La historia de Michael, el hijo de Ramón Díaz: del inicio promisorio en San Telmo y los prejuicios por el apellido en San Lorenzo al perfil bajo lejos del fútbol

El ex lateral derecho se accidentó con el auto en la ruta 5 y en el choque murieron su esposa y el conductor del otro vehículo

Guardar
Michael, en el Ciclón. de
Michael, en el Ciclón. de fondo, la omnipresente figura de su papá, Ramón Díaz

“En el fútbol están mi papá y Maradona. El resto somos todos chinos”.

La frase le pertenece a Emiliano Díaz cuando, en 2007, desembarcó en San Lorenzo junto a su hermano Michael bajo la tutela de Ramón, entrenador y casi una deidad en aquel entonces en el Ciclón, que acababa de salir campeón local cuando seis meses antes los hinchas azulgranas le temían a los promedios. Buscaba suavizar los prejuicios que arrastraba su desembarco. El volante traía mayores pergaminos por su pasado en River Plate. El hijo menor del ex delantero, clase 86, era el lateral derecho de San Telmo cuando dio el salto a la élite de la mano de su progenitor. Sin ínfulas por el nombre que lo impulsaba, con un perfil subterráneo, se ganó la simpatía del plantel, mezclándose rápidamente con el grupo de los más jóvenes, y con buenas migas también con los ex Millonario (la Gata Fernández, el Malevo Ferreyra, Juan Carlos Menseguez).

Nacido en Avellino, Italia, donde se desempeñaba el atacante riojano al momento de su llegada al mundo, recibió el nombre de Michael por la admiración de su papá por Michael Jackson. Y siguió los pasos de Ramón, aunque en otra función dentro del campo de juego: en la defensa, aunque con proyección ofensiva. Sin embargo, a pesar de un buen inicio en San Telmo y el paso por el Ciclón, su carrera no terminó de despegar. Y mientras Emiliano se incorporó como pieza clave en el cuerpo técnico de su padre, él se dedicó más a los negocios familiares y conformó su núcleo con su esposa, Bárbara Olivier, y su pequeño hijo. Este martes fue noticia por el lamentable accidente automovilístico en la ruta 5 en el que perdieron la vida su pareja y Aldo Flaque, un ex bombero que conducía la camioneta contra la que colisionó el vehículo que manejaba el ex futbolista.

Fue en San Telmo donde consiguó mayor continuidad, de la mano de Miguel Ángel Lemme como entrenador. El ex ayudante de campo de Carlos Bilardo y de Diego Maradona en la selección argentina lo recuerda con mucho cariño. “Es un pibe extraordinario, a mí me rindió muchísimo. De perfil bajo, muy respetuoso de sus compañeros, nunca hizo notar su apellido, al contrario. Tenía un cambio de ritmo terrible”, evocó el Cabezón ante la consulta de Infobae.

Ramón, Emiliano y Michael en
Ramón, Emiliano y Michael en una postal familiar

“El día que lo hice debutar no le dije nada; sólo le pedí al profe que le avisara que capaz jugaba. Y anduvo muy bien. Ramón nunca se metió, venía con Emiliano a ver los partidos, saludaba, pero jamás objetó una decisión”, añadió. Ese interesante plafón y el hecho de estar a cargo de un San Lorenzo en estado de gracia llevaron al riojano a incorporarlo al plantel junto a Emiliano: fue en una gira del grupo por México (Acapulco, Guadalajara, Veracruz y Chiapas) tras la conquista del Clausura 2007.

En el contexto de una temporada con doble competencia (torneo local y Copa Libertadores, en la que el Ciclón terminó cayendo ante Liga de Quito, a la postre, campeón), Emiliano tuvo más rodaje que Michael, que participó más en la división reserva. Terminó haciendo su presentación el 12 de enero de 2008, en un amistoso de verano ante Racing en Salta (la Academia se impuso por 1 a 0 con gol de Diego Menghi). La particularidad es que al Cuervo esa noche lo condujo Sebastián Rambert, ayudante de Ramón Díaz.

El entrenador terminó marchándose del club con algunos problemas internos en el grupo (luego tendría una segunda etapa en el banco de suplentes). Y el marcador de punta también emigró en busca de continuidad. “Capaz que le faltaron cuatro o cinco partidos para que pudiera demostrar. El apellido no importa si el pibe es bueno”, lo respaldó Lemme.

Con la Gata Fernández y
Con la Gata Fernández y Adrián González en una práctica en el predio del Cuervo en el Bajo Flores

Indios de Chihuahua, en el Ascenso de México, y Defensores de Belgrano fueron algunos de los destinos en los que se probó. Luego transitó el fútbol regional, con la casaca de Ferro de Trenque Lauquen. Poco a poco se fue dedicando a los negocios del apellido lejos de la pelota. Sí acompañó, cada vez que pudo, las aventuras de su papá y de Emiliano, ya sea en la selección de Paraguay, o en Arabia Saudita, donde hace poco dieron el golpe llegando a la final del Mundial de Clubes con el Al Hilal, eliminando al Flamengo y dándole batalla al Real Madrid. Sin incomodidad por moverse lejos de las luces. Hasta que la tragedia lo convirtió involuntariamente en noticia.

Seguir leyendo:

Guardar