Cuando el 10 de agosto de 2021 el PSG anunció la llegada de Lionel Messi, en París se vivió una nueva revolución. La estrella del fútbol mundial, que se marchó envuelto en lágrimas y lleno de dolor del Barcelona, iba a vestir por primera vez una nueva camiseta a nivel clubes en su carrera profesional. Algo totalmente impensado que se hizo realidad tras la gestión del presidente del club francés, Nasser Al-Khelaïfi. El negocio cerraba perfecto en Parque de los Príncipes y los fanáticos que recibieron al rosarino empezaban a fantasear con una era dorada en la que dominarían las competencias europeas con un plantel rebosante de estrellas. Pero no todo salió como lo soñaban.
Gestionar los egos de un vestuario con grandes figuras suele ser el mayor desafío de los entrenadores. Algo que le ocurrió a Mauricio Pochettino, que si bien logró salir campeón de la Ligue 1 en la temporada 2021/22 con Messi, Neymar, Di María y Mbappé en cancha, la eliminación en octavos de final de la Champions League ante Real Madrid terminó siendo su puerta de salida. Leo ya no tendría en el banco a su coterráneo, como así tampoco a sus amigos de la Selección. Fideo Di María y Leandro Paredes se marcharían a Juventus, además del otro argentino, Mauro Icardi, quien armó las valijas y se fue al Galatasaray de Turquía.
Durante su primera temporada, Messi no tuvo el rendimiento esperado por algunas molestias físicas que lo llevaron a debutar recién en la cuarta fecha ante Stade de Reims, casi 20 días después de su presentación oficial. El primer cortocircuito lo generaría el entonces director deportivo, el brasileño Leonardo, quien mostró su desencanto por la ida de Lionel a la selección argentina en las Eliminatorias. “En los últimos dos meses pasó más tiempo con su Selección que en PSG. En la última fecha FIFA jugó tres partidos y ahora tiene problemas musculares”, se quejó. La falta de tacto en algunas situaciones, como cuando declaró que Mbappé era el “mejor del mundo” cuando Messi venía de ganar su séptimo Balón de Oro, hicieron mella. Los directivos le soltaron la mano y lo reemplazaron por Luis Campos.
La elección de Christophe Galtier para la nueva temporada volvía a despertar expectativas. Pero los problemas en el equipo estaban lejos de resolverse y las crisis en el vestuario salían a la luz. La fría relación entre Neymar y Mbappé rozaba también a Leo, amigo del brasileño, que con un posteo avalando críticas al galo provocó un sismo que duró semanas. El astro albiceleste buscó mediar en el conflicto, incluso generó buena química con Kiki en varios partidos. No obstante, el vínculo afectivo continuó firme con Ney, con quien no participaba de los saludos colectivos a los ultras tras los encuentros. Sólo como gesto de buena voluntad se sumaron en un puñado de duelos, mientras que el ex Mónaco los encabezaba. El hecho de que la Pulga se marchara a los vestuarios directo tras algún traspié también lo ubicó en el centro de las críticas.
La tensión se trasladaba al campo de juego, donde PSG no encontraba su mejor funcionamiento y padecía eliminaciones dolorosas como la de la Copa de Francia, a manos de Olympique de Marsella, y en los octavos de final de la Champions ante Bayern Múnich. Los ultras comenzaban a mostrar su enfado y ni Messi se salvaba de los silbidos e insultos, que se acentuaron luego de la obtención de la Copa del Mundo.
Luego del título con la Selección en Qatar, en su regreso al club tras los festejos en la Argentina, PSG iba a mostrar aún más la distancia con Messi. Mientras cada integrante de La Scaloneta era homenajeado con honores, con Leo hubo tibiezas, apenas un reconocimiento en un entrenamiento, habiendo sido el mejor de la Copa. Incluso Galtier, su técnico, insinuó que el número 30 seguía con la cabeza puesta en el Mundial que ya había pasado. La víctima en la final fue Francia. Un dato no menor.
El destrato hacia la figura argentina continuó. La prensa francesa también fue empujando al rosarino hacia una puerta de salida con sus constantes críticas y bajas calificaciones, cargándolo con la culpa de los fracasos deportivos de una institución que no logra despegar más allá de su territorio. La renovación del contrato por una temporada más, que en algún momento parecía cercana, está cada vez más lejos. De hecho, el diario L’Equipe ya dio por confirmado que no continuará. El 30 de junio de 2023, La Pulga podría estar vistiendo otra camiseta.
La sanción del PSG, que incluye dos semanas de suspensión (falta la confirmación oficial) por el viaje relámpago de Messi a Arabia Saudita, es el último foco de conflicto que encima estalla en la recta final de la Ligue 1, en la cual el París es líder cinco puntos por encima del Marsella a cinco jornadas del cierre. Podría significar el cierre más triste, y también más injusto, para el astro del fútbol que a sus 35 años sigue en la alta competencia, pero no parece estar en el lugar adecuado.
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