El ex árbitro de fútbol Romualdo Arppi Filho murió este domingo 5 de marzo en la ciudad de Santos, ubicada en la costa de Sao Paulo. El juez tenía 84 años y fue ingresado en el Hospital Ana Costa hace varios días donde estaba en tratamiento renal y, según su familia, no resistió. En la cúspide de su carrera, dirigió la final del Mundial de México 1986 en la que Argentina se consagró campeón del mundo por segunda vez en su historia al vencer a Alemania por 3 a 2. En aquella ocasión los goles de la Albiceleste fueron obra de José Luis Brown, Jorge Burruchaga y Jorge Valdano.
Uno de los hijos de Arppi Filho, Ricardo de Oliveira, declaró al medio local G1 que su padre fue una de las figuras más importantes de la historia del fútbol nacional. “Mi padre fue y será siempre una referencia. Que sea recordado por su destaque en el deporte y como un ser humano increíble”, afirmó. Con pico profesional en la década de los 80, la Confederación Brasileña de Fútbol le dedicó unas palabras al árbitro: “A través del presidente Ednaldo Rodrigues, se solidariza con la familia y los amigos de Romualdo Arppi Filho en este momento de inmensa tristeza”.
Romualdo nació en Santos el 7 de enero de 1939. En la Copa del Mundo de 1986, se convirtió en el segundo árbitro brasileño en arbitrar un partido final de la Copa del Mundo, precedido por Arnaldo Cézar Coelho. Durante dicho torneo, también dirigió los duelos entre Francia 1-1 Unión Soviética y México 2-0 Bulgaria. En el duelo que definió el título en el estadio Azteca, una de las placas que quedó para la historia es de cuando amonestó a Diego Armando Maradona a los 17 minutos de la primera mitad.
Arppi comenzó su carrera a los 14 años, y profesionalmente, a los 20. A temprana edad impartió justicia en el Campeonato Brasileño de 1984 y 1985, una final del Campeonato Mundial Interclubes en 1984 en la que Independiente derrotó al Liverpool por 1-0, la final de la Copa América 1987 y participó en tres Juegos Olímpicos: Ciudad de México 1968, Moscú 1980 y Los Ángeles 1984.
En los últimos años, se trasladó a Sao Vicente, también en el litoral de Sao Paulo, donde trabajó como agente inmobiliario. Fue padre de tres hijos y abuelo de tres nietos y, hasta hoy, es considerado por colegas y ex jugadores uno de los mejores árbitros de la historia del fútbol brasileño.
Seguir leyendo: