Una vez que Lionel Messi recibió el premio por el triunfo 2-0 ante Panamá y que todo el plantel tuviera su réplica de la Copa del Munda obtenida por Argentina en Qatar, le llegó la responsabilidad como capitán de ser el primer héroe en tomar el micrófono para hablarles a los 83.000 espectadores que pagaron su entrada para homenajear a los héroes en el Monumental.
Desde el arranque dio a entender que no prefabricó su discurso. “No sé qué voy a decir”, se sonrió, antes de emocionarse y emocionar a todos. “Primero que nada, gracias a ustedes por todo el cariño que venimos recibiendo, no solo después de ser campooenes del mundo, sino también de antes, desde la Copa América”, prologó.
“Siempre soñé con este momento, poder festejar con ustedes, poder venir a mi país, a Argentina, levantar una Copa América, la Finalissima y lo más grande, la Copa del Mundo”, continuó, dándole espacio a la ovación cuando mencionó a la máxima conquista. Como prueba de su humildad, no sólo recordó a quienes lo acompañaron en la gesta en Asia. Rodeado de su familia (su esposa Antonela y sus hijos Thiago, Mateo y Ciro), también evocó a las anteriores selecciones que estuvieron cerca de la gloria (como en Brasil 2014), pero quedaron en la puerta.
“Yo sé que es un día nuestro, no quiero olvidarme de todos los compañeros que pasaron antes, que también hicimos lo imposible por conseguir esta, no se nos dio, estuvimos cerquita de las dos, también de la Copa américa, pero se merecen el reconocimiento porque también dejaron todo por esta camiseta”, puso en valor, y los Mascherano, los Biglia, los Agüero y compañía también disfrutaron de una caricia merecida.
“Sigamos haciendo esto, disfrutemos esto, y no sabemos cuánto va a pasar para que vuelva a suceder. Ojalá no pasen tantos años, es muy difícil, depende de muchas cosas, a veces por detalles no se pueden conseguir. Disfrutemos de la tercera estrella”, concluyó, con la sonrisa tatuada.
Luego, ya más tranquilo, ante los micrófonos de los medios, continuó con su análisis. “Fue hermoso, sabíamos que iba a ser de esta manera. Que era un momento único. Va a quedar de por vida para nosotros, para la gente que está, la que se quedó afuera. Esto es muy grande”, subrayó. “Ahora entiendo que ser campeón del mundo es diferente y es difícil de explicar”, añadió.
Para alcanzar la cúspide, Messi debió remar en aguas tenebrosas. Tres finales de Copa América perdidas, más una en un Mundial. Decepciones que resultaron combustible: “Siempre esta ahí. Todo el recorrido, todo lo que hicimos. Sufrí mucho en todo el camino, no fue fácil. Me acuerdo de venir a jugar a Argentina y pasarla mal también porque no salían las cosas. Pensar en las finales perdidas que por pequeños detalles no se nos dio. Esto deja un poco atrás lo que tuvimos que pasar”
“Es lo que me tocó pasar a mí, a este grupos y a los anteriores. Dios es el que manda, el que elige y tenía que pasar de esa manera. Igualmente no cambio nada, salió así”, cerró.
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