“¿Cómo se lo digo a mi mamá?”: a 45 años del día en el que Maradona quedó fuera del Mundial 78

A 14 días del inicio del certamen que la selección argentina ganó como local, César Luis Menotti decidió cortar a Humberto Bravo, Víctor Bottaniz y a Pelusa. De la reacción del Diez a los diálogos de Saporiti con el Flaco para que reviera la determinación

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Maradona escucha a Menotti en
Maradona escucha a Menotti en el campo de entrenamiento de la Selección que luego ganaría la copa

“Yo creo que podría haber jugado el Mundial ‘78… Estaba afilado, como nunca estuve. Pero bueno, son cosas que pasan, que se yo. Lloré mucho, ni siquiera cuando pasó lo del ‘94 con lo del doping lloré tanto. Yo a Menotti no lo perdoné ni lo voy a perdonar nunca por aquello (sigo sintiendo que se le escapó la tortuga), pero a pesar de todo, a mí no se me borra la imagen que tengo del Flaco, de su sabiduría para saberme llevar. Lo peor de todo fue cuando volví a mi casa, porque parecía un velorio. Lloraban mis viejos y mis hermanos. Me decían que yo era el mejor de todos, que no me preocupara porque iba a jugar cinco Mundiales. Ese día, el más triste de mi carrera, juré que iría por la revancha. Fue la desilusión más grande de mi vida, la que me marcó para siempre”.

En su biografía “Yo soy el Diego de la gente”, Maradona revivió de esta manera las dolorosas horas que atravesó aquel viernes 19 de mayo de 1978. Fue el día en el que Menotti, a escasos 14 días del debut ante Hungría, dio la lista definitiva de sus 22 jugadores para la Copa del Mundo. Para sorpresa de muchos, Diego integró el reducido grupo de los tres hombres que debieron abandonar el sueño, junto a Humberto Bravo y Víctor Bottaniz.

Con apenas 16 años, había debutado con la camiseta celeste y blanca el 27 de febrero de 1977, en el ya mítico amistoso ante Hungría en cancha de Boca. A mediados de ese año, Argentina disputó una serie internacional de 7 partidos ante selecciones europeas, en la que Diego no fue convocado por el entrenador, regresando en el mes de agosto para dos encuentros frente a Paraguay por la Copa Félix Bogado. En la victoria 2-1 en la Bombonera ingresó en el segundo tiempo por Julio Ricardo Villa y en el desquite, con derrota 2-0 y posterior caída por penales (allí su disparo fue atajado por el arquero Báez), fue la primera ocasión en la que actuó como titular.

La preparación del cuadro nacional para el Mundial ‘78 comenzó en febrero en la Villa Marista de Mar del Plata, donde Diego no fue citado. Por ese motivo, arrancó disputando los primeros partidos del Metropolitano, hasta la 6° fecha, el 26 de marzo, cuando fue convocado nuevamente por Menotti, para encarar los últimos amistosos y la recta final rumbo al gran evento. El 19 de abril en la victoria 3-1 ante Irlanda, ingresó en el segundo tiempo, e idéntica situación se dio 12 días más tarde en un amistoso en Cipolletti. La llegada de Norberto Alonso, a un mes del inicio del Mundial, fue un golpe a sus ilusiones, porque en un puesto donde ya había muchos apellidos, se sumaba uno de mucho peso.

Roberto Saporiti, uno de los
Roberto Saporiti, uno de los hombres más cercanos a Menotti en 1978

Pero Maradona comenzó a destacarse en las prácticas de suplentes contra titulares, al igual que en los últimos cotejos ante combinados provinciales. Roberto Marcos Saporiti era uno de los ayudantes más cercanos a Menotti y fue testigo del momento en que se tomó la decisión: “El día anterior, el Flaco tenía una conferencia con medios internacionales y por eso me dijo que yo condujera el entrenamiento, con algunas indicaciones sobre los movimientos del equipo. Allí fue que le pregunté: ‘¿Y a Diego para donde lo pongo?’, y su respuesta fue: ‘Para los suplentes’. Él se fue y obviamente, no vio el partido de práctica, que los suplentes ganaron 5-1 con tres goles de Maradona, que fue una cosa infernal. Cuando César regresó por la noche, nos juntamos a tomar un café en la concentración y allí fue que me comentó quiénes eran los tres que quedaban afuera y que se los iba a comunicar en la tarde del día siguiente”.

Saporiti quedó sorprendido por lo que le manifestó Menotti y por ello la charla siguió: “Cuando me dijo que iba a desafectar a Diego, pensé que era una broma, porque eso no estaba en la cabeza de ninguno de los que éramos sus colaboradores (Poncini, Pizzarotti y yo). A partir de eso tuvimos un debate futbolístico hermoso, al punto que salimos de la concentración ubicada en José C. Paz y nos fuimos a tomar un café los dos solos, y cada uno siguió manteniendo su postura, pero la decisión final, por supuesto, era de él. En un momento le dije: “Pero vos nos sabés lo que jugó Maradona en la práctica de hoy”. Yo lo veía como alguien que podía ser decisivo arrancando o entrando en los segundos tiempos, porque tenía 17 años, con una potencia e inventiva únicas. Además, le encantaba entrenar, se quedaba con Poncini y conmigo para tratar de mejorar. La tarde siguiente fue tremenda, porque luego del almuerzo nos quedamos charlando todos los integrantes del cuerpo técnico hasta el momento de dirigirnos a la práctica en la que nos esperaba todo el plantel para conocer la decisión final. En medio de la caminata lo interrogué: ‘¿Flaco, de verdad estás convencido?’, y su respuesta fue: ‘Absolutamente’. Quedaban cien metros, nos detuvimos y fui a la carga otra vez: ‘¿Estás seguro?’. Me miró y sentenció: ‘Sí, Sapo, no me rompas más. Vamos para allá y de ahora en adelante, no se habla más del tema’. Llegamos y César nombró a los tres desafectados. Recuerdo que Diego estaba sentado sobre una pelota en diagonal a nosotros. Jamás se lo imaginó y salió corriendo. No tengo dudas de que fue la decisión más difícil de Menotti”.

Carlos Ares trabajaba en ese momento en la revista El Gráfico, que daba una amplia cobertura de lo que acontecía en derredor de la Selección y fue un testigo privilegiado de aquellos momentos: “Durante el último mes y medio de concentración fui todos los días a la quinta en José C. Paz donde estaba el equipo. Llegaba a las 8 de la mañana y me iba luego de la cena, que la hacía allí, por lo que tenía mucho contacto con los futbolistas y el cuerpo técnico, pero siempre fui respetuoso de la intimidad de ellos. Ese viernes 19 de mayo charlé con Menotti y me confirmó que en horas de la tarde iba a dar a conocer a los tres excluidos, aunque, por supuesto, los jugadores lo sabrían primero que la prensa. Las prácticas de fútbol no eran en ese lugar, sino en unas canchas que estaban distantes a unos kilómetros y los periodistas nos quedábamos esperándolos. Cuando regresaron en ese atardecer, por los rostros me di cuenta de que ya se los había informado y tuve conocimiento que eran Víctor Bottaniz, Humberto Bravo y Diego Maradona. Era una situación muy triste, en la que nadie decía una palabra. Incluso recuerdo que la cena fue la más silenciosa de todas, de la que fui testigo, porque comía en la mesa del cuerpo técnico”.

Alonso y Maradona en un
Alonso y Maradona en un amistoso en el interior. Mayo del '78

Había sido un día agitado para las coberturas habitualmente tranquilas y sin mayores novedades que les tocaban a los cronistas que se daban cita allí, pero para Carlos Ares, todavía le esperaba algo más: “Al concluir la cena, los muchachos debían cruzar un amplio parque para ir a sus respectivas habitaciones. Un detalle importante es que el lugar era una quinta, que de noche no tenía demasiada iluminación, solo algunos faroles que iluminaban el camino de entrada y salida. Al salir del salón comedor rumbo al auto, a los 4 o 5 metros, escuché uno sollozo muy contenido que provenía de entre los árboles. Fui hasta allí y lo encontré a Diego llorando desconsolado, en una escena muy triste, por la que me sentí incómodo, pero me acerqué y le dije unas palabras, como si fuese un hermano menor, ya que no teníamos tanta diferencia de edad: “No te pongas así, por favor, ¡Sabés los Mundiales que vas a jugar! Tenés todo para triunfar y ser el mejor”. Él estaba acongojado y solo repetía dos frases. Una era ‘cómo se lo digo a mi mamá' y la otra ‘nunca se lo voy a perdonar a Menotti’. Me agaché junto a él, hablamos brevemente un poco más, poniéndole la mano en el hombro, porque teníamos muy buena relación desde el año anterior, cuando él fue parte de la Selección que disputó el Sudamericano juvenil en Venezuela, clasificatorio para el primer mundial de la categoría. Argentina quedó eliminada y en mis crónicas para El Gráfico, defendí mucho a los pibes y critiqué a la organización de AFA, porque habían viajado muy desprotegidos en medio de una gran desorganización, algo que Maradona siempre me valoró mucho”.

El gran interrogante que surge 45 años después es si realmente fue una sorpresa en ese tiempo que Maradona quedara excluido de los 22 que conformaron la lista definitiva. Carlos Ares nos deja su opinión: “Es un tema que hablé mucho con Menotti y por eso puedo decir lo que me quedó de esas charlas y cuál es mi interpretación. Al momento de decidir, el entrenador tenía en esa posición a José Valencia, Norberto Alonso, Julio Villa, e incluso tanto Omar Larrosa como Mario Kempes podían actuar allí. Lo concreto es que Diego era un gran jugador, pero muy chico en ese momento, casi sin experiencia internacional. A mi lectura de la situación sumo también que el último de los convocados fue Alonso, que no estaba en los planes de Menotti, que lo había excluido junto a Fillol y Juan José López, a comienzos del ‘76, por el famoso conflicto entre River y la Selección, por la superposición de fechas entre la Copa Libertadores y una gira del cuadro nacional. Además, el Beto la rompió en las primeras fechas del Metropolitano que comenzó en febrero del ‘78 y todo el mundo lo pedía, pero el plantel ya estaba armado. Hubo una presión fuerte, pero no solo de la gente y la prensa, sino que hay que recordar que el Almirante Lacoste tenía mucho peso en River y eso influyó. Creo que la llegada de Alonso decidió que Diego tenía que quedar afuera”.

Nota de Carlos Ares en
Nota de Carlos Ares en El Gráfico

Raudamente Maradona intentó olvidar el mal trago y, al día siguiente, se puso a disposición de su entrenador en Argentinos Juniors, Victorio Spinetto, para poder disputar el partido del domingo en La Paternal por la 15° fecha del Metropolitano. Tuvo una tarea descollante, que así recordó en su biografía: “Después de la nefasta noticia que me comunicó el Flaco, me puse la camiseta y salí a la cancha. Le ganamos a Chacarita 5-0, hice dos goles y serví otros dos. Me acuerdo que después de convertir uno de ellos se me acercó Hugo Pena, un tipo extraordinario, que en paz descanse, que jugaba para ellos, me pasó el brazo por arriba del hombro y me dijo al oído: ‘Dieguito: si no fuera porque tengo otra camiseta, lo festejaría con vos… Quedate tranquilo, nene, que vas a jugar muchos Mundiales y les vas a tapar la boca a todos’.

Luis Ventura estaba dando sus primeros pasos en el periodismo deportivo en la revista Goles. Fue designado ese domingo para la cobertura de ese partido y, además, tenía una cercana relación con Maradona: “Es un gran recuerdo poder evocar ese momento. Diego esa tarde fue una locura, no solo porque hizo varios goles y participó en los otros, sino por cómo jugó. Es justo decir que Chacarita tenía un buen equipo, donde estaban Carlos Ischia, el Pichi Escudero, Alberto Vivalda y Hugo Pena, entre otros, pero esa tarde era imposible contra él. Se comieron cinco, que pudieron ser más, con un baile infernal. Canalizó la rebeldía y la bronca por haberse quedado afuera del Mundial como mejor sabía hacerlo, que era con la pelota. En Argentinos la rompía cada domingo y ese fue el mejor Maradona, a quien pude disfrutar y no me lo contaron. Fue un monstruo, un futbolista único, que hizo goleadores a varios de los centrodelanteros que jugaron con él ahí, como Carlos Bartolo Álvarez, luego transferido a Boca, y Pedro Pasculli. Hacía jugar al equipo entero. Tengo en la mente que, en un amistoso de la Selección en esos días, Diego fue a la cancha y no tenía ningún tipo de credencial para poder ingresar a La Bombonera, y terminó utilizando una que era para mí. Mirá lo que es la vida… Los líos comenzaron un tiempo después cuando empezó a tener algunos problemas extra deportivos, pero en los tiempos iniciales tuve la mejor relación. Le hice muchas notas en el viejo vestuario local de la cancha de Argentinos sobre la calle Boyacá, donde la ducha era apenas un cañito del que salía un pequeño chorro de agua (risas). Ese Diego de 17 o 18 años era maravilloso, con la alegría pintada en la cara, sin malos humores, siempre contento, y eso se notaba dentro de la cancha donde hacía lo que quería con la pelota en los pies. Era como una acróbata sobre el césped”.

Aquel Metropolitano del ‘78 quedó en el recuerdo por la tan inesperada como merecida consagración de Quilmes como campeón. Pero también fue la primera de las cinco ocasiones en las que Diego Armando Maradona fuel máximo goleador de un torneo de Primera División en nuestro país, marca que repetiría en cuatro torneos consecutivos: los dos del ‘79 y los dos del ‘80, siendo el único futbolista en la historia de nuestro país en alcanzar ese logro. Y todo con apenas 20 años cumplidos… A lo Maradona.

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