“Que me hace falta un beso...”. Brian Sarmiento abre la puerta del estudio donde todos los días es el panelista estrella del programa Son aviones y, sin solución de continuidad, como dirían los viejos locutores, entra cantando, abraza al cronista al que jamás vio en su vida, bromea, deja una bolsa sobre la mesa y procede a cambiarse de ropa, ahí nomás, con total naturalidad. “Eh, nadie se va a asustar”, lanza otro chiste de su batería cuando el amigo que lo acompaña se lo hace notar.
El futbolista (porque hoy no está jugando oficialmente, pero todo el tiempo habla en presente sobre su profesión), que supo incursionar en la música, en la pista del Bailando por un Sueño y generó un boom en las redes sociales que luego postergó -y hoy está reflotando- es un aluvión. Sorprende en su nuevo rol como parte del equipo del show que conduce Agustín Fantasía y se transmite por los canales de Youtube y Twitch. El enganche, de 33 años, se divierte y hace divertir, cuenta anécdotas, opina con filo, pero además es anfitrión en las jugosas entrevistas en las que los protagonistas se sueltan al ver un par sentado del lado de las preguntas.
“Estoy re feliz por el lugar en el que estoy. Soy un agradecido, sin el fútbol, la gente no me hubiese conocido, y sin el rol de la tele, la farándula, tampoco me hubiese conocido otra gente. En el fútbol viví muchas sensaciones, es lo que soñás desde chico. muy pocos lo consiguen y yo fui un privilegiado, porque los sueños que me puse en mi cabeza los cumplí. Y hoy estoy en otro ámbito y me siento cómodo. Tengo mucho para darle a todo esto”, le cuenta a Infobae en una entrevista en la que no usará la diplomacia ni un segundo. Se ríe, se enoja, se emociona, narra historias, todo en un viaje en montaña rusa encapsulado en una hora. Y muestra su rostro más sensible, sin la coraza que le proporcionan las luces de los estadios o los estudios de TV.
-¿Cómo te llegó el ofrecimiento?
-Estaba en Concordia, me llamó Agustín Fantasía, el que me metió en este quilombo hermoso, y me dijo: “Decime que no firmaste en un club, me enteré que te vas a jugar a una Liga del Interior”. Y le dije: “No, Agu, hace varios años que estamos hablando para trabajar juntos, si tenés un proyecto, lo voy a hacer”. Más estando apadrinado por él, que es una gran persona y es un gran conductor y periodista. Me llevó a dar el paso para decir: “Nos dedicamos a esto”.
-El hecho de tenerte en el panel hace que les saquen a los jugadores un montón de cosas que en otro ámbito no surgen. Confesiones, historias...
-Se sienten cómodos con nosotros, es la realidad. Me tocó ir a muchos programas de deportes, de farándula, y siempre está la maldad. esa preguntita que te hace poner incómodo o te saca un titular para lo malo. Nuestra idea era el lado B del fútbol, pero que se sientan cómodos, que cuenten las cosas cotidianas del fútbol, también lo que les duele, pero que se sienten cómodos conmigo porque está entrevistándolos una persona que hace poquito que no juega, que sabe los códigos que se manejan en un vestuario. Ahí es donde ellos se sienten en el salón de su casa y charlan como en realidad son. Mayormente te hacen poner el casete en el fútbol, porque lo que digas después te perjudica a la hora de ir a un partido, hace que te puteen o te maltraten por el hecho de ser feliz, de que te guste la música, por mostrarse tal cual sos. Fui el pionero, me llevé todos los palos, de la gente, de los dirigentes, de los compañeros, los técnicos, pero hoy salieron a la luz lo que son los jugadores y quedó demostrado con la Selección, que son chicos normales como todos, unidos, se muestran tal cual son y eso los hizo triunfar en el fútbol.
-¿Vos pensás que el hecho de haber mostrado tu intimidad sin filtro en las redes llevó a que otros jugadores hicieran su canal de Twitch o se exhibieran de manera diferente a como se mostraban en otra época?
-Sí, yo me acuerdo de 2017, cuando estaba en Banfield y empezaba a grabarme lo que hacía, no conocía Instagram, me grababa y pensé que no me veía nadie. De repente pasé a tener un millón de seguidores y ese millón de seguidores hizo que por todo el mundo se vieran los videos, que la gente dijera: “Ah, loco, sale un bar, se toma una birra, hace asado con los amigos, qué bueno que está”. Qué bueno que está mientras con Banfield íbamos segundos y ganábamos todos los partidos, pero qué hijo de puta que sos si vas a Newell’s y perdés. Seguía siendo el mismo, entrenaba el doble en Newell’s. Es como cruel todo, pero voy con mi personalidad a todos lados, y eso me hace estar tranquilo, porque la gente que me rodea hoy es la gente de verdad, porque la careta se te cae en cualquier momento.
-¿El fútbol es careta?
-Re. Re careta.
-¿Por qué?
-Porque tenés que estar todo el tiempo con un casete, que sos serio, que sos profesional, que no te podés equivocar... Y en realidad somos los que más sufrimos en nuestras casas, con nuestras parejas, nuestros padres, nuestros hijos. Hoy en día está dejando de ser careta y eso es lo que más me gusta.
-Todos los jugadores tienen su momento de ocio, de distracción, ¿la diferencia es que vos lo mostrabas?
-Claro. Yo lo mostraba y por ahí iba a una disco, un bar y me pedían una foto. Y cómo no voy a darte una foto si yo vivo del cariño de la gente. Nosotros jugamos al fútbol para eso, para el cariño, más allá de lo económico. Vos vas, sos como un ídolo, jugás al fútbol, salís en la tele, te piden una foto y te digo: “No, loco, no”. ¿Qué pensás? Que se vaya a cagar este, se me cayó un ídolo. Como siempre fui normal decía “sí, dale”. Si el técnico sabía que estaba en un bar. Ahora, si tenía un partido malo, “ah, está de joda, ah, sos un fiestero”. No, mentira. Es mentira eso. Somos profesionales. De mí nunca van a decir que no fui a entrenar. 16 años jugué en Primera. Si no, no podés jugar 16 años en Primera.
-¿Los técnicos lo entienden eso?
-El que lo entiende es el que mejor lleva al grupo.
-¿Y el resto?
-Al resto que no la entiende, que se pone por encima del bienestar de los jugadores, le puede ir bien un tiempito... Hablo por experiencia propia.
¿Tuviste de los dos tipos de técnicos?
-Sí, de los que te están más encima, que no quieren que hagas nada, que no te hacen un asado con el plantel, que si saliste de joda te dicen: “Saliste de joda, no vas a jugar”. Y te sacan la esencia, te sacan la tranquilidad y uno no rinde igual. En cambio me pasó con Falcioni que sabía qué necesitaba cada jugador. Y conmigo era: “Brian, vos salís cuando ganemos y juegues bien. Y vas a tener mi apoyo. Y te voy a cuidar”. Y fue lo que hizo, y fue mi mejor temporada en el fútbol, por cómo él me llevó. Guardiola es un psicólogo del fútbol, los tiene a todos bien.
-¿Hoy la mayoría de los técnicos se enfocan demasiado en la táctica y la estrategia y dejan en un segundo plano el hecho de llevar al grupo, estar cerca del jugador o entenderlo?
-Lo vimos en el Mundial, con la Selección. Scaloni fue y primero se ganó la confianza de los jugadores. Después dijo “vamos a jugar así”. Si él llega y dice “vamos a jugar así”, aunque seas el mejor del mundo... Sampaoli me parece un muy buen técnico, pero no le llega a los grupos, por eso no le va bien. El técnico tiene que ser amigo con un límite. Porque yo después por vos... Lo dijo De Paul, que Scaloni les dice que pueden tirar la pared esa y van de frente contra esa pared. Eso es porque te ganaste el respeto. El futbolista es bravo, no es un nene de pecho, como nos viven cagando, estamos todo el tiempo midiéndote. Y esa la virtud de los técnicos más jóvenes o de Julio (Falcioni) que tuvo muchas vivencias extrafutbolísticas.
-¿Por qué hoy decidiste enfocar tu vida en otras cosas y dejar la pelota en pausa?
-La dejé en pausa porque soy muy exigente conmigo mismo a la hora de entrenar o jugar los fines de semana. Sentí que me comió mucho el fútbol de ahora, todo esto que estamos nombrando. Muchos técnicos queriendo ser más que los jugadores... Es algo que amamos tanto desde chicos, que dejamos todo de lado por cumplir el sueño, que cuando se ve al fútbol tan manoseado, te da tristeza y ya no lo querés hacer. Y decís, “yo a mi carrera no la voy a tirar por la borda por gente que le está haciendo mal”. Cada vez más periodistas buscan quilombo, ya no se habla de fútbol, va todo de la mano. Me encontré con esto del programa y dije ”vamos a divertirnos con el fútbol, vamos a hablar también de las cosas que hacen mal”. Mucha gente dice: “No, ganan mucha plata, tienen los mejores autos, viven en Puerto Madero”. No, sufrimos también ¿eh? Porque estamos dentro de la cancha, pero si puteamos al los de afuera, nos expulsan. Pero ellos te pueden insultar, escupir, tirar meo... O explotás y te cagás o buscás otros caminos.
-¿Estás enojado con el fútbol o con el fútbol como es hoy?
-Se fueron dando las cosas, sufrí mucho la salida de Newell’s y fue un antes y un después para mí en el fútbol. Fue algo que dije: “Me hace mal, todo el amor que tenía por cumplir un sueño, que lo logré, y me hizo pedazos”. Me fui alejando un poco. Llegó una etapa en mi vida en la que quiero amarme a mí, quererme a mí. Dije: “Me voy a encontrar conmigo otra vez”. Y me siento súper feliz, relajado, se ve en los programas, con mi familia, mis amigos. Me dicen que soy otro. Me duele no jugar, ver un partido y no verme dentro de la cancha, pero estoy bien conmigo mismo.
-Te transformaste en una estrella emergente siendo muy chico, a los 16 años tenías un nombre, no debe ser fácil.
-Me emocionaba cuando me veía en los diarios, no había redes sociales, o tantos programas. Mi carrera fue muy rápida. Llegué a Estudiantes a los 14 y a los 16 y medio ya me habían comprado de España. Llegó un momento en el que agradezco a mis amigos de verdad, porque al estar en Europa, tener los bolsillos llenos de dinero, pensaba que nadie me podía decir nada. Hasta que me agarraron mis amigos, mi familia, y me dijeron “por acá no es”. Y me di cuenta de joven, les agradezco a ellos, porque es difícil de manejar. Hoy ves a los chicos, son súper estrellas y les falta muchísimo camino, pero el representante viene y les compra un auto, o les dice “salí con esta mina que es famosa”. Y es difícil hoy llevar eso adelante, tenés que tener mucha gente atrás. Tenés que ser Cristiano Ronaldo o Messi, que nunca tienen algo malo. Pero tenés que tener mucha gente atrás para eso. No es porque sean perfectos.
-¿Te cruzaste con mucha gente que te dijo “capaz que si salías menos, hubieses hecho una carrera todavía mejor de la que hiciste”?
-Es que yo no salí mucho. Ese es el tema. Eso es lo que me hace gracia. Vos me ves, te canto una canción, tengo dos temas en Spotify; me ves que juego a la pelota y festejo con bailecito; me ves yendo a Tinelli y la rompo; me ves yendo a lo de Susana Giménez y perrea hasta el piso una canción mía. ¿Qué vas a decir? Este es un fiestero. Y yo repito, ¿cómo puede ser que jugué 16 años en Primera a alto nivel si era un fiestero y salía siempre? Mentira. Lo que pasa es que no me callo las cosas. Por mi grupo peleo hasta morir. Si tengo que decir algo contra los dirigentes, lo voy a decir. Al mundo del fútbol no le gusta la gente que va de frente. Esa fue la cagada mía. Si hubiese sido mamadera, estaría jugando en Europa, Boca, River, pero va en contra de mi esencia. Mi viejo me ve y me mete un cachetazo, me dice “yo no te crié así, bajando la mirada o haciéndote el sordo. Pero estoy contento porque me cruzo a alguien en la calle y me da un abrazo.
-¿Y te molestó ese cartel?
-Me perjudicó en el sentido de que cuando había dirigentes que no entendían de fútbol... Y yo les decía, poné la cláusula. Si me ves después de las 12 en un bar, rescindime el contrato. Si me ves tomando una cerveza en vía pública, rescindime el contrato. No lo hacían. 16 años jugando en Primera... ¿Porque soy lindo, superdotado? Soy un jugador bueno de la media, que le daba buenas cosas al equipo, pero más que nada afuera de la cancha.
-¿Eso considerás de tus cualidades futbolísticas? ¿Que sos “bueno de la media”?
-Sí, para mí soy muy bueno, pero hay un montón de jugadores buenos, aunque soy convincente con lo que hago. Y me quiero. Entro a un bar y soy el más lindo. El que tiene lo mejor y el mejor. Después vemos por dónde salimos. Entro una cancha y es lo mismo, a un vestuario y es lo mismo. Soy esto, simple, pero en una cancha te cago a bailes.
¿Vos estás conforme con lo que hiciste en tu vida y en tu carrera?
-No me arrepiento, cambiaría muchas cosas, pero no me arrepiento de lo que hice porque me fue forjando como persona. Pero hubiera cambiado un montón de cosas.
-¿Cuáles?
-En España no estuve bien acompañado desde el manager, representante. Hubiese estudiado, como lo hago ahora, que leo, hago cursos. Te abre la cabeza. Yo en ese momento tenía 17 años, dos millones y medio pagaron por mí, y yo solo quería jugar a la pelota. Y hubo un juicio, que me trucharon una firma, se fue dando todo muy loco.
-¿Hiciste mucha guita?
-Hice mucha, me la robaron toda, empecé a hacer otra vez y ahora estoy tranquilo. No teniendo todo lo que tenía antes. Y para mí es mucho mejor. Porque el dinero te trae mucha gente, muchos problemas.
-¿Es así eso de los amigos del campeón o es un mito?
-No, es así. Yo en Newell’s tenía 30 personas atrás. Me levantaba a las 7 de la tarde y decía buen día. Y me decían buen día. Hoy le digo buen día a cualquiera a esa hora y me responden “qué decís, pelotudo”. Prefiero esto. Yo vengo en subte, eh, no vengo en el BMW de antes. Son pelotudeces. La vida pasa por otro lado. Y los que la entendemos vivimos más relajados o mejor. Y felices. El otro día hablaba con los chicos en el programa, disfruto mucho cuando me voy a bañar. Porque en mi casa era apretar un botoncito para calentar el calefón, salen cuatro gotas, ¿eh? Y te tenés que bañar a las chapas. Acá levantás una perillita y sale agua caliente, hermoso, y es un placer. Empecé a disfrutarlo ahora. El otro día mi papá sacó camisetas de Europa y tenía de Messi, del Kun (Agüero), de Dybala. Y me contó: “Cuando iba a visitarte, agarraba y me las traía sin decirte nada porque las ibas a perder”. Y me largué a llorar. Y mi viejo me preguntó por qué. Le dije: “Primero te agradezco, y segundo, me pongo a llorar porque no lo disfruté”. Era muy normal para mí. Hoy en día me pasa que me hacés una nota y la estoy disfrutando; estoy contento y digo “fa, me están haciendo una nota”.
-¿Recién ahora te das cuenta de que jugaste contra Messi, Riquelme Aguero?
-Recién ahora. Y eso es lo que te duele. Y es lindo, a la vez, decir que le gané a un partido al Boca de Bianchi, con Riquelme, y siendo figura, haciendo el tercer gol. Y a la vez decís “qué boludo, no lo disfruté”. Cuando te cae la ficha decís: “Qué loco”.
¿Sos de repasar los partidos, de meterte en YouTube?
-Sí, hay veces que no están los partidos completos y me quedo mucho tiempo. Solo, ¿eh? Yo por la cancha de Newell’s no puedo pasar, me largo a llorar. Me encantaría volver, esa cancha es mi casa, aunque me echaron de una patada en el culo.
-¿Eso un poco fue el clic en tu historia?
-Para bien y para mal. Porque era algo que siempre había soñado, me dio miedo y cuando llegué dije “ya está, no tengo más. Qué mas podía pedir. Había jugado en Europa, en Brasil, había sido campeón, jugué en el fútbol argentino. Llegué a Newell’s -club del cual es hincha- y fue como... ¿Y ahora? Mi vida siempre fue con amor. Y el amor te mata. Lo cuidás y me potenciás, me sacás mucho jugo. Me lastimás y no sirvo más. Y fue lo que pasó. Me gusta verme jugar porque.. El otro día lo charlaba acá. Es una charla que me gustaría tener con jugadores como Riquelme, Aimar... En la cancha lo ves como en cámara lenta. Y veo el video y digo “uy, qué rápida la jugada, cómo resolví esto”. Está bueno, te hace sentir especial.
-Por ahí por tu carácter nunca tuviste miedo de hablar de todo. Y una de las cosas de las que hablaste después de lo de Newell’s fue de depresión, que en el fútbol es medio un tema tabú. ¿Por qué en el fútbol se habla poco del tema?
-¿Sabés por qué no quieren hablar de eso los jugadores? El 50% no la pasa bien. Y te puedo decir el 70, no lo hablan por miedo a que los técnicos digan “uy, está mal, tiene problemas”. Porque si tenés problemas en el fútbol no servís. Tenés que tener todos los días buena cara, tenés que entrenar al 100%, tenés que jugar bien todos los partidos. Imaginate si sabés que un jugador de Boca o River la está pasando mal y necesita apoyo psicológico, tiene depresión... A nosotros no se nos nota. Somos máquinas, estamos preparados para eso. Desde que tenemos 10 años. Te preparan para se el mejor, el más profesional... El que demuestra debilidad en el fútbol es un cagón, no tiene que jugar.
-¿Es otra de las cuestiones que te llevan a decir que el fútbol es careta?
-Claro. Un grupo bien atendido en ese sentido no tiene techo. Por eso el futbolista no se anima. Por eso me fui, me alejé. Me dije: “Estoy con depresión”. Agarré una mochila y me fui a vivir a México. No quise jugar más hasta que fui a Grecia. Te tenés que escapar, no servís.
-¿Y cómo saliste?
-Con gente de verdad, a la que no le importaba si era Brian Sarmiento el que bailó en Tinelli o el que jugaba en Primera. Con gente de verdad, que no llega a fin de mes, que te hace ver las cosas simples. Como festejar un asado. Antes era algo más. De ahí hice el clic de volver a jugar. La cagada es que fui a Grecia -al Volos-, una persona como yo en Grecia, que no podía hablar... Y fue una cagada, pero aproveché cuando vine a All Boys, que siempre va a ser mi casa, siempre me levantó en los momentos malos. En 2013 fui y me compró el equipo brasileño. Y después volví y fui feliz. Pero este tema del COVID-19 me liquidó, porque me hizo un parate cuando yo ya había levantado.
-¿Cómo sos como papá?
-Estoy muy lejos, mis hijas viven en Europa. Si vos ves el Morro García, tenía problemas familiares, porque no podía ver a las hijas. Es algo con lo que lucho día a día, porque las tengo lejos y sufro. Me levanto todos los días y sufro. Es difícil (se quiebra). No está bueno, el padre siempre sale perdiendo, el padre siempre es el problemático. Ellas saben el amor que les tengo.
¿Tenés contacto?
Sí, por videollamada, cuando me dejan verlas.
-Este año estuviste jugando en el fútbol del Interior -hoy se desempeña en el Senior de Independiente-, ¿cómo fue la experiencia?
-Lindo, recibí mucho cariño en el CAI de Amenábar, es otro fútbol. Los que jugamos muchos años en Primera estamos acostumbrados a otra cosa, y ahí se juega fútbol de verdad. Los chicos hombrean bolsas hasta las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde están jugando. Y los querés sacar y se enojan. Y decís, “fa, qué amor tienen”. El primer día que llegué a jugar tuve una charla con ellos y les dije: “Enséñenme, vendo a aprender, a ser mejor persona, enséñenme a amar el fútbol otra vez”. Ahora con esto del streaming nos va bien, llego al fin de semana y quiero descansar o quedarme. Cuando pueda voy a ir a compartir con ellos y estar ahí porque es hermoso, hay hinchada visitante, llevan los bombos, papelitos, están las señoras grandes con reposeras... Es otro fútbol, me llenó de alegría ir.
-¿En esa experiencia volviste a disfrutar del fútbol?
-Lo disfruté al máximo, cuando hacía calor, no sabés lo que era el vestuario, teníamos que cambiarnos y salir, porque te chivabas todo. Muy humilde, con los compañero pidiendo “che, alguno tiene un par de botines de más”, y después van y en la cancha se desviven. Lo disfruté un montón.
-¿Cuál fue el mejor Brian Sarmiento?
-Deportivamente, tuve tres etapas muy buenas. La del Xerez, aunque era muy joven y no la entendía Pero entraba a la cancha y vos ves los partidos y decís, qué locura lo que jugaba. Después fue la de All Boys, que ahí sí disfruté. Y la de Banfield, que la uno con la de Perú, donde disfruté mucho. No teníamos casi hinchas. Los dirigentes, lo que les pedías, te lo daban, cumplían, ni se metían en el grupo. Y ese año mío de Perú y Banfield fue cuando mejor me sentí, mejor anímicamente, amorosamente. De 16 años, te nombré tres años. Qué loco.
-¿Y la etapa en la que peor te sentiste?
-Y... el año mío en Girona de España, fueron seis meses. Me quiso comprar Sporting Gijón, Racing de Santander no me vendió, y entre los presidentes tenían un arreglo con el Girona que me mandaban a préstamo. Y a mí me venían a comprar por 4 millones de euros. Habiendo salido campeón en Xerez. El último día de las transferencias me enteré por la tele. Y veo mi nombre, cedido, a un equipo otra vez de la B. Fue feo. Cuando volví, volví a Girona, la ciudad no me gustaba, el equipo no me gustaba. Hablaban en otro idioma, por más que estábamos en España, la pasé muy mal. A los 6 meses me fui y no volví.
-¿Fue ahí que te sondeó el Real Madrid?
-Claro, me convence de quedarme el presidente del Racing de Santander, y lo llama a Valdano, que ya había llevado a Ezequiel Garay de Racing al Real Madrid. Me dice: “Hacé una temporada buena en Racing de Santander y yo te llevo”. Y después el presidente hizo ese manejo. Y ahí, como dije, estaba solo. Si hubiera tenido un buen representante, hubiera dicho “esto no”. Siempre me fueron cagando, esa es la bronca que uno tiene.
-¿Qué porcentaje de decisión tiene un futbolista sobre su carrera?
-Al principio de la carrera, el jugador no tiene decisión; después, al 100 %. Pero al principio, hasta hacerte un nombre, tenés que comer mierda. Es horrible. Por eso después uno va decidiendo dónde ir.
PING PONG CON BRIAN SARMIENTO
¿Qué fue lo más absurdo que te tocó vivir en un vestuario?
-Que entre el presidente del equipo de Grecia y le empiece a gritar a un compañero mío que había hecho un penal y nos habían empatado un amistoso, y le dijo que no viajaba en el colectivo de vuelta a la ciudad donde estábamos nosotros. Eran 400 kilómetros.
-¿Y qué hizo?
-Se tuvo que ir en un micro de línea. Increíble, nunca visto.
¿Y lo más divertido que viviste en un vestuario?
-En vestuarios hay un montón de cosas divertidas. El vestuario de Banfield era un show, estaban todos los chicos, Gio Simeone, Thomy Rodríguez, Emma Cecchini, entrabas y era un cumpleaños de 15, todos jugando a la Play. Hay muchas cosas divertidas. Cuando apenas llegué a Perú -jugó en el Real Garcilaso- colgué todas vendas como si fuesen tirantes, les saqué los calzoncilos a todos los compañeros, se los mojé y se los colgué todos.
-¿De qué rival al que enfrentaste te sentís orgulloso?
-Me quedo con Boca, ponele. Porque es un grande de Argentina. O River. Esos partidos son únicos
-¿Y futbolista rival?
-Nunca los vi como “uy...”. Bueno, con el Ratón Ayala. Me metió una patada en la espalda. Me pidió que me fuera para el otro lado.
-¿Y te fuiste?
-Sí. Y sí, era él, el Ratón, un ídolo.
-¿A qué rival sentís que lo mataste a bailes?
-A Somoza. Ese día estaba inspirado. Muy buen jugador y muy buena persona. Pero ese día yo estaba con la flechita para arriba mal, así que me quedo con ese partido, estuve imparable.
-¿A qué rival te quedó pendiente tirarle un caño?
-Al Chapu Braña. Lo quiero mucho, lo admiro mucho, me enseñó mucho cuando estaba en Estudiantes y yo estaba ahí, era muy chico. Y sabía que si le tiraba un caño y se lo hacía, me iba a buscar y me la iba a dar. Y me iba a putear. Hubiese estado bueno.
-¿Cuál fue el rival qué más duro te pegó?
-El pelado de Olimpo que fue a Patronato, me metió una piña y me noqueó. (Mauro) Laspada. Bravo. Le dije “¿por qué me pegás si no te hice nada?”. “Por las dudas”, me dijo. Bueno, está bien. Después lo seguí encarando, olvidate. Peor.
-¿El mejor jugador con el que jugaste?
-Hay muchos, pero, te voy a elegir dos delanteros y un arquero. Teo Gutiérrez, Gio Moreno; dos colombianos; e Hilario Navarro.
-Teo, a pesar de lo que contaste, lo que pasó en el vestuario de Racing aquel día de la pelea con Saja; la historia del arma...
-Estamos hablando futbolísticamente. Lo mejor, crack. Después, un pelotudo, pero bueno...
-¿Cuál fue el mejor técnico que tuviste?
-¿Puedo elegir dos?
-Sí.
-Claudio Vivas y Julio Falcioni. Todo lo que soy como jugador se lo debo a Vivas, fue el que me llevó a Estudiantes y después a Banfield. Primero me enseñó mi viejo, el principal, número 1, mi mejor técnico. Me tenía entrenando como cuatro horas por día. Cuando pasé a cancha de 11, Claudio Vivas.
-¿Y el que menos te dejó?
-Tuve en San Miguel a (Daniel) Sagman, el peor, lejos. Fue horrible. Creo que es profesor de matemáticas.
Fotos y video: Alejandro Beltrame
Seguir leyendo: