“En mayo, antes del Mundial, conseguí un contacto suyo a través de un primo de Julieta, mi compañera. Y le pedí permiso para hacerle un homenaje. Me contestó: me dijo que sí, con mucha humildad, como siempre muestra él. Un mes después me escribió y me dijo: ‘No sé si me dará vergüenza’”.
El perfil subterráneo de Pablo Aimar, las banderas que enarbola, no parecen una impostura. Las actitudes anónimas no hacen más que comprobarlo. Por ejemplo, su diálogo con Gastón Liberto, el artista que lo inmortalizó en un mural que lo emocionó profundamente y está ubicado en un lugar especial de sus recuerdos más tiernos, en su Río Cuarto natal.
Hace diez días, en ocasión de la visita de la Selección Sub 15 a la localidad donde se cimentaron los sueños del ex enganche, fue homenajeado y entre los reconocimientos estuvo incluido el citado mural, que tiene como compañía uno de Lionel Messi, con la excusa del título logrado por la Albiceleste en Qatar. Pero tuvo su nacimiento mucho antes, tal como ratifica aquel pedido de autorización fundacional.
Liberto se considera un “fanático moderado” del fútbol, aunque el efecto del Mundial lo llevó a pintar “sin parar” sobre la temática. De hecho, cuando atiende a Infobae está trabajando en “un retrato de Maradona en el 81″. Tras el hito en Qatar sembró Messis en otros dos murales y pudo llevar a la pared el proyecto Aimar que había pergeñado con anterioridad.
“Pablo Aimar es el referente, Messi lo nombró como uno de sus ídolos. Vengo trabajando con murales, viajo al menos dos veces al año, estoy en Europa, Estados Unidos. Se lo propuse a varias empresas, instituciones, y cuando Argentina ganó el Mundial, el área de Deportes de Río Cuarto me contactó para concretarlo. Es el primer mural de Aimar en su ciudad”, se enorgullece este vecino de Reducción, un pueblo cercano.
Con su compañera “vivimos 12 años en Barcelona, y lo hablamos con los amigos que hicimos allá, se generó algo muy grande. Casi todos querían a Argentina campeón por Messi. El hecho deportivo es un hecho cultural. Detrás del juego y del azar, hay una forma de jugar, una filosofía, un cómo, y eso es cultural. Con Francia en la final Argentina se impuso por una forma de ser, de jugar. Se dio una revalorización de la identidad y la cultura argentina. Le da trabajo a los argentinos y una puesta en valor”, profundiza en cómo repercutió en el arte la consagración albiceleste en Qatar, más allá de la inspiración.
El desafío Aimar le planteó sus dificultades. Porque la intención era que la obra se basara en un Payasito actual, “y no hay mucho material que sea del cuerpo técnico, porque es una figura de bajo perfil. Y la idea era que reflejara su actitud, sus valores. En la elegida encontré esa templanza, esa concentración. Además, para la rueda de prensa me encargaron uno más pequeño, en tela”, detalla Gastón.
El encuentro entre quien capturó el espíritu de la estrella y el homenajeado se dio en la citada conferencia de prensa, donde hasta conversaron unos minutos, sin el bullicio que se generó alrededor del hijo pródigo. El Aimar en tamaño gigante se halla en el Centro 11, donde el idilio con la pelota tomó una fuerza irrefrenable. “Lo lindo fue que él se encontrara en el retrato. Dijo que no podía creer que alguien pintara tan bien. Es lo más gratificante”, cuenta el autor.
Esos instantes con el Aimar que no captan las cámaras los atesorará por el resto de su vida. “Le pedí que me firmara camisetas para mis dos hijos y lo acompañé al vestuario. Hicimos unas fotos con la pintura. Le comenté ‘¿qué te pareció?’. ‘Me gustó mucho’, me respondió. Es muy humilde, de pocas palabras. Me siento muy cercano desde el arte a lo que promueve, a los valores. Desde su rol como técnico impulsa el compañerismo y eso se vio reflejado en la Selección”, subraya.
Tal vez, en ese tren, le sumó un gesto que lo asistió a captar esa esencia. Es que durante las ocho jornadas en las que trabajó junto a cuatro ayudantes para finalizar la obra de 10 metros por 3.70 de altura “hicimos un tallercito con los 300 chicos de la colonia, que le dieron unas pinceladas. Esa era mi idea, que ese trabajo que hace con los chicos estuviera presente. Él irradia un clima especial”.
A los 46 años y con 20 de experiencia, Liberto ya tiene otro encargo en el corto plazo: un retrato de los capitanes de los tres Mundiales que ganó Argentina (Mario Alberto Kempes, Diego Maradona y Messi), junto a Pablo Aimar. Y anhela que un homenaje al óleo suyo aterrice en las manos de La Pulga. “Me gustaría poder llegar a Messi, hacerle un retrato. Viví los años gloriosos suyos en Barcelona estando allá y me encantaría conocerlo”. Al menos ya cuenta con varios exitosos bosquejos como para tentarlo...
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