La nueva atracción NBA: la historia del mejor jugador de estos playoffs

Devin Booker era un talento especial, pero un tanto vago. Hasta que su padre, un ex jugador, le dio el consejo justo. Aquel cambio de ciudad y el trabajar con él lo llevaron a otro nivel. Un anotador descomunal que brilló en primera ronda, con dos partidos de más de 40 puntos. Promedia 37.2 con 60% de campo y 47% triples

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 Devin Booker, una de
Devin Booker, una de las estrellas de la NBA

El talento generalmente puede llevarse en los genes, está claro, pero tener tutores que te guíen, acompañen y enseñen hacen más fácil el camino. Y más aún si ellos han transitado antes ese mismo sendero. Le pasó a Steph y Seth Curry con Dell, su padre, excelso tirador que los trabajó y aconsejó en ese arte, además de hacerlos vivir desde chico la experiencia que disfrutan hoy. El caso de Devin Booker no es igual, porque su padre Melvin jugó poco y nada en la NBA, pero sí fue un basquetbolista profesional que tuvo una larga carrera en Europa y, cuando se retiró, se dedicó a su hijo, le dio los tips necesarios y se metió con él en la cancha para trasmitirle sus conocimientos. Los resultados se han visto a partir de ahí. Devin, dispuesto a los esfuerzos que le planteó, ha brillado en cada paso que dio: desde aquellos comienzos en el secundario de Mississippi hasta su brillante actualidad en la NBA, pasando por aquel corto pero valioso año en el básquet universitario. Vale la pena conocer la historia de uno de los más letales tiradores y anotadores de la NBA, parte de esta nueva camada que no deja de impresionar a todos.

Melvin dejó su huella en Devin desde su nacimiento, aquel 30 de octubre de 1996, en Grand Rapids, Michigan. Con su madre, la mexicana Victoria Gutiérrez, ambos eligieron el primer nombre, pero el segundo quedó para el padre. “Quiero algo glamoroso, con estilo…”, pensó. Y eligió Armani. Por la marca de ropa. Y por Giorgio, claro. Lo extraño es que lo hizo antes de irse a jugar a Italia (1997) y hacerlo en el Olimpia Milano (de 1998 a 1999) que justamente era patrocinado por Armani Jeans. Allí conoció a Giorgio. “No pudo creer cuando le conté que mi hijo tenía ese segundo nombre por la marca de su ropa”, recordó con una sonrisa. No es para menos.

Melvin, base de 1m88, fue una figura en el secundario Moss Point de Mississippi y luego una estrella de la Universidad de Missouri, donde promedió 18 puntos y 4.5 asistencias hasta ser elegido como el mejor jugador de la Conferencia Big 8 y nombrado como All American. Todo estaba dado para que fuera elegido en el draft de la NBA, en 1994, pero eso no sucedió y fue un golpe para Booker. Empezó a jugar en otras competencias profesionales en Estados Unidos, esperando alguna chance, que llegó al fin en 1995. Pero fue todo fugaz en cada uno de los tres equipos: 11 partidos en Houston, cinco en Denver y otros 16 en Golden State antes de cansarse y decir basta. Fue cuando tomó la decisión de jugar en el exterior. Una primera oferta del Pesaro hizo que emigrara a Italia. Fue una temporada, la siguiente en el Milano y en la tercera volvió a Pesaro para quedarse hasta el 2002. Luego estuvo dos años en Turquía (Tranbzonspor), una más en el Khimki ruso para terminar su carrera en el Milano italiano. ¿Casualidades? Tal vez. Lo cierto es que decidió colgar las botitas para volver a su país y reencontrarse con su familia.

Sí, porque hasta ahí Melvin había estado solo mientras Victoria criaba a Devin, con ayuda de su familia, proveniente de Nogales, México. En ese ámbito creció Devin, por eso hoy es normal verlo como abraza la cultura latina, especialmente la mexicana, sobre todo en redes sociales, donde se refiere, en castellano, como La Familia. Pero la crianza fue en un suburbio de Rapids llamado Grandville, de apenas 15.000 personas. Devin vivía ahí tranquilo, solo con su madre, yendo a la escuela y jugando al básquet. En los veranos viajaba al país donde su padre estaba y se quedaba dos meses. Hasta que Melvin, en 2008, decidió rechazar un contrato de mucho dinero en Milano porque sintió que era el momento de volver a su país y participar más activamente en la formación como jugador de Devin, ya con 17 años.

Devin Booker, el mejor jugador
Devin Booker, el mejor jugador de los play-off de la NBA en esta temporada

Esa conexión no se dio rápidamente… En su regreso, Melvin se fue a vivir a Mississippi y tomó un puesto como asistente de Moss Point, el secundario donde había sido figura. Pero notó algo que no le gustó de su hijo, en alguna de las llamadas que realizaban: su ética de trabajo. “¿Querés que entrene dos horas con el equipo y después me quede a tirar?”, le respondió Devin, de manera irónica y recriminadora, cuando el padre le pidió más esfuerzo para trabajar en su juego. Sin pelos en la lengua, le dijo lo que pensaba.

— Así no va, hijo. Tenés el talento pero debés esforzarte más. Si querés ser un jugador especial, como me decís, tenés que mudarte a Mississippi. Te propongo que te vengas a vivir conmigo y a jugar en el secundario. Es el sacrificio necesario si querés pasar de nivel.

Melvin sentía que Devin debía salir de su casita, de estar con la madre y amigos, salir de su zona de confort, en definitiva. Devin lo pensó y aceptó. Estaba en su segundo año de la secundaria. No fue fácil. Cuestiones raciales por ser mestizo y una marcada incomodidad por haber dejado su lugar en el mundo lo hicieron dudar. ¿Me vuelvo a Michigan?, pensó. Charlas con su padre le permitieron entender que debía superar las adversidades, si quería llegar lejos.

El sacrificio dio sus frutos. En su primera temporada promedió 22.8 puntos, siendo el Jugador del Año de South Mississippi, en la segunda llegó a 29.7 y en la tercera, ya cuando todo Estados Unidos hablaba de él, trepó a 31, terminando el curso como el máximo goleador histórico del colegio. La participación en el prestigioso McDonald’s All American, partido que reúne al mejor talento joven del mundo, completó el combo.

Numerosas ofertas de Universidades llegaron a la familia. Pero el chico, con los consejos de su padre, se decidió por Kentucky, pese a que Missouri, la facultad de Melvin, fue una opción hasta el final. Claro, ambos sabían que, si el chico seguía su progresión, poco estaría en la NCAA. Y así fue. Apenas una temporada le bastó para el siguiente salto… En los Wildcats formó un equipazo con Karl-Anthony Towns, Trey Liles y Tyler Ulis. Y tuvo que bancarse ser suplente. Se adaptó y terminó promediando 10 puntos, con 41.0% en triples, en casi 22 minutos, ganando el premio al mejor sexto hombre de su conferencia.

 Devin Booker, jugador de
Devin Booker, jugador de los Phoenix Suns

No ser titular y tener números normales hicieron pensar que estaba muy verde para la NBA, que tenía que quedarse otro año en la NCAA, pero Devin decidió presentase al draft de la NBA de 2015. Claro, no fue una elección tan alta, pero el puesto N° 13 lo dejó conforme, tanto como emocionado a su padre, quien rompió en llanto cuando escuchó que Phoenix lo había elegido. Para él no fue un puesto como cualquiera otro: en 1996, año de su nacimiento, en esa misma posición habían elegido a su ídolo, Kobe Bryant, justamente quien años después se rendiría a los pies del nuevo gran tirador que tenía la NBA…

El impactó fue inmediato, porque entre los profesionales promedió más que en la NCAA: 13.8 puntos en casi 28 minutos en su primera temporada, con 19 años. Claro, en un equipo perdedor, que apenas ganó 23 de los 82 partidos. Pero él demostró que su potencial no tenía límites. La progresión personal continuó, llegando a 22 puntos en la segunda, aunque siempre en un equipo malo, que apenas alcanzó las 21 victorias. Fue cuando las estrellas de la competencia empezaron a mostrar un respeto extremo.

“Tiene actitud, espíritu competitivo, muy buen trabajo de pies y fundamentos. Ahora debe terminar de descubrir cómo será su juego”, admitió Kobe. De repente, la persona que colgaba en un poster de su habitación salía a decir eso de él. Fuerte. “Para ser honesto si hay alguien bajo el radar (de la gente y los especialistas), que no está siendo tan mirado y en el futuro será muy bueno, es Booker, un futuro All Star”, le siguió LeBron James. Hasta Kevin Durant, justamente hoy su compañero en los Suns, se sumó a los elogios. “Me encanta, lo amo. Es como un perro, usa el trash talk y en dos años nos va a pasar por arriba. Mejor que tengan cuidado con ese pibe, porque es genial. Es lo que viene, se los estoy diciendo”, comentó.

Devin Booker y Kevin Durant
Devin Booker y Kevin Durant

No tardó mucho en llegar la noche soñada para todo anotador: los 70 puntos a los Celtics en el TD Garden, la cifra más alta desde Kobe en 2006. Fue el 24 de marzo de 2017, con la friolera de 51 en la segunda mitad. Pero, de a poco, aquellas actuaciones individuales comenzaron a tener gusto a poco. Básicamente porque su talento parecía desaprovechado en un equipo realmente pobre, que en sus primeros cinco años en la liga tuvieron un promedio de solo 24 victorias por temporada (de 82) y nunca llegaron a los playoffs.

Todo esto comenzó a cambiar en el 2019, con la llegada de Monty Williams como entrenador. El equipo pasó a 34 triunfos y en la siguiente, la 19/20, finalmente encontró su identidad detrás de un Booker cada día más completo (25.6 puntos, 4.3 asistencias y 4.2 rebotes), un pivote atlético como DeAndre Ayton y el futuro miembro del Salón de la Fama, Chris Paul, quien se unió al equipo en el verano para darle conducción y liderazgo. Los Suns ganaron 51 juegos y llegaron hasta las Finales de la NBA antes de perder en seis juegos ante los Bucks de Milwaukee.

La temporada siguiente pintaba aún mejor, cuando los Suns terminaron primeros en el Oeste con 64-18, detrás de un Booker impresionante (26.8, 5 y 4.8), pero una mala serie de playoffs (3-4, en segunda ronda) ante Luka Doncic y los Mavs fue un duro golpe. Para Devin, que terminó perdiendo el duelo de superestrellas y para la franquicia, que pensaba que sería la temporada del título. Fueron momentos turbulentos para Devin, quien en su vida personal estaba de novio con Kendall Jenner, una modelo y personalidad famoso de su país que, dicen, lo terminó dejando tras dos años y generando demasiado ruido en una temporada que empezó de ensueño y terminó en pesadilla.

Golpe que se sintió en el equipo en esta temporada, bajando a 45 triunfos en la fase regular y logrando sólo el cuarto puesto del Oeste. Poco sobre todo luego del golpe que la gerencia dio al cierre del mercado de traspasos, al conseguir a Kevin Durant, uno de los mejores jugadores de la competencia y sin duda un top 15 en la historia. Un arma devastadora para juntarla con otra, justamente Booker.

El equipo carburó rápidamente y mantuvo el invicto con KD en campo, llegando a los playoffs. Un pequeño susto llegó con la derrota, en casa, en el primer partido ante los Clippers y un Kawhi Leonard en modo Terminator. Pero la lesión del alero, sumada a la de Paul George, debilitó a los Clippers y Booker liquidó las esperanzas, promediando 37.2 puntos en la serie, con 60% de campo y 47% triples, 6.4 asistencias, 5 rebotes y 2.6 tapas. Una locura. Para que en Arizona se vuelvan a ilusionar con que el anillo puede ser una realidad en esta temporada.

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