Cuando Facundo Affranchino pise el césped del estadio Centenario de Chaco con la camiseta de Olimpo para enfrentar a Boca Juniors por la Copa Argentina, los recuerdos inevitablemente lo poseerán. Lo abordará como un torrente el debut con la camiseta de River Plate ante Huracán, allá por el 2007, con Daniel Passarella como entrenador. El festejo del Clausura 2008, cuando era parte del plantel, aunque no jugaba. Sus momentos de mayor auge, en 2010, con Leonardo Astrada o Ángel Cappa como orientadores. El golpe del descenso, el renacer del regreso a Primera. Y, claro, todos los enfrentamientos con el Xeneize que ostenta en su foja.
“Creo que tengo saldo positivo. En Inferiores ganamos varios, en Reserva perdimos uno. En Primera perdí uno 2-0 en 2010 y después en el que ganamos con gol de Joni Maidana de cabeza fui al banco”, hace cuentas. En consecuencia, su nombre registrará atención especial en el choque por 32avos de final del certamen, que enfrentará al último campeón de la Liga Profesional, que atraviesa un momento de irregularidad y tiene al DT Hugo Ibarra bajo la lupa, y el elenco que es protagonista en el Federal A.
“Me tocaron muchos clásicos. En Inferiores, Torneos de verano. Oficial jugué uno solo, en cancha de Boca. Nos tocó perder y me tocó entrar 20 minutos, jugar el primer clásico fue algo muy lindo. Fue en 2010, estaba Astada de técnico y había llovido mucho ese finde, íbamos a jugar un domingo. Se suspende a los 10 minutos del primer tiempo, se termina jugando un miércoles o jueves, y habían dicho en la semana que los 11 que habían entrado tenían que seguir, pero al banco lo podían cambiar. Tenía que esperar la citación de nuevo y tuve miedo de quedar afuera. Pero estuve en el banco. Entramos con el Tucu (Roberto). Ese partido me ayudó, porque entré bien y me gané la titularidad”, evoca más en detalle el mediocampista.
Su nombre está vinculado a River porque allí jugó 39 partidos y marcó dos goles, con los vaivenes a lo largo de años agitados en el club, en el que buscó ganarse su plaza fija en el equipo. Pero también paseó su dinámica por San Martín de San Juan, Belgrano de Córdoba, Ferro, Unión, Instituto, Villa Dálmine y el fútbol mexicano. “A Olimpo llegué en 2020. El proyecto es recontra tentador. Esperamos cumplir el objetivo de devolver al club a la B Nacional primero y luego intentar llevarlo a Primera”, cuenta quien ya se ha convertido en referente del elenco bahiense y puede transformarse en verdugo de Boca recordando viejos tiempos, aunque en su agenda hoy primen las necesidades del Aurinegro.
“Estamos con muchas ganas, el hecho de estar jugando por segundo año consecutivo la Copa Argentina es una motivación muy buena, lo tomamos con mucha seriedad. No nos cambia cómo viene Boca, eso es un tema de ellos, nosotros enfrentamos a un gran equipo, con un gran plantel. Nos preparamos para eso; ellos van a salir a jugar, a querer agarrar la pelota, a ser agresivos. Todo lo sabemos y trabajamos mucho”, explica. “Lógicamente lo veo como un partido especial, tengo muchas ganas de jugarlo, de volver a enfrentar a Boca, pero represento a Olimpo, es mi responsabilidad, tenemos un compromiso con el club. La idea es que esa motivación sea un plus, no es nada personal” pone en valor el cruce.
-Surgiste en River como una de las máximas promesas de esa camada, ¿por qué no lograste asentarte?
-Me daba la titularidad Astrada, se iba, Cappa llegaba, iba al banco. Me ganaba la titularidad con Cappa, venía otro... Al banco. Tenía mucha gente en la posición, quería ganarme la titularidad, conseguir continuidad, y al mismo tiempo me llamaban clubes, como San Martín de San Juan, y al final me fui. Salir y volver hacía que cuando regresaba me dijeran que corría de atrás o que no me iban a tener en cuenta. Seguro también porque había técnicos para los que que no era de su agrado, estaban en su derecho. Cuando empecé a salir a préstamo perdí terreno. Yo sentía que podía jugar en River.
-¿Cuánto incidió que eran tiempos turbulentos en cuanto a presiones y resultados?
-Como hice Inferiores y Reserva, jugaba los preliminares en el Monumental, venía mamando la exigencia, lo que pide la gente, etcétera; más allá de los nervios lógicos. No lo sentía ajeno. Sí era difícil ganarse la continuidad, en River siempre hay buenos jugadores, refuerzos de jerarquía, y tenías que esperar bastante. Era un premio ir al banco; ser titular, ni hablar. En otra etapa de River capaz hubiese sido más fácil jugar, con menos presión o más tolerancia. Respetar más los procesos de los jugadores es clave. No quiere decir que de esa forma hubiese tenido otro tipo de carrera, pero recuerdo el caso Julián Álvarez. Lo empiezan a mechar, en 2018 incluso entra en la final de la Libertadores, y pasó tiempo hasta que ganó la titularidad. Necesitó ese proceso, y al mismo tiempo no se cayó, no fue a buscar continuidad en otro lado. No me comparo con él, menos con un jugador con su carrera, solo comparo los procesos. Algo similar pasó con Exequiel Palacios.
-¿Con qué entrenadores alcanzaste tu mejor nivel?
-A nivel individual, con Astrada y Cappa fue mi mejor etapa en River. Mi primer gol en Primera lo hice con San Lorenzo, entré desde el banco, iban veintipico de minutos, sale Matías Almeyda, Leo me pone de 5 más adelantado. Ganamos 1-0. Esa época fue el mejor tramo. El peor viene con J. J. López, no jugué casi nunca, fui al banco un par de veces, en otras ni siquiera me citaban y me tocó estar en el último partido, el de la Promoción con Belgrano.
-¿Lo sentiste injusto entonces?
-En ese momento era joven, quería jugar, quería estar ahí, hacer algo por el club, por mí, por todos, por mis compañeros; no lo medí. Quería jugar.
-¿Cómo te impactó el descenso? Supiesta contar que que fuiste a terapia para superarlo.
-Cuando volvimos a entrenar, que ya estábamos arreglando la pretemporada para la B Nacional, nunca más se habló del descenso, se miraba para adelante. Y en ese momento no necesité hablar, pensé que no me iba a impactar. Al tiempo, un año después, necesité ayuda de un profesional, sentía que me afectaba, en algunos partidos, por el contexto. O que me generaba algún que otro temor por alguna situación similar. Hoy lo puedo manejar si es que me vuelve a pasar.
-Hoy en general es algo natural el respaldo del psicoanálisis o del coaching en el deporte de alto rendimiento; hace un tiempo no tan lejano todavía era medio tabú. ¿por qué creés que era así?
-Está naturalizado, no sé si antes les pasaban estas cosas a los jugadores, o lo resolvían como podían. Hoy en día no hay jugador de élite que no tenga ayuda de una terapia para poder perfeccionarse o tener mejor rendimiento. Es fundamental. Te ayuda a crecer, te libera de muchas cosas, que quizá pensás que son mínimas y afectan tu rendimiento y te afectan a vos.
-¿Se lo recomendaste entonces a algún compañero?
-Siempre lo recomiendo. Uno a veces por no meterse mucho o no ser invasivo, no dice nada. Lo recomiendo 100%. Al que piensa que no le afecta nada, le diría que pruebe igual.
-¿Qué les generó devolver a River a Primera?
-El ascenso fue una sensación de alivo, había muchas presiones buenas de por medio, pero presiones al fin. Fue una satisfacción. Escuché la nota de Leo Ponzio cuando terminó el último partido y volvimos a Primera, y dijo que fue “la satisfacciónm del trabajo realizado”. ¿Cómo no emocionarse con eso? Cuando arrancás la pretemporada te planteás objetivos y ese era el único objetivo. Lo pudimos lograr. Y sentimos ese desahogo, esa emoción.
-¿Te afectó de alguna manera el descenso en tu carrera, a la hora de conseguir club?
-No creo que me haya afectado, y si influyó en algúna decisión de algún dirigente o algún club, no me enteré.
-¿Qué enseñanzas te dejó aquel golpe? ¿Y el regreso a la élite con tantas presiones encima?
-De lo que pasó con Belgrano, aprendí que más allá de las cosas graves o muy graves que puedan pasar, de todo se sale. Y lo bueno también pasa, ¿eh? En los momentos malos, hay que salir rápido, de la manera que se pueda. Aceptarlos primero y salir rápido. Y los buenos, aprovecharlos mucho, porque no son muchos. A mí me ha tocado sufrir más el fútbol de lo que disfruté en cuanto a resultados. De las frustraciones hay que levantarse, seguir. Y, cuando llega, hacer lo que se pueda para sostener el éxito en el tiempo.
-Ese ascenso de River significó el inicio de una era dorada, que llegó a la cúspide con Gallardo como técnico. Vos lo tuviste como compañero, ¿ya tenía cabeza de DT en su última etapa como futbolista?
-Yo era muy joven, no tenía muchas charlas profundas con Gallardo, pero sí puedo decir que te ordenaba, te hablaba, te decía qué hacer en el campo. Era muy disciplinado en todo sentido, si algo no se hacía bien, no le gustaba para nada. Conceptualmente era muy bueno, tuve grandes compañeros que predicaban con el ejemplo, como el caso de él, el Burrito Ortega, Cavenaghi, Trezeguet, el Chori Domínguez... Consagrados, que venían de jugar en todos lados y tenían esas cosas distintas. Los veías y querías imitarlos.
-Fuera de River Plate, ¿cuáles considerás que fueron los picos de rendimiento en tu carrera?
-En San Martín de San Juan tuve dos semestres no consecutivos en los que me sentí muy bien. En Ferro hubo momentos, en Instituto también por momentos... Hoy en Olimpo me siento bien. Me faltó sostenerlo en el tiempo. En otros clubes no encontré el nivel, como en Unión, o en México, donde no pude nunca adaptarme.
-A los 33 años, ¿ya pensás en qué vas a hacer cuando se termine tu carrera como futbolista? ¿Te ves entrenador?
-En un momento dije que no iba a ser DT; no hice el curso, nada, Pero últimamente lo miro con otros ojos. Sí me preparó para el post desde otro lugar.
-¿Por qué no te veías técnico? ¿Y desde qué lugar te venís preparando?
-Lo veía lejos porque no me gustaba. Hoy lo veo más cerca porque me gusta más, sobre todo el hecho de seguir ligado al fútbol. Me gusta la parte táctica, de enseñar, cuando ves que te dicen algo sobre lo que va a suceder en el campo y ves los fundamentos. ¿Por qué no quería? Si un futbolista va a un club firma contrato por un año, el técnico puede durar dos o tres partidos. Ir de un lado para el otro, que la familia tenga que acompañarte, no me gusta eso. En cuanto a cómo me preparo para el futuro, pienso en qué cosas puedo hacer o invertir. Para que mi vida luego del fútbol no vaya de 100 a 0.
-¿Qué entrenadores te dejaron más cosas en tu carrera?
-De todos tratás de llevarte algo, aprender, más allá de que algunas cosas te pueden gustar o no. De lo humano, me acuerdo de Fernando Kuyumchoglu y Alejandro Montenegro, que en Inferiores supieron llevar a pibes de 14 o 15 años, que estaban lejos de su familia, y cumplieron el rol de familiar en ese momento, de alguien que te acompaña. Seguro me olvide de alguno, pero aprendí cosas de Leo Astrada, de Ángel Cappa, del Cholo Simeone, aunque no me haya puesto un partido, pero de los entrenamientos me llevé un montón, lo que logró demuestra lo que es y más aún lo hace en el día a día. De Darío Franco, de Darío Forestello, de Dani Garnero, del Ruso Zielinski, de todos. De Carlos Mayor, al que tuve el año pasado; de Cacho Sialle, del que ahora estoy aprendiendo.
-¿Ya tuviste llamados de amigos de River o ex compañeros pidiéndote dar el golpe contra Boca?
-También tengo amigos de Boca, pero me conocen y saben que no me pueden decir nada. Me han escrito para hablar del partido. Los de River sí, me piden que les ganemos. Les dije que vamos a hacer todo lo que tengamos al alcance para seguir en la Copa, vamos a tratar de hacer un buen partido. El compromiso en realidad es con Olimpo y con su gente, y trataremos de pasar de fase.
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