Después de los incidentes ocurridos el miércoles con la barra de Defensores de Belgrano y teniendo en cuenta que fue el primer Superclásico en la era de Eugenio Burzaco al frente del Ministerio de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, los responsables del área decidieron armar un gigantesco operativo para minimizar el riesgo de cualquier incidente que pueda darse en el Monumental, más teniendo en cuenta que se trata de un año electoral y cualquier hecho de violencia en el fútbol es una caja de resonancia para todos los actores políticos. Y con un agregado: este fue el Superclásico con mayor cantidad de hinchas en la historia, desde que River amplió la capacidad del Monumental de 65.000 a 84.000 espectadores.
Con esta premisa bajo la manga, el Comité de Seguridad en el Fútbol junto con las autoridades policiales y políticas determinaron que haya 2000 personas abocadas a la realización del encuentro, de los cuales 1400 fueron efectivos de la Policía de la Ciudad, subiendo en 200 la cantidad que trabajaron en el anterior choque entre River y Boca en Núñez. Esto se debe no solamente a la ampliación de la capacidad del estadio sino también a fortalecer la presencia disuasiva de los hombres de azul en los alrededores. Por otro lado, fueron 120 los cadetes de la fuerza de la Ciudad encargados de hacer los controles del programa Tribuna Segura en cuya base hay actualmente algo más de 6000 personas que tienen prohibido el acceso a los estadios, ya sea por decisiones administrativas tras hechos de violencia en el fútbol o impedimentos judiciales. En esa nómina hay actualmente más de 600 barrabravas de River incluyendo los 270 que fueron ingresados al derecho de admisión tras la fallida final de Copa Libertadores en 2018 en River y que por la violencia fue trasladada a Madrid. Lo más llamativo es que de todos esos presuntos barras, sólo terminó con proceso judicial el líder Héctor Guillermo Caverna Godoy. El resto podría haber presentado un recurso administrativo o de amparo para salir de la misma, como hizo la cúpula de La Doce, la barra de Boca, y no habría manera de negarles la entrada. Pero insólitamente casi ninguno lo hizo.
¿Eso significa que no habrá miembros de Los Borrachos del Tablón en el Monumental? Nada de eso. De hecho un buen número dijo presente en Brasil el martes pasado, cuando viajaron tres micros hasta Río de Janeiro y estuvieron en la derrota por goleada contra Fluminense. Claro que por Núñez es otra historia: River tiene una política firme para que la barra no se presente como tal y por eso los que lograron pasar los distintos filtros que pone el club, sólo pueden ingresar sin identificaciones de Los Borrachos del Tablón. Se estima que entre los que concurren a la tribuna Sívori y a la Centenario son alrededor de 350 pero que lo hacen en forma dispersa para no ser identificados y después dentro del Monumental se mezclan con la multitud y no generan incidentes. Logro de la dirigencia, que ha reducido al mínimo el poder de los violentos en el Monumental.
Dentro del estadio trabajaron 300 empleados de la empresa de seguridad privada contratada para el evento, y fuera, sumándose a los policías y cadetes, hubo otro centenar de hombres y mujeres pertenecientes a la Agencia Gubernamental de Control, Tránsito y Prevención controlando que no haya venta ilegal de merchandising, instalación de comercios de comida al paso sin habilitación y sobre todo la presencia de trapitos. Esto último sigue siendo una asignatura pendiente en el fútbol en general y en el Superclásico en particular. De hecho, la tarifa para estacionar en la calle es habitualmente de entre 1000 y 2000 pesos según la cercanía de la cuadra con el estadio. Y en un Superclásico, muchas veces piden hasta el doble.
Si bien las puertas del estadio se abrirán a las 13.30, esto es cuatro horas antes del inicio del evento, el operativo con los cortes de calle empezará a las 11 de la mañana y se extenderá hasta pasadas las 21 horas, cuando se haya realizado la desconcentración total y también haya abandonado el Monumental la delegación visitante. Y habrá tres anillos de seguridad donde se controlarán los tickets y los números de documento para que sólo puedan ingresar quienes tengan las entradas correspondientes y no estén falsificadas, algo que se viene notando en River a partir de la reventa desde que el estadio está completamente vendido y abonado. De hecho habrá doble sistema de molinetes. Al habitual que está en las troneras de ingreso al estadio se le sumó otro que se colocó a 150 metros para ir filtrando la gente de a poco y evitar las aglomeraciones donde varios pueden intentar colarse.
Un tema que siempre causa suspicacia es el lugar elegido para el traslado del micro de Boca, cuyo plantel salió desde la concentración ubicada en la zona del bajo, en el Hotel Intercontinental. El ómnibus partió hacia el Monumental cerca de las 15 horas acompañado por un despliegue impactante del Grupo de Acción Motorizada y si bien el recorrido se guarda bajo siete llaves, el ingreso fue desde Avenida del Libertador y hubo más de diez móviles abriendo paso para que no se detenga en los semáforos aún si éstos estuvieron en luz roja, para prevenir cualquier atisbo de incidente.
Por último hubo otras dos medidas tendientes a que nada fuera de lo normal ocurra. Por un lado, todo el traslado de Boca más las calles circundantes al estadio estuvieron monitoreadas por Sistema Aerostático de Vigilancia, un mecanismo de visualización montado en un globo aerostático que puede elevarse 300 metros y cuenta con un ángulo de visión de 360º, el que permite identificar objetos en distancias mayores a dos kilómetros. También hubo drones y un helicóptero que envió imágenes satelitales directamente a la sala de control del operativo, que estuvo ubicada en la central de la Dirección de Operaciones de la Policía de la Ciudad mientras que dentro del estadio hubo una división específica de videovigilancia.
Por último, tampoco se pudieron ingresar banderas el día del partido. Todas las insignias de las agrupaciones y de la Subcomisión del Hincha debieron ser presentadas un día antes para ser guardadas bajo siete llaves y el domingo a primera hora se les devolvió a sus dueños para que las cuelguen en el estadio. La medida tiene por objetivo que no se ingrese en forma oculta en los llamados comúnmente “trapos”, ningún artículo que pueda generar violencia. Así, la idea es que el Superclásico con más público en su historia tenga un marco en paz para que se disfrute al máximo el River-Boca, el mayor espectáculo que puede entregar el fútbol argentino.
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