Firmó contrato con River pero no pudo debutar, brilló en Chile y “descubrió” a Taty Castellanos: “Él estaba desencantado, quería abandonar todo”

Diego Rivarola fue parte del Millonario que ganó la Libertadores en el 96, pero no pudo hacerse lugar: “Era imposible”. En la U de Chile vivió sus mejores años y allí llevó al verdugo del Real Madrid. “Acordate que esto no termina acá”, le escribió tras su partido mágico

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Rivarola trabajó diez años para la U luego de su retiro (Crédito: @rivaroladiego7)
Rivarola trabajó diez años para la U luego de su retiro (Crédito: @rivaroladiego7)

El Taty Castellanos, verdugo del Real Madrid - le marcó cuatro goles y lleva seis en las últimas tres fechas de La Liga de España- se formó en Leonardo Murialdo, un club de barrio que vio nacer futbolísticamente, entre otros, a Diego Rivarola, quien se transformó con el tiempo en uno de los descubridores del joven maravilla que se destacó en el legendario triunfo del Girona. Entre ambos existen además tres cosas más en común: son mendocinos, dejaron sus huellas en la Universidad de Chile y se probaron en River en diferentes épocas, sin poder llegar a debutar en la Primera del conjunto de Núñez.

“Hay muchísimas similitudes entre su carrera y la mía. Ambos dejamos a nuestras familias, a los amigos, a la novia, y nos fuimos a Buenos Aires a probar suerte en River. Pero la ilusión por el fútbol pudo más que cualquier otra cosa”, cuenta el ex delantero de 45 años, que hoy cumple la función de panelista en un programa deportivo en ESPN Chile.

El paso de Castellanos por la institución de Núñez fue corto. Cuando era jugador de Murialdo, viajó a Buenos Aires y asistió a la primera prueba que le hicieron en River por intermedio de Leopoldo Jacinto Luque, y quedó. Pero cuando volvió para el segundo ensayo, ya había cambiado la dirigencia millonaria, no le fue tan bien, lo rebotaron y regresó a su tierra natal para continuar en el club que lo vio nacer.

En cambio, Goku Rivarola, apodo que se ganó por su fanatismo por Dragon Ball, llegó a probarse en el conjunto riverplatense y permaneció más tiempo, pero la cantidad de figuras que integraban el plantel campeón de la Libertadores ´96 comandado por Ramon Díaz provocó que no tuviera lugar y el sueño de debutar en el primer equipo del club de sus amores quedó trunco. “Fue raro mi paso por River. No llegué a debutar en Primera, pero sí tengo el contrato firmado como profesional de esa institución”, revela el ex delantero en dialogo con Infobae.

- ¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?

- A los 5 años en Murialdo, un club chico mendocino en el que también nació futbolísticamente Valentín Castellanos. Ahí hice las Divisiones Inferiores, hasta que me llegó la oportunidad de ir a River. Fue difícil jugar en Murialdo, porque no contaba con las condiciones necesarias para que se desarrolle un futbolista. Lo que salimos de ahí fue por pura calidad nomás. A mí no me prepararon para ser jugador profesional, y por eso, me costó en todos los sentidos, inclusive en el aspecto físico, ya que no lo tenía incorporado. Pero con el tiempo me fui armando como jugador.

- ¿De qué manera se dio tu llegada a River?

- Me fui a probar a los 18 años, cuando ya estaba en Murialdo. Me llevó mi papá. Pasé la prueba, pero desde el club mendocino se opusieron, porque pidieron plata para dejarme ir. Entonces, tuve que volver a Mendoza. Estando en mi tierra, me entero de una prueba para pasar a Boca. Viajo nuevamente a Buenos Aires, y cuando estoy haciendo la prueba en Parque Sarmiento, la gente de River se entera y llama a mi viejo para preguntarle: “¿Cómo es que se está probando en el Xeneize? Que venga a River que lo queremos acá”.

- ¿Qué fue lo que hiciste?

- Soy hincha de River, y como había quedado muy buena relación en mi corto paso por ese club, un fin de semana fui a entrenar y, cuando terminé, ya me tenían preparado el contrato profesional firmado. Así que fue una sorpresa, ya que no jugué en la Primera de River, pero sí tengo el contrato firmado como profesional de esa entidad.

- No jugaste en la máxima categoría millonaria, pero sí disputaste un Superclásico en La Bombonera. ¿Puede ser?

- Sí, le ganamos 3 a 0. No convertí tantos, pero me hicieron un penal que Santiago Solari transformó en gol. Me dirigieron Pitarch y Delem.

- ¿Por qué no se te dio la chance de debutar en la Primera riverplatense?

- Porque tenía muchas figuras delante mío. Me tocó integrar un equipo extraordinario, como fue el campeón de la Copa Libertadores ´96 con Ramón Díaz como entrenador. Tenía grandes figuras ese plantel. Yo estaba feliz, sin entender dónde me encontraba realmente; no lo podía creer. Pero también estaba en un club muy difícil para jugar. Yo me tuve que ir de River rumbo a la Universidad de Chile. Era un equipo tan ganador que no había espacio para mí. Fui parte del plantel millonario que lo ganó todo. Era un delantero que recién había llegado y encima del Interior, así que se me complicó sumar minutos. Pero pude jugar en Reserva.

- ¿Con quiénes competías en tu puesto?

- Con Enzo Francescoli, Julio Cruz, Ariel Ortega. Era imposible ganarme un lugar. Es más, en Reserva me tocaba jugar al lado de Ramón Medina Bello, Daniel Villalba y el Pipa Gancedo. En esa categoría, adelante jugaban con Pablo Aimar, Medina Bello y Santiago Solari.

- ¿Te costó dejar Mendoza para adaptarte a Buenos Aires?

- Sí, me costó mucho, porque dejaba a mis amigos y a mi novia. Además, me alejaba de la familia y no estaba acostumbrado a eso. Lo que más me costó fue dejar un equipo tan pequeño como Murialdo y pasar a uno tan grande como River, que era el número 1 del país. Ese cambio fue muy fuerte, y me llevó tiempo asimilarlo. Pero la ilusión por el fútbol puede más. Así que finalmente tuve la capacidad de abstraerme de esa necesidad de estar con mi gente por sobre el fútbol y pude transcender fronteras. Sufrí mucho, pero ese sufrimiento hoy la vida me lo paga de la mejor manera.

- Luego, dejaste River para ir a Platense. ¿Fue ahí que debutaste en Primera División?

- Si, llegué directo al plantel de Primera, pero como era joven alternaba con la segunda categoría. Del conjunto de Saavedra me voy a Santiago Morning de Chile en 1999. Hice muy buena temporada allí y luego recalé en la Universidad de Chile. Ahí empieza mi vida en el país trasandino. A los dos años fui a Atlas de México, volví a la U para firmar por tres años. Tuve una nueva oportunidad en la Argentina para jugar en Argentinos Juniors. Después, pasé por Maracaibo de Venezuela, Palestino, Alki Larnaca de Chipre y me retiré en la U en el 2013.

- ¿A qué te dedicaste luego de colgar los botines?

- Estuve trabajando durante 10 años en la Universidad de Chile. Me desempeñé como Embajador del club, en el área del fútbol formativo, en la sección de Marketing y como captador de talentos. Hoy, soy columnista de fútbol en F90 ESPN Chile.

El delantero llegó hasta la Reserva de River
El delantero llegó hasta la Reserva de River

- ¿Cómo fue que conociste a Taty Castellanos?

- Fue cuando me desempeñaba como buscador de talentos. Presenté un proyecto de capacitación de chicos en Mendoza, ya que nací en Guaymallén. La idea era exportar jóvenes al conjunto chileno. Algunos con descendencia chilena, otros no. Cuando armamos ese centro de captación, me comunico con uno de mis mejores amigos, Antonio Tony Torre, quien era el entrenador en aquel entonces de Murialdo. Él reclutó una cantidad de jugadores y yo viajé a verlos. Allí, fue la primera vez que observé a Valentín y quedé encantado con su juego. Apenas lo vi, dije “a éste me lo llevo a la Universidad de Chile”. Junto a Torre somos los descubridores de Taty.

- ¿Qué fue lo que pasó cuando lo llevaste a Chile?

- Les gustó a los profesores que le hicieron la prueba y lo tomaron. Se fue formando como jugador y persona. Era muy chico cuando arribó a la Universidad, con apenas 17 años. Cuando llegó, hubo unos cambios en la gerencia deportiva de la entidad, y a partir de ahí, entre el entrenador Ángel Guillermo Hoyos y la nueva dirigencia decidieron no tenerlo en cuenta. De esta manera, lo vendieron al Grupo City, que maneja, entre otros clubes, al Montevideo Torque, al New York City y al Manchester City. Mejor dicho, lo regalaron.

- ¿A cuánto lo compró el Grupo City?

- Pagaron 400 mil dólares por su pase. O sea, nada. Era un diamante en bruto que le costó 0 pesos a la Universidad de Chile, porque lo fui a buscar y lo traje yo. Le pagamos a Murialdo solamente los derechos federativos, nada más. Le salió gratis a la U.

- ¿Es cierto que le pagaste hasta el pasaje a Taty?

- No es que yo pagué de mi bolsillo, sino que fue el club el que le pagó el pasaje de Mendoza a Santiago de Chile. Al final, yo quería que el proyecto avanzara e hice todo lo posible para que su pase a la Universidad se diera. Al mismo tiempo, trajimos a Tomás Badaloni, ex Godoy Cruz. Pero como era chico tuvo que esperar varios años hasta cumplir los 18 para debutar.

- ¿Qué fue lo primero que te impresionó de Castellanos?

- Su habilidad en velocidad. Contaba con una capacidad de arranque muy interesante y se sacaba a sus rivales muy fácilmente de encima. Enganchaba y salía muy rápido para el otro lado. No cualquier chico en velocidad tiene cierta habilidad. También me llamó mucho la atención su personalidad. La primera pelota que agarró, la bajó muy bien y tiró un caño inmediatamente; un atrevido total (risas).

- ¿Qué notaste de diferente en su personalidad?

- Su manera de ser con la pelota en los pies. No es guapo ni hablador, sino que tiene personalidad con la pelota a la hora de tomar decisiones. No tiene miedo de tomar responsabilidades en el campo de juego. Demostraba qué con la pelota en los pies tenía cierta personalidad.

- ¿Cuál es su posición natural?

- De delantero. Tiene la virtud de pegarle bien con los dos pies y hoy que se juega con extremos, así que podría pararse en los tres puestos de adelante, incluso hasta de segunda punta. Es habilidoso, hace goles y le pega con las dos piernas. No es un jugador al que si lo sacás del área le va a costar porque cuenta con esa característica de que lo ponés por derecha o por izquierda y rinde bien. De 9 tiene buena definición y es rápido.

- ¿Cuánto tuviste que pagarle a Murialdo para sacarlo y llevarlo a la Universidad de Chile?

- Muy poca plata. Incluso, estaba desencantado con el fútbol y a punto de abandonarlo todo. Mi amigo y yo lo convencimos para que no dejara. “Date esta última oportunidad”, le dijimos. Previo a las pruebas que tuvo para ser observado por veedores de la Universidad, él no estaba yendo a Murialdo por estar disgustado con su presente futbolístico. Mi amigo lo convenció. Y luego los dos tuvimos que ir a hablar con su mamá para convencerla de que su hijo siguiera su carrera en Chile.

- ¿Por qué estaba desencantado con el fútbol?

- Porque jugaba en Murialdo, un club chico de Mendoza y veía que iba creciendo, y no tenía oportunidades de debutar en Primera; eso lo tiraba abajo. Los años pasaban y no se veía con futuro en este deporte. Pensaba en ponerse a estudiar en la Universidad. Además, tenía compañeros que dejaron de jugar para salir a trabajar. Su camino no tenía sobresaltos ni alguna aspiración, y se fue desencantando de a poco. En un momento, el fútbol pasó a ser su hobby en lugar de un posible trabajo. Encima, jugaba poco y no lo ponían. A veces vienen los buenos consejos que caen sin querer.

- ¿Qué consejo le diste?

- Yo hablo con él hasta el día de hoy y siempre le digo lo mismo: “Acordarte que esto no termina acá”. Como diciéndole “no te estanques y no creas que ya llegaste a la cima”; le queda mucho por recorrer. El día posterior a los cuatro goles contra el Real Madrid le puse lo mismo: “Acordate que esto no termina acá”. Y además, le remarqué que no cualquiera le hace cuatro goles a ese equipo español. También, le puse otras cosas ¿no?

- ¿Como cuáles?

- “Me están escribiendo de todos lados por los goles que hiciste. LPM” (risas). Y él me respondió “vos y Tony fueron una parte importante de mi crecimiento. Muchas gracias”. Le contesté: “Estamos muy orgullosos de vos. Acordarte que esto no termina acá”.

Castellanos celebra uno de sus goles ante Real Madrid: lleva 12 en la Liga y está a siete de Robert Lewandowski, el máximo anotador (REUTERS/Albert Gea)
Castellanos celebra uno de sus goles ante Real Madrid: lleva 12 en la Liga y está a siete de Robert Lewandowski, el máximo anotador (REUTERS/Albert Gea)

- Pero hubo un momento en su carrera en el que no la pasó bien…

- Sí, cuando se fue a Chile con 17 años. Pasa que en ese país, por ser extranjero y para jugar en Primera División, debés tener 18 años. Entonces, estuvo como 10 meses sin poder desarrollarse. Pero no fue un problema futbolístico, sino de papelerío. Me duele un poco que no haya explotado como futbolista en la U. Pero en el fútbol, al final, te tienen que pasar cosas malas para crecer.

- ¿Que contención le diste como ex jugador en esos momentos en los que no podía jugar en el país trasandino?

- Mi contención fue instalarlo en Santiago de Chile y darle todas las comodidades posibles. Le conseguí el auspicio de una marca de ropa, que todavía mantiene. Y lo aconsejé. Lo seguía todo el tiempo por si necesitaba algo. Luego, lo fui soltando y eso fue parte de su crecimiento. Veía que se iba adaptando bien y lo dejaba. No es que me comporté como un papá ni nada de eso, porque tiene a su propia familia.

- ¿Sus padres están separados?

- Si, su mamá vivía en Mendoza y su papá en Santiago de Chile. Entonces, tuvimos que hacerle un trabajo psicológico a su madre para que lo dejara ir a la U. Al final, se reencontró con su padre luego de ocho años sin poder verlo.

- ¿Ir a Chile le sirvió para recomponer su relación con su papá?

- Sí. Él tenía un tema familiar, que sus padres estaban separados y su papá vivía acá. Eso ayudó mucho, porque no tenía mucha relación con él. Su mamá no estaba muy contenta, pero se la bancó muy bien.

- ¿Por qué jugó tan poco en la Universidad de Chile?

- Porque cuando llegó, el club no estaba pasando un buen momento en la máxima categoría. Fue una decisión netamente del director técnico. No fue por nada especial.

- ¿Cómo fue la relación con sus compañeros?

- Era buena. Es un buen chico, centrado y tranquilo. Nunca estuvo metido en problemas ni en la noche; en nada de eso. Desde chico, tuvo sentido de la responsabilidad. Lo que es hoy en día, es producto de cómo se portó cuando era más joven.

- ¿Su cuenta pendiente es jugar en River?

- Yo creo que sí. En algún momento querrá volver al Millonario. Supe que lo quería cuando estuvo Marcelo Gallardo. Castellanos es un jugador que no tiene techo. Hoy, volver a nuestro país no es un negocio para él, pero en algún momento debería vivir la sensación de jugar en el fútbol argentino porque es maravilloso.

- ¿Le recomendarías a Valentín ir jugar en River, ya que sos de la cantera de ese club?

- Sí, claro, que vaya de cabeza, sin dudas. Igualmente, cuando surgió la posibilidad no me metí, porque tiene representante y no corresponde. Lo único que esperaba es que se hiciera para felicitarlo. Tengo 46 años y él tiene 25. No somos amigos, pero sí conocidos y nos tenemos mucho cariño. Él sabe que le abrimos las puertas a algo inesperado y se acordará de nosotros de por vida. Yo salí también de Murialdo y sabemos lo dificilísimo que es que alguien llegue a ser profesional. Verlo hoy me llena de orgullo y me hace acordar a mi época de jugador.

- ¿Te extraña su presente en el Girona?

- No me extraña para nada, porque cuando se va de la Universidad rumbo a Montevideo Torqué le fue muy bien. Llamó mucho la atención. Luego, recaló en el New York City, transformándose en el goleador de la MLS y siendo elegido como el MVP. Con el paso del tiempo, fue de menos a más y todavía tiene mucho para dar, y para seguir creciendo. Todavía no tocó techo.

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