“Era un lujo verlo jugar, de lo mejor que vi. No se la podían sacar”, dijo alguna vez el legendario captador de talentos Ramón Maddoni sobre Nicolás Diez, a quien formó en Club Parque desde los cinco hasta los 12 años. Un año después, el enganche se fue a probar a Argentinos Juniors, semillero de grandes figuras, en el que se desarrolló en las divisiones inferiores y debutó en Primera División.
A finales de la década del 90, el fútbol argentino estaba plagado de enganches. Juan Roman Riquelme se floreaba en Boca, Pablo Aimar en River, mientras que Nico Díez se sumaba al Racing de Alfio Basile por recomendación de Mostaza Merlo, quien lo había tenido en el Mundial Sub 17 de Japón. “Riquelme era un estratega, de esos que hoy no se ven en el mundo. Aimar, en cambio, era un desfachatado, gambeteador y asistidor. Eran dos jugadores que se entendían muy bien e inteligentes. Por supuesto que, frente a estos jugadores, uno se rinde y espera su oportunidad”, reconoce el zurdo de 46 años, que compitió por un puesto con ellos en el Sub 21 de Toulón, Francia.
A los 37 años, una temporada después de haber colgado los botines, Jorge Sampaoli y Sebastián Becaccece, a quienes conoció durante su paso por O´Higgins (Chile), lo llamaron para que se sumara como asistente de video a la selección chilena, consagrándose campeón de la Copa América 2015, y luego siendo parte del cuerpo técnico que comandó a la selección argentina hasta el Mundial 2018.
Hoy, Nico Diez emprende su camino como entrenador en jefe y, en diálogo con Infobae, revela qué aprendió de Sampaoli y de Beccacece, cómo fue la convivencia entre jugadores e integrantes del cuerpo técnico en Rusia, por qué Enzo Fernandez “no tiene techo”, la relación que mantiene con Lisandro Martínez y que le podría aportar Miguel Merentiel al equipo xeneize.
- ¿Qué es de tu vida, Nicolás?
- Tomé la decisión de arrancar como director técnico, separarme de Sebastián Beccacece, y seguir mi camino. Estoy esperando que salga una posibilidad de poder dirigir. Al mismo tiempo, veo fútbol para el día de mañana poder agarrar un equipo.
- ¿Cuál sería tu estilo de juego?
- He mamado mucho la visión de Jorge Sampaoli y de Beccacece. Un equipo protagonista, que intente jugar bien y en campo rival, que recupere rápido la pelota con la idea de hacer crecer al jugador para que tenga herramientas y siga aprendiendo. Siempre la intención es que el equipo juegue bien y sea vistoso.
- ¿Te adaptás a los jugadores que tenés o imponés un método de juego más allá de los intérpretes?
- El método va a estar siempre. Después, uno va variando el sistema según los futbolistas y sus características. Por eso, uno debe analizar bien qué sistema utilizar. La idea siempre será en base a los jugadores de campo con los que cuentes.
- ¿Qué tienen en común Sampaoli y Becaccece?
- Aprendí mucho de ellos, porque me inicié como ayudante de campo. Me enseñaron la pasión que hay que tener por este trabajo y no dejar ningún detalle librado al azar. También, es importante tener cercanía con el jugador y ocuparse no solamente del deportista, sino también de la persona. De observar los problemas personales que pueden tener y atenderlos sobre todo. Son dos personas que recalcan mucho los valores que uno debe tener para seguir con este carrera.
- ¿Y en qué se diferencian?
- Becaccecce es más estratégico que Sampaoli, que intenta que el jugador resuelva un poco más. Sebastián te va llevando por el camino de que entiendas el juego y que luego tomes decisiones en el verde césped. Son parecidos, pero explican las cosas de diferentes maneras. Por mi parte, tengo claro que la decisión es del jugador, y que el DT le debe dar las herramientas necesarias para que las utilicen durante los partidos. Uno trata de que tengan una buena ubicación y contar con el mejor sistema para cada juego.
- ¿Por qué hay tanto rechazo para con Becaccecce de algunos de sus colegas?
- Porque no jugó al futbol, pero creo que eso ya pasó de moda, ya que hay entrenadores que no jugaron e hicieron grandes carreras. Tal vez, también porque camina de un lado para otro y por su forma de vestir. En lo que tiene que ver con la conducción de un grupo y la estrategia de juego, los colegas lo tratan bien y saben que tiene una gran capacidad.
- ¿Te contó alguna vez por qué camina tanto Sebastián de un lado para el otro?
- Porque quema energía y maneja mucha ansiedad. Cada uno lo vive a su manera, Yo soy más tranquilo, No camino como ellos ni quemó energía en eso; trato de guardarla para otra cosa.
- ¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?
- En el baby del Club Parque. Luego, recalé en Argentinos Jrs, donde hice las divisiones inferiores y debuté en Primera. Me fui a Racing de Avellaneda y estuve en Ferro. Después de un tiempo, pegué el salto a la liga francesa para jugar en el FC Gueugnon. Tras dos temporadas, me fui al fútbol chileno, al colombiano y al venezolano. Luego, volví a la Argentina para jugar en el Ascenso. Hice una carrera bastante extensa por diferentes países y luego como asistente técnico en las selecciones de Chile y Argentina. En mi rol de ayudante de campo, estuve al lado de Becaccecce en Defensa y Justicia, en Racing e Independiente, hasta que me di cuenta de que podía hacer mi propio camino y me largué sólo para cumplir el sueño que tengo de ser entrenador.
- ¿Cuál fue el mejor momento de tu carrera?
- Los cinco años que estuve en el Everton y O’Higgins de Chile, porque tomé regularidad y me sentí importante. Fui capitán de ambos equipos. Tuve continuidad y creía en mí, me sentía con confianza y pude andar bien.
- ¿Es cierto que llegaste a Racing de la mano de Alfio Basile y recomendado por Reinaldo Merlo?
- Sí, porque lo tuve a Mostaza como entrenador en el Sub 17 de Japón en 1993, que al mismo tiempo era ayudante de Basile en Racing. Él me conocía de chico, ya que me llevó al Sudamericano juvenil y al Mundial de Malasia. Llegué a los 19 años a La Academia y me fue bien. Son grandes técnicos, que fueron importantes para mi carrera. Gente noble y con valores de barrio que te enseñan un montón de cosas fuera del fútbol, que te quedan de por vida. Alfio es un tipo muy honesto y frontal, que siempre te va de frente y dice lo que siente, sobre todo tiene la escuela de la calle. Con su personalidad apabullaba al resto, se paraba y hablaba, y esa capacidad no la tiene mucha gente.
- Luego, sufriste una lesión en el torneo de verano cuando chocaste con Guillermo Barros Schelotto y sufriste la rotura de tu tobillo izquierdo. ¿Fue el peor momento de tu carrera?
- Sí, fue el momento más duro de mi carrera porque venía agarrando continuidad. Había llegado Ángel Cappa y estaba probando con chicos como el Chanchi Estévez, Germán Lux y Albano Bizarri. Llevábamos a cabo un buen torneo de verano hasta que me lesioné. Fue una lástima, porque veníamos de jugar contra Independiente y con Boca. Fue una lesión que me llevó bastante tiempo recuperarme y me costó luego volver a adaptarme. Estuve siete meses fuera de la cancha, volví y me resentí en el Sub 21 de Toulón, Francia, con José Pekerman como entrenador. Me pusieron yeso y tuve que hacer un trabajo largo de recuperación.
- En ese Sub 21 compartiste plantel con figuras como Pablo Aimar y Juan Román Riquelme, entre otros.
- Sí, también con Walter Samuel, Esteban Cambiasso, Juan José Serrizuela, Cufré, muchos juveniles de aquella camada que hoy se encuentran trabajando en las juveniles, como por ejemplo el coordinador Bernardo Romeo. Hoy, las selecciones juveniles volvieron a tener la escuela de José, porque lograron un sentido de pertenencia como tuvimos nosotros en nuestra época, que para Pekerman era muy importante y nos enseñaba a ser mejores personas.
- ¿Que ellos estuvieran en el plantel provocó que vos hayas perdido terreno en el equipo?
- Sí, tenía menos posibilidades porque jugábamos 4-3-1-2, con Román de enganche. Yo me paraba por izquierda, pero juntos con Riquelme no podíamos jugar. Pablito se colocaba de segundo delantero.
- ¿Qué balance hacés de tu paso por Ferro? Fuiste parte del equipo que estuvo 875 minutos sin marcar goles.
- Fui a préstamo durante seis meses, desde Racing de Avellaneda. Peleábamos el descenso. Nos salvamos, pero hubo ocho juegos seguidos que finalizaron 0 a 0. Luego, le convertimos dos goles a River en el estadio de Ferro, pero no pudimos ganar porque Javier Saviola dio vuelta el resultado, ya que jugaba solo. Fue un torneo durísimo y nos ponían banderas: “Por favor, hagan un gol”,
- ¿Cuándo hiciste un clic en tu carrera y dijiste “hasta acá llegué”?
- A los 36 años dejé el fútbol. Sentía que competía bien, pero no tenía las mismas ganas de seguir jugando. No había tanto cuidado en mi época. Hoy podés jugar hasta los 40. Antiguamente las lesiones no se curaban como ahora, porque no tenían los mismos elementos y empecé a sentir que no tenia la misma forma física comparado con los jugadores a los que enfrentaba, y me costaba el doble. Quería retirarme en el campo de juego y no en un banco de suplentes. Estaba grande y fastidioso, así que decidí colgar los botines.
- ¿Te costó la nueva vida sin jugar al fútbol?
- Sí, al principio cuesta mucho, si no estás preparado, la podés pasar mal. Pero yo tenía la decisión tomada desde hacía tiempo. Entonces, en el post empecé el curso de entrenador, a trabajar en un cuerpo técnico del Ascenso para estar dentro de un campo de juego. Tuve la suerte de que al año siguiente me llamaron Sampaoli y Beccacece para sumarme al cuerpo técnico para dirigir la selección de Chile. Ambos me habían dirigido en O´Higgins y quedó una buena relación, nos mandábamos mails. Los felicitaba por esta vía cuando se coronaban campeones, ya que no existía el Whatsapp ni podíamos hablar por teléfono (risas).
- Fuiste parte del cuerpo técnico del seleccionado chileno que le ganó a la selección argentina en la final de la Copa América 2015. ¿Como se vivió aquel momento siendo argentinos?
- Estábamos contentos, porque llevábamos a cabo un proceso lindo con la selección que tenía un nivel notable, con grandes jugadores. Después, enfrentamos a la Argentina que venía de perder la final del mundo en Brasil 2014. Nuestra idea no era enfrentarla pero así se dio. Si bien festejamos, no fue lo mismo, ya que no fuimos ni a la Casa de La Moneda a ver al presidente de Chile. Es más, festejamos en la intimidad, tranquilos, pero fue un logro importante porque hicimos un largo recorrido para llegar a obtenerlo.
- También fuiste parte del cuerpo técnico en Rusia 2018. ¿Cómo fue esa convivencia?
- Fue una gran experiencia. Diferente a la de Chile, porque asumimos a pocas fechas de clasificar a dicho Mundial. Al principio, no se nos dieron los resultados porque estuvimos al límite todo el tiempo, y terminamos clasificando en Ecuador. El tiempo nos jugó una mala pasada para tener un mínimo conocimiento con el grupo y para entablar una relación con los jugadores.
- ¿Había buen clima entre futbolistas e integrantes del cuerpo técnico?
- Un clima normal. No todos se llevaban bien con todos, pero nunca hubo un hecho de indisciplina o de falta de respeto, porque son jugadores de gran jerarquía que normalmente te hablan y podés hablar de una estrategia y de fútbol.
- Dirigieron a Messi en ese Mundial. ¿Era el mismo que vemos ahora o estaba más apagado?
-No, tal vez venía de frustraciones y finales perdidas. Justo en esos cuatro años habían pasado varios entrenadores como Gerardo Martino, el Patón Bauza y había llegado Sampaoli. El nuestro no fue un ciclo completo como el que tuvo Lionel Scaloni, con cuatro años de trabajo para llegar al Mundial y preparar su plantel. En todo ese tempo, aprovechó para ver jugadores con la posibilidad de elegir y de sacar, de llevar a Qatar a los que creía que eran los mejores, eso es muy importante para tener una buena Selección y un buen proyecto. Más allá de si lograba o no el campeonato del mundo, hizo un gran trabajo como DT. Hay que renovarle sí o sí el contrato para que continúe con este proyecto y que pueda mantener el mismo grupo de trabajo.
- En Rusia se rompió la relación entre Jorge y Sebastián. ¿Por qué decidiste acompañar en Beccaccece como técnico?
- Se habían separado cuando concluyó el ciclo en la selección de Chile. Y en ese momento fui a trabajar con Sebastián a Defensa. Se volvieron a juntar para dirigir a la Argentina con la idea de formar el mismo cuerpo técnico que ganó la Copa América 2015, sumando a Scaloni, quien había trabajado con Jorge en el Sevilla. La idea era replicar un poco la forma de laburo, porque nos ha ido bien. Cuando se volvieron a separar por segunda vez, me fui con Becaccecce por una cuestión de gratitud.
- ¿En Defensa y Justicia qué se propusieron con Beccacece?
- Hicimos un gran laburo, que tiene que ver más que nada con el crecimiento de los jugadores. Si bien hemos logrados dos subcampeonatos y buenas campañas, y tuvimos un juego vistoso, lo que pretendíamos era el crecimiento de futbolistas, como pasó con Lisandro Martínez, hoy en el Manchester United, o Enzo Fernández en el Chelsea, para que luego te llame y te diga “gracias por todo lo que hicieron, aprendí mucho con ustedes”. Eso lo que te queda más que nada como técnico.
- ¿Le mandaste mensajes de Enzo y a Lisandro tras la consagración en Qatar?
- Sí, le mandé mensajes a ambos para felicitarlos, quedó muy buena relación con Enzo y Lisandro. Hoy están a mil revoluciones, pero son chicos que tienen la cabeza en la tierra. Son gente de bien, y llegaron adonde llegaron por la calidad que tienen, marcaban diferencia. Les mando siempre un mensaje de aliento y responden al toque, son buena gente.
- ¿Te sorprendió Enzo Fernández cuando lo viste jugar a los 19 años en Defensa?
- Sí, era un jugador que tenía una tranquilidad para jugar y una visión de juego que sorprendía a tan corta edad. A los 19 parecía que tenía 300 partidos en Primera. Es un chico que en cualquier escenario se impone y técnicamente maneja muy bien los tiempos del juego. Entiende muy bien por dónde va el partido y ha hecho un cambio físico bastante importante. Es un futbolista muy completo y tiene la personalidad necesaria para que a su corta edad lleve a cabo una carrera muy rápida y teórica que le permite amoldarse rápido a cualquier club. El plus que tiene es que impone su forma en cualquier lado. Es un jugador muy versátil, que te ayuda en varios contextos del juego. Enzo no tiene techo.
- ¿Qué le falta mejorar?
- El remate con su pierna izquierda. Tiene buen disparo de media distancia, pero con la derecha. Cuando juega de volante mixto tiene llegada al gol. Tiene que ir madurando, como lo viene haciendo, y seguirá creciendo para lograr un juego espectacular.
- ¿Eras consciente de que estabas entrenando a una futura figura mundial?
- Era consciente de que se trataba de un futbolista distinto y que iba a pasar a Europa en cualquier momento, pero no me imaginé que iba a jugar el Mundial, ni a ganar tanta plata. Sí me imaginaba que iba a desembarcar en el Benfica, pero no tan rápido al Chelsea, club de primera categoría.
- ¿Creías que iba a llegar tan lejos Lisandro Martínez?
- Sí, sin dudas, era un defensor espectacular y el único problema que tenía era su altura, pero siempre se mostró como un jugador muy competitivo. Mas allá de no tener tanta estatura, contaba con un muy buen juego aéreo, técnicamente dotado y con una mentalidad muy fuerte. Estamos frente a un jugador extraordinario..
- ¿Un futuro caudillo y capitán?
- No sé si capitán, pero desde el juego tiene mucha personalidad. Un tipo que habla dentro del campo, más que el Cuti Romero. Pero sí se puede transformar en un líder, porque tiene ascendencia sobre el grupo y su forma de juego se impone para que sus compañeros lo sigan de atrás
- También tuvieron a Miguel Merentiel. ¿Que le pueda aportar al equipo de Ibarra?
- La Bestia es un delantero muy movedizo, que se desmarca muy bien y que se para en la misma línea que los defensores. Llevando a cabo un buen juego colectivo, puede tener chances de convertir. Es un delantero que define muy bien, y se toma un tiempo dentro del área. Es paciente y su fuerte no es el juego de espaldas. No es un 9 de referencia, sino más movedizo, de marcar y tener sociedades. Veremos cómo se puede adaptar al mundo Boca.
- Por último, ¿podrían jugar juntos Darío Benedetto y Merentiel?
- Sí, tranquilamente. Tiene que ver con la forma de juego y el sistema que utilice el técnico Hugo Ibarra. Pero Miguel puede volcarse de doble punta o de centrodelantero junto a dos extremos. Eso sí, debe tener juego asociado para que lo puedan habilitar, para encontrarlo en el último tercio y que pueda definir frente al arco.
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