Entrevista a Rita Mabel Maradona: “Diego no sólo le hubiese entregado la Copa a Messi, hubiera viajado colgado del micro con el equipo”

A dos meses del Mundial ganado por Argentina en Qatar, una de las hermanas del astro imagina cómo Pelusa hubiera vivido la gesta de la Selección: “Él hubiese andado prendido de la Copa. Y mi papá le hubiera preparado el asado del festejo a todo el plantel”

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Diego Maradona, su hermana Kitty,
Diego Maradona, su hermana Kitty, y la imagen que no pudo ver: la de Messi con la Copa del Mundo

La imagen es tan vívida en su mente que no sabe si la imaginó o efectivamente la vio. Se materializó instantes después de que Lionel Messi, ataviado con el bisht que colocaron sobre su espalda en el inicio de la ceremonia de premiación, alzara la Copa del Mundo en el estadio Lusail, de Qatar. “Él era argentino hasta la muerte. Hubiese sido espectacular, porque hubiese ido a Qatar e iba a andar prendido de la Copa. Diego se la hubiera entregado a Messi... Y mi papá después hubiera hecho el asado para todo el plantel”.

Rita Mabel Maradona, Kitty en la intimidad de la familia, una de las hermanas del astro, se lamenta porque la secuencia, anhelada por todos los argentinos, deseada por Pelusa en cada una de sus células, no se llegó a dar. Si hasta el mismísimo Messi, en la nota con Andy Kusnetzoff, puso de manifiesto el capítulo de la historia que faltó para que terminara de ser perfecta: “Hubiese sido muy linda la imagen de él entregándome la Copa. Yo creo que desde arriba tanto él como mucha gente que quiere el bien para mí hacía fuerzas”.

A dos meses de la gesta en Qatar, del primer Mundial sin Diego en el que, paradójicamente, estuvo presente hasta en el himno de la tribuna -y el vestuario- la presidenta de Sattvica (la empresa que gestiona los derechos de la marca) abre su corazón con Infobae. Y le abre las puertas al Maradona que nunca dejó Fiorito, al que miró, con las zapatillas desgajadas a pelotazos bien pegadas al barro, cómo el Barrilete Cósmico se elevó mucho más allá de los dominios de su fantasía.

-¿No hay dudas de que Diego le hubiese entregado la Copa a Messi?

-El fútbol y la Selección eran todo para él. ¿Cómo no iba a entregarle la Copa? El futbolista era sagrado para él. Jamás nos habló mal de Messi, todo lo contrario, lo quería mucho. Lo hubiera felicitado y le hubiera entregado la Copa. Él era él y siempre va a ser él. Como dicen, las comparaciones son odiosas, No me gusta que anden comparando. Por suerte les tocó a los dos en su momento. Lo que hizo Messi fue fabuloso. Nosotros, que estuvimos cerca de Diego toda la vida, sabemos todo lo que pasan los futbolistas, lo que sufren, lo que dejan de hacer en sus vidas. Yo veo ese lado humano, el sacrificio. Me tocó ver el Mundial en Chile, y vi el fanatismo de mi hija y mi nieta mayor. Me decían: “Mamá, cómo me hubiese gustado que estuvieran el tío, la abuela, el abuelo”.

-Uno de los puntos de encuentro de los hinchas para festejar los triunfos fue la casa que era de Don Diego y Doña Tota en Villa Devoto. ¿Qué te generaba ver esas imágenes?

-Me hizo acordar al 86. Nos invitaron a través de mi hermana Lili, pero no queríamos entrar por el dolor. Nos dio nostalgia, era el patio donde se reunía la familia. Fue fuerte ver la invasión de gente.

-¿Y con la letra de la canción, “Muchachos”, qué te pasó? ¿Cómo fue escuchar que estuvo tan presente Diego y también Don Diego y Doña Tota?

-La canción es maravillosa, la tarareás inconscientemente, cuando la nombraban a mi vieja... Están presentes, los dos futbolistas, mamá y el asador. En realidad, en todo momento los siento presente. El domingo estuvimos las cinco hermanas juntas y las anécdotas salen solas. Hacen mucha falta.

-Imagino además que cuando no lo tienen presentes ustedes a Diego, siempre algún fanático se los recuerda.

-Viajé en diciembre a Chile y en el aeropuerto un empleado me dijo, “permítame la mano, Maradona es lo más grande que hay, que hubo y que vaya a haber”. Que sea en Chile, país con el que hay rivalidad futbolística, vale más todavía, aunque allá hay una comunidad argentina muy grande, que se juntó a festejar los partidos o a verlos en las pantalla gigante.

Pelusa, rodeado de Ana, Mary,
Pelusa, rodeado de Ana, Mary, Lili, Cali y Rita

-¿Lo conocés a Messi?

-No. Y me gustaría conocerlo, cómo no. Porque nunca existió la rivalidad entre Diego y Messi. Porque en realidad no tenía en la intimidad esa mentalidad de decir “soy el mejor”. Pero uno se da cuenta lo que él significó. Eso sí, como hermano, como hijo, como persona, fue mejor aún que como futbolista. A veces pienso que los hijos nuestros, al ver tanto apego, siguen ese ejemplo.

A punto de cumplir 70 años, Kitty se jacta de casi no tener grandes recuerdos materiales de su hermano. Hay un par de tesoros en manos de Lili: una réplica de la Copa del Mundo y una de la Copa UEFA (hoy Europa League) que Pelusa ganó con el Napoli y se las regaló a sus padres. “Se arruinó en el incendio, pero la vamos a mandar a pulir. Tiene escrito ‘para mamá y papá’”, detalla.

“Sí vivimos desde hace 40 años en La Paternal, donde nos regaló casas a las hermanas. Salís a la puerta y está. En la pared, en la cancha de Argentinos. Es la tierra de Dios”, define. Aunque “nada reemplaza a tenerlo presente”. Sobre todo, aquellos fines de semana en los que Diego prácticamente obligaba a sus hermanas a que lo visitaran. “No aceptaba que no fuéramos, je. Los domingos, y los sábados a veces también; nos quedábamos a dormir. Y no es que hablábamos de fútbol, al contrario. Se hablaba de la infancia, de mamá, de papá... Con Mary se reían siempre de la misma anécdota. De cuando eran chicos, los mandaban a comprar y, en lugar de subirse al tren, se gastaban toda la plata en caramelos. Se tentaban y no paraban”, evoca. “El otro día, en los carnavales de Corrientes, a mi nieta le preguntaron cómo lo definía a Diego. ‘Alegría, amistad”, dijo. Me emocionó”, cuenta.

Es que Kitty nunca fue una fanática del deporte. Lo fue a través de su hermano. “Lili, en cambio, todo el tiempo mira fútbol o tenis. Y mi mamá... Sabía todo sobre fútbol, conocía a todos los jugadores, Yo era más de acompañarlo a él”, explica.

-¿Y cómo vivieron el Mundial del 86?

-Mamá tenía una cábala. Ella veía los partidos sola, en su habitación. Y cada uno de sus hijos lo tenía que ver en su casa. Cuando terminaba, sí, nos juntábamos a festejar. Las puteadas que habrá echado sola en esos partidos... Porque no le podían tocar al nene. No debe haber quedado nadie vivo.

Cali, Lili, Ana, Rita y
Cali, Lili, Ana, Rita y Mary, junto a Diego

-Decías que Diego le hubiese entregado la Copa a Messi. ¿Y cómo hubiera reaccionado en los festejos, con tanta gente en la calle y el micro que no podía avanzar?

-Él hubiera estado arriba del micro, o colgado. Volvía en el avión con los jugadores, todo, jeje.

-¿Lo sentís presente?

-Todos los días. Todos los días le doy las gracias porque estamos vivos, porque estamos bien. A él, a mamá, a papá, al Turco (Hugo, fallecido en 2022). Tenemos a nuestros angelitos.

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