Guido Pella, de su exclusiva colección de Star Wars a la picadora de carne del circuito: “Me conocen más por ser el ‘novio de’ que por el tenis”

Luego de más de un año de inactividad, el ex 20 del mundo y campeón de Copa Davis reapareció en el circuito con un objetivo renovado: combinar la agenda de su flamante paternidad con el exigente calendario del tenis. “Ahora dejé de ser Guido, ahora soy el papá de Ari”, aclara

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Guido Pella con su pareja
Guido Pella con su pareja Stephanie Demner en un paseo vinculado a Star Wars

“Estoy justo en una entrevista, perdón...”. Guido Pella susurra de repente fuera de la cámara. “Justo durmieron a Ari y la tengo que controlar por la camarita”, explica la interrupción. Está en plena construcción del rompecabezas de su regreso al tenis después de una extensa ausencia por lesión, pero también camina lentamente por el terreno de lo desconocido. El campeón de la Copa Davis 2016, que escaló al 20 del planeta hace tres años, está aprendiendo a ser padre. Y combinando las agendas para que tanto él, como su pareja, puedan alimentar sus individualidades. Él acaba de llegar de entrenar, atiende a Infobae y apura el paso para cuidar a Arianna, de apenas seis meses, mientras Stephanie Demner se hace cargo de su negocio.

A los 32 años se prepara para un debut absoluto. Un estreno deportivo. Lleva más de 15 años como profesional, pero este reinicio de su trayectoria está marcado por situaciones desconocidas que lo colocarán ante un nuevo desafío, una motivación reciclada. Será una de las estrellas del ATP de Córdoba, el torneo argentino que en su quinto año se afirma como uno de los certámenes más atractivos de la gira de polvo de ladrillo. Apenas saboreó dos partidos en las últimas semanas en el circuito después de un año de inactividad que se inició con aquel conflictivo juego ante el español Pedro Martínez en Moscú, que quedó encapotado por la escandalosa denuncia del argentino tras localizar a un grupo de apostadores en la tribuna que lo asediaban.

Guido se enfrenta ante su gran desafío: escapar de la “picadora de carne” que es el circuito. Tuvo varios vaivenes durante su carrera vinculados mucho más al desgaste psicológico que al físico y superó todos, salvo uno. “He tenido muchos problemas que pude resolver y ha habido problemas que no pude. Uno de los más difíciles, al que no le encontré todavía solución, es al tema de lo que es el mundo del tenis, cómo poder vivir el circuito de una manera sana. Yo siempre digo que es una picadora de carne, vivir el circuito sin que la picadora de carne te alcance y te despedace”, grafica.

— ¿Y cómo se hace para escapar a esa picadora de carne?

— Eso es lo más difícil. Ojalá que ahora viajando con mi familia lo pueda resolver, pero creo que no pude encontrar la manera de disfrutar el día a día estando ahí adentro. Llegaba a un torneo, me iba bien un partido, dos, pero mal en el tercero y era un bajón tremendo durante dos o tres días. Uno tiene que bancarse perder, al otro día ir al club y ver al rival que te ganó jugar por más puntos, por más plata... Tenés que fumarte entrar al club, entrenar, callarte la boca, meterle cada vez más ganas, viajar la otra semana, que a la otra semana te pase lo mismo porque el torneo lo gana uno nada más. Agachar la cabeza de nuevo, viajar... Es muy difícil, esa es la verdadera picadora de carne, el no poder parar, no poder disfrutar nada. Más allá de todo, en los parates que hice en cuanto a mi tenis siempre salí favorecido por el tiempo que tuve para pensar. Cuando me tocó volver a competir, sentía que estaba más fuerte, pero en este caso en particular del circuito me cuesta mucho.

A mitad del 2022, mientras se recuperaba de una lesión “que no se puede curar” en la rodilla, fue padre de Arianna con la modelo e influencer Stephanie Demner. Renovó la mirada. Fue campeón de Copa Davis, se metió al Top 20 y a los 32 años quiere sumar una estrella más a su carrera. Intangible, pero estrella al fin: disfrutar el circuito. Y su familia, cree, puede ser el código para hackear su mente.

“Ser papá me cambió un montón la vida. A partir de ese suceso me empezaron a venir las ganas de entrenar o competir desde otro lugar. Del lugar de poder viajar con mi familia, jugar los torneos que me gustan y tratar de bancar la presión, que es inmensa en todos los torneos. Por ahí será un poco mejor sabiendo que gane o pierda está mi familia afuera y es lo que realmente importa”, reflexiona.

— Visto desde afuera combinar la agenda entre ser padre y tenista parece ser difícil, habitualmente muchos son padres una vez que se retiran, ¿cómo pensás afrontar eso?

— El tener un hijo fue una decisión totalmente consciente. Sabía que a partir de que Stephie quedara embarazada la vida de los dos iba a cambiar. Obviamente, sabiendo eso, la carrera cambia. Lo más importante es que se puede combinar las dos cosas. Requiere de un esfuerzo más grande de los padres, porque claramente el tener una bebé en el mundo hace que las necesidades de ella sean prioridad y creo que a eso fue lo que apuntamos. Por suerte tenemos una señora que la cuida, que la ama y es espectacular. Stephie tiene una oficina abajo de casa y eso hace que pueda subir y bajar. Y yo acomodo mis horarios mucho para tratar de venir a comer, poder ver a mi hija durante la tarde. No conozco un padre que no te diga que la prioridad sea un hijo. Mi caso no es la excepción, pero claramente uno tiene que vivir, hacer cosas que le gusten, lo diviertan y motiven.

— Tenés una relación “mediática” se podría decir, porque los dos son conocidos. Tenés mucha más exposición, ¿eso significa un peso extra para un deportista?

— No, porque desde que conocí a Stephie –esto es real, no es algo que esté inventando– empecé a ser conocido por ser el “novio de”. Y a mí la verdad nunca me interesó la fama, nunca me interesó ser conocido, solamente hago lo que me sale bien y disfruto de otras cosas. Nunca me interesó ser famoso ni que me reconozcan por la calle. Pero claramente al salir con una persona que sí es conocida en Argentina mucho más que yo es un efecto que se va contagiando. Y ni hablar cuando vino Ari: ahora dejé de ser Guido, ahora soy el papá de Ari. Tengo muchas anécdotas... Me pasa en el supermercado que hay gente que pasa, a mí no me reconoce, ven un bebé y saben que es Ari. Entonces se paran. Es algo muy loco que un bebé de seis meses tenga esa repercusión. Pero como te digo, me gusta el perfil que tengo, un perfil más tranquilo. Cuando la gente me conoce, sé que mucho es por Steph. Trato de tomarlo con naturalidad. No me afecta en lo más mínimo. Salgo con ella hace cinco años, tuve el mejor momento de mi carrera estando con ella y no me generó un peso para nada. Siento que ella me potenció en un montón de cosas.

— Sos campeón de Copa Davis, estuviste 20 del mundo, no deja de ser extraño que te conozcan por ser el “novio de”...

— Sí, pero estamos en un país en el que el 95% habla del fútbol. El básquet y el rugby tienen un lugar, y después viene el tenis. Estamos en un deporte que no tiene la repercusión que tienen otros deportes. Pero creo que, hoy por hoy, no me conoce nadie. O me conoce muy poca gente. Siempre que encontramos gente que por ahí nos reconoce es por Stephie, ahí paso a ser el “novio de” o el “papá de”. Pero en lo que tiene que ver con el tenis muy poca gente y no lo digo para sacarme mérito ni nada. Es lo que verdaderamente siento que pasa y siempre pasó.

— ¿No sentís que tal vez es por tener un perfil bajo? Otros tenistas argentinos apostaron por un perfil más alto...

— No siento que pase por eso. Si vos te ponés a pensar más allá que uno quiera levantar el perfil o no, no tiene repercusión en los programas que realmente tienen audiencia masiva. El deporte pasa a un segundo plano porque la gente no consume tanto hoy por hoy. Es fea la palabra, pero el deporte es muy exitista en nuestro país. O sos el 1 o no sos nada. No vale ser 20. Si vamos a hacer una encuesta en la calle, vos le decís a cualquier persona: “Che, es 20 del mundo”. Y te dice “malísimo”, “horrible”, “¿por qué no es como Federer?”. Esas cosas que pasan, que son reales, hacen que uno no sea conocido o sea totalmente intrascendente. Para mi personalidad está espectacular, porque a mí no me interesa ese aspecto. Solamente quiero hacer bien mi trabajo para cuando me retire tener un buen dinero, un buen pasar y una buena vida. Siento que pasa por ahí, no tanto por el lado de la fama. Obviamente que cuando hice cuartos de Wimbledon fue una repercusión espectacular, pero me llamaron a programas de chimentos por Stephie, no por mí. Si no hubiera estado con Stephie no me llamaban. Es una situación rara.

Guido y Stephanie se convirtieron
Guido y Stephanie se convirtieron en padres hace seis meses

— Te llamaron por ser el novio de...

— Claro, el “novio de” está en cuartos de Wimbledon. En todos los ordenes del deporte uno está acostumbrado a ese nivel de exitismo. Si uno no lo controla bien o apunta a otra cosa, a veces se puede hacer difícil.

— Hace más de un año te retiraste del ATP de Moscú por problemas físicos, pero también por un problema con cuatro apostadores. Uno lo ve desde afuera y cree que es una película, ¿qué es esa mafia de apostadores que hay en el tenis?

— Durante toda mi carrera tuve... Los llamo encuentros porque los tuve adentro de la cancha, no porque tuve algún tipo de contacto, porque no. Ni siquiera sé si esa gente pertenece a la mafia. Decir “la mafia de las apuestas” es como decir “la mafia italiana”. Los que están en la cancha no son los jefes de la mafia, son dos o tres perejiles que apuestan 100 dólares, no sé ni cuánto se apuesta, pero los verdaderos grosos de ahí, olvidate, no van a poner la cara, a decir “che mirá”. Son encuentros desagradables. Debería haber una especie de regla por si vos estás dudando que alguien está apostando o tiene una relación directa con algún tipo de apuestas en algún momento. Siempre lo veo como ir al teatro, vas al teatro y tenés una espectador que te putea todo el espectáculo, ¿no tenés derecho a decirle que se vaya y lo echen? Hacés lo mejor que se puede hacer, pero merecés respeto. En el tenis me parece lo mismo. Ahí me parece que hubo tratos diferentes en cuanto a jugadores. Me acuerdo el caso mega puntual en Indian Wells donde Casper Ruud, que ya era Top Ten, tuvo un encontronazo. No sé si era un apostador, pero alguien le hacía burla o qué se yo... En cinco minutos lo echaron. Y yo tenía a cinco tipos, que eran los únicos cinco tipos que estaban en la cancha, y le dije que me estaban aplaudiendo, que eran apostadores y ni siquiera mandaron a alguien para que les dijera algo. Creo que eso fue algo muy duro de vivirlo, triste, porque es como que de alguna manera sentís que están encubriendo eso. No se va a terminar nunca porque es un negocio que genera muchísima plata, vamos a tener que convivir, pero creo que habría que establecer reglas para que los jugadores no sufran estas cosas desagradables que les toca vivir y afectan a la integridad del deporte.

Pella fue parte del equipo
Pella fue parte del equipo argentino campeón de Copa Davis en todas las series (@CopaDavis)

Guido tiene la foto más preciada en el tenis grupal argentino alzando la Copa Davis. Tuvo asistencia perfecta en las cinco series, sumó acción en cuatro de las llaves y sólo miró desde el banco de suplentes la final contra Croacia. Ganó un título singles, jugó otras cuatro finales y escaló al 20 del mundo. Acumuló, según estimaciones de ATP, casi seis millones de dólares en su trayectoria deportiva. Sin dudas, pertenece al enorme panteón de tenistas destacados del país. Mientras se prepara para la gira de Sudamérica –hoy debutará ante el italiano Andrea Vavassori en Córdoba–, planifica afrontar Indian Wells, Miami y luego evaluar su físico durante los torneos en Europa acercándose a mitad de temporada. El tenis le dio también la chance de darle rienda a su hobby: visitó más de una decena de veces los parques de Disney en distintas partes del mundo y cuenta con una exclusiva colección de estatuas.

“Siempre me gustó coleccionar. Mi mamá era la que me cumplía los caprichos,. La primera colección que tuve era de Coca Cola, los jugadores de la selección argentina del 98, los cabezones. Había completado el equipo y cada vez que Argentina jugaba y nombraban la alineación ponía a los once jugadores arriba del televisor. Siempre dije que cuando me fuera bien en el tenis y tuviera dinero disponible iba a tratar de coleccionar lo que me hiciera feliz. Pasé por muchísimas colecciones: primero videojuegos, después consolas... Soy muy fanático de Star Wars, del Señor de los Anillos y Marvel. Pensé en armarme una colección chiquita de estatuas, con los personajes que me gustaran. No quería colecciones muy amplias porque al bolsillo te liquida. Pero ahora me fui al carajo... Tengo controlados los gastos, pero son saladas”, reconoce. “Ni sé cuántas tengo, debo tener 50 o 60 estatuas que están todas en una baulera guardadas porque no tengo lugar. En un par de años, cuando tenga mi casa, voy a tener un lugar. Más allá de todo, yo lo disfruto. Cuando llegan y las armo, lo disfruto. Ahora tengo en el living un Hulk que ni sé cuánto mide, pero no lo quiero guardar porque me da pena, me parece una obra de arte espectacular”.

— ¿Estatuas de qué tamaño?

— Se maneja por escalas. 1 en 1 es tamaño real, 1 en 2 es la mitad... Yo colecciono 1-6 y 1-4. Ponele que las 1-6 midan 35 o 40 centímetros y las 1-4 entre 50 y 80. Con base, todo. Colecciono de Star Wars, Señor de los Anillos y Marvel. Lo único que pude cumplir es una regla: una estatua por personaje. Si me compro un Iron Man, es un Iron Man. Si después viene un Iron Man que me gusta más, vendo el Iron Man que tengo y me compro el otro. Porque no termino más sino. Con el único personaje que no pude hacerlo es con Darth Vader, porque es el que más me gusta, le metí un par más. Están ahí guardados.

— ¿Todos los meses vas comprando?

— No... Es tan difícil porque entrás en un mundo... Un día me vino rota una de Estados Unidos y me pasaron a un artista tremendo que hace arreglos, pinta e hicimos una amistad muy buena. Me dijo que me iba a ayudar a tener la mejor colección que yo decidiera tener. Me empezó a hacer una limpieza de todo lo que yo había coleccionado que era malo y me empezó a decir: “Vos tenés que comprar esto, esto y esto”. A día de hoy tengo cosas que en Argentina habrá dos o tres, ponele, cuatro con toda la furia. Son cosas que aparte del valor sentimental que les tengo, son cosas muy valiosas. Siempre quise tener una especie de museo, pero no va a pasar nunca, aunque algo voy a tener. El encontrar que es lo bueno, lo de mejor calidad, lo que se va a poner más caro, es espectacular. Ahora las tengo a todas en la baulera, no tengo ni idea qué tengo. Las tengo todas anotadas, pero si me decís cuántas tenés, no tengo ni idea, calculo que entre 50 o 60.

— Dijiste que no tenés casa propia todavía, ¿es una elección?

— No... Tengo una filosofía financiera clarísima, yo no compro propiedades. Prefiero alquilar y con la plata que me saldría comprar el departamento invertirla. Ahora debería empezar a construir mi casa personal, esa va a ser la casa que diseñé para que me dure toda la vida: va a tener una oficina para que trabaje Stephie, el cuarto de estatuas para mí, cuarto para la bebé, para el futuro segundo hijo o hija, un patio, una pileta, pero esa va ser mi casa. Pero si me decís “sos de las bienes raíces”, no. No compro ninguna propiedad, por eso alquilé toda mi vida. Tuve un departamento para decir me compré mi primer departamento con el tenis. Pero me duró creo que un año y medio. Ahora lo que hago es que me mantengo con un alquiler, que si tuviera que comprarme el departamento no me da. Lo bueno es que puedo alquilar un lugar hermoso y con esa plata trabajarla. El día de mañana pueda que tenga hasta la misma plata habiéndola invertido bien.

Una de las estatuas de
Una de las estatuas de la colección del tenista

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