La reconstrucción de Sampaoli tras fracasar con la Selección en Rusia: su “cárcel”, el rencor y por qué no mandó al frente a nadie

El técnico santafesino, ahora en el Flamengo, regresa a su país para enfrentar a Racing Club por la Copa Libertadores. Cómo fue el proceso interno luego del Mundial 2018 y su silencio estudiado. Los cambios familiares que modificaron su filosofía de vida

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Los colores de sus tatuajes
Los colores de sus tatuajes hacen juego con la camiseta del club al que dirige, el Flamengo de Brasil

-Hola, buen día, soy Jorge Sampaoli, los escucho todas las mañanas cada vez que voy al trabajo. Sé que hoy es el especial de La Renga, espero que me pongan un tema que me gusta mucho escuchar que es “Triste canción de amor”. Y aguante el rock.

Es el 18 de abril de 2018. El técnico de la Selección maneja hacia el predio de Ezeiza. Se reunirá con Cristian Pavón para darle a entender que su nombre aparecerá en la lista de jugadores que irán al Mundial de Rusia. Por ese entonces -cuando Sampaoli llama a Mega 98.3 para pedir una canción-, nadie podía suponer que dos meses más tarde Pavón jugaría de titular en el partido que selló la eliminación contra Francia y que el entrenador cerraría una etapa tan breve como ciclotímica para dar paso a una parábola, la del tipo que venía a revolucionar el fútbol y se convirtió en un meme.

“Jorge podría haber mandado al frente a varios. Pero no. Nunca salió a matar a ningún jugador -marca un hombre que conoce el día a día del entrenador de Casilda-. Cerró la boca y se hizo cargo de la derrota. Jorge comió mierda. Y comió mucha mierda, eh. Nunca salió a responderle a nadie. Y a quien tuvo que decirle algo se lo dijo de forma privada. ¿Sabés cuál fue el problema? Nadie se quiso hacer cargo de perder. Solo Jorge puso la cara. ¿Cuántos tipos después del Mundial de Rusia se quedaron a vivir en Argentina?”.

Sampaoli se instaló en una casa en Rosario. Se encerró. Fue su refugio. Antes de la Copa del Mundo había tenido dos reuniones en Inglaterra. El Arsenal le puso un avión privado para viajar a Londres y reunirse con los dueños y el director deportivo del club. Unos días después, se juntó con Marina Granovskaia, la histórica gerenta del Chelsea de Román Abramóvic. Los dos gigantes de la Premier lo tentaban para asumir la dirección técnica del equipo al regreso del Mundial.

Aquellas charlas quedaron aplastadas por el combo Rusia.

Terminó en el Santos, un equipo sin caja que acababa de vender a sus figuras y había sido descalificado de la Copa Libertadores por la mala inclusión de Carlos Sánchez. Era empezar el círculo otra vez. Eso pensó cuando subió a sus cuatro perras al avión.

El personaje, de acuerdo al diagnóstico de quienes lo conocen, encaja en el traje de un lumpen. Desde allí podrían explicarse -aunque no justificarse- varias reacciones. Alcanza con recordar el episodio con una agente de tránsito al regreso del casamiento de su hija en Casilda. Alcoholizado, ninguneó a la autoridad y le enrostró su bajo salario. La agente era la hija de un amigo suyo de toda la vida.

Deportivamente, la definición es más precisa: es un animal competitivo. Quizás por eso se haya enamorado de la literatura de Byung-Chul Han, un filósofo surcoreano postmarxista cuyo postulado apunta a que en la actualidad el ser humano se autoexplota de manera voluntaria, hasta colapsar. “A Jorge eso lo fascina: la idea del hombre como máquina”. No es casualidad tampoco que se haya reinsertado desde el fútbol brasileño: la liga que más partidos juega en todo el mundo. Entrenar-jugar-entrenar-jugar-entrenar-jugar. Esa fue su receta para pasar el dolor. Armar equipos. Reconstruirse desde el juego, sin salir con un lanzallamas por la televisión ni pedir auxilio al empresario poderoso de turno.

“¿Sabés qué es lo que más molesta? -abre la puerta Sergio Abdalá, desde la sede del club Alumni en Casilda-. Las críticas de acá, las del pueblo. Porque si hay algo que Jorge no perdió es su costado campestre”.

El Turco Abdalá conoce a Sampaoli desde que el entrenador de Flamengo era un zurdo rústico que soñaba con ser futbolista, pero pegaba más de lo que jugaba. Lo conoce también porque atendía en la ventanilla de al lado en el Banco Provincia de Lisandro de La Torre y 1° de Mayo. Y fue el que hablaba por teléfono todos los días cuando Jorge fue trasladado al Juzgado de Paz de Los Molinos -a 16 kilómetros de Casilda- donde el entrenador firmaba, según el día, casamientos civiles o actas de defunción.

“Para que te des una idea -se jacta Sergio como quien saca un comodín- cuando mi hijo nació fue Jorge el que lo anotó en el Registro Civil y le puso Ismael porque yo justo me había tenido que ir por un trabajo a Buenos Aires”.

El mejor amigo de Sampaoli ahora no duda. “A mí hay una cosa que me jodió mucho y que no puedo entender: ¿por qué no renunció ahí? Yo sé que es difícil pero cuando en el medio del Mundial le piden esa reunión y los jugadores le toman el equipo… Ahí mi amigo se va, renuncia, no tengo dudas. Mi amigo, el que yo conozco, se va. Pero bueno, andá a saber las presiones que había”.

Sampaoli fue la primera decisión
Sampaoli fue la primera decisión fuerte del Chiqui Tapia como presidente de la AFA

Sampaoli fue la primera decisión fuerte del Chiqui Tapia como presidente de la AFA. Tenía una excusa lógica para correr al Patón Bauza del banco del seleccionado ya que había sido heredado de aquel engendro conocido como la Comisión Normalizadora. Sampaoli puso de su bolsillo 650 mil euros para cortar su vínculo con el Sevilla. Y en esa negociación, Chiqui necesitó a dos aliados: Daniel Angelici, bastión principal en sus inicios, y Christian Bragarnik, el empresario con más poder en el fútbol local.

Vale un asterisco: cualquier relación entre esa negociación y la reunión forzada (para la foto) entre Sampaoli y el entonces Presidente de la Nación, Mauricio Macri, previo a la Copa del Mundo no es pura coincidencia.

En su primera conferencia de prensa con el buzo de la AFA, Sampaoli habló de la patria, de la bandera, de la identidad, de encolumnar a los 40 millones de argentinos. Eso que finalmente logró cuatro años después y con un estilo completamente distinto uno de sus ayudantes, Lionel Scaloni.

“Quiso ser más messista que Messi”, define un periodista que siguió el día a día de aquel ciclo.

Cuenta la leyenda que el 19 de septiembre de 2017, Sampaoli y Beccacece golpearon a la puerta de Lionel en Barcelona como parte de una gira en la que pretendían mostrarles a varios futbolistas lo que pretendían de ellos para el Mundial. Aunque el objetivo principal de ese meeting fue avisarle a la Pulga que Javier Mascherano no encajaba en la idea de juego del cuerpo técnico.

Messi, que por esos días compartía el vestuario blaugrana con Masche, ni siquiera necesitó hacer explícita su postura al respecto. Y el resto es historia. Con una perlita extra: fue Scaloni quien, al ver el rompecabezas destruido en pleno Mundial, intentó que Sampaoli, Messi y compañía improvisaran una convivencia funcional para continuar en la Copa del Mundo. No hubo caso. El parche ya estaba roto.

Flamengo es el último campeón
Flamengo es el último campeón de la Copa Libertadores (REUTERS/Sergio Moraes)

Ahora es diciembre de 2022. León y Bento son más importantes que lo que la pantalla ofrece. El DT que estuvo en Brasil 2014 con Chile y en Rusia 2018 con Argentina apenas mira de reojo algunos minutos de lo que ocurre en Qatar. “Nunca había dedicado tiempo a un hijo dejando de ver un Mundial -confiesa-. A veces, uno cree que por mirar mucho va a ser el mejor y termina siendo muy egoísta. La profesión te va alejando de aquel que fuiste. Hoy, disfruto más a mis hijos que de ver un Mundial”.

Sampaoli llegó al fútbol profesional con 40 años. Pero antes vivía con la misma pasión en la Liga Casildense. “La diferencia es que acá hay más plata, más fama y mejores jugadores”. Baja a la playa de Barra de Tijuca donde esta semana se instalará con Paula, la novia chilena que conoce desde su etapa en O’Higgins, León (3) y Bento (2). Escucha a Pappo, mira una película por día y, desde su paso por el Marsella, se enamoró del cine francés. Se hizo amigo de Darío Z, banca la gestión de Chiqui Tapia y reconoce que debía echarlo de su cargo luego de Rusia “porque la presión social pedía eso”.

No lo dirán públicamente, pero algunos colaboradores creen que el proyecto que inició Sampaoli continuó con Scaloni, Aimar y muchos de los jugadores que el casildense ya había anotado a futuro. Tampoco saldrá de su voz, pero varios de los futbolistas que públicamente lo cuestionaron con dureza luego lo abrazaron en cada encuentro fortuito. Y hay quienes marcaron el teléfono en los últimos días para intentar llegar al Flamengo.

En su entorno, le achacan
En su entorno, le achacan a Sampaoli "ser más messista que Messi"

Las vueltas a Casilda son más esporádicas.

Rodalgo y Odila ya no están. Al padre del DT le decían el Negro, era policía de la Jefatura de Casilda y fanático de River. Jorge heredó esa pasión: al perro de su infancia lo bautizó Leopoldo, por Leopoldo Jacinto Luque, en los potreros jugaba a ser el Beto Alonso y se escapaba sin permiso para llegar en tren hasta el Monumental.

Rodalgo fumaba mucho. Murió de cáncer de pulmón en 1985 en lo que todos coinciden que fue el golpe más duro que tuvo que afrontar el Zurdo. “Ni siquiera entró al velorio -recuerda el Turco Abdalá-. No podía. Se quedó en la puerta de la iglesia”. Desde ese momento, le prohibió fumar a su madre. Odila, que llegó a celebrar a la distancia el buen paso de su hijo por la selección de Chile, falleció el 31 de diciembre de 2015, en Casilda.

En el pueblo siguen viviendo Sabrina y Coco, los hijos más grandes de Sampaoli. También, Marcelo y María Laura, sus hermanos. Ellos fueron los que más sufrieron el paso por la Selección. Eligen no hablar con la prensa. La más predispuesta era Sabrina, hasta que vio una publicación con datos erróneos y fotos extraídas de su cuenta de Facebook.

El documental “El Zurdo, revancha del ninguneado” arranca con una aclaración fundamental: “Para la realización del siguiente documental “El Zurdo” no fue contactado”.

Cuando el periodista Roberto Cox terminó su trabajo le avisó al DT. Y la respuesta llegó por mail: “Jamás lo veré y me voy a encargar de que nadie lo vea”. Se molestó por el título, dijo que no se sentía menospreciado y que lo suyo nada tenía que ver con una revancha.

El archivo pasea por los inicios de Sampaoli en el fútbol. Es jugador, preparador físico y entrenador de Alumni de Casilda. Tiene pelo y las mismas mañas. Fue estrenado en septiembre de 2016 en Casilda. Cox, que responde desde Chile donde trabaja en televisión, alquiló el Cine Libertador, con capacidad para casi mil personas. Fueron 40. “Y casi todas eran de Arequito”.

Pablo Paván tuvo mejor suerte. No solo porque el título de su trabajo (“No escucho y sigo”) encajó perfecto en el paladar de Sampaoli si no porque la biografía fue autorizada y apoyada por el DT. “Jorge quiere que sea la gente de Casilda la que hable de él”, planteó Paván, vecino de su infancia.

Sampaoli solo dio tres entrevistas después de Rusia: una para el diario español Marca, otra para la TV brasileña y la restante, la más especial, en Chile con Jorge Valdivia. “No le podía fallar, le debo mucho al Mago”.

Varias veces estuvo de paso por Buenos Aires, por algún trámite o cuando se operó de la vista. Quienes lo acompañaron aseguran que nunca tuvo problemas y que hasta le pidieron fotos por la calle.

A cinco años de aquel llamado a Mega 98.3, el Zurdo de Casilda dirige al equipo con más hinchas del mundo.

“Cualquier crítica de afuera -dicen- es mucho menor que la que él se hace por dentro. Esa fue su cárcel”.

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