banda roja cruzada en el pecho en el que fue su primer cara a cara desde que el ex Bayern Munich lo reemplazó en el cargo.
Mientras este encuentro entre el anterior y el actual entrenador millonario se producía, en el escenario y las pantallas gigantes montadas alrededor se pasaron los últimos 20 minutos de la imborrable final de la Copa Libertadores en Madrid. Uno de los puntos más altos de la tarde se vivió sobre el final, con la épica corrida del Pity Martínez para definir con el arco a su merced y decretar el 3-1 en el marcador. “El que no salta, murió en Madrid”, fue el hit que bramó inmediatamente después de que la pelota cruzara la red.
Con miles de personas alentando y arengando por su ídolo, los primeros en sentarse en las sillas que se encontraban alrededor del escenario fueron todos los dirigentes del club, seguidos por algunos futbolistas del actual plantel, como Pablo Solari, Ezequiel Barco, Franco Petroli o Rodrigo Aliendro.
Luego, junto al agasajado, estuvieron el ex presidente Rodolfo D’Onofrio, el manager Enzo Francescoli, el actual presidente Jorge Brito, sus ayudantes Hernán Buján y Matías Biscay, sus ex compañeros Hernán Díaz y Marcelo Salas, Leo Ponzio (actual integrante de la secretaría técnica) y sus ex dirigidos Juanfer Quintero, Jonatan Maidana, Nacho Fernández, Milton Casco, Enzo Pérez y Franco Armani.
Las primeras lágrimas que dejó caer el Muñeco fueron tras ver un video titulado “De promesa a crack”, rememorando sus inicios en el club hasta brillar con la de la selección argentina. Para apreciar esas imágenes estuvieron Hernán Díaz, quien fue el encargado de ponerle su reconocido apodo, y el Matador Salas, quien catalogó su relación con Napoleón como un “matrimonio”.
Para rememorar su faceta como estratega del Millonario se colocaron en el centro de la tarima Enzo Francescoli, el encargado de elegirlo como sucesor de Ramón Díaz, y sus “hermanos de la vida” Biscay y Buján. Gallardo nuevamente se quebró al recibir todo el amor desde las tribunas. Sacó un pañuelo e intentó disimular que se secaba mientras saludaba a sus hijos.
En el turno de los “Héroes de Madrid”, Leo Ponzio ingresó con la Copa Libertadores y al igual que Juanfer Quintero fue uno de los principales oradores. El colombiano, que no ocultó su felicidad por reencontrarse con sus “hermanos”, fue uno de los más mimados por el público.
D’Onofrio y Brito también tomaron el micrófono y mientras le agradecían su legado y recordaban algunas anécdotas del ex director técnico, la gente decidió enviar un mensaje. ¿El destinatario? Franco Armani. Luego de ser criticado por un sector por su fallo en la igualdad ante Sporting Cristal en Perú, los fanáticos lo apoyaron, dejando en claro que tiene respaldo entre el pueblo millonario.
Luego de una cuenta regresiva con la ayuda del público, Marcelo Gallardo apretó un botón rojo que derivó en una lluvia de papelitos: la bandera con los colores de la institución que tapaba su estatua desapareció. Por fin la obra maestra se dejó ver en plenitud por primera vez. Y, por supuesto, los futbolistas no se lo quisieron perder. Donde ellos estaban ubicados no podían verla, por lo que se asomaron sigilosamente tras bambalinas para apreciar la obra de arte.
Nacho Fernández, al ver que estaban todos amontonados y asomando sus cabezas para lograr ver la imponente figura, le pidió a la gente de seguridad que les abra un camino para poder observarla con lujo de detalle.
La familia tampoco quiso dejar pasar la oportunidad. Igualmente, fiel al estilo del Muñeco, no quisieron copar la escena. Mientras varios allegados al evento se abalanzaban por tomarse una imagen con la estatua, el núcleo más cercano al entrenador optó por tomar fotos a lo lejos.
“Pá, vamos a sacarnos una foto”, le dijo Marta con una sonrisa a Máximo, el padre de la criatura. Los hijos más grandes (Nahuel -está a préstamo en Once Caldas de Colombia-, Matías -enganche de la Reserva- y Santino -en las juveniles del club-) también posaron con sus primos para llevarse un recuerdo de una tarde que recordarán por siempre.
El tiempo dirá si habrá otro capítulo de Marcelo Gallardo en River Plate, pero lo que hoy quedó claro es que el amor entre ambos será eterno, como la imponente estatua que ahora se encuentra en la Avenida Figueroa Alcorta junto a la leyenda de Ángel Labruna.
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