A 48 horas del primer Superclásico que disputó -y ganó- como entrenador de River, Martín Demichelis habló en profundidad de todo lo que aconteció el domingo pasado en el estadio Monumental. Desde las alternativas del juego hasta el plan para maniatar al rival en el primer tiempo, pasando por el polémico penal de Agustín Sandez a Pablo Solari y la gresca del final que originó varias expulsiones. El entrenador millonario no dejó ningún tema sin tocar.
Por qué ganó River. “El fútbol se decide por acciones peculiares. En un partido equiparado, en el segundo tiempo se iba a decidir por alguna acción particular. Si en el fútbol hubiera una balanza de merecimientos, creo que merecíamos ganar nosotros. Sobre todo por lo hecho en el primer tiempo, sometimos a Boca a que no pase la mitad de cancha, generamos más situaciones, no las metimos y Chiquito Romero intervino con gran jerarquía. En el segundo tiempo nos equipararon un poquito, Boca pudo juntar toques. A Jorge (Almirón) lo respeto mucho porque le da identidad a sus equipos”.
Por qué fue penal de Sandez a Solari. “Sí, fue. Es mi apareciación. No entro en la balanza de si fue poco o mucho, cobrable o no. No hay medio embarazo, es embarazo o no es. La reacción corporal del que hace el penal y los dos o tres jugadores que están cerca y no protestan, es que le tocó la pantorrilla y fue penal”.
La frase de Nicolás Figal antes del partido. “No me había enojado con él. Para algunos lo que dijo es una chicana, pero yo analizo las cosas objetivamente y creo que habló con respeto. Con eso para mí demostró que nos estaban teniendo muchísimo respeto. Habló con un grado de inferioridad o inseguridad a la hora de ir a la cancha de River. La tomé esa declaración para transmitir que estábamos fuertes y que no nos podían desviar lo que había pasado en Brasil. Podía hablar de los últimos 20 minutos que habían sido muy malos con Fluminense o de los buenos 70 primeros minutos que habíamos hecho. Hice mucho hincapié en todo lo bueno que habíamos hecho en ese partido y en la liga”.
Qué le dijo Palavecino antes de ser expulsado y el desliz al intentar frenar a Luis Vázquez. “Yo no había visto el comienzo. Él me pidió disculpas porque creía que lo podían expulsar. Le agradezco porque mostró la hombría que tiene. Enseguida supo que se había equivocado y salió a pedir disculpas. Agustín es un gran chico y supo que estaba equivocado. Cuanto más invasión, más desorden. El entrenador de arqueros me dijo que entráramos y yo le dije que no, intenté mantenerme al margen. Hubo un parate y después vinieron de vuelta y el primer fue Vázquez, al que traté de frenar, pero con los zapatos me patinaba en el césped. Después de las expulsiones traté de acomodarlos un poquito en lo táctico, pero como quedamos en superioridad numérica ya no hacía falta mucho más”.
La importancia de Enzo Pérez en River. “Quiere seguir ganando. Tener ese hambre no se encuentra a diario. Él con 37 se entrena todos los días, tiene ese deseo de superación y va marcando dentro del grupo una línea de competitividad muy alta”.
Cómo vive las noches previas a los partidos. “El día de partido te despertás con una sensación como que tenías un once y quizás algo tenés que retocar. Hago un ejercicio con Lux y Pinola que es armar el once para el siguiente partido un lunes... Después no tiene nada que ver con el que queremos poner. Descanso bien, no necesito ayuda del doctor para dormir. Termina la cena con los dirigentes, que van siempre antes de cada partido, siempre hay algún partido para mirar y cuando termina, se van. Juego un rato al pool con Lux, que tenemos gran nivel (al ping pong me gana él) y leo o repaso algo en la computadora. Nada más”.
Los elogios desmedidos a su River. “Hubo un exceso de halagos con el equipo antes del partido con Fluminense. Que somos un gran equipo está claro, pero no estamos para competirle al Manchester City desde la fecha 1 a la 38. Es la realidad. Un partido o dos sí se lo podemos disputar. Una liga de 38 fechas no”.
El fervor desmedido en el fútbol argentino. “Yo que viví tantos años afuera puedo decir que no hay pasión como la que sentimos por ganar y perder los argentinos por el fútbol. Supera límites. Mis hijas, que no entienden mucho y se aburren con el fútbol, no te digo que sufren bullying pero ya entienden lo que es un River-Boca con alguna cargada. Entonces eso desde la cuna parece que lo transmitimos e incorporamos. La gente, con los problemas económicos que tiene el país, no deja de llenar las canchas. Es un fervor incontrolable”.
Su preparación para llegar a ser DT de River. “Por la experiencia de vida que tuve como jugador, entendí que tenía que dedicarle años a la preparación. Me capacité. Podría haber dirigido cuando me retiré como jugador. Yo jugué desde los 5 hasta los 20 para ser profesional 17 años. Por lo menos tenía que invertir cinco años en capacitación para ver si puedo dirigir 20 ó 25 años. Empecé como segundo entrenador de Michel González, pasé a ser embajador del Bayern Múnich, que me sirvió para ver otra óptica acompañando al equipo. Hice dos licencias en España (A y B), puse en práctica todo en el Bayern Múnich y terminé la licencia en Italia. En el Bayern estuve en el Sub 19, donde puse todo en práctica, y en el Sub 23 ya no tenía dudas de ponerme a dirigir un equipo profesional. Esa experiencia me preparó para la improvisación de que te bajen tres o cuatro jugadores de Primera o que te pidan dos o tres antes de cada entrenamiento”.
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