Pocos son los casos en los que un nombre de pila alcanza para identificar a un personaje. Carlos Griguol, el Viejo Griguol, lo consiguió. Por eso, la nueva biografía que recorre su vida se titula “Timoteo, el nombre que el fútbol guardó para siempre”. Con decir o escribir Timoteo es suficiente para individualizar al entrenador que hizo historia en Ferro (ganó los dos títulos que el club logró en Primera en 1982 y 1984), Rosario Central, Gimnasia La Plata y River, entre otros clubes, pero que sobre todo dejó una huella por su don de persona y su perfil docente por sobre los pizarrones.
El libro de la periodista Claudia Valerga repasa la historia y obra de Carlos Griguol contada por sus familiares, amigos, futbolistas que lo tuvieron como tutor, periodistas y personas de su entorno más cercano.
El prólogo fue escrito por el periodista Miguel Simón y la publicación reúne testimonios de ex jugadores de la estatura de Oscar Garré, Alberto Márcico, Jorge Cordon, Germán Burgos, Facundo Sava, Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, y Luis Fabián Artime, entre otros. También se destacan las declaraciones de los comunicadores Mariano Closs, Alejandro Fabbri, Víctor Hugo Morales, Miguel Tití Fernández y Gustavo Grabia.
“Es un homenaje al hombre y al técnico”, sintetizó la autora. La publicación tiene un total de 350 páginas, 53 capítulos y fueron entrevistadas casi 50 personas. “Es un libro en el que las emociones y las anécdotas nos trasladan a aquellos tiempos en los que Timo se convirtió en el técnico más reconocido y admirado, por propios y extraños. Deja traslucir su particular forma de ver el fútbol y la vida, y que dejó una huella en cada persona que lo conoció”, añadió Valerga, que ya presentó su obra en el Club Las Palmas, Córdoba, lugar donde el ex entrenador nació y se crió siendo quintero, ante unas 400 personas, entre las que se destacaron figuras del fútbol cordobés como Juan Carlos Olave, Esteban Teté González y los presidentes de Belgrano y de Talleres, Luis Artime y Andrés Fassi.
Este jueves 25 de mayo a las 16.30 será el turno de la presentación en el club Ferro Carril Oeste. Aquí, a modo de adelanto, tres anécdotas que forman parte del libro y que pintan de cuerpo entero la filosofía de un hombre imprescindible como Griguol. O, mejor dicho, de Timoteo.
EL JEEP QUE DURÓ UNA SEMANA
Luis Fabián Artime: “Cuando cumplí los dieciocho años mi viejo me compró un jeep. Yo estaba chocho. ¡Imaginate a esa edad, con un auto tan particular! Perfecto. Llegué con mi coche a Pontevedra, a entrenar. Entré al vestuario, y Carlos Timoteo Griguol y el CAI Aimar estaban preguntando de quién era ese jeep. Les tuve que decir que era mío, no les podía mentir, pero quería que la tierra me tragara. ´Si vo no lo vendés, el fin de semana no jugás´. ¡Me duró una semana, me quería morir! Pienso que si hoy fuera Griguol, hubiera actuado del mismo modo con un jugador”
UN AUTO CON INODORO
CAI Aimar: “‘No se compren un coche apenas agarren unos pesos, porque eso los lleva a la joda’, decía. Un día el Negro Vázquez (Sergio Fabián) cayó con un Valiant, que era un auto muy de moda en esa época. Timo lo miró y le largó: ‘¿¡Por qué no te comprás un inodoro y lo ponés en el baúl!?’. Nos matábamos de risa todos, pero era la mejor manera de ejemplificar. Te hablaba del alcohol, de la droga, de cuándo tenías que tener sexo y cuándo no. Traía especialistas, médicos, psicólogos. Nos decía que nos cuidáramos, que tratáramos de alargar la carrera lo máximo posible, que nos acostáramos temprano, que tuviéramos un buen descanso. Timoteo nos daba una formación completa, sabía cuándo tenía que ser estricto y cuándo se podía joder. Y me parece que no es fácil hacer esa discriminación. Para él sí lo era. Por eso insisto que no fue reconocido por todo lo que significó como técnico y como ser humano”.
LAS FIESTAS DE DJ TIMO
Pedro Troglio: “Si lo tuviera que definir, diría que era paternal. Fue mucho más que un entrenador. En Gimnasia organizaba fiestas en Estancia Chica: la Fiesta del Salame, la del Día del Amigo, la de disfraces, con las familias. Compró un tractor y cortaba el pasto. Una cosa de locos, porque lo que hacía era más que cortar césped: era dar el ejemplo. Él y su familia, para nosotros, fueron seres queribles. Sus hijas, sus yernos, Betty. Esto hoy no existe, es verdaderamente imposible. No es grato lo que digo, pero en la actualidad el jugador va, entrena y se vuelve a su casa, no se generan amistades. Lo digo como una generalidad, no se forjan vínculos. Él involucraba a su mujer y ella llamaba a las esposas de los jugadores. Salíamos a comer, las chicas hablaban, estaban en compañía de la esposa del entrenador. Todo eso trascendía a la cancha. Yo creo que después de aquello, nunca más en la vida se hicieron reuniones de ese tipo. Él unía a las familias, formaba grupos de amigos. Quizá sea ese el gran secreto: armar grupos para que se hagan fuertes esos lazos, y luego, esa unión se vea en la cancha. Yo no tengo dudas de eso”.
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