(Enviado Especial) La selección de Nueva Zelanda está disfrutando como pocas la Copa del Mundo Sub 20 porque, más allá de los resultados deportivos, los jugadores han conocido una nación que les resulta asombrosa por la pasión por el fútbol, algo que en su tierra no es común. Son los propios integrantes de la delegación los que en diálogo con Infobae han explicado que una vez que termine su participación en el certamen intentarán encontrar la manera de seguir recorriendo el país.
“Cuando dijeron que Argentina iba a reemplazar a Indonesia nos pusimos muy felices”, comentó Paul Jarvie, padre de Jackson, número 2 de los Kiwis. “Sinceramente, Indonesia no es un destino que me guste mucho y venir al país de Messi, que ganó el Mundial, que ama el fútbol... Fue un cambio brillante. Incluso porque a nosotros nos queda muy lejos, entonces es difícil que conozcamos este país”.
Lo primero que les llamó la atención en Argentina es el tipo de cambio. “La comida, el vino y la nafta son muy baratos realmente. En Nueva Zelanda el vino es muy caro, como un lujo”, explicó Ralph Donkers, padre de Kian, uno de los delanteros del seleccionado. Pero se reconoció confundido con los tipos de cambio que rigen en el país, sobre todo porque no está acostumbrado a usar dinero en efectivo, pero el uso de la tarjeta de crédito hace que no todo le resulte tan económico.
Lo segundo fue la calidez de la gente. Esto queda retratado, por ejemplo, en una anécdota de Paul: “Todos son realmente muy amables. Entiendo que aquí (en Santiago del Estero) es diferente a Buenos Aires, lo mismo ocurre en nuestro país, la gente de las pequeñas localidades es mucho más cordial que en Auckland, pero el otro día, cuando terminó el partido ante Guatemala (triunfo 1 a 0 de Nueva Zelanda), no encontraba taxi que me trajera al hotel, entonces una empleada de la estación de servicio le dijo a su padre que nos llevara. El hombre nos hizo lugar en su camioneta, tenía unos palos de golf que los puso en la caja y nos llevó amablemente sin cobrarnos nada, aunque le dimos algo de dinero por su gesto”.
Algunos de ellos aprovecharon para hacer algo de turismo en Buenos Aires y se muestran maravillados por los barrios de San Telmo y La Boca. Incluso se lamentan por no haber podido ver algún partido de Boca Juniors o de River Plate y esperan poder hacerse un lugar en la agenda para conocer La Bombonera o el Monumental.
Es que ni el tipo de cambio favorable, ni la cultura, ni la comida les fascina tanto como la pasión por el fútbol. En Santiago del Estero, el equipo de Nueva Zelanda se hospedó en el mismo hotel que el combinado albiceleste, entonces se han sorprendido porque todos los días una multitud hacía vigilia en la puerta del edificio para obtener una fotografía o un autógrafo de algún jugador.
En un primer momento, los futbolistas oceánicos intentaron abstraerse de todo eso, pero con el correr de las horas se dieron cuenta de que cada vez que ellos salían a la calle para dirigirse al hotel en donde estaban sus padres y amigos que viajaron hasta aquí, se encontraban con aplausos y gritos. ¿Cómo es posible que una multitud los quisiera si ni siquiera los conocían?
“Esto es simplemente increíble, no lo podemos creer. Los muchachos están fascinados”, comentó Ralph. “En Nueva Zelanda es imposible imaginar algo así, muchos de estos chicos juegan en clubes de la Primera División y si logras juntar 30 personas tienes que darte por satisfecho. Allí el fútbol no es tan popular, obviamente que sí es conocido, pero el rugby es el deporte por excelencia”.
Entendiendo y disfrutando de este contexto, los jugadores neozelandeses generaron un vínculo con los fans y se han prestado para todo. Han firmado autógrafos, han saludado, se han sacado fotos, han grabado videos, han tomado los celulares de los fanáticos para buscarse en Instagram y así mostrar quiénes son. Los deportistas están viviendo un sueño, al punto tal que en muchas ocasiones parecían aburrirse adentro del hotel, por lo que salían todo el tiempo a la calle para quedarse cerca de los hinchas. También se los ha visto grabando videos para mostrar algo de la locura que estaban viviendo y enviárselos a sus amigos en Nueva Zelanda.
“Yo estoy asombrado. Todos los días me sorprendo. Mi hijo (Jackson Jarvie) pidió a la utilería regalar camisetas y ropa a los más chicos, porque no sabe cómo agradecerle a la gente todo este cariño. Pudo obsequiarle a un niño unas medias del equipo y a otro unos pantalones, pero no tienen demasiada indumentaria para regalar”.
Los futbolistas, que no pueden hablar con la prensa a menos que sea en zonas mixtas o en las fechas estipuladas con FIFA, se han limitado solamente a reconocer que lo que están viviendo es “increíble” y “fantástico”. Siempre con una sonrisa en el rostro. Además, en varias ocasiones se han llevado el reto de las autoridades que han viajado con ellos, porque fueron capaces de subirse tarde al micro o de ser impuntuales a la hora de comer porque no quisieron dejar a nadie sin su selfie.
Los familiares de los futbolistas también disfrutan de la atmósfera en los partidos, les divierte que haya bombos y redoblantes que dirijan los cánticos de la multitud: “Esto deberíamos hacerlo allí, porque generalmente los partidos son muy silenciosos”.
Obviamente todos esperan con ansias el partido contra la Argentina de este viernes en San Juan. No ven la hora de estar en un estadio completamente colmado que cree un clima que ellos solo han visto por televisión y del que nunca imaginaron ser parte. Además, algunos creen que el calor del público puede llegar a generar una presión en los futbolistas argentinos y que tal vez así Nueva Zelanda dé el batacazo y se quede con el triunfo y el liderazgo de la zona.
Pero para ellos ya es un triunfo haber conocido este país. Lo más curioso es que al enamorarse cada día de esta tierra han googleado posibles destinos para que, una vez terminada su participación en el Mundial, puedan comenzar un viaje de turismo. Hay quienes ya han reservado hospedajes en Mendoza, para disfrutar del vino y las montañas, y otros en Misiones, porque quieren conocer las cataratas del Iguazú. En las charlas la mayoría pregunta por La Patagonia, creyendo a veces que se trata de un destino pequeño capaz de recorrerse en un par de horas.
“Yo quiero seguir viajando y recorriendo este país. Sinceramente no sé cuando volveré porque el viaje es muy largo y el vuelo no es demasiado accesible, pero todo depende de mi esposa. Mi idea es que ella sea la primera que proponga quedarnos unos días más y yo diré que sí de inmediato. Pero en Nueva Zelanda tenemos dos hijos que quedaron al cuidado de sus abuelos, así que no sé qué pasará”, explicó Paul.
Mientras tanto, todo es disfrute para los jugadores y para la delegación. Algunos integrantes del cuerpo técnico ya han elegido al alfajor como su postre favorito (aunque en realidad no se trata de un postre) y el arquero suplente, Henry Gray, se ha paseado por la peatonal de Santiago del Estero con la camiseta de Central Córdoba.
Este viernes será el gran duelo, ante la Argentina, y allí se definirá si Nueva Zelanda consigue avanzar de ronda o si dice adiós al Mundial. Pero, como ellos mismos sostienen, el equipo ya ha ganado al conocer esta nación y enamorarse de ella.
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