La celebración es un hecho que por esperado resulta bendecido. Se cuentan los días que lo preceden como si las horas pudiesen acelerar su exacto rigor.
Al tributo por el Mundial lo mueve el alma con las sensaciones de un palpitar incontrolable. Salgamos a festejar donde quiera que encontremos a alguien multiplicado por muchos con ganas de reír, de cantar, de abrazarse, de bailar, de saltar hasta que una hora remota nos llame a sosiego… Festejemos. Derramemos nuestro orgullo.
Repitamos aquello que nos pasó hace apenas un par de meses después de ganar nuestro tercer mundial. Qué bello: calles, parques, plazas y monumentos ocupadas por la espontanea felicidad de la gente. Y dos días después nuevamente para ver el transitar de un ómnibus que nunca pasó…
Bueno, no importa, quedaban más posibilidades para que los aficionados expresaran su gratificado orgullo. El inmediato habría de darse en marzo –ahora, en unos días– cuando se disputen las dos primeras jornadas de las fechas FIFA. Y aunque nadie aspiraba a una revancha contra Francia –ya está, ya le ganamos, ya fue– se aguardaba un encuentro digno de un campeón mundial. Para la franja 21 al 28 de Marzo, por ejemplo, Arabia Saudita –el único seleccionado que nos ganó en Qatar– no tiene partidos acordados; está libre. Era una linda revancha… También hay seleccionados de otros países que no lograron pactar encuentros.
Es una pena que para ésta ocasión la AFA haya contratado a Panamá y a Surinam –ambos de la CONCACAF– que no resultan expresiones futbolísticas dignas de una selección campeona del mundo. Sobre todo porque a la hora de ponerle el precio a los tickets, tales valores podrían parecer abusivos de la buena fe y la devoción de la multitud. Es como que la premisa dominante se apoyara en “si quieren ver a Messi, al Fideo Di María, al Dibu Martínez, a Julián, Enzo, Lautaro…paguen”. Y eso sería razonable si el precio de una entrada a la Tribuna Popular o a algunas de las plateas resultara accesible. Pero la tendencia percibida en los mentideros afistas preanuncia que los tickets más baratos habría que estimarlos entre los 10.000 y los 15.000 pesos y que las plateas –según los sectores– irían de 25.000 a 35.000 pesos. Estas premisas se manejaban hasta el último fin de la semana pasada. Y obviamente en el supuesto que la AFA formalizara oficialmente y por fin un acuerdo con las autoridades de River, intención hasta entonces solo verbalizado.
Hasta la próxima semana –cuando Claudio Tapia regrese de la entrega de los premios The Best– no sabremos tres cuestiones básicas:
A) Si efectivamente el primer rival será la débil selección de Panamá –61° en el Ranking FIFA, demasiado poco para un tributo a semejante campeón– en el Estadio Más Monumental el jueves 23 de marzo a las 21 horas. Hasta aquí todo indica que así será...
B) Si el rival del segundo encuentro amistoso será Surinam –139° en el Ranking FIFA– en Santiago del Estero, en el Estadio Madre de Ciudades.
C) Cuando comenzará la venta de entradas, cuáles serán sus precios y que empresa “ticketera” se ocupará de la venta.
Tal como se advierte esta y otras gestiones de la AFA transitan a un ritmo aletargado. El contrato de Scaloni, por ejemplo, aún no ha sido formalizado y aunque existe la mejor predisposición bilateral, el cuerpo técnico campeón del mundo integrado por 15 profesionales de primer nivel, ha percibido un salario de 2 millones y medio de dólares por año a distribuirse entre todos. Esta cifra proporciona 140.000 dólares por año para cada uno pero las escalas fueron claramente diferentes. Resulta algo intimidante recordar que Pep Guardiola –solo para él– recibe 23.100.000 de dólares por año; que Carlo Ancelotti –salario individual– gana 11.550.000 de dólares al año (justo los otros dos que componen la terna con Scaloni como Mejores DT del año para los The Best) y que los técnicos de todas las selecciones que jugaron el Mundial de Qatar superan holgadamente los honorarios hasta aquí percibidos por Scaloni.
La entrega de los The Best Awards en París será una gran oportunidad para que por fin se logre el acuerdo por los premios por el Mundial ganado, las condiciones de trabajo para el futuro y la duración del nuevo contrato de Scaloni con la AFA. Pues mientras hablamos del primer amistoso que se disputaría el próximo 23 de marzo en River con su esperada y algo improvisada fiesta, la selección argentina, técnicamente expresado, no tiene director técnico: el contrato de Scaloni venció el 31 de diciembre de 2022.
Pareciera que todo se ha demorado en demasía como si se fuera muy lentamente detrás del evento. Un ejemplo: la empresa intermediaria que se llama ProSport Live, LLC y opera en Miami recibió la autorización oficial de la AFA –firmada por su presidente Claudio Tapia– recién el 5 de enero de este año. Más aún, estos dos partidos amistosos que disputará la selección argentina –Panamá y Surinam– serán su primer emprendimiento en 1 año y 26 días de funcionamiento. ¿A qué otras selecciones podría haber contratado una empresa que debutará…?
Si para el “tributo a los campeones” se vendieran 82.000 entradas en River y 29.000 en Santiago del Estero –el protocolo será numeroso– el volumen de lo recaudado podría acariciar los 1.000 millones de pesos que significan 5.110.000 dólares. Una cifra de tal magnitud hubiese ameritado traer a un partenaire más importante, con una camiseta más significativa. Aunque cobrara un poco más que los 50.000 dólares que pudieren pagarse por la selección de Panamá y los 40 pasajes (más los gastos de hotel) que demandaría Surinam. No estamos hablando de fútbol, no se trata de vender entradas; proyectamos la grandeza del evento. Es darle al marco, la magnitud de un tributo inolvidable, digno de un campeón de esta envergadura. Y del cual también los jugadores quieren disfrutar. Lo otro es subestimar a la gente, aprovechar su devoción, vender todas las entradas a precios excesivos, recaudar mucho, subestimar el esfuerzo de la gente y perder la fantástica oportunidad de ofrecer una fiesta merecida.
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