Michael Schumacher es considerado como uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1, y así lo demuestran sus siete campeonatos mundiales en la categoría, pero para ser un ganador no solo hay que ser un extraordinario conductor, sino que además se debe tener una ambición tal que a veces puede no caerles bien a todos. Al menos esto parece haber ocurrido entre el alemán y su ex compañero Johnny Herbert.
El británico de 58 años que fue compañero de Schumi en Benetton durante la temporada 1995 recordó cómo fue aquella época y reconoció que su colega tenía una personalidad peculiar. “No siempre estuvimos de acuerdo. Era despiadado. Pero es por eso que logró lo que logró. Tenía una forma en la que quería hacer sus carreras. Tuvo suerte de poder conseguir a las personas adecuadas a su alrededor como Flavio Briatore, Ross Brawn a Rory Byrne, que luego llevó a Ferrari”, comentó en diálogo con el portal Ice 36.
El piloto alemán ganó con Benetton sus primeros títulos 1994 y 1995, antes de pasar a la escudería italiana en donde hizo historia al ganar cinco campeonatos de manera consecutiva entre 2000 y 2004. ”Recuerdo que Ross dijo que Michael era el mejor piloto con el que había trabajado. Por eso harían cualquier cosa por él. Y me refiero a cualquier cosa. Por eso, Michael recibió esa motivación y ellos la recibían de vuelta (con sus actuaciones) y así lo lograron. Entonces se convirtió en un ciclo de éxito”.
“Todavía recuerdo lo que para mí fue su destacada actuación en Ferrari, en la pista mojada de Barcelona 1996. Fue su primera victoria para Ferrari. Fue una conducción impresionante bajo una lluvia torrencial y por eso a partir de entonces se le llamó Regenmeister (maestro de la lluvia). Fue una actuación increíble. Sí, también tenía un lado más oscuro, pero al final del día no puedes negar nada de lo que hizo”, rememoró.
Según Herbert, Schumacher se desvivía por ganar y por ser el más rápido y esto a veces generaba rispideces con el plan que el equipo preparaba para la carrera. Pero, los triunfo del alemán lo colocaron en una posición por encima de la de cualquiera a la hora de trazar los planes de acción y sí fue que en Benetton obtuvo dos títulos y se transformó en una estrella.
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