Ocurrió a mediados del año pasado. La Octava División de River recibió a la de Godoy Cruz en Ezeiza. River ganó 3 a 0 con tres goles de Franco Mastantuono, enganche fino y de una gambeta difícil de descifrar. Zurdo de muy buena pegada, se llevó todos los aplausos. Los desprevenidos que lo vieron jugar por primera vez preguntaban quién era el pibe que llevaba la camiseta número 10 en la espalda y la cinta de capitán. El hat trick tuvo una perla: el pibe nacido en Azul, la misma ciudad de Matías Almeyda, anotó un gol olímpico. Lejos de ser casualidad, buscó convertir de esa manera. Le sobra talento y por eso ya lo convocaron Pablo Aimar para el seleccionado argentino Sub-17 y Javier Mascherano para el Sub-20. Y por eso, también, ya Martín Demichelis lo tiene agendado como uno de los juveniles con mayor futuro de las divisiones inferiores de River.
Nacido en Capital Federal el 14 de agosto de 2007, Mastantuono se muestra a los 15 años como un exponente fiel del talento prometedor que históricamente caracterizó a la cantera riverplatense. Su puesto natural es el de enganche o mediapunta. La habilidad y el desenfado no son sus únicas virtudes: le pega muy bien a la pelota y por eso suele hacerse cargo de las pelotas paradas en los partidos de su categoría.
River tiene un Selectivo en el que todas las semanas se entrenan unos 15 juveniles de Cuarta, Quinta y Sexta División. Está a cargo de Edgardo Sbrissa, llegado a River de la mano de Demichelis, quien guarda un gran recuerdo de cuando éste lo dirigió en Renato Cesarini de Rosario. Mastantuono todavía no se entrenó nunca con ese grupo porque es más chico que los juveniles que lo suelen conformar, pero desde River le dijeron a Infobae que es “muy probable” que en breve hagan una excepción para incluirlo en las prácticas.
Para imaginarlo entrenando con el plantel profesional hay que esperar un tiempo más: hay otros juveniles, tal el caso de Claudio Echeverri, que ya forman parte del plantel de Reserva y que le llevan una ventaja en ese sentido. Pero Demichelis ya tiene bien en claro que Mastantuono cuenta con un potencial enorme.
“Tiene muchísimas condiciones. En el último tiempo su nombre apareció mucho en los medios y por eso estamos trabajando con él en el aspecto mental. Es importante que los pibes no quemen etapas y que no se la crean. No es el caso de Mastantuono, pero igual lo seguimos de cerca”, comentó un dirigente del área de Fútbol Juvenil de River.
Mastantuono es admirador de Nacho Fernández y de Matías Suárez, y se sienta frente al televisor con un entusiasmo especial cada vez que ve jugar a Lionel Messi, Julián Alvarez y Neymar.
A los 3 años -sí, 3 años- comenzó a entrenar en las Infantiles de River de Azul, donde su papá (Cristian) era técnico. Estuvo en esa escuelita de fútbol hasta los 11 años, cuando desembarcó en el club Cemento de su ciudad natal. En 2017, cazadores de talento de River fueron a Azul, lo vieron jugar y lo tentaron con la posibilidad de viajar a Buenos Aires. Dijo que no. Dos años más tarde lo volvieron a intentar seducir de River: aceptó y lo ficharon, previo consentimiento de su papá y su mamá, Sofía.
Su debut en River, contra Banfield, fue soñado. Era la última fecha del campeonato: ganaron y dieron la vuelta olímpica. “Fue una alegría inolvidable, jugué con pocos entrenamientos, pero gracias a la ayuda de mis compañeros pude demostrar todo sin presión”, le dijo dos años atrás a la página oficial de River.
Quienes frecuentan los partidos y los entrenamientos de las Inferiores de River destacan no solo su talento, sino la dedicación y la predisposición para seguir mejorando que muestra durante la semana. Ernesto Oriolo, preparador físico que tuvo en River, le dijo alguna vez que es mejor sufrir en los entrenamientos que en los partidos. Y la adoptó como propia: le gusta dejar todo en cada práctica.
De más chico tenía un defecto: le gustaba trasladar la pelota más de la cuenta. En River le enseñaron a jugar con simpleza, ya sea cuando lo hace de enganche como cuando se mueve de volante por la izquierda. “Me gusta el uno contra uno en los últimos metros de la cancha”, reconoce, consciente de que posee una gambeta dañina.
Messi, siempre Messi, es su faro futbolístico. “Siempre miro a Messi, que es mi ídolo. Veo qué cosas hace, cómo piensa y cómo se mueve. Me parece el mejor del mundo, por lejos”, afirma Mastantuono, quien tiene dos hermanos: Lucila y Valentín. También le gusta ver los partidos del Manchester City por Julián Álvarez y Phil Foden, dos de los jugadores que más admira.
El denominado “entrenamiento invisible” es algo que Mastantuono dice respetar a rajatabla. Por eso le presta especial atención a la alimentación y el descanso diario. “El fútbol es tan físico y completo que hoy necesitás estar bien en todo momento. Hay que ser profesionales las 24 horas del día”, afirma el pibe, quien estudia en el Instituto River Plate y tiene un sueño idéntico al de muchos chicos de su edad: “Cuando me entreno o cuando me voy a dormir pienso en debutar en el Monumental y cumplir el sueño de jugar en River. Estar acá en la pensión, levantarme y ver el Monumental de frente es algo increíble, que disfruto y me motiva mucho para poder vestir la camiseta de River”.
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