Rubén Omar Romano debutó de manera profesional en 1978 con la camiseta de Huracán de Parque Patricios. Tras pasar por varios equipos de México (América, León, Necaxa, Puebla) y el desaparecido Los Ángeles Aztecs de Estados Unidos (propiedad en parte de Elton John), el mediocampista retornó a la Argentina para vestir los colores de San Lorenzo de Almagro, donde se destacó durante una temporada, siendo parte del plantel de los “Camboyanos”.
“Jugábamos por la gente, no por nosotros”, sostiene el ex mediocampista que vistió en 31 oportunidades la camiseta azulgrana en el temporada 1987/8, antes de volver al país que lo adaptó. En tierras aztecas colgó los botines a los 35 años porque “quería dejar al fútbol antes de que la pelota me dejara a mí”. De esta manera, y tras su retiro, fue auxiliar técnico de Ricardo La Volpe en el Atlante, América, y Atlas, hasta que en 1998 arrancó su carrera como entrenador en el fútbol mexicano, donde hoy comanda el Mazatlán FC de la máxima categoría.
“Me gustaría dirigir en la liga argentina, pero llegar desde afuera es complicado, ya que el círculo es muy cerrado”, cuenta. Más allá de su pasado como futbolista y su presente como entrenador, tuvo que atravesar dos adversidades que marcaron su vida para siempre. El 19 de julio de 2005, fue víctima de un secuestro cuando un grupo armado lo detuvo al salir de las instalaciones del Cruz Azul, donde era el orientador del equipo de Primera, y lo retuvo durante 65 días en una casa situada en la colonia Agrarista Mexicano, siendo rescatado el 21 de septiembre del mismo año. “Fue el momento más difícil de mi vida, sin lugar a duda”, confiesa en diálogo con Infobae.
Tras haber superado aquel hecho trágico, el destino le puso otra dura piedra en el camino. Porque el 16 de febrero de 2021 tuvo que ser intervenido quirúrgicamente del corazón en un hospital de Guadalajara, tras sufrir un infarto. “Fue porque fumaba mucho”, revela el hombre de 64 años.
- ¿Qué es de tu vida, Rubén?
- Llevo casi una vida entera en México, hace 43 años que resido en este país. Llegué en 1980 como jugador e hice mi carrera como entrenador. Actualmente, estoy dirigiendo al Mazatlán FC en Guadalajara. Estoy muy a gusto y cómodo después de tantos años, intentando siempre dirigir en otra parte del mundo, en busca de otras cosas. Pero no se abren las puertas tan fácil y México es mi casa.
- Hace un par de años fuiste operado del corazón. ¿Cómo estás de salud?
- Estoy bárbaro, quedé espectacular. Estoy con toda la fuerza para seguir adelante. Tenía unas arterias tapadas porque fumaba mucho. Tuvieron que destaparme y por eso pasé por el quirófano. Desde el 2021 no fumo más y me siento al cien por ciento. No me costó nada dejar de fumar porque fue de un día para el otro, y fue lo mejor que hice. Pero debo hacerme controles seguido para prevenir.
- Después de tanto tiempo de vivir en el exterior, ¿extrañás el estar en la Argentina?
- No, ya tengo una vida hecha en este país. Voy seguido a Argentina a visitar a parte de mi familia. Acá tengo a mi mamá y a un hermano, más allá de que una hermana vive allá. Hasta 1995 fui jugador y tres años más tarde arranqué mi carrera como entrenador. Sigo siendo argentino porque nunca me nacionalicé mexicano. Soy residente permanente. Tengo una hija y nietos mexicanos. Extraño un poco porque Argentina siempre será mi país, pero ya estoy muy adaptado a la vida de acá.
- ¿Conservás alguna costumbre de tu país de origen?
- Sí, tomo mate todos los días y como asado traído desde allá. Tengo un restaurante argentino “Parrillas Fona Argentina” en Guadalajara, y varios negocios más. Vivo bien, con varias entradas económicas, además de lo que percibo como entrenador.
- ¿Cuál es tu estilo como DT?
- Siempre con la posesión de la pelota. Es lo que más me caracteriza porque priorizo buscar continuamente el arco de enfrente y ser agresivo. Estamos pasando por un momento complicado, ya que nos encontramos en los últimos lugares de la tabla de posiciones de la máxima categoría. El objetivo es buscar los resultados que nos saquen del fondo de la tabla y evitar el descenso. Pero siempre con la idea de ser ofensivo y no perder el eje en ese sentido.
- ¿Alguna vez te llamaron para dirigir en el fútbol argentino?
- Sí, un día hubo un acercamiento para dirigir a San Lorenzo de Almagro pero finalmente no se pudo dar. Hablaron con mi representante, no conmigo. Y otra vez se comunicaron desde Colón de Santa Fe. Me gustaría cumplir el sueño de dirigir en mi país. De repente, llegar desde afuera es muy complicado, ya que el círculo es muy cerrado. Pero si se da la oportunidad, estoy preparado.
- ¿Cómo fueron tus inicios con la pelota?
- En el baby fútbol, en el club Sol de Plata en Matadores. Luego, con siete amigos nos fuimos a probar a Huracán de Parque Patricios y quedé. A partir de ese día, hice las Divisiones Inferiores hasta debutar en la máxima categoría en la temporada 1977/8 de la mano del Toscano Rendo. Luego de ocho años en México, en 1987 llegué a préstamo a San Lorenzo de la mano de Bora Milutinovic y luego estuve con el Bambino Veira. Me sedujo mucho jugar en un equipo que conocía bien.
- ¿Notaste un cambio entre jugar en Huracán y en San Lorenzo en cuanto a la popularidad de uno y otro?
- No. En el Globo compartí cancha con grandes figuras como Carlos Babington, René Houseman, Jorge Carrascosa; una cantidad de jugadores de un nivel espectacular. Luego, en el Santo jugué al lado de Walter Perazzo, José Luis Chilavert, Lucho Malvárez, siendo parte de un equipo que jugaba muy bien y disputó una final de Liguilla para clasificar a la Copa Libertadores, y la ganó. Uno de mis mejores goles se lo hice al Pato Fillol, en la cancha de Racing en Avellaneda.
- ¿Cómo se dio tu pase al conjunto de Boedo?
- Fui a préstamo durante un año, pero no pude quedarme a disputar la Libertadores 88 porque el América, dueño de mi pase, me vendió al Atlante. Y tuve que volver al fútbol mexicano.
- ¿Qué balance haces de tu paso por esa institución?
- Fue muy bueno. Peleé el campeonato local hasta la última fecha, cuando Newells se coronó campeón, y disputé la liguilla para clasificar a la Libertadores. Era un equipo que más allá de los problemas internos que había en el club tenía conexión con la gente y fui parte de “los Camboyanos”.
- ¿Qué representaba ser parte de ese equipo histórico?
- Teníamos muchos problemas económicos. No cobrábamos, no teníamos ducha para bañarnos ni instalaciones en el club con comodidades como podés llegar a tener ahora. Pero siempre el equipo lo daba todo. Estaban Riquelme, Bernuncio, Blas Giunta, el Turco Marchi, Leonardo Madelón, entre otros; un equipo fuerte y con una mentalidad ganadora, hicimos un gran grupo de trabajo.
- ¿Qué enseñanza te dejó Bora Milutinovic?
- Fue el mejor técnico que tuve en mi carrera. Además, fue importante, porque creyó en mí y me ofreció nacionalizarme mexicano para que pudiera jugar el Mundial 86 y representar a México, pero le agradecí y le dije que no. También, otro que fue de los mejores es Ricardo La Volpe, en cuanto a condiciones tácticas. Lo conocí hace más de 30 años, cuando llegó a tierras mexicanas, un temporada antes que yo. Generé una buena amistad.
- ¿Te sorprendió la salida de Bora como DT de San Lorenzo?
- Sí. Nosotros estábamos esperándolo para comer un asado y nos enteramos de que estaba rumbo al Aeropuerto. Fue otro golpe duro para el grupo pero la historia terminó mejor, porque cuando llegó el Bambino Veira, fue diferente. Nos dio una inyección anímica impresionante. Nunca corrí con un entrenador como lo hice con él.
-¿El Bambino era extrovertido como lo es fuera de la cancha, o en el vestuario se mostraba más serio?
- Siempre fue igual, original dentro del vestidor como fuera. Un personaje espectacular, muy bueno. Te hacía sentir que eras Pelé o Maradona. Un gran motivador, más allá de su capacidad como director técnico.
- ¿Cómo fue jugar en un club que no tenía estadio propio, con todas las limitaciones que eso genera?
- Nos tocaba alquilar la cancha de Ferro, la de Racing o el José Amalfitani, donde jugamos la final. También lo hicimos en la de Huracán. Nos tocó jugar en varios estadios y nos hacíamos fuertes ante las adversidades. Era raro e incomodo no tener cancha propia, pero fue lo que tuvimos que pasar para que luego San Lorenzo pudiera tener su propio estadio y espero que vuelva a tenerlo donde se encontraba el Viejo Gasómetro.
- ¿Creés que se va a construir nuevamente sobre avenida La Plata?
- Como está Argentina hoy, lo veo muy difícil por la situación económica, ya que hay que invertir en dólares. Pero la ilusión es lo último que se pierde.
- ¿Cómo fueron tratados cuando eran locales en la cancha del rival de toda la vida?
- No vi nada extraño, nos trataron de maravillas. Yo conocía ese estadio de memoria ya que ahí fue donde debuté. A mí no me causaba ninguna sorpresa, pero, tal vez, al hincha sí.
- ¿Los hinchas del Globo te recriminaron alguna vez tu paso por el Ciclón?
- No, para nada, porque me fui muy joven a México y pasaron ocho años para que volviera al futbol argentino. Jugué dos temporadas en el Globo, me crié en ese club, pero no fue un arraigo tan fuerte porque nunca fui hincha de Huracán, pero no pasaba por ahí.
- ¿Porque te marcó más tu paso por San Lorenzo que por Huracán?
- Porque soy hincha de San Lorenzo de chiquito. Además, tenía primos y amigos simpatizantes de este club. Pero sin ser fanático, porque una vez que yo jugaba en un equipo me identificaba con esos colores. Igualmente, cuando fui parte de los Camboyanos me identifiqué con la gente, con mis ex compañeros y fue muy especial todo lo que viví. Por eso, mi paso por San Lorenzo quedó grabado para siempre. Yo pude conocer el Viejo Gasómetro, he ido muchas veces, pero no conservo nada, ni camisetas guardo de mi paso por ese club.
- ¿Por qué no conservás nada?
- Porque les regalé todo a mi familia y a mis amigos, No tengo ni casacas de mi debut en Huracán, ni de mi paso por el fútbol mexicano, ni de San Lorenzo de Almagro. No soy de guardar nada. Es más, no tengo nada en tierras mexicanas porque todo lo que tenía lo trasladé a la Argentina para cedérselo a mis familiares. Nunca pedí intercambiar camisetas con los rivales, ni que me firmen autógrafos. Más allá de que conocí a Diego Maradona en México 86, no le pedí nada. Es más, fui a visitarlo cuando él dirigía en Dorados de Sinaloa. Solamente conservo fotos, pero jamás le pedí un autógrafo.
- ¿Cuándo fue la última vez que viste a Pelusa?
- Cuando vino dirigir a Dorados de Sinaloa fue la última vez lo vi. Aunque lo que más recuerdo de él fue el día que durante su programa de televisión en Canal 13 me llamó para ver cómo me encontraba tras el secuestro que sufrí en México. Además, cuando estuve secuestrado llamó a parte de mi familia para estar a disposición para lo que necesitara.
- ¿Qué recordás de aquel secuestro que sufriste?
- Fue el momento más difícil de mi vida, sin lugar a duda, pero la verdad es que no quiero hablar del tema.
- ¿A qué edad te retiraste?
- Tenía 35 años, y me retiré en un gran momento, con 12 goles marcados en Atlante. Quería yo dejar al fútbol y no que la pelota me dejara a mí. A partir de ese momento, empecé como auxiliar de Ricardo La Volpe, y luego de tres años, me largué solo en mi carrera.
- Por último, ¿tu cuenta pendiente fue vestir la casaca de la selección argentina?
- No pude hacerlo en la Mayor, pero sí en las juveniles, aunque no participé en ningún torneo. No tengo ninguna cuenta pendiente en mi vida. Estoy muy a gusto con lo que hice en mi carrera y en mi vida privada.
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