Tuvieron que pasar más de tres décadas para que el Napoli volviera a festejar un Scudetto. El primero después del legado que dejó Diego Maradona. Es que el equipo del Sur logró el objetivo en el estadio Dacia Arena, muy lejos de su gente, donde decretó su consagración luego de su compromiso frente al Udinese.
El hit de Callejero fino se trasladó a Italia con una breve modificación en su letra debido a la locura generalizada que provocó una nueva consagración del combinado celeste: “Bienvenida a la tierra de Maradona. Del Fernet, el asado, fabricante de la moda. El café y los tifosi, que peleen o corran. Dale, primo, que es ahora”...
Las nuevas generaciones también tienen presente el himno popular dedicado a su máximo ídolo: “Oh mamma, mamma, oh mamma, mamma, mamma ¿Sai per che, me batte il corazón? Ho visto a Maradona, ho visto a Maradona, ho visto a Maradona. E innamorato son”...
La huella que dejó el Pibe de Oro en la década del ochenta se revivió en las calles del sur con una histórica conquista del Napoli en la Serie A. Después de 33 años, la región que adoptó a Pelusa como “el más humano de todos los dioses” festejó su tercer Scudetto desde su fundación para cerrar una campaña inolvidable.
Cinco fechas antes de la finalización del torneo doméstico, el combinado liderado por Luciano Spalletti logró el objetivo que se le había escapado en 2019, cuando debieron conformarse con el subcampeonato. Así como en las temporadas de 1986/87 y 1989790 el Pelusa se atrevió a luchar contra las potencias del norte, en este caso los héroes de los Partenopei quebraron todos los pronósticos al protagonizar la gesta luego de 25 victorias, 5 empates y 3 derrotas
Figuras provenientes de países excéntricos como Macedonia (Eljif Elmas), Georgia (Khvicha Kvaratskhelia), Kosovo (Amir Rrahmani), Camerún (André Zambo Anguissa), Corea del Sur (Kim Min-Jae), Noruega (Leo Skiri Ostigard), Eslovaquia (Stanislav Lobotka), Nigeria (Victor Osimhen) y Polonia (Piotr Zielinski y Bartosz Bereszynski) conformaron la legión de extranjeros que se afianzaron en un plantel que revolucionó el Calcio.
En esta oportunidad, el aporte argentino fue de Gio Simeone, quien estuvo acompañado de otros latinos como Hirving Lozano (México), Mathías Olivera (Uruguay) y Juan Jesus (Brasil) para descontrolar el Totonero (NdA: nombre popular de las apuestas clandestinas) y llevar a los humildes por encima de los gigantes que tradicionalmente se consagran en el Viejo Continente como la Juventus (39 títulos de Liga), el Milan (19) o el Inter (19).
Con los antecedentes cercanos en la Copa Italia del 2020, los tifosi volvieron a festejar un título doméstico. Una conquista especial, porque se trata de la tercera desde su fundación, y se suma a las dos que había cosechado la leyenda surgida de Fiorito que terminaron con la hegemonía de los equipos del norte (desde la década del setenta se repartían los títulos entre ellos).
Las calles volvieron a estar colmadas de pasión. Los balcones, pobres y desnudos, impusieron de nuevo las sonrisas de emoción con las celebración de sus hinchas. La música y el estruendo de la pirotecnia se confundieron en un carnaval sin límites bajo un color celeste de las bengalas.
En esta ocasión, el Napoli se apoderó de la punta por encima de la Lazio de Ciro Immobile; la Juventus de Di María, Paredes, Dusan Vlahovic, Paul Pogba, Bonucci y Adrien Rabiot; el Milan de Ibrahimovic, Origi, Rafael Leão y Theo Hernández y el Inter de Lautaro Martínez, Romelu Lukaku, Stefan de Vrij y Edin Dzeko. Perseguidores que antes de iniciar la competencia se perfilaban como los principales candidatos a la conquista.
Los sureños marcaron un estilo a base del vértigo, la triangulación ofensiva y la solidez defensiva. Un ejemplo de ello es que Alex Meret se afianzó como una de las vallas menos vencidas del certamen, con sólo 23 tantos adversos en 33 presentaciones.
La ciudad austral del país de la bota volvió a exponer las limitaciones de la Italia Rica. La gloria se vistió de gala en la zonda donde abunda la humildad social. Las banderas de Pelusa y Kvaradona inundaron cada rincón de la región más postergada. “La ciudad y el club están muy bien juntos. El contacto directo con los simpatizantes hace que sea más fácil atrapar esas sensaciones que solo te dan las relaciones humanas cercanas. Los sonidos de los corazones de los napolitanos que aman estos colores”, había dicho Spalletti en una rueda de prensa previa a la conquista. Él fue uno de los máximos responsables en saciar el hambre de gloria que tenían los fanáticos.
El fútbol, como movimiento popular y cultural, volvió a regalar alegría como alguna vez lo hizo el Diez. En cada presentación del Napoli, las tribunas estuvieron llenas, sin importan los kilómetros que debían recorrer los hinchas. Incluso se animaron a soñar en la Champions League, donde llegaron hasta los cuartos de final y se encontraron con la barrera teñida de Rossonero.
Difícilmente se pueda encontrar otro rincón de Europa que transmita tanta pasión como en el sur de Italia. Los tifosi no tienen reparos en adoptar a sus estrellas que arribaron de destinos lejanos. La sociedad compuesta por Osimhen, Kvaratskhelia y Lobotka sorprendió a rivales que contaban con intérpretes de mayor relieve y jerarquía. Una situación similar a la que más de tres décadas atrás, protagonizaron Maradona y Careca, dos sudamericanos que rompieron con todos los obstáculos que se les ponían por delante.
El entrenador supo remendar las partidas de pilares que ya tenían su propia historia en el club, como los casos de Lorenzo Insigne, Dries Mertens, David Ospina o Koulibaly. “No sé si ya estamos en la historia. Pensar en lo que hemos hecho, significa pensar que no puedes hacer más. Siempre salimos a la cancha sabiendo que nos jugamos una felicidad infinita”, había dicho Luciano Spalletti durante los días previos a la obtención del título. Un líder que todavía lamenta la eliminación en la Liga de Campeones y que se aferra al Scudetto para volver a cruzar las fronteras durante la próxima temporada. Por el momento, al Napoli le quedan varias jornadas de festejos, en el que el pueblo saldrá a las calles para gritar “¡Campione!” Y en la memoria colectiva y el sentimiento popular, Diego Maradona estará presente para abrazar a cada napolitano con el recuerdo imborrable que dejó en las calles del sur.
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