Emiliano Martínez fue uno de los pilares de la selección argentina campeona del mundo. Su preponderancia bajo los tres palos transmitió tranquilidad ante la adversidad, pero también se transformó en foco de críticas por actitudes relacionadas a las intimidaciones contra rivales o bailes en sus celebraciones. Su pico máximo de popularidad llegó con la victoria ante Francia en el Mundial de Qatar, y la revista France Football decidió dedicarle su tapa a un futbolista que evitó el bicampeonato de los comandados por Kylian Mbappé.
El nominado al premio The Best de la FIFA a mejor arquero ofreció un extenso reportaje al medio francés, en el que puntualizó sobre los festejos en el país, posteriores a la consagración, cuando tomó un juguete con la cara de Mbappé: “La gente nos tiró un montón de muñecos por el camino, nos tiraron casi cien durante el recorrido (...) Lo recogí porque me dio risa, lo agarré durante dos segundos y lo tiré de vuelta, eso es todo. ¿Cómo podría burlarme de Mbappé? Si él me metió cuatro goles! Cuatro goles en la final... ¡Debe pensar que soy yo su muñeco!”.
“Un minuto de silencio para Mbappé que está muerto”, fue uno de los cantos que dominó la escena en el vestuario argentino dentro del Estadio Lusail y Martínez intentó bajar la espuma de lo sucedido fuera de la cancha: “No tenía la intención de lastimarlo. A lo largo de mi carrera jugué con muchos franceses y nunca tuve ningún problema”. En este sentido, reveló el diálogo que mantuvo con él finalizado el encuentro: “Le dije que era un placer jugar contra él y que casi gana este partido solo. Tenía la confirmación de que tenía un talento inmenso. Cuando Messi pare, estoy seguro de que Kylian ganará muchos Balones de Oro”.
“Entonces, lo del vestuario, es cosa del vestuario y nunca debió salir. Cuando Francia nos ganó en 2018, recuerdo que hubo cánticos sobre Messi. Igual, si un equipo le gana a Brasil, cantarán sobre Neymar. No hay nada personal contra Mbappé. Lo respeto enormemente. Si cantamos sobre él o sobre Neymar es porque son unos cracks”, insistió.
Por otro lado, se metió en el plano futbolístico para hablar por primera vez de la excelsa tapada a Randal Kolo Muani en los últimos instantes del tiempo suplementario: “La pelota tuvo un efecto extraño después de rebotar e intuí que podía pegarle de volea. Salí en diagonal, dejándole intencionalmente un pequeño espacio a mi izquierda, en el palo cercano. Como para decirle: ‘Ponela ahí’. Lo empujé a patear allí”. “Luego, cuando remató, abrí mi brazo izquierdo y mi pierna izquierda para cerrarle el ángulo. Es algo en lo que había trabajado, por supuesto. El hecho de haber entrenado durante años con grandes atacantes me ayudó en esta jugada. Inmediatamente después, cuando terminó el partido, dije: ‘¡Guau, qué final!‘, añadió.
En otro orden, se refirió a la postura que tomó cuando le entregaron el Guante de Oro y se lo colocó en la entrepierna: “Lo que hice con el trofeo de mejor arquero fue una broma con mis compañeros. Ya lo había hecho en la Copa América, y todos me decían: ‘No lo vas a volver a hacer’. Incluso Leo (Messi). Lo hice por ellos, nada más. Duró un segundo y ya está”.
El arquero, que había llegado con “mucha confianza” a los penales, contó cómo nació su técnica para desorientar a los rivales en este partido específico: “Le pregunté a mi psicólogo qué podría estar pasando por la cabeza del tirador en estos instantes. Cuando juegas una final del Mundial, en un estadio de 90.000 personas, la más mínima cosa te puede afectar. Tras detener el penal de Coman, supe que el de Tchouameni sería decisivo para mi país. Por eso le pedí al público que se pusiera de pie y tiré la pelota para un costado, para que caminara un poco más. Sabemos que entre el círculo central y el punto de penal pasan muchas cosas por la cabeza del jugador. Entonces, al hacerlo caminar un poco más, tiene tiempo para pensar más”.
Más adelante, se refirió a los eufóricos festejos que ha protagonizado en la Copa del Mundo: “Algunos pueden pensar, ‘Ah, pero qué payaso’ y puede ser que tengan razón. Pero si te fijás, en mi carrera solo celebré momentos decisivos con la Selección, momentos muy puntuales, no en todos los partidos. Los delanteros, por otro lado, pueden celebrar todo el tiempo y algunos incluso celebran sus goles en tu cara. Pero cuando un arquero hace un gesto o un baile, sorprende. ¿Por qué?”.
“Mis compañeros dicen que tengo un pedo en la cabeza”, sorprendió el jugador de 30 años cuando fue consultado por sus actitudes en los remates desde los 12 pasos. Esa frase fue llevada a la portada de la revista. Y agregó: “Precisamente porque hago este tipo de cosas en momentos de extrema tensión. Juego sin miedo, no me importa nada. Algunos deben estar pensando: ‘¿Cómo puede hacer esto en una final del Mundial, cuando es su trabajo? Debería ser más serio’”.
Sin embargo, concluyó que estas decisiones solo quedan dentro de la cancha: “La gente que me conoce sabe que soy un tipo bueno como Lassie, el perro de la serie. Un chico tranquilo, al que le gusta bromear, siempre alegre. No creo que sea particularmente arrogante ni humilde, pero es mi forma de lidiar con la presión, tranquilizarme y sentirme seguro”.
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