Héctor Raúl Cúper apura sus últimas horas en Palma de Mallorca, a donde vuelve cada vez que tiene un tiempo libre, pero prefiere vivir en Siria, donde dirige a la selección local, porque quiere estar cerca de la gente para conocer sus costumbres y dice que se siente adaptado. El director técnico argentino habló con Infobae luego de mucho tiempo en silencio y no eludió ningún tema, desde su metodología de trabajo, cómo es el ambiente donde trabaja, la selección argentina campeona del mundo y cómo reacciona cuando le recuerdan que es un “perdedor de finales”.
-¿Como es dirigir a la selección siria? Desde Occidente suena a estar en un país muy conflictivo y en una cultura muy diversa.
-Es verdad, se trata de una cultura muy diferente a la nuestra. En todo caso, es parecida a la egipcia y requiere de una adaptación. Yo me adapté muy bien y me gustan algunas costumbres y especialmente la actitud que ellos tienen. A mí me gusta ver cuál es la manera de ser de un deportista, lo observo mucho. El mundo árabe en general, aunque no todo, porque es muy amplio, es de gente sencilla, humilde y trabajadora.
-O sea que usted se siente bien allí, en ese contexto.
-Sí, no tengo mayores problemas porque me pude adaptar a la filosofía de vida que tienen. Para mí la sencillez es fundamental, las ganas de trabajar. Noto una gran predisposición en un fútbol que ha cambiado mucho.
-¿Y no teme por el contexto? Siria es un país que atraviesa diferentes conflictos y no hay muchos que se animarían a ir a dirigir allí.
-Desde ya que puede haber complicaciones. Es un país muy golpeado por problemas de fronteras, pero ahora no hay problemas. Damasco es una ciudad tranquila. Yo llegué a trabajar en situaciones peores, como cuando dirigía a la selección de Georgia y estaba en guerra a unos 80 kilómetros. Eso sí, si la cosa se complica, yo no me voy a quedar. Eso está hablado con los dirigentes.
-¿Usted hace pesar eso en sus contratos?
-No en los contratos, pero sí trato de conversarlo todo. Me gusta conversarlo todo. Pero me gusta empezar al revés.
-¿Cómo es eso?
-Yo me pregunté primero “por qué no”, y cuando no aparecen muchos no... Eso sí, si hay problemas, nos damos la mano y a otra cosa. Cuando fui a dirigir al Inter de Milán, sobre eso, me pasó algo interesante.
-Cuénteme...
-Primero apareció el presidente. Yo estaba con mi agente, me ofreció cinco años de contrato. Imagínese que siendo un grande de Italia, la cifra era suculenta. Yo le contesté “presidente, ¿por qué no nos conocemos bien primero y ve cómo trabajo, vemos cómo va todo, y firmamos por un año? Si después todo va bien, siempre hay tiempo para renovar”. Mi agente me quería matar (risas). A los 7 u 8 meses, firmé por dos años más. Yo no firmo contratos más largos.
-¿Por cuánto tiempo firmó en Siria?
-Hasta enero de 2024, hasta la Copa Asia.
-¿Y de dónde cree usted que viene esta idea de firmar contratos cortos o ver cómo funciona todo? Parece ir a contracorriente.
-Mire, yo nací en un pueblo (Chabás, en la provincia de Santa Fe), donde todos se conocen con todos y no era necesario firmar muchos papeles. Desde ya que hay que tomar algunas precauciones, y si el resultado no gusta o el trabajo no va, nos damos la mano y es normal que me tenga que ir.
-¿Cuáles son los principales obstáculos en su trabajo en Siria?
-Uno de ellos es adaptarse al Ramadán. En ese tiempo los entrenamientos son a la noche tarde, pero no son ellos los que se tienen que adaptar a mí sino yo a ellos. Es más: nadie me obliga a vivir en Siria. No es obligatorio por contrato, pero yo sí quiero vivir en Siria porque creo que para dirigir mejor hay que estar en el lugar, mamar su cultura, qué cosas le gusta a la gente y qué cosas no le gustan.
-¿Se las arregla bien con el idioma?
-Yo hablo inglés. No perfecto, pero me las arreglo y utilizo un traductor, que es imprescindible que sepa de fútbol porque la idea es que transmita exactamente, y con el énfasis que yo pongo, lo que quiero decir. En ese sentido, hay un chico egipcio que trabaja conmigo desde hace un tiempo, Mahmud. Mayor problemas tuve cuando dirigí a la selección de Congo porque allí se habla francés, pero me las arreglé.
-¿Quién trabaja con usted en el cuerpo técnico?
-Conmigo está José Fantaguzzi, un volante de Ferro de los años ochenta. También tengo un preparador físico griego y un entrenador de arqueros egipcio. Y tengo la ayuda de un director técnico local que me informa todo por los primeros dos o tres meses hasta que voy conociendo mejor el medio. Incluso sigo la liga local y hasta los jugadores sirios que se encuentran en el extranjero. Por ejemplo, sé que en San Lorenzo hay uno (Jalil Elías, que tiene bisabuelos sirios). Hoy, la tecnología que se usa en el fútbol es espectacular y se puede seguir todo, entonces no se trata de ver partidos enteros sino que ya se informan cantidad de pases, jugadas, movimientos, es muy completo.
-¿Usted es un entrenador que usa mucho la tecnología?
-Diría que es una especie de mix. No me dejo llevar mucho. Creo en el factor humano. El día que la PC dirija o juegue, será el final. El muchacho egipcio que trabaja conmigo nos suministra mucha información, pero siempre dejo entre un 25 y un 30 por ciento al factor humano. Es lo que decide todo.
-¿Cómo está hoy el fútbol sirio? ¿Para qué está?
-La calidad técnica está bastante bien, aunque no es un país que haya tenido protagonismo. También observo que están bien en la parte física. Faltan ajustar algunas cosas, especialmente la competitividad internacional. El problema es que ahora los seleccionadores no tenemos más de diez a doce días, pero de todos modos, podemos hacer algo interesante. Yo hago mucho hincapié en lo táctico, en la disciplina táctica.
-¿Y hay en la dirigencia una exigencia fuerte para obtener resultados?
-Siempre hay una ansiedad por conseguir algo. Hay una necesidad de darle una alegría a la gente a través del fútbol. No tapar los problemas pero sí darle una pequeña satisfacción. De todos modos, tener expectativas no está tan mal. Lo bueno es que hay predisposición y confianza. Es normal que quieran un triunfo. Lo difícil es renovar las expectativas.
-Me imagino que con todo lo que vivió y los países que recorrió dirigiendo (Egipto, Grecia, Uzbekistán, Georgia, Congo, Siria, Turquía, Emiratos Árabes Unidos), tendrá muchas anécdotas para contar...
-Sí, muchísimas. Una cosa que me sorprendió de Egipto, por ejemplo, y trato de aplicarlo ahora, es la solidaridad que hay en esa sociedad. Cada vez que iba a un restaurante con dirigentes locales, solía sobrar comida. A veces sobraba en el plato un poco de arroz y ellos se lo llevaban. Luego salían a la calle y si ven a alguien pidiendo limosna, le dan lo que se llevaron en el restaurante. Yo lo pongo en práctica ahora. Otra cosa es que en Siria o en Egipto yo no cierro con llave la puerta de mi casa. Es muy difícil que roben.
-Interesante.
-A mí me gusta mucho conducir. A los quince o veinte días de llegar a Egipto, para dirigir a la selección, estábamos por una autopista, en un tiempo de atentados y veo que la gente se baja de los coches y salen todos corriendo. Me asusté, pero el traductor, que iba de copiloto, me dijo “Míster, tranquilo, están corriendo a un ladrón”. También le pasó algo por el estilo a Mohamed Salah. Bajó a comprar algo y no cerró la puerta del coche. Al regresar, vio a una persona robando, que al verlo venir, escapó, pero lo corrieron y lo agarraron, pero Salah fue a la Policía a hablar con el chico, fue a la casa del chico, y resultó que el padre estaba sin trabajo y la madre, con problemas físicos. Salah le consiguió trabajo al padre y quedaron todos contentos.
-Salah es un ídolo en Egipto...
-Es un jugador extraordinario y es la auténtica figura de la selección, para qué negarlo. Es un muchacho muy bueno para la convivencia pero más allá de eso, nunca quiso privilegios y es digno de ser alabado por su humildad.
-Tal vez sea una apreciación, pero me da la sensación de que tuvo un importante bajón en el Liverpool al perder la final de la Copa África frente a Camerún y cuando quedó fuera del Mundial de Qatar.
-Sí, fue un bajón no haber ganado la Copa África al haber perdido la final, aunque Egipto llevaba dos copas sin participar por no haberse clasificado. Es probable que haya bajado algo su rendimiento, pero es alguien que se sobrepone rápido, porque tiene una fuerte personalidad. Lo del Mundial fue seguramente una decepción, pero más relacionada con la lesión que tuvo en la Champions y que lo condicionó y no pudo llegar bien.
-En Siria debe haber también muchos jugadores con alguna secuela de la guerra ya sea en ellos mismos o en sus familiares.
-Sí, algunos jugadores tuvieron problemas ligados al terrorismo. Un sesenta por ciento, aproximadamente, tiene problemas de este tipo. Han sufrido mucho, pero noto que tienen temperamento para superar las cosas y en muchos casos, son muchachos jóvenes.
-Me decía que tiene contrato hasta la Copa de Asia en enero...
-Sí, y tenemos previsto dos amistosos en las dos fechas FIFA que quedan y tengo expectativas, Hoy tuve con ellos una videoconferencia y les decía que quiero trabajar más, que estoy conforme, pero que necesito otros amistosos para sacar conclusiones. Y como le decía antes, si vamos bien, ya vendrá la renovación. Tenemos una invitación de China, otra para jugar un torneo en Egipto, otra para jugar un partido en Kuwait.
-¿Suele ver fútbol argentino?
-Trato de ver todo lo que puedo y fútbol de todo el mundo. Realmente lo de la selección argentina en el Mundial fue algo increíble y, sobre todo, lo que me llamó la atención, es que nunca hubo un problema en el grupo. Para mí, ese fue el gran logro de Scaloni. Se vio que había un equipo de fútbol. Hubo allí un manejo de grupo excelente.
-Usted vivió en Palma de Mallorca y va mucho para allá y Scaloni vive en Mallorca. ¿Suelen hablar o verse seguido?
-¿Me cree si le digo que jamás nos cruzamos? Tenemos gente en común y siempre decimos que tenemos que hablar, que nunca coincidimos, pero el día que nos encontremos seguramente hablaremos seis o siete horas corridas (risas).
-¿Le sorprendió cuando lo designaron entrenador de la selección argentina cuando nunca había dirigido un equipo?
-Recuerdo que cuando lo nombraron hubo comentarios divididos por su inexperiencia, pero ya se vieron los resultados.
-En su cuerpo técnico hubo dos ex jugadores suyos, Roberto Ayala y Pablo Aimar. ¿Tuvo contacto con ellos en este tiempo?
-Cierto, los tuve en el Valencia pero no, no tuve contacto con ellos. Sí que estaba preocupado por ellos, observaba lo que hacían pero no los quise molestar. Desde ya que si ellos me hubieran llamado, yo los habría atendido con mucho gusto.
-Ahora están jugando Milan e Inter la semifinal de la UEFA Champions League. Ya jugaron una vez, en 2003, y usted dirigía al Inter y Carlo Ancelotti al Milan...
-Sí, aquella vez estuvo muy parejo y pasaron ellos solamente porque el gol de visitante valía doble. Esto es así...
-Hablando de estas cosas, le tengo que preguntar por algo que ya se imagina...
-Sí, claro...
-Que en Argentina se dice que usted pierde muchas finales....
-Sí, claro, soy un perdedor de finales y a veces hasta suelo hacer un chiste con eso. Suelo decir a mi plantel “mañana tenemos una final así que yo me voy al cine” (risas). Hay que decir que muchas de esas finales o partidos decisivos las perdí ajustadamente y ante equipos con planteles superiores. Las dos finales de Champions que perdí fueron con el Valencia ante Real Madrid y Bayern Múnich, por ejemplo. Con el Mallorca perdí una final de Copa del Rey ante el Barcelona, en la que estuvimos con dos jugadores menos, pasamos el partido y el alargue, tuvimos la Copa a un penal que dependía de nosotros y lo fallamos. Perdí la final de la Recopa europea ante una gran Lazio. ¿Qué puedo hacer? Si me llaman perdedor, no me preocupa. Para perder una final hay que ganar muchos partidos antes hasta llegar a esa instancia. Yo no puedo pedirle más nada a la vida.