Francisco Cerúndolo, a los 24 años, es el nuevo N°1 del tenis argentino, cuando nunca había logrado meterse entre los mejores en ninguna de las categorías de menores. La regularidad en el circuito de los últimos dos años lo puso ahí arriba y lo mantiene dentro de los 30 primeros del mundo, en una posición expectante de ascenso.
Comenzó el año en Australia compitiendo sobre cemento, con más de 30°C de temperatura. Se fue a jugar Copa Davis a Finlandia con -5°C y en cancha cubierta, para regresar a la Argentina, en el Córdoba Open. Recuperándose de una lesión, jugando sobre polvo de ladrillo y con 34°C de mínima durante el día. Pero nada de eso lo frenó y debutó en un duro partido frente a Federico Delbonis, con quien terminó fundido en un abrazo cuando el resultado se cerró en su favor.
De bajo perfil, medido al hablar, respetuoso y educado, evita las polémicas; pero suele decir lo que piensa y siente. Es por eso que no oculta su amplia sonrisa y su orgullo al verse en lo más alto del tenis argentino.
“Ser N°1 en tu país te emociona, te mueve cosas. Estaba ahí, muy cerca, sabía que si mi hermano le ganaba a Diego (Schwartzman) quedaba como el N°1, más allá de mis resultados. Obvio que es algo muy lindo ser el mejor en lo que hacés en tu país. Creo que es un premio muy grande, algo desconocido para mí, porque nunca fui el N°1 en ninguna categoría Junior. Entonces, ser el N°1 acá, en la categoría mayor, es algo muy lindo. Era un objetivo que tenía para este año o el año que viene, me gustaba”, expone en el arranque de la charla.
Hay otros casos de quienes no estuvieron dentro de los mejores de su categoría, en la Argentina, como Javier Frana y Diego Schwartzman, pero que después superaron a aquellos que habían tenido anteriormente por delante y, eso, seguramente arrastra algunos pensamientos del pasado. “Claro que te lleva a pensar hacia atrás, porque siempre fuiste como desde abajo o viendo a otros ganar los torneos o ir a un sudamericano a un mundial, o que tengan mejores contratos o lo que sea. Siempre miraba de atrás. Pero, cuando ya fui profesional y le empecé a ganar a mucha gente con la que me pasé perdiendo 8 o 10 años y, bueno, al final del día es estar acá y ahora”, dice Francisco.
- ¿Y Qué te genera?
- Te genera muchas cosas. Empezás a pensar en la perseverancia, la resiliencia, en eso de estar ahí, entrenando, siguiendo, fallando, pero siguiendo y siguiendo, intentándolo. Creo que eso es lo más importante y por eso siempre digo que es un premio estar en este lugar. No sé si me lo merezco o no, pero me encantar poder tener este N°1.
Su papá, el Toto Alejandro Cerúndolo, comparte ese orgullo, se emociona y extrae aquellos recuerdos lejanos, también, de su propia niñez: “¿Cómo llegamos hasta acá? -se pregunta-. Se me viene a la cabeza mi viejo y el frontón del Club Comunicaciones, cuando yo tenía 6 años. Donde empezó todo. Me impactó mucho lo de Fran”, decía conmovido Toto.
El tenis no deja demasiado tiempo para emocionarse y propone nuevos desafíos. Este ascenso le modificó el calendario y, por ende, las superficies a Francisco, quien hace casi siete meses que no pisa el polvo de ladrillo. Por eso es que resulta una incógnita cuáles serán los resultados que lo acompañen en Sudamérica.
- ¿Qué esperás de esta gira que casi te resulta extraña?
- Sí, totalmente, como decís. Mi último partido en polvo fue en el ATP 500 de Hamburgo, en la semi con Musetti (Italia). Eso habrá sido en julio, ya pasó mucho tiempo, 7 u 8 meses. No sé cuánto pasó. Pero seguro, es por lejos el mayor tiempo que pasé sin jugar sobre esta superficie. De todas maneras, sigue siendo mi favorita, donde me crié, donde jugué toda mi vida. Obvio que no le voy a agarrar la mano de un día para el otro, pero creo que con un par de partidos ya me voy a sentir cómodo de nuevo. Debo ajustar algunos detalles de movilidad y de impacto de pelota, pero creo que la esencia no la perdés. Así que espero tener una buena gira, me veo con confianza. Me gustaría poder jugar bien y tratar de ganar alguno de estos torneos.
- Te cambio de tema y te llevo a la Copa Davis. ¿Valió la pena la expedición a Finlandia?
¡Sí, obvio! (se apresura a responder, antes de terminar de formular la pregunta) Yo siempre digo que cuando Argentina me llame, yo voy a estar ahí. Lamentablemente, acá pasó que perdimos, pasó que me lesioné, pero bueno, pasa factura en el físico, porque fue duro, pero al fin y al cabo estuve ahí. Haber ido como N°1 de Argentina es algo muy lindo, que nunca había vivido. La verdad que sí valió la pena. Y lo volvería a hacer, por más de que yo sepa lo que me pasó ahora. La Copa Davis es una o dos semanas al año, pero a un ATP 250, creo que lo puedo jugar todo el año y todos los años siguientes, por eso es que no lo dudo a la hora de que me llamen.
- ¿Cómo se convivió durante la Copa Davis en Finlandia?
- La pasamos muy bien, estábamos con el equipo y creo que dejamos todo. Entrenamos bien, nos llevamos muy bien. Individualmente logré ganar mi primer partido en Copa Davis, que también era algo que tenía pendiente, y me pone contento eso.
- ¿Cómo es tener al Mago Coria de capitán, que llegó a ser el N°3 del mundo?
- Es muy bueno, es muy positivo tenerlo a él, a Leo Mayer, al Tero García y a todo el resto del equipo. Creo que está buenísimo poder compartir con gente que jugó increíble al tenis y que estuvo en los puestos más altos. Tanto Guillermo, como Leo, que fue campeón de Copa Davis, o el Tero, un gran doblista. Todos aportan, desde su lado, experiencia y los conocimientos que tal vez nosotros todavía no las vivimos o no las sabemos y que ellos ya las saben mejor que nosotros. Por eso es que yo intento escuchar, aprender y sacar todo lo positivo de ellos.
Cuando la charla lleva a sugerir si se puede pensar en un equipo de Copa Davis o hay que resignarse a que el capitán convoque lo que haya, Francisco comienza haciendo una pausa, no se apresura. No analiza lo que piensa, sino la forma en que lo va a comunicar, pero no demora en decirlo. “No sé, yo nunca opino, no me gusta meterme en esas cosas. Si me llaman, buenísimo, acepto; y si no me llaman es decisión de ellos. Hay un ranking, que generalmente no miente y es por algo que está ahí cada jugador”, vuelca en una primera instancia, para después agregar con algo más de profundidad: “Después, hay una decisión del entrenador de a quién convoca, según la superficie o el lugar. Pero, también está la decisión de los jugadores si quieren ir o no, eso es personal de cada uno. Todavía faltan unos meses para la próxima serie y para saber a quiénes va a llamar el capitán. Cómo dije, si me llaman, voy”.
A pesar de su gran momento tenístico, Francisco ya pasó el tercer año de sus estudios de licenciatura en Management en Economía y Finanzas, en la Universidad Palermo. “Sigo estudiando, pero ahora estamos de vacaciones, por eso no le estoy metiendo nada. Pero me gusta, por suerte le estoy metiendo materias y ahora me voy a anotar en las de este cuatrimestre”, cuenta con orgullo.
- ¿Cuáles son los objetivos para este año? ¿Te ponés una meta y decís: ‘Yo miro y pienso en esto’?
Tengo varios objetivos. Ya cumplí los más chiquitos que eran ganar un partido de Copa Davis y ganar un partido de Grand Slam y, por suerte, lo hice en el primer mes del año. Ahora me gustaría ganar un nuevo título ATP, meterme en el Top 20 del mundo y me gustaría, también, llegar a una segunda semana de un torneo de Grand Slam.
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