Más que una debacle deportiva: ¿por qué Argentina no va al Mundial de básquet por primera vez en 41 años?

Los motivos van más allá de la faz deportiva. La derrota ante Dominicana es el último error de una larga lista que tiene más que ver con lo que se hace fuera que dentro de la cancha. La opinión y postura de los referentes de la Generación Dorada

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La selección argentina no estará en el Mundial de básquet de 2023 que se jugará en Indonesia, Japón y Filipinas
La selección argentina no estará en el Mundial de básquet de 2023 que se jugará en Indonesia, Japón y Filipinas

El golpe fue de nocaut. Y lo sigue siendo horas después… Muy pocos pensaron que Argentina podía quedarse sin Mundial cuando, en la previa de esta decisiva ventana eliminatoria, existieron todos los guiños del destino necesarios para creer que el boleto tenía escrito su nombre. Porque Campazzo, Deck, Laprovittola y Bolmaro, cuatro de las cinco figuras del equipo (Luca Vildoza no ha estado últimamente), no iban a disputar estas últimas dos fechas, por estar jugando en clubes que no los prestaban porque las competencias se superponen. Pero, de repente, la sanción de la Euroliga al Estrella Roja no le permitió anotar a Facu y eso lo liberó para estar; Leandro fue cortado de la NBA y se sumó; y tanto Gaby como Lapro consiguieron un permiso especial y se tomaron un avión a última hora para llegar y jugar, horas después de terminar sus partidos por la Euroliga. Por un lado, la ratificación de un compromiso absoluto de los jugadores pero, por el otro, una situación que dista de la ideal, que tiene que ver con este nuevo sistema de disputa de las eliminatorias pero también con improvisaciones de la gestión. Así ha sido todo durante estos últimos años. Y no sólo en la Selección, claro. En el vapuleado básquet nacional.

El personalismo por sobre armar equipos, la falta de acuerdos y debate, el aislamiento, el no escuchar a otros, el pensar que quien cree cosas distintas es un enemigo, el desgastar o directamente apartar a quienes hacen cosas pero piensan distinto... En definitiva, el fondo pero también las formas y muchos dirigentes y clubes apañando una situación preocupante. En el medio, los jugadores y entrenadores, tratando de mantener el barco a flote. Un barco que definitivamente se hundió el domingo en Mar del Plata. Con un cañonazo del Che García. No hay casualidades en esta historia que se detallará cronológicamente.

Claro que los jugadores y el cuerpo técnico tienen su cuota de responsabilidad, sobre todo porque este domingo, en Mar del Plata, el equipo tenía ventaja de 17 puntos cuando quedaban 13 minutos y no supo cerrar el juego, generando uno de los mayores batacazos continentales que se recuerden. La situación los superó. A todos. Los nervios jugaron su papel, hubo apuros, pérdidas, malos tiros y errores en la rotación de jugadores de parte del técnico. Y otro lado, Dominicana, aprovechó todo. Con el sello del Che García, siempre arriesgando, como es su estilo desde la cuna. El juego físico y desfachatado de los dominicanos, potenciado por un entrenador que conoce esas características y las potencia con su carisma y talento, hizo entrar en pánico a un equipo que hace cuatro meses había salido campeón de la Americup en Brasil, pero dentro de un torneo con demasiadas bajas en los rivales y al cual, ya se vio, no le sobra nada. O, al contrario, le falta para seguir perteneciendo a la elite, con tres jugadores de alto nivel y el resto algunos claramente más modestos para el máximo nivel mundial.

No hubo respuestas anímicas ni basquetbolísticas y la película terminó siendo de una película de terror para los argentinos. Con el Che, echado hace seis meses por su indisciplina en una noche demasiado larga, tomándose revancha y terminando en andas, por sus jugadores, siendo el rey de la noche. Y de Mar del Plata, justamente la misma ciudad donde fue despedido… Y justo, además, ante la Selección que siempre quiso dirigir pero cuya experiencia no pudo terminar peor (ver El detrás de la escena del forzado…). Así el bahiense volvió a convertirse en héroe de un seleccionado que no es el suyo. Ya lo logró con Venezuela por años y ahora repitió con Dominicana.

Con Argentina, en cambio, es parte del fracaso, porque él fue el entrenador que perdió dos partidos, uno clave como el de Venezuela en casa, aceptando formar un equipo peor del que pudo construirse, básicamente para ahorrar recursos... Néstor toleró que le trajeran los jugadores que “se podían” y no los que tenían que venir, especialmente para no gastar tanto dinero en pasajes (sólo tres dio la orden la dirigencia). Sí, así fue. Así, menospreciando, se tomó por momentos la Eliminatoria y así todo terminó en debacle para un país con mucha tradición en básquet que desde el 2002 para acá se codeó -y les ganó- a los mejores. Hoy la realidad es otra. Porque no está la Generación Dorada, ni adentro ni afuera de la cancha. Y porque esta nueva camada, muy buena en talento y con valores incuestionables, no pudo sostenerse luego de sorprender al mundo con su subcampeonato en el Mundial 2019. Ahora, tras aquella gesta, no habrá participación en la máxima cita -como no pasaba desde 1982- y sólo queda una chance -compleja- para estar en París 2024. Un paso atrás muy grande. Doloroso. Para algunos con similitudes a aquel 0-5 de Argentina ante Colombia en fútbol…

Pero, si uno mira hacia atrás, nada sorprende. Esto ha sido un proceso. El último partido fue justamente eso, el último. Pero no el único. Dentro y fuera del campo. El básquet argentino vivió históricamente vaivenes a partir de malas dirigencias, casi una mal del deporte nacional. Quienes estuvieron durante la época de oro de la Generación Dorada (2002-2012) como autoridades de la Confederación Argentina (CAB) desperdiciaron una oportunidad única para hacer crecer el deporte, en todo sentido, desde la difusión hasta la infraestructura. Pero no sólo no se hizo, sino que faltó dinero de las tesorerías. Y mucho. Y por eso la GD, en una actitud histórica, se plantó y amenazó con no ir al Mundial 2014 si no se iban todos los dirigentes del momento. Las estrellas juntaron apoyo político y todos se fueron, algunos para siempre, otros por un rato…

El elegido para asumir, primero como interventor y luego por votación, fue Federico Susbielles, ex jugador que llegó con el apoyo de la GD y que, con el tiempo, sumó incluso más adeptos, porque trabajó incansablemente, día y noche, para lograr, primero normalizar el caos que incluía una deuda de 4 millones de dólares, 700 cheques rechazados y hasta faltantes de trofeos, medallas y camisetas históricas de las oficinas porteñas.

Susbielles se enfocó mucho en el seleccionado -para algunos desatendió lo otro-, que se potenció con Sergio Hernández y, con paciencia y determinación, forjó una nueva camada que tuvo su explosión en el Mundial de hace cuatro años, metiendo un épico subcampeonato. Fue un momento de gloria. Pero efímero. Al directivo bahiense lo acusaron de dormirse en los laureles y dedicarse más a la política -fue candidato a intendente en Bahía-, olvidándose de las federaciones y del básquet de base. Eso le permitió a Fabián Borro, dirigente de extracción sindical, caminar el país y convencer a parte de la dirigencia de muchas provincias que lo mejor era un cambio de presidente. A la otra parte la convenció Horacio Muratore, presidente a previo a Vaccaro, clave en el armado político de la nueva candidatura. Borro ganó -con lo justo- las elecciones, apenas tres meses después de la gesta en China. A Susbielles no le alcanzó con el apoyo de Scola (“Lo que hizo a nivel gestión es equiparable a lo que nosotros hicimos en la cancha”, elogió) y de casi toda la GD, además del entrenador, quien dijo que se iría si Federico perdía…

El triunfo de Borro generó un clima enrarecido desde el vamos. Oveja se quedó sin muchas ganas y llegó hasta Tokio, con lo justo, y se fue sin decir lo que pensaba, aunque con diferencias irreconciliables. Lo mismo que Scola, quien no paró de criticar al nuevo presidente cada vez que le hicieron una nota, incluso estando en el equipo nacional. “No concuerdo en nada con él y su gente. No tengo nada que ver con lo que piensan, lo que hacen y lo que son”, dijo, contundente, quien se transformó en el jugador más importante de la historia de la selección porque lo que hizo fuera del campo, entre 2014 y 2021, se equipara con la enorme huella que dejó como jugador, hasta los 41 años.

Ojo: no fueron los únicos. Hace apenas un año, cuando la dirigencia y la directora de marketing decidieron hacer un rebranding de los logos, Andrés Nocioni pegó duro. “La misma falta de idea para los logos es la misma que tiene esta nefasta gestión. Ojalá le quede poco tiempo”, escribió. Ale Montecchia, otro GD, fue más allá. “Te quedaste corto con nefasta”, le respondió públicamente a Chapu. Durísimo.

Borro también fue sumando distanciamientos en el ámbito federativo. Incluso se dieron vuelta muchos pares suyos que lo habían votado, tras promesas incumplidas, cuestionamientos y demasiadas decisiones polémicas e inconsultas que se tomaron en el proceso y no sólo hablando de selecciones... Porque el presidente de Obras se quedó con todo el poder del básquet nacional incluso la Liga Nacional, pese a que como titular figura Gerardo Montenegro. El líder es Borro, el hombre del poder que lo ejerce con dureza, sin lugar para tibios o gente que opine distinto. No escuchó a árbitros, entrenadores ni jugadores, mucho menos a periodistas o hinchas. Y si los escuchó, siguió haciendo lo que creyó mejor. Amenazó con irse de la TV actual (TyC Sports) pero no consiguió nada mejor y se quedó con esa pantalla; el streaming que lanzó, Basquetpass, primero gratuito y luego pagó, ha sido deficiente, con muchas críticas por los problemas de cortes y televisación. Pero nunca se detuvo: siguió cambiando y luego fue el tiempo del sistema de estadísticas: sacó las garantizadas de Genius Sports por una aplicación nueva que generó otra fuerte oleada de críticas.

Cambiar lo que estaba bien y no lo que estaba mal se hizo una costumbre, aseguran sus detractores. Borro y su gente también recibieron muchos palos por los cambios de formato y disputa de la Liga Nacional, por la unión dirigencial que, dura e inflexible, motorizó las modificaciones que atentaron con el nivel deportivo de la Liga hasta el punto de que hoy la competencia que ha sido la cuna de talentos esté desprestigiada, con un nivel claramente en baja y con casi nula difusión. También ha recibido críticas por lo que hizo cuando fue presidente la Federación de Capital Federal (FEBAMBA), por las fichas, por la forma de disputa de los torneos…También por las casi eternas intervenciones a federaciones, como la de Jujuy, que lleva cinco años en esa situación, sin llamado a elecciones. O la expulsión que le aplicó la CAB a la de Santa Fe en 2021, un conflicto que seguirá a nivel judicial luego de haberse agotado la vía política y administrativa durante este año y medio. Ya hay una denuncia reciente de la federación en la Inspección General de Justicia de la nación. Un estadio al que ya llegó el caso de la Federación de Buenos Aires, donde en varias instancias la Justicia le dio la razón a varias asociaciones bonaerenses contra la CAB, que ahora hace su último intento de darlo vuelta con un recurso extraordinario presentado ante la Corte Suprema de Justicia.

El Che García, ex técnico de la selección argentina, levantado en andas por los jugadores de Dominicana tras dejar a la selección argentina fuera del Mundial
El Che García, ex técnico de la selección argentina, levantado en andas por los jugadores de Dominicana tras dejar a la selección argentina fuera del Mundial

También por las decisiones en formativas y por diversos proyectos que arrancó y nunca terminó, al menos en la CAB, donde puso más énfasis en la reforma del estatuto que en darle vida a lo anunciado… Pepe Sánchez, su carta de popularidad, ni llegó a estar en funciones como coordinador de divisiones formativas, porque nunca le cerró cuando vio las condiciones y lo que debía comprometerse en un contexto nada favorable. Ricardo Bojanich, eminencia del Minibásquet, apenas estuvo a cargo del Departamento Nacional luego del despido del destacado Juan Lofrano y se terminó yendo enojado por el trato. Walter Garrone, histórico DT cordobés, poco estuvo en el programa de Básquet Adaptado, lo mismo que Diego Grippo al frente del Departamento Médico y Manuel Alvarez como líder del Departamento Físico y Director de la Escuela de especialización de PF. “Lo que les prometió se lo llevó el viento”, informó alguien que conoce la intimidad de cómo fue todo ese proceso.

Los que más pudieron hacer fueron Gregorio Martínez al frente del Femenino y Carlos Spellanzón con el 3x3. Sebastián Monclova, su hombre fuerte en la Escuela de Arbitros, fue apartado de sus funciones en 2021 luego de la acusación por acoso sexual de la jueza Bianca Tedesco. Y el último que llegó, Herman Mandole, como Coordinador de Selecciones formativas, duró apenas algunos meses hasta que se fue a trabajar a Italia. Con Scola, nada menos.

Dentro de la CAB nunca cesó la tensión, especialmente con los empleados que se mantuvieron desde la gestión Susbielles y, tarde o temprano, se terminaron yendo, tras constantes diferencias, como fueron los casos de Facundo Petracci -Director de Selecciones, pieza esencial en la logística durante una década- y Juan Sebastiá -Jefe de Equipo del seleccionado, muy valorado y querido en el grupo-, este último con problemas de salud. Casi nadie quedó y quienes lo hicieron, fue porque necesitaban el trabajo. Y de forma momentánea.

Los cambios han sido permanentes y las condiciones siempre distaron de ser las ideales, incluso a la hora de hablar del seleccionado mayor, la vedette de la CAB. La pelea entre jugadores y Borro por el lugar de preparación para Tokio dejó de manifiesto otra tensión que nacía de lo que pensaba Scola y el resto de los jugadores. El directivo quiso ir a España, donde tenía arreglado todo con la federación amiga, pero Scola se plantó fuerte y dijo que tenía que ser en Las Vegas, por comodidades, amistosos y tema escala hacia Japón. La sangre no llegó al río, pero a Borro le costó digerir la “derrota”. Tal vez por eso las condiciones en USA estuvieron al límite, siendo generosos, generando enojos en los jugadores hasta el punto de, al año siguiente, ellos mismos pedir una reunión con la Asociación de Jugadores para pedir mejores comodidades y mayor previsión en las previas a los partidos.

Una foto que dice mucho. La seriedad de Campazzo y Fabián Borro, el dueño con la pelota, en la renovación de uno de los pocos sponsors que le quedan a la CAB
Una foto que dice mucho. La seriedad de Campazzo y Fabián Borro, el dueño con la pelota, en la renovación de uno de los pocos sponsors que le quedan a la CAB

Ya sin Scola, el capitán que se retiró en Tokio, los jugadores quedaron acéfalos y “atrapados”. Por un lado, no coincidían con la dirigencia -se notaba en cada encuentro, como aquella foto de Campazzo y Borro hace meses, tras la renovación de uno de los pocos sponsors que quedaron, YPF-, pero a la vez querían seguir con su amor, la celeste y blanca. Y siguieron viniendo, salvo excepciones. Claro, el sistema de eliminatorias, parecidas a las del fútbol y opuestas a las históricas del básquet -en una sede, 10 días-, conspiró para que el mismo equipo de siempre siguiera y, por ende, para las chances argentinas de clasificación. La NBA y la Euroliga no ceden sus jugadores y la Selección sólo pudo contar con todo su potencial en los momentos de receso.

Con la llegada -no sin dudas y desprolijidades- de Néstor García, en septiembre del 2021, nació una nueva ilusión. Todo comenzó muy bien, porque tocó el débil Paraguay de entrada -dos veces, dos triunfos- y el Che trajo su carisma para levantar a la gente, recuperar algunos jugadores -Carlos Delfino, el principal- y sumar nuevos allegados, como Pablo Prigioni. Pero un baño de realidad se dio cuando tocó Venezuela, un equipo duro, con oficio y experiencia que expuso las debilidades de un plantel argentino formado en su mayoría por jugadores de una devaluada Liga Nacional. Derrota en Obras. En casa -de Borro-. Justamente esta es otra de las decisiones cuestionadas porque cada evento importante prefirió organizarlo en el club que preside. Pese a ser una cancha que, para algunos torneos o partidos, no es la ideal.

Las dos victorias ante Panamá y, sobre todo, en Venezuela, ya en receso de la NBA, con varias figuras lideradas por Campazzo, parecieron encaminar el boleto. Pero una derrota dura en Canadá fue el comienzo del fin. Luego llegaron las fatídicas horas del duelo con Bahamas, antes y durante, y la convulsionada salida de García, en uno de los mayores papelones -tapados- de los últimos años para nuestro seleccionado. Se trató de una bomba, pero dentro de un contexto que no era justamente de armonía ni paz… El Che, tras la gesta en Mar del Plata, le echó más sal a la herida, en una nota de domingo en Radio La Red. “De la Selección me sacaron porque me tenían que sacar. Nadie sabe realmente lo qué pasó, fueron conjeturas… No sé si me echaron los dirigentes o los jugadores. Me hicieron una cama simpática. Solo dos personas sabemos porque no estoy en la Selección: yo y alguien más con quien tengo un pacto (NdeR: en una referencia a Borro, se estima). Me lo guardo. Yo estoy tranquilo, sigo orgulloso de la oportunidad que me dieron”, dijo, aumentando las dudas y una oscuridad que nunca la CAB intentó aclarar.

Hoy nada parece casualidad. El viaje a Canadá había sido tétrico, criticado por los jugadores en la intimidad. Si se le suma la derrota, el mal humor no tardó en aparecer. Cuando pasó lo del Che en la previa y durante el juego ante Bahamas, la paciencia ya era mínima. Era un contexto de tensión que venía de arrastre y lo reflejan los cambios (7) de todo tipo que hubo en apenas meses: de asistente, de preparador físico -Nicolás Bastarrica, el elegido del Che, se fue aduciendo falta de pago-, de Director de Selecciones, de jefe de equipo, de coordinador de formativas y de jefe de prensa. Y, claro, también de entrenador principal. El clima no era el mejor, ¿no? Pequeños hechos, si se quiere, que fueron colaborando para el fracaso concretado este domingo.

El nombramiento de Prigioni, un GD que todo el respeto y una valiosa actualidad como principal asistente de un equipo NBA, apagó el fuego, de forma privada y pública. Era el nombre que siempre había querido Borro, pero el no poder conseguir antes el permiso que luego Pablo logró de Minnesota, hizo que el mandamás se inclinara por el Che. Pablo no pudo debutar mejor: llevó el mejor equipo posible a la Americup de Brasil y fue campeón, aunque es verdad que el nivel de los rivales, incluso el local, era inferior, al menos en nombres por las numerosas bajas.

Luego llegó el esperado duelo ante Dominicana, que aprovechó el despido del Che y lo contrató. Como antídoto antiargentino. Y no pudo salirle mejor. García motivó a su tropa, demostrando que es un especialista en sacar lo mejor del estilo caribeño, y fue triunfo ante nuestro equipo nacional, en Santo Domingo. El triunfo en Bahamas, con lo justo, dejó algo de tranquilidad pero sobre todo una certeza: había que tener todo el potencial y estar al 100% en las últimas dos fechas para tener el pasaje al Mundial.

No hubo problemas para quitarle el invicto a un Canadá que llegó a MdP sin sus figuras, con un brillante Campazzo pero sin sobrarle nada al equipo. Parecía que, con Deck y Laprovittola, dos que ya están adaptados al equipo y tienen un brillante presente en Europa, la Selección no sufriría con Dominicana. No fue así. El equipo colapsó en los últimos 13 minutos y así se llegó a este presente doloroso, sin Mundial por primera vez en 41 años. Pero con algo mucho más preocupante: con clubes haciendo esfuerzos sobrehumanos para sobrevivir, sin una escuela en formativas, sin una Liga Nacional fuerte y con una gestión que se encierra y no abre el juego, que pareciera que trabaja más pensando en la carrera de cada uno que en el verdadero bien del básquet nacional, como dicen predicar. Claro, ese liderazgo no ayuda. Pero la autocrítica también la deben hacer los dirigentes federativos -o de clubes- que hace años están enquistados haciendo poco y nada, que buscan los beneficios propios -hasta económicos- antes del común, o del básquet local, regional o nacional. Acá también hay responsabilidades repartidas y hay muchos culpables silenciosos que miran para otro lado.

Los hinchas piden recambio a gritos. Las redes se inundaron con un pedido hecho hashtag #AndateBorro -personalizando como el dirigente transformó su mandato- pidiendo, además, que la GD tome las riendas, un reclamo que no es nuevo. Pero que, por ahora, es imposible. Scola se hartó de no tener eco y se quedó a vivir en Italia, donde es parte dueño del club Varese. Está en otra, los días de sueños argentinos quedaron en el pasado, según admite con tristeza. Lo mismo Manu, con cargo en sus queridos Spurs. Vive varios meses en San Antonio y no quiere embarrarse, sabe lo que le espera. Porque vio lo que pasó a Luis... Y a su amigo Pepe, otro que se metió con buenas intenciones y terminó cansado, haciendo la suya -no fue poco: creó un equipo 2010 y construyó un centro de alto rendimiento en Bahía Blanca- y casi descreído de lo que puede hacer a nivel nacional. Oberto, otro con capacidad, vive más en USA que acá y tiene sus intereses diversificados.

Tal vez el único listo para dar batalla sea Nocioni, el Jugador del Pueblo, que esta vez quiso bajar los decibeles tras la debacle en el Poli. “Primero quiero decir que estoy con los jugadores y el cuerpo técnico, que nos dieron tantas alegrías y ahora hay que apoyarlos en la mala. Y segundo no es el momento de salir a reventar, porque no ayuda. Lo fácil sería romper todo, hacer quilombo, pero prefiero evitarlo. Ya lo hicimos, en su momento, y poco cambió. Todo terminó en el rumbo que venía yendo”, arrancó con la franqueza que lo caracteriza para luego referirse al pedido popular de que la GD se haga cargo. “Esto de pedir a la golpeándose el pecho que actuemos nosotros es un poco algo romántico, de nostalgia, entre comillas. Nosotros fuimos jugadores de básquet…”, explicó para, en el final, referirse a lo que él puntualmente está decidido a hacer. “Yo me metió en el sindicato de jugadores hace ya un tiempo para colaborar. Para eso estoy, para ayudar a lo que se necesite. Me gustaría estar en una mesa de debate, que se tenga en cuenta mi opinión. Hasta ahora no ha pasado. No se ha tenido en cuenta lo que piensan jugadores, entrenadores, árbitros y todos lo que rodean al básquet. Me gustaría que haya más participación en la organización, los torneos, las selecciones… Ojalá quieran abrir más el juego. Si pasa eso, acá estaré. Y estaremos, seguramente. Para ayudar, como siempre”, cerró.

Ojalá así sea, Chapu.

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