Lionel Messi, el campeón total que empieza a ser más que sí mismo

Explicar al capitán argentino por los números parece mezquino. Pero a casi dos décadas de iniciar su carrera profesional tiene un promedio de gol asombroso y... sigue sumando

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Lionel Messi, acompañado por su esposa Antonela Roccuzzo y sus hijos, carga la Copa Mundial durante un festejo en el amistoso contra Panamá, tras lograr su gol número 800 (AP Foto/Natacha Pisarenko)
Lionel Messi, acompañado por su esposa Antonela Roccuzzo y sus hijos, carga la Copa Mundial durante un festejo en el amistoso contra Panamá, tras lograr su gol número 800 (AP Foto/Natacha Pisarenko)

En tanto la imagen de Lionel Messi crece exponencialmente minuto a minuto y no sólo en lo deportivo, tratar de explicarlo a través de sus números parece un ejercicio, cuanto menos, reduccionista. A medida que vaya bajando la espuma de la inconmensurable gesta qatarí -si es que en algún momento eso sucediera-, más en la superficie aparecerá algo tan obvio como, por ahora, indescifrable: cómo es que un atleta de 35 años, a punto de ingresar en su vigésima temporada profesional, fue capaz de tener semejante rendimiento técnico, físico, espiritual y mental en la que, quizás, hubiera sido su última chance de ganar lo último que le faltaba; lo más valioso; ese desvelo.

A propósito de obviedades. Y a modo de escueto ejemplo. En ocasión de la semifinal, con el resultado 2 a 0 a favor, a 20 minutos del final, desde las tribunas se lo veía lógicamente agotado cargando con más de 650 minutos de juego en modo estrés en menos de una semana. Pocos minutos antes hasta había aterrizado como dando señales de extenuación, quizás acalambrado. Daba para mirar al banco y pedirle a Scaloni que lo guardara para lo que ya parecía una final garantizada.

Bastó que le llegara una pelota limpia apenas dentro del campo de juego argentino para que llevase de grotesco paseo a Josko Gvardiol quien, a sus 21 años y hasta ese partido, era uno de los mejores defensores del torneo. Usted recuerda bien las imágenes que concluyeron con una extraordinaria muestra de generosidad ofreciéndole el tercer gol argentino a Julián Álvarez. Fue un gol para no gritar. Fue un gol para casi indignarse de admiración por la enormidad estética y competitiva del rosarino.

Solo con ese episodio basta para esquivar la tentación de recalar en sus números. Y a la vez, para completar su inconmensurabilidad, hay que recalar en sus números.

El último está muy fresco. No podía haber fiesta completa sin un gol suyo y el segundo a los panameños fue el 800 oficial de su carrera y 99 con la celeste y blanca. Pero hay mucho más. Empezando por el desglose de partidos, goles y asistencias (pase de valor gol, como el recientemente descripto) según cada camiseta que utilizó.

Barcelona, entre 2004 y 2021, jugó 778 partidos, hizo 672 goles y cedió 269 asistencias.

Paris St. Germain, entre 2021 y 2023, jugó 66 partidos, hizo 29 goles y cedió 31 asistencias.

Argentina, entre 2005 y 2023, jugó 173 partidos, hizo 99 goles y cedió 53 asistencias. Aclaración: no se toman en cuenta sus números en categorías o seleccionados menores, lo que elevaría números y goles a más de 1300 y 1200 respectivamente.

El total de lo detallado da 1016 partidos, 800 goles y 353 asistencias.

Frías e impactantes, todas estas cifras son una excusa para dimensionar mi concepto favorito, ese que posiciona a Messi, más que nada, como un señor que ama jugar al fútbol como el más futbolero de los pibes. Solo piensen en la cantidad de partidos y minutos “innecesarios” (por torneos y/o resultados ya liquidados) que ha jugado en su vida

Y, sobre todo, en que este señor que acabamos de ver disfrutando como nunca del amor del hincha argentino ha jugado más de un partido por semana desde que debutó, hace casi dos décadas. Y marcó un gol cada diez días. ¿¿Se entiende??? Un gol oficial cada diez días durante más de 19 años. Y, lo más hermoso, todavía seguimos sumando.

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