De pendejo te sigo, junto a Racing siempre a todos lados. Nos bancamos una quiebra, el descenso y fuimos alquilados. No me olvido ese día que una vieja chiflada decía: que Racing no existía, que tenía que ser liquidado... Si llenamos nuestra cancha y no jugamos, defendimos del remate nuestra sede. Si la nuestra es una hinchada diferente, no es amarga como la de Independiente...
La canción que habitualmente baja de las tribunas del Cilindro de Avellaneda refleja la historia más oscura que atravesó la Academia durante la década del noventa. La recordada frase de la síndico Liliana Ripoll que aseguraba que “ha dejado de existir Racing Club Asociación Civil”, generó un caos generalizado en el país, y una multitud teñida de albiceleste se encargó de desmentir a la funcionara en una de las más profundas muestras de amor hacia la entidad de Avellaneda que se ha visto en la Argentina.
Fue la etapa más dura de la entidad bonaerense. Al término de la década marcada por la pizza y el champagne, Racing se vio envuelto en una millonaria deuda económica de la que no pudo salir. “Viví en un Racing grande de la puerta para afuera, pero chico de las puertas para adentro. No había ropa para entrenar porque se la llevaba la barra y el club se sostuvo gracias a su gente. Gracias a Dios hoy es grande en todo sentido”, recordó el ex arquero Walter Cáceres en diálogo con Infobae, sin olvidar el amistoso que tuvo que ir a jugar a Chile para recaudar algo de dinero que sería destinado para comprar una caldera: “No teníamos agua caliente en el vestuario. Ese día contra Unión Española yo estaba en el banco y Gustavo (Costas) me quiso poner un ratito por izquierda”.
Fueron los años más oscuros de un club lleno de gloria. El impedimento para comenzar el Clausura de 1999 por la crisis financiera fue la gota que rebalsó el vaso. La Academia debía debutar ante Talleres de Córdoba, pero la Justicia no permitió que se desarrollara el encuentro debido a la delicada situación que atravesaba la entidad de Avellaneda. Sin embargo, más de 30.000 fanáticos poblaron el Presidente Perón para manifestar su afecto incondicional por los colores. Aquel 7 de marzo se dio de forma espontánea e improvisada al nacimiento del Día del Hincha de Racing.
Las lágrimas de los simpatizantes, las tribunas colmadas y el apoyo incondicional de las glorias del club como el Bocha Maschio, el Pato Fillol, el Chango Cárdenas, el propio Gustavo Costas (era el DT del equipo) y los jugadores de aquel plantel como Teté Quitoz, Jorge Reinoso, Sergio Zanetti y Pablo Michelini conformaron una escena dramática y emotiva que marcó un hito en el fútbol doméstico.
Un recurso de amparo le permitió a la Academia comenzar el certamen en la segunda fecha contra Rosario Central en el Gigante de Arroyito. La recordada caravana a Rosario y el pedido de quiebra de Daniel Lalín fueron otros ejemplos que opacaron la historia del Primer Grande. “Fue raro porque nosotros pensábamos en los partidos y nos encontrábamos con esas cosas. Con la síndico, Liliana Ripoll, las cosas mejoraron porque la plata que entraba en Racing la usaba para pagar el sueldo de los empleados y nosotros nos acomodamos. Tuvimos otros problemas, como ir a las concentraciones y no poder entrar a los hoteles por las deudas, pero la última vez que fui al predio me sorprendí con lo lindo que está. Pensar que el Tita (Mattiussi) empezó por una locura de cuatro hinchas de los Racing Stones, que arrancaron de a poco y se sumó tanta gente que hoy es un predio modelo”, remarcó Cubito Cáceres.
El club sufrió una crisis económica que se trasladó al aspecto deportivo. Incluso ese año los fanáticos se enfrentaron a la policía cuando la Justicia intentó rematar la sede de Villa del Parque debido a la deuda. Juan Scardillo, referente de la popular y reconocido como El Tano, fue uno de los que defendió la propiedad, porque además de su sentimiento también estaba en juego su hogar (literalmente vivía en las instalaciones del club). Cuando colocaron el cartel que informaba la venta del inmueble, se trepó con una escalera improvisada para pintar de blanco el anuncio y escribir encima el lema “Aguante Racing”. “El de la inmobiliaria vino para hacer fotos y cuando vio toda la movida se fue al toque. Nadie leyó el cartel de venta y por suerte no quedó ningún registro”, subrayó en una extensa charla con este medio. Fue la noche en la que Daniel Lalín, por entonces presidente de la institución, fue agredido con un redoblante.
En medio de aquella caótica situación, debió intervenir el poder político, ya que la desaparición de Racing se transformaría en un problema de Estado. El periodista Bernardo Neustadt, reconocido hincha de la Academia, recordó en una de sus editoriales la conversación privada que había tenido con el presidente de la nación. “Hace diez minutos estuve con el presidente Menem. Le dije: si quiere terminar su mandato de manera gloriosa, salve a Racing. Me miró fijo y me dijo: lo voy a salvar”. Y en los próximos días, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, declaró que “Racing no podía desaparecer y que la situación no le era indiferente”.
Racing se salvó. Para ello tuvo que apelar al gerenciamiento a cargo de Blanquiceleste SA. Fue un proceso que contó con la Promoción y el campeonato de 2001 que cortó con la sequía de 35 años sin títulos en el ámbito doméstico. Fue un convenio que debió durar una década, pero se interrumpió por un nuevo pedido de los hinchas. Y el 21 de diciembre de 2008 volvió la democracia al club. Tuvieron que pasar 11 años de angustia para que los socios puedan volver a elegir a sus representantes. Y después de las gestiones de Rodolfo Molina y Gastón Cogorno, Víctor Blanco asumió el cargo para que la Academia vuelva a ser protagonista en el fútbol argentino.
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