Se viven días muy convulsionados en el básquet argentino. De crisis. La no clasificación al Mundial, un golpe que un deporte muy tradicional de nuestro país no recibía desde hace 41 años, caló hondo. Los responsables de la debacle deportiva son varios, pero Fabián Borro, el cuestionado presidente de la Confederación Argentina, quedó en el centro de la escena. En algunos medios, en las redes sociales y en varias canchas de la Liga Nacional -con insultos incluidos que le costaron multas a clubes como Boca- fue el principal acusado, una situación que se contrapone a su status político, teniendo en cuenta que ya es un secreto a voces que en mayo asumirá como nuevo presidente de FIBA Américas y así será la segunda persona más importante del organismo que rige el básquet en el continente. No hubo autocrítica pública, de Borro ni de ningún dirigente. Sólo fotos que manifiestan una supuesta unidad dirigencial, aunque los disconformes son cada día más.
Lo que sí hubo fue una decisión anunciada este martes: la renovación de Pablo Prigioni al frente del seleccionado mayor. “No clasificar al Mundial fue un mazazo difícil, doloroso e inesperado. Debemos concentrarnos en la revancha deportiva y todos unidos junto a Pablo y a nuestros jugadores tenemos un nuevo objetivo: clasificar a los Juegos Olímpicos 2024. No será fácil, el camino es largo. El compromiso y profesionalismo de Pablo hacen que sea la mejor elección para este enorme desafío”, declaró Borro en la gacetilla de CAB que anunció la continuidad de Pablo. “Es un golpe duro no estar en el Mundial, ahora debemos enfocarnos en la posibilidad que tenemos para reorganizarnos como equipo. Nuestro objetivo a corto plazo está claro: dar un paso más en la búsqueda de clasificación a los Juegos Olímpicos. Confío mucho en el equipo y tenemos como siempre todo el apoyo de la Confederación para conseguirlo”, agregó el entrenador cordobés desde Minnesota, donde ejerce como el principal asistente de un equipo que hoy está clasificando a los playoffs NBA.
Parece una decisión acertada porque, más allá del resultado adverso final, Pablo tiene el apoyo de los jugadores y su potencial como entrenador es promisorio. Es verdad que está haciendo sus primeras armas como DT, sobre todo en el ámbito FIBA, algo que se notó en decisiones trascendentales en el último partido en Mar del Plata, pero no pesa tanto en este momento complejo. Además, su compromiso es total con la camiseta. Agarró un fierro caliente tras el despido encubierto de Néstor García en agosto del año pasado y ahora repite tras la debacle en MdP. Fue campeón de la Americup, su mérito mayor, y sufrió sobre todo las dos derrotas con Dominicana que determinaron que Argentina no consiguiera ninguno de los siete boletos que dio América para el Mundial que arrancará a fines de agosto.
Su primer gran objetivo será, entonces, el Preolímpico americano que se disputará del 12 al 20 de agosto en sede a designar (¿se postulará Argentina?). Lo jugarán ocho selecciones del continente que no llegaron al Mundial. Las cinco eliminadas de la segunda ronda (Argentina, Bahamas, Uruguay, Colombia y Panamá) y las tres con mejor récord de la primera ronda (Chile, Cuba e Islas Vírgenes). Sólo el ganador de esta competencia se clasificará a una de las cuatro sedes que, poco antes del torneo olímpico en Francia, entregará cuatro boletos totales para París.
Si Argentina logra ese pasaje, lo pasamos en limpio: en todo el mundo habrá cuatro sedes, cada una con seis selecciones que se dividirán en dos grupos de tres y que luego se cruzarán primero contra segundo en semifinales y final a partido único. Solo los vencedores estarán en los Juegos. Las otras siete plazas se repartirán en el Mundial y la 12° es lógicamente del local, Francia. En total, hay dos boletos para América y Europa, uno para Africa, otro para Asia y el restante para Oceanía.
Es decir que la Selección deberá pasar dos torneos y eliminar 12 rivales camino al boleto olímpico. Si no lo logra, carecerá de competencia importante hasta la Americup 2025 y, con suerte, hasta el Mundial 2027. Con Prigioni deberá desandar esta única chance de clasificarse a los Juegos y evitar estar muchos años sin competencia grande. La otra cita de este año, a la que Argentina asistirá a defender la medalla de oro del 2019, serán los Panamericanos de Santiago de Chile, entre fin de octubre y principios de noviembre, pero seguramente sin los mejores exponentes del equipo nacional.
El partido político
Por lo pronto, hay otra batalla fuera del campo y tiene que ver con quiénes ocuparán los cargos principales que regirán el futuro de un degradado básquet argentino. Borro, presidente desde diciembre del 2019, será elegido como titular de FIBA Américas, un cargo político que está por debajo del verdadero mandamás, el brasileño Carlos Alves, su Director Ejecutivo desde 2017. Pero no es poco lo que consiguió el hábil político que es el titular de Obras Sanitarias. Ese puesto le corresponde, por rotación, a América del Sur. El estatuto marca que debe ser el presidente de Consubásquet, pero el paraguayo Marcelo Bedoya renunció luego de una movida política de debilitamiento que se organizó y el camino quedó libre para Borro, que hace años trabaja con ese objetivo. No solo tiene el apoyo de Alves sino también de Andreas Zagklis, el griego que es el Secretario General de FIBA.
El sueño de Borro es llegar a FIBA, para ocupar el cargo que durante cinco años ejerció el tucumano Horacio Muratore (Presidente Honorario entre 2014 y 2019), pero la rotación Mundial hace que eso sea imposible durante 12 años (les toca antes a los otros continentes). Por lo pronto, Borro reemplazará a Carol Callan, la mujer canadiense que ejerció hasta ahora en nuestro continente.
El tema, entonces, es qué pasará en la CAB, desde mayo, cuando en FIBA Américas asuma el directivo de extracción sindical. Hay varios teorías. Algunos creen que pedirá un permiso especial en el ente continental para seguir con un interinato en CAB hasta las elecciones, que deben ser este año, en principio en noviembre o diciembre. La menos probable es que adelanten las elecciones y la alternativa moderada es elegir a un sucesor temporario para que ejecute desde mayo a noviembre.
El tema, en ese caso, es quién. Miguel Angel Chami, el vicepresidente 1°, está hoy enfrentado con Borro y además tiene un gran problema -ya judicializado- en la Federación de Buenos Aires. Quién le sigue es Mario Ontivero, el vicepresidente 2° que fue separado de su cargo de presidente de la Federación de Córdoba por presuntas irregularidades. No tiene plafón político. Ambos lucen descartados hoy en día.
¿Entonces quién? se preguntan todos. Y ahí el tema se centra en dos nombres, tal vez tres. Por un lado, Sergio Gatti, neuquino que está hace más de 15 años en la CAB -hoy es Secretario General- y es hombre de extrema confianza de Borro y, además, de Horario Muratore, aliado político del actual titular de CAB. Juan Manuel Cavagliatto, el único nuevo dirigente que ha surgido con fuerza en los últimos años en el básquet argentino. Es el presidente de Instituto, líder del resurgimiento del club cordobés, en lo institucional -Instituto estaba fundido- y en lo deportivo. Logró el ascenso a la Liga Nacional y ya ganó títulos importantes, además de llegar a la Primera División del fútbol argentino. Además, muy hábil como político, Cavagliatto está en la mesa chica tanto del básquet como del fútbol nacional, junto a Chiqui Tapia. La otra opción es Gerardo Montenegro, el santiagueño que es el presidente de la AdC y otro aliado de Borro desde hace años. Su perfil, en relación a buscar consensos, podría sumar, aunque sería lo opuesto a una renovación.
Cavagliatto encarna la imagen de la esperada renovación. Por eso jugadores, dirigentes y hasta hinchas lo piden para la sucesión. Pero, por ahora, Borro no le ha dicho nada, según averiguó Infobae. El titular de la Gloria es cercano al presidente de la CAB desde hace años, pero a la vez lo ven con vuelo propio y eso no gusta. “¿Te acordás cuando se decía que Néstor Kirchner sería el títere de Duhalde y luego fue todo lo contrario? Eso puede pasar con Cavagliatto y eso teme Fabián. Por eso no creo que sea el elegido”, le comentó a Infobae una fuente que conoce la interna.
Cavagliatto estaría dispuesto a hacerlo pese a que tal vez debería sacrificar -o demorar- su carrera en la AFA. Básicamente porque se siente un hombre del básquet. Pero sólo aceptaría “si puede ejecutar una verdadera transformación en el básquet, con un Director Deportivo de peso, con un equipo de trabajo, varias mesas de diálogos y sin enfrentamientos”, contó alguien que lo conoce bien en Instituto. Eso sí, como no ocupa cargo en la Federación de Córdoba, legalmente debería ingresar por la Asociación de Clubes, una federación más luego de la puesta en funcionamiento del nuevo estatuto. Hoy, en la AdC, pisa fuerte más allá de ser el vicepresidente segundo. “Olvidate, para mí sigue Gatti hasta las elecciones. Para ganar tiempo y ver quién puede imponerse en una elección”, se la jugó un presidente de federación que está en la oposición.
Se verá. Por lo pronto la única certeza es que Prigioni seguirá como entrenador. Veremos quiénes son los que asumirán para intentar sacar al básquet de la nueva crisis, la segunda en apenas una década, si recordamos aquella del 2014 cuando los jugadores más pesados se plantaron antes del Mundial, para sacar a Germán Vaccaro y el resto de los dirigentes, acusados de administración fraudulenta. Vaccaro admitió su culpabilidad -lo condenaron a pagar 80.000 dólares y tiene prohibición de ejercer cargos públicos de por vida-, tras un acuerdo que hizo que el juicio no siguiera para no “manchar” a nadie más. Por ahora, mientras se esperan más novedades, nadie más admitió nada y el básquet argentino es la víctima.
Seguir leyendo: