El 25 de agosto de 2009, Boca cerró la venta de Juan Forlín al Espanyol de Barcelona, España, e inmediatamente confirmó que el sucesor para ocupar el lugar del marcador central sería el colombiano Breyner Bonilla, recomendado por Jorge el Patrón Bermúdez.
El defensor colombiano venía en condición de libre tras un paso por Atlético Bucaramanga, donde había tenido su primera experiencia en Primera División. Cuando arribó a la institución de la Ribera, manifestó: “Boca me ilusiona, necesitaba llegar a un equipo grande. Por eso espero pelear por un puesto y jugar de la mejor manera”.
El oriundo de Cali se quedó a préstamo por un año. Pero producto de una operación en uno de sus tobillos su debut oficial se postergó hasta el 2010. El 25 de marzo de aquel año hizo su estreno frente a River en la Bombonera. Ese día, jugó 80 minutos de un partido que había arrancado cuatro días antes y se había suspendido por una intensa lluvia. Finalmente, y por la fecha 10 del torneo Clausura, el local derrotó 2 a 0 a la visita con goles del chileno Gary Medel.
Luego de ese encuentro, volvió a aparecer ante Rosario Central y finalmente llegó el partido ante Colón en Santa Fe, en el que le dio una patada a Facundo Bertoglio tras la que que recibió insultos racistas.
“Algunos colegas en el campo de juego me dijeron de todo, lo que me generó rabia y mucha impotencia. Me daban ganas de hacer cosas malas que se me pasaban por la cabeza. Pero me contuve, ya que si reaccionaba de una manera violenta, todo terminaba de la peor manera”, recordó el colombiano sobre lo que vivió en el Cementerio de los Elefantes.
Aquel encuentro fue el último que disputó en el fútbol argentino. Luego, jugó dos amistosos con la camiseta Azul y Oro en una gira por los Estados Unidos, antes de continuar su carrera en Sporting Cristal de Perú. “Me fui de Boca porque no ganaba bien y tenía necesidades económicas”, reveló el zaguero de 36 años en diálogo con Infobae.
- ¿Qué es de tu vida, Breyner?
- Estoy viviendo en Cali, Colombia, desempleado y esperando a ver si sale algo. Puse en pausa mi carrera, pero no descarto la idea de meterme en otros ámbitos laborales.
- ¿Extrañás tu vida como futbolista?
- Sí, claro. Igualmente, sigo entrenándome todos los días con ejercicios funcionales y los domingos juego en un torneo amateur y muy competitivo con algunos profesionales. Así que continúo en competencia y sigo despuntando el vicio de la pelota porque el cuerpo te jala y te lo pide.
- ¿Se puede decir que estás retirado?
- La decisión de retirarme todavía no la tomé. No eran buenas las posibilidades que se daban para seguir jugando, sino más de lo mismo, como un equipo de mitad de tabla hacia abajo con problemas económicos. Como ya viví dos etapas iguales, dije “no quiero más hacer lo mismo”. Entonces, decidí parar a mis 35 años. Estaba desarrollándome en la Real Sociedad de Honduras y ese fue mi último club. Luego, surgió una posibilidad de un equipo de Bolivia muy parecido a lo que ya tenía y manifesté mis condiciones. Pero, al final, observé que era más de lo mismo y dije que no.
- Entonces, ¿qué hiciste?
- Me volví a Colombia. Pero acá miran un poco más el promedio de la edad de los jugadores y no es tan fácil que te contraten, cómo sí sucede en Argentina o en Brasil. De esta manera, se me hizo más difícil volver a jugar. Al final, decidí no hacer fuerza para buscar nuevos equipos, ni tampoco me quedé esperando a que salga algo más
- ¿Cómo manejaste el momento de dejar de ser profesional?
- Tenía motivación para ir entrenar, pero perdí la ilusión de llegar a un equipo competitivo para seguir como profesional. Entonces, me quedé en mi casa junto a mi familia, en mi lugar en el mundo, y fui feliz. Lo fundamental en el post retiro es estar acompañado de tus seres queridos para estar tranquilo y manejar aquella situación.
- ¿Qué recordás de tu paso por Boca Juniors?
- Muchas cosas. Por ejemplo, la manera como se trabajaba me impactó, y la mentalidad que tienen los argentinos de ir a Europa y hacer una diferencia económica también me marcó para el futuro de mi carrera. Tienen muy claro desde jóvenes lo que quieren de su futuro. Además, cómo vive el hincha de Boca el fútbol, especialmente los que van a La Bombonera; hay mucha pasión y es contagioso. Por eso, son diferentes al resto del planeta, por el solo hecho de observar cómo viven apasionadamente este deporte, ya que se transpira, se respira y se come fútbol.
- ¿Cómo se dio tu llegada a ese club?
- Yo tuve un paso por Depor FC de Cali, hoy conocido como Atlético de Cali, en donde tuve la posibilidad de compartir plantel con Jorge Bermúdez, que era mi entrenador. Luego, debuté en la Primera División de Atlético Bucaramanga, donde tuve muy bien nivel, marcando 11 goles como marcador central. Entonces, por intermedio del Patrón, que hizo contacto con Carlos Bianchi en su rol de manager deportivo de Boca, me llegó la oportunidad de sumarme a la Reserva xeneize, aunque al mismo tiempo tenía todo arreglado para ir a probarme al Stuttgart de Alemania. Finalmente, en Boca gustó mi actuación y me quedé en ese club.
- ¿Por qué elegiste el fútbol argentino en lugar del alemán?
- Porque ya habían dado el aval para quedarme en Boca. Encima, en el Stuttgart sólo era una prueba. Entonces, ante una posibilidad en un equipo alemán y una ratificación en el conjunto boquense, preferí llegar a Boca. Además, cualquier colombiano quiere jugar en el Xeneize, así que surgió la posibilidad y obviamente no la deseché.
- ¿Cuánto tuvo que ver Bermúdez en tu llegada a Boca?
- Mucho. Fue muy importante y un referente en el puesto de marcador central. Además, es admirado y reconocido por los hinchas xeneizes, e hizo fuerza para que yo llegara.
- ¿Con qué plantel te encontraste?
- Llegué primero a la Reserva, en la que me brindaron comodidad, tuve grandes compañeros y amigos. Jugué un par de partidos en la segunda categoría y me subieron al plantel de profesionales. Allí, me encontré con figuras que yo veía por televisión estando en el colegio y que habían ganado Copas Libertadores, como Juan Román Riquelme, Martin Palermo, Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, entre otros. Fue gratificante rodearme de aquellas figuras.
- ¿Qué te generó tu primer encuentro con esos futbolistas?
- Si llegas a un camarino y te encuentras con Riquelme o Palermo, ya te impresiona. Fueron grandes jugadores que admiré cuando los veía enfrentar al Real Madrid por la Copa Intercontinental, o cuando enfrentaron al Milan. Imaginate que tenerlos enfrente fue impresionante.
- Pero, ¿llegaste justo en el momento en el que Riquelme y Palermo no se llevaban bien?
- Sí, desafortunadamente Boca no pasaba por un buen momento. Cuando llego, había sido eliminado de la Copa Sudamericana 2009 por Vélez, tras perder 1 a 0. Eso provocó que se quebrantara el grupo, y llevó al equipo a no tener buenos resultados. Por ende, todos nos vimos afectados por esa situación desafortunada. Pero al final fue una linda experiencia llegar a Boca, que me ayudó a aprender y a madurar.
- ¿El plantel estaba dividido en dos grupos?
- Si había problemas entre ellos, yo no me percaté porque estaba enfocado en tratar de hacer mi trabajo y dar lo mejor posible. Yo arrastraba una lesión en uno de mis tobillos, del cual fui operado. Entonces, me mantenía un poco más cerca de los chicos de Reserva como Luciano Monzón y el Pampa Calvo, quienes fueron los que me transportaban a mi casa, ya que vivían cerca. Con ellos me relacionaba un poco más. Con el resto, hablaba muy poco. Yo llegaba, me cambiaba e iba al departamento médico a continuar con la rehabilitación. La verdad es que no compartí mucho el vestuario para decir si el grupo estaba dividido o no.
- ¿Cuándo se produjo la lesión?
- Jugando en Boca. Fue extraño, porque nunca había tenido algún tipo de lesión y la operación fue supuestamente porque se había formado una calcificación en el tobillo derecho producto de una vieja lesión, pero nunca sentí una lesión en esa zona del cuerpo. Así que tuvieron que operarme para sacarme esa calcificación. Después, me dolía mucho a la hora de saltar e incluso eso provocó que mermara mucho mi rendimiento. Cuando estaba desarrollándome en mi país, había convertido varios goles de tiros libres, y luego de esa lesión, perdí confianza y me fue difícil volver a recuperar mi buen nivel.
- ¿Eras capaz de sacarle los tiros libres a Román?
- Hubiese sido complejo quitarle las ejecuciones a Riquelme, pero en Reserva intenté ejecutar algunos tiros libres y estuve cerca de convertir. Recuerdo que a veces le pegaba el Cata Díaz, con quien compartía el mismo estilo en las pelotas paradas.
- ¿Riquelme dentro del vestuario era amiguero o distante?
- Es relativo. A veces sí y en otras no, era un poco más serio. Él era el líder del vestuario y tomaba su postura como tal. Cuando tenía que ser serio, lo era y cuando debía ser jovial, también. En cambio, Palermo era más tranquilo y callado, un poco más distante. Recuerdo que una vez le di una palmada a Martín y se molestó. Entonces, le dije “discúlpame, discúlpame”.
- ¿Palmada en la espalda?
- Sí, y se enojó. Me dijo “no hagas eso”. Lo hice para molestarlo, pero como no le gustó, le pedí disculpas.
- ¿Tu primer partido oficial con la casaca Azul y Oro fue en un Superclásico?
- Si. Igualmente, antes había jugado un amistoso contra River en Mendoza. Pero mi primer partido oficial fue un Superclásico. Fue algo muy lindo e impresionante, gratificante y especial, porque La Bombonera estaba repleta y a cualquier futbolista le gustaría jugar bajo esas condiciones. Recuerdo que el partido arrancó un domingo y se suspendió por lluvias. Se reanudó al jueves siguiente, y fui titular porque Hugo Ibarra se lesionó en los días previos a la reanudación del encuentro. Chiquito Muñoz se paró de lateral derecho, y yo integré la zaga central. Al final, ganamos el partido con dos goles de Gary Medel.
- ¿Cómo fue jugar por primera vez en La Bombonera y frente a su clásico rival?
- No sentí miedo de jugar en un estadio tan importante. Ya había disputado el clásico colombiano con la camiseta del Deportivo Cúcuta frente a Bucaramanga y me parece que es comparable. Recuerdo que nos recibieron con piedrazos y ese día ganamos 2 a 0, a estadio lleno. Igualmente, ya había estado con la Reserva xeneize ante la de River, en la previa a un Superclásico; así que ya estaba preparado para ese tipo de encuentro. No fue problema para mí jugar ese clásico, porque entré con mucha confianza. Aparte la Doce siempre está alentando y en cualquier jugada que algo no te salga bien, te levanta el ánimo con su aliento.
- ¿Es cierto que no escuchabas a tus compañeros por el ambiente que había en ese mítico estadio?
- Sí, fue algo que me marcó mucho, algo diferente a los clásicos que ya había disputado en Colombia. La algarabía que se vive en un Superclásico es mayor. Como jugador, estaba acostumbrado a dialogar con el compañero que tenía a mi lado y recuerdo que en aquel partido no lo podía escuchar, ni él me oía a mí. Solo podíamos gesticular para entendernos. El ambiente era una fiesta. Fue uno de los mejores momentos de mi carrera
- En ese amistoso contra River en Mendoza, ¿jugaste lesionado?
- Sí, y muchos no lo saben. Fue ese Superclásico que se definió por penales en el 2010. No pateé desde los 12 pasos porque tenía una lesión en uno de los tobillos, el cual luego me operé porque no me aguantaba el dolor. En ese partido, tenía la herida abierta y jugué igual porque me exigieron desde el cuerpo técnico. Llevaba un tiempo de estar en la Reserva, pero no había debutado en la Primera y necesitaban que lo hiciera. Entonces, por hacerme el valiente terminé haciendo algo que no debía. Ese cotejo concluyó 1 a 1, y perdimos en penalties.
- ¿Quién tuvo la culpa de que hayas jugado con la herida abierta?
- La culpa fue un poco de todos, más allá de la ansiedad propia de querer jugar el Superclásico. Quería estar y aportar mi granito de arena. De pronto, hubo un poco de presión de la dirigencia boquense porque decían que yo no quería jugar e hicieron comentarios en el plantel que no me gustaron. Decían que “tenía miedo”. Entonces, dije “yo juego”. Al final, decidí hacerlo pero no debía haber estado. Me dejé apurar por malos comentarios, y como era un poco inmaduro, jugué igual. Pero me equivoqué.
- ¿Quiénes te apuraron a jugar?
- Algunos directivos e integrantes del cuerpo técnico comandado por el Coco Basile. Inclusive, un dirigente me dijo que estaba asustado, pero yo no me sentía bien físicamente. Mis compañeros no me dijeron nada. Incluso, el Pato Abbondanzieri me preguntó si iba a patear un penalti y le dije que no, porque tenía la herida abierta.
- ¿Cómo era tu relación con Carlos Bianchi, el manager del club?
- Bien, con escasas palabras, y apenas nos saludábamos. Él se mantenía ocupado en sus cuestiones, yo en las mías ya que no me sentía en mi plenitud física. No teníamos casi relación.
- ¿Que enseñanza te dejó el Coco Basile?
- Su manera de trabajar. Aprendí a pararme dentro de un campo de juego, a no ir al costado como marcador central en algunas situaciones. En cambio, con el director técnico Abel Alves trabajé la manera de anticipar a los delanteros, y también el hecho de salir jugando. En mi época, el fútbol no estaba tan avanzado como ahora y no todos los defensas salían con la pelota dominada desde el fondo. En ese momento, el central ,cuanto más simple era, mejor para él. Hoy, el zaguero debe salir con pelota en los pies sí o sí.
- ¿Sufriste cantos racistas en el fútbol argentino?
- En La Bombonera no, pero sí en otros estadios, por ejemplo en Colón de Santa Fe. Especialmente, el día que me expulsaron por la plancha sobre Facundo Bertoglio. Algunos colegas en el campo de juego me dijeron de todo, lo que me generó rabia y mucha impotencia. Me daban ganas de hacer cosas malas que se me pasaban por la cabeza, pero me contuve, ya que si reaccionaba de una manera violenta, todo terminaba de la peor manera. Pero me tuve que aguantar todo lo que me decían.
- ¿Qué te manifestaban?
- Muchas cosas feas, que hoy no vale la pena recordar porque me hace muy mal. Maduré, y entiendo que la gente que dice eso es por ignorancia. Recuerdo que no me pidieron disculpas, ni tampoco leí en los diarios, en los días siguientes al partido, si estos jugadores se habían disculpado o no conmigo. Traté de no tocar más ese tema, y fue lo mejor que pude haber hecho.
- ¿Por qué te fuiste de Boca?
- Porque seguía lesionado y no me podía recuperar del todo. Tuve una retracción en el tobillo lesionado que me impedía hacer varios movimientos y no lograba estar bien. A todo esto, Claudio Bichi Borghi asumió como entrenador y pidió tres centrales: Christian Cellay, Juan Manuel Insaurralde y Matías Caruzzo. Además, querían que libere un cupo de extranjeros por una posible llegada de Alexis Sánchez o de Arturo Vidal. Entonces, me pidieron que me fuera a otro club. Yo no le pertenecía a Boca, pero sí tenía una opción de compra. Había llegado libre y mi pase pertenecía al representante que me manejaba.
- ¿Te pidieron que fueras a Chacarita?
- Si. Encima, en el Xeneize no ganaba bien, ya que cobraba mucho mejor en Bucaramanga que en Boca, donde el sueldo no era bueno y yo tenía necesidades económicas. Algunos compañeros no me hablaban bien de Chacarita porque había descendido, y no era bueno lo que se vivía en ese club.. Entonces, desde esa parte tampoco estaba satisfecho. De esta manera, se presentó la posibilidad de ir a Sporting Cristal, donde iba a jugar un poco más, y ni lo pensé. Además, el sueldo era mejor que el que me proponía el Funebrero. A todo esto, hablé con mi representante y aceptó la idea de emigrar. Así que me fui para estar cómodo en Perú.
- ¿Por qué te pagaba mal Boca?
- Yo tenía un contrato de jugador de Reserva y cuando subí a Primera no me lo actualizaron. Llegaba con lo justo a fin de mes. Mi representante se hizo cargo de algunos gastos para ayudarme en lo económico. Ya en Sporting Cristal la situación fue otra.
- ¿Cómo fue tu estadía en Buenos Aires?
- Yo estaba sólo en ese momento, porque mi familia se había quedado en Colombia. No vivía incomodo, ni tampoco en un mal lugar. Pero no me sobraba dinero; me alcanzaba y llegaba con lo justo. No pude hablar en su momento con el presidente xeneize, Jorge Amor Ameal, para mejorar el vínculo. Al inicio, estaba estipulado que el sueldo iba a ser el mismo. Pero observé la posibilidad de que en Perú iba a cobrar mejor y decidí irme. Aparte, iban a traer tres centrales, yo iba a ser el cuarto y no sabía cuándo me iba tocar jugar.
- ¿Tenés alguna cuenta pendiente en tu carrera?
- Sí, un paso por la selección de Colombia. Antes de lesionarme, me iban a citar ya que hubo un acercamiento con el ex entrenador, Leonel Álvarez, por el solo hecho de estar en Boca, club que abre muchas puertas. Pero pasaron algunas cosas que hicieron que lamentablemente no se puede dar, como mi operación de tobillo.
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